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CAPÍTULO 6: "Vacaciones de Semana Santa"

No recuerdo como llegué a mi cama, pero lo hice, porque a la mañana siguiente me desperté en ella todavía vestida y sin desmaquillar.

Víctor no estaba en casa, gracias a Dios, me había dejado un mensaje avisándome de que no vendría a dormir, se le había hecho muy tarde y había decidido pasar la noche en casa de sus padres.

Agradecí enormemente que no estuviera, por supuesto, ya tenía yo bastante con sentirme como una mierda por el ridículo de la noche anterior, como para tener que lidiar también con la culpa teniendo a Víctor delante.

A medio día me llamó Víctor para preguntar cómo había quedado la fiesta, me preguntó si me apetecía ir a casa de sus padres para comer. Con un sentimiento de culpabilidad enorme dentro de mi cuerpo, le dije que había estado bien, solo eso, le conté lo que me había pasado con el coche omitiendo el hecho de que me recogiera y trajera a casa Pablo.

En su lugar, le dije que había llamado a un taxi, ¡ya empezaban las mentiras!, era la primera vez que le mentía a Víctor y no me resultó tan difícil como lo había imaginado

A la invitación para comer con sus padres le dije que no, no me encontraba muy bien (al menos eso era verdad), la resaca estaba afectándome bastante.

Como siempre, Víctor aceptó sin rechistar mis argumentos y no insistió más.

-Llevaré algo para la cena, cariño. ¡Te quiero!—Dijo antes de colgar—

- ¡Hasta luego!—Le respondí, ¿cómo podía decirle yo lo mismo?, ¿le quería?, en ese momento no lo creía así, la noche anterior no me había comportado como si fuera de esa manera, no pensaba que eso fuera quererlo, por lo menos no de la misma forma que él lo hacía.

Volvieron los remordimientos y el miedo a mi mente, ¿Qué pasaría si Víctor llegaba a enterarse de lo ocurrido? ¿Nos había visto alguien besándonos? Estábamos dentro de su coche, pero en plena calle, no recuerdo que hubiera nadie fuera cuando subimos a su BMW.

Pero para ser sincera, en esos momentos solo podía fijarme en él

¿Y si Virginia volvió a salir mientras nos besábamos? No lo creo, ella estaría ocupada con Marcos en su fiesta.

No podía retrasar más mi agonía, tenía que saberlo, así que tome aire y llamé a mi amiga:

-¡Hola María!, ¿Cómo te encuentras hoy?—dijo ella tranquilamente, no había nada extraño en su voz.

-¡Hola Virginia!, estoy bien ¿y tú como estas?—le pregunté.

-Estupenda, como siempre querida. Siento mucho el malentendido que tuvisteis anoche con Samuel, el chico iba un poco pasado, no tolera muy bien el alcohol. No intento disculparlo, por supuesto, ese no es motivo para meterte mano, si hubiera sido yo le hubiera dado un tortazo que le habría dejado k.o., ¡Imbécil! Recuérdame que no lo invite a mi próximo cumpleaños. —Dijo mi amiga atropelladamente.

Empecé a reír nerviosamente, ese numerito era lo último en la lista de mis preocupaciones.

-Tranquila, no fue para tanto. Todos íbamos un poco pasados, no recuerdo los chupitos que tomamos. Ya está olvidado—Conseguí decir.

- ¿Qué no fue para tanto?—En ese momento el tono de mi amiga sonó un poco inquietante y acusador—Tienes que explicarme que mosca le picó anoche a Pablo, ¿Por qué reaccionó de esa manera?, él nunca se ha mostrado violento por nada, al contrario siempre ha sido muy reconciliador para todo. —

Me quede helada, no sabía que decirle. Y entonces sacó de dentro todo lo que tenía que decir mi amiga, me dijo lo que más temía y no me atrevía a decir yo misma.

Nuestra conversación se convirtió en un monólogo de mi amiga sobre mi vida.

-Además, se mostró toda la noche distante contigo, ¿crees que no me di cuenta?, y de repente ¡aparece de la nada como un caballero blanco para rescatar a su doncella del malvado dragón! --añadió Virginia con tono divertido—

Me quedé sin respiración durante unos segundos, no sabía que decir al respecto y se hizo un silencio incómodo entre nosotras. Al ver que no le contestaba, mi amiga añadió esta vez con un tono más serio:

-María sabes que soy tu mejor amiga ¿verdad?, no es mi intención meterme con lo que haces en tu vida, no soy chismosa y me conoces, pero sé reconocer cuando hay algo entre dos personas. Y entre ustedes dos hay una química muy fuerte, no sé si lo sabes todavía, pero está ahí, no suelo equivocarme en esas cosas María y anoche tuve la confirmación.

-¿Qué dices Virginia?, ¡tú estás chiflada amiga!, no hay nada entre nosotros dos—le contesté—yo estoy casada con Víctor, ¿lo recuerdas?

Sonó una carcajada a la otra parte de la línea

-Amiga, ¿recuerdas que yo también estuve casada una vez?, eso no tiene nada que ver con lo que estamos hablando, el Amor es mucho más que un contrato cielo. De todas formas ya te he dicho que no pretendo meterme en tus cosas, solo quiero que sepas que pase lo que pase yo estoy contigo siempre, ¡para lo bueno y para lo malo! y a mí no me hace falta ningún contrato. Lo hago porque te quiero María, soy tu amiga y si me necesitas debes saber que estoy a tu lado.

-Gracias Virginia—le respondí secándome las lágrimas que sin percatarme caían por mis mejillas. Nunca antes nadie me había dicho eso a mí. Sabía que podía contar con ella, pero en ese momento, no tuve el valor suficiente para abrirme a mi amiga.

-Está bien cariño, no pretendía hacerte llorar. Yo ya te he dicho lo que te quería decir. Cuando estés lista para aceptar lo que te está pasando y necesites una amiga para hablar ya sabes dónde estoy. ¡Tengo que colgar pues me has pillado haciendo las maletas! –dijo volviendo a sonar alegre.

-¿Las maletas?, no sabía que ibas a salir de viaje, ¿dónde vas y con quién?—le pregunté con intriga.

Virginia se aclaró la garganta y con una fingida voz petulante me dijo:

-Cielo, ¡yo también tengo mi vida amorosa en activo ahora mismo!, –volviendo a usar su verdadera voz añadió-- anoche cuando os fuisteis Marcos no sabía cómo disculparse por lo que acababa de hacer su amigo y después de llevarlo a su casa regresó y se ofreció para ayudarme a recoger el desastre de la fiesta. Yo acepté gustosamente su oferta, por supuesto, cuando terminamos de recogerlo todo era muy tarde y no quería que se fuera. Le dije que si quería podía quedarse a dormir en mi casa y él aceptó. -Tú ya sabes, solo tengo una cama en casa.--dijo Virginia sonando avergonzada—y pasó lo que tenía que pasar

- ¡Ya estaba bien!, ¡me alegro mucho por los dos!—sinceramente lo hacía, me gustaba Marcos para mi amiga, era buen chico y se le veía a la legua que estaba enamorado de ella.

-Esta mañana al despertarnos, me propuso irnos los dos juntos de viaje a la costa, para aprovechar las vacaciones y ya ves, estoy terminando de hacer mi equipaje porque en media hora me viene a recoger.

-¡No hace falta que lleves mucha ropa! —le dije a mi amiga sin parar de reír—

-¡Muy graciosa!, aunque llevas un poco de razón —rió Virginia esta vez—

-Pasadlo bien y disfruta mucho, ¡te lo mereces! Un beso.

- Gracias María, lo haré— dijo mi amiga, no sin añadir antes de colgar—y tú descansa y piensa un poco en lo que te he dicho cielo, bueno que digo, no, ¡no pienses actúa María, actúa o sin darte cuenta un día te encontrarás tan sola como lo estuve yo! Si no lo estas ya ¡Te quiero!

Y colgó dejándome atónita con su observación.

Necesitaba aclarar mi mente para poder asimilar toda la información que mi amiga, gentilmente, me acababa de dar.

No podía pensar con claridad, tenía una jaqueca monumental causada por todo el alcohol que tomé la noche anterior.

Decidí darme una ducha y volverme a acostar. Dejé mi móvil en el salón, no esperaba recibir ninguna llamada ese día.

Ya era de noche cuando oí a Víctor entrar por la puerta. Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina, donde él estaba sirviendo la cena para los dos.

-¡Hola cariño!—dijo Víctor acercándose a mí y dándome un beso tierno en los labios — ¿te encuentras mejor?

-Sí, he estado todo el día en la cama y ahora ya me encuentro mucho mejor, gracias –le contesté acachando la cabeza para abrir el cajón de los cubiertos, para no tener que mirarlo a la cara.

- ¿Cómo fue la reunión?—le pregunté mientras nos sentábamos en la mesa para cenar.

Estuvo toda la cena hablándome de su reunión, había sido un éxito y no podía esperar para cerrar la venta con el comprador. Se le veía entusiasmado con su trabajo, de hecho, me dejo caer que iba a tener que irse unos días con su padre de viaje, había una feria de la cosecha esa semana en la capital y no podían faltar.

Cuando terminamos y nos pusimos a recoger los platos Víctor señalando mi teléfono móvil dijo:

-¡No me acordaba!, cuando llegué a casa, tu teléfono estaba sonando, fui a cogerlo, pero ya habían colgado, era Pablo y por lo visto te ha estado llamando toda la tarde, porque habían unas 8 llamadas perdidas y varios mensajes. ¡Lo siento!

Del susto se me resbaló un vaso de las manos que terminó hecho añicos en el fregadero.

-¿No piensas llamarle?—me preguntó Víctor tranquilamente—

-No mañana le llamaré, ahora ya es tarde —le dije mientras recogía el estropicio—

-Pero, ese Pablo ¿no me dijiste que era tu nuevo jefe?, deberías llamarle, puede ser algo importante. —Insistió Víctor—

¿Debería?, ¿Cómo iba a llamarle después de lo ocurrido?, ¿Qué iba a decirle? Y ¿Qué tenía Pablo que decirme tan importante como para insistir tantas veces?

Debería, pero no lo haría, al menos no ahora delante de Víctor.

-Todavía no es mi jefe, su padre no se ha jubilado aún. –Le dije a Víctor nerviosamente, defendiendo mi conducta—Si vuelve a llamar lo cogeré esta vez, si no, mañana a primera hora lo haré, ¿de acuerdo?—Le contesté sonando sin pretenderlo un poco enfadada—

- Lo que tú digas, mi amor —me dijo Víctor sorprendido y de repente me preguntó -- ¿ha pasado algo con Pablo que tenga que saber yo?

¿Cómo podía estar preguntándome eso?, ¿a qué se refería?

Me empezaron a sudar las manos y mis piernas no podían parar de temblar. ¿Sabía él algo?

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