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Capítulo 3: Realidad

El domo de humo blanco nos rodea, dejando un pequeño espacio vacío en el centro, en donde estamos parados con Peitrol.

Rápidamente nos pusimos espalda con espalda, para cubrirnos. Mientras pensamos en algún plan, solo nos queda mantener la guardia en alto.

No tenemos mucha información, hasta ahora lo único que sabemos es que hay tres personas atacándonos: Él que se fue con Arthuro y Dadiva, él que lanzó el arpón y, por último, él que utiliza las bombas de humo.

Estamos en problemas y no solo eso, hay algo que me tiene los nervios de punta, si los bandidos a los que nos enfrentamos tienen el mismo nivel que el primero que atacó a Dadiva, estamos perdidos.

No logré reaccionar a su velocidad y Arthuro no pudo parar su fuerza. Claramente, con Peitrol no podemos luchar con alguien con ese poder.

El silencio tan tenso que hay por fin se cortó y de mi izquierda salió el arpón a toda velocidad. Peitrol reaccionó rápido y volvió a bloquearlo con su escudo. Pero esta vez no se acabó ahí, de la dirección opuesta de donde salió el arma, apareció un hombre con la cara tapada y vestido de negro, arremetiendo con un ataque de espada.

Ya que Peitrol está mirando hacia adelante, es mi deber cubrir su espalda. Me puse enfrente del bandido y desvié su ataque sin mucha dificultad, dejándolo descubierto. No voy a perder esta oportunidad e iré con todo desde el principio: active la habilidad de mi runa, Tajo Perfecto. Mi espada se cubrió de un brillo azul al instante y con mi técnica en uso, logré ver los puntos débiles del bandido, cortando de manera precisa a través de él.

La primera sensación que tuve al entrar en contacto con su piel, fue como si cortará aire y mi espada se estrelló contra el suelo, dejando una marca en este.

El bandido que corte empezó a disiparse como si fuese humo. Es obvio que no será tan fácil.

Durante los próximos minutos, nos atacaron de manera constante de esta forma: El arpón sale con fuerza de la cortina de humo, provocando que Peitrol se enfoque en cubrirlo y en su dirección opuesta aparece de nuevo uno de los bandidos, atacando con fuerza.

La velocidad y la intensidad con la que lo hacen fue aumentando. Poco a poco me cuesta más desviar los ataques del segundo bandido que sale del humo.

Logró cortarme un par de veces, nada grave, solo son tajos pequeños y muy superficiales.

—¿Ya lo tienes? —le pregunté a Peitrol, dando a entender que debe apurarse.

—Casi... —susurro, cubriendo otro arponazo.

Solo nos queda una alternativa y estoy segura que Peitrol piensa igual. Por la forma en que nos miramos nos dimos cuenta de que es lo que tenemos que hacer. Es bueno poder complementarse tan bien. Solo queda esperar a que me de la señal.

Estar aquí es bastante agotador y nosotros dos no tenemos runas con mucha C.P (Capacidad mágica), por lo que nos cansaremos rápido si usamos muchas habilidades.

De todas formas, confió en mi colega. No tengo dudas, estos sujetos son de nuestro nivel, podemos vencerlos.

—¡Absorción! —gritó Peitrol al ver venir de frente el arpón.

Esta vez no solo detuvo su ataque, sino que, tiró el arma hacía sus pies. Rápido se agachó y lo agarró con su mano izquierda.

—¡Ahora, Lucy! —indicó levantando su escudo con su diestra y avanzando hacia donde nos guía la cadena del arpón.

Él se metió de lleno a la pared de humo y al instante, salió empujando al bandido que sostenía la cadena del arma. Lo que no me espere es que venga Peitrol de frente y el sujeto de espalda.

El hombre intenta no dejarse arrastrar por la embestida de mi compañero, pero con la fuerza que el grandulón tiene es difícil que no lo haga.

Esto salió mejor de lo esperado.

Tajo perfecto —dije para activar mi runa

Y tal como lo indica su nombre, le hice un corte limpio en toda la espalda al bandido. Por más que intentó recubrirse con magia para defenderse, mi ataque fue más fuerte, atravesándolo.

Pero al estar concentrada en el golpe, el otro bandido salió del humo y se lanzó hacia mí. Mucho más rápido a lo que venía haciéndolo. Está vez debe ser el original, no una copia de humo.

Peitrol solo pudo gritar para decirme que tenga cuidado, él no va a poder cubrirme.

En el momento que termine el corte al primer bandido, me gire lo antes posible para tratar de defenderme.

No fue suficiente, su estocada paso por al lado de mi guardia.

Lo único que alcance a mover fue un poco mi pecho para que no me apuñalara en el centro de este, y viendo la dirección en la que va su arma, me concentré en cubrir esa zona con toda la magia que pude.

De igual forma, el arma me hirió por debajo del hombro.

El ardor y la sensación de como cortó no solo músculo, sino que, también el hueso fue insoportable. Apreté mis dientes con todas mis fuerzas para no gritar e intentar soportarlo.

El bandido retiró su espada, algo que en vez de aliviar el dolor lo empeoró, y trató de volver adentro del humo. Pero Peitrol ya está encima suyo y lo apuñaló en el flanco con su espada.

El sujeto cayó enseguida y quedó encima de su otro compañero. Parece que esto se acabó.

Yo caí de rodillas, solté mi espada y llevé mi mano derecha a mi herida. No quite la vista de los bandidos, tengo que asegurar que están muertos antes de bajar la guardia.

Peitrol antes de acercarse a mí, los apuñaló una vez más para estar seguro y al confirmar que no están vivos, vino corriendo a donde estoy.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó preocupado.

La nube de humo que nos rodea empezó a esfumarse de a poco.

—No puedo mover mi brazo izquierdo y duele mucho..., pero solo eso.

Él me miró y mostró su clásica sonrisa de victoria. Lo logramos, vencimos a nuestros oponentes.

Pensé que matar a alguien iba a ser diferente. Tal vez por la adrenalina del momento y por qué uno de los desgraciados me apuñalo, no le di importancia. Me sentí como cuando acabas de completar algún trabajo: satisfecha y orgullosa.

Además, no hice nada malo, solo me defendí. Es para lo que entrene tanto, y es el resultado que esperaba.

Peitrol me ayudó a levantarme, a pesar del dolor, tengo que seguir. Una vez de pie, empecé a buscar algo para vendarme la herida.

Los caballos se fueron con el carruaje y las cosas, no tengo vendas conmigo. Supongo que tengo que usar mi remera.

—¡Cuidado, Lucy! —gritó desesperado Peitrol y me empujó, tomando mi lugar y levantando su escudo en alto—. ¡Absorción! —Escuche como activo la habilidad de su runa, sin entender qué pasa.

Lo siguiente fue extraño, un fuerte crujido retumbó delante de mí. Cerré los ojos por el dolor que sentí en mi hombro al caer en el suelo.

Al levantar la mirada, vi a Peitrol tumbado en el piso. Parado delante de él, está el primer hombre que atacó a Dadiva, es enorme.

Pero al ver mejor la escena, sentí como mi corazón se detuvo por un momento, seguido de una gran sensación de frío recorriendo todo mi cuerpo.

El bandido sacó con fuerza una especie de maza que estaba incrustada en el pecho de Peitrol. Vi en cámara lenta como la sangre se desprendía del arma.

Me quedé en blanco.

El bandido ni siquiera le importo, se nota que está acostumbrado a matar. Sin dudarlo, se prepara para atacarme, pero antes de que lo logre, Arthuro apareció por mi costado y le dio un fuerte golpe en el abdomen al hombre de la maza, haciendo que salga volando.

Arthuro sin detenerse, fue tras él.

Seguía sin entender qué pasó, todo fue tan rápido. Pero no es momento de dudar, al ver a Peitrol mover sus manos, me arrastre hacia su dirección.

Su escudo tiene un enorme hueco en el centro y no solo eso, la pechera que lleva puesta también. Toda la herida es gigante y está llena de pedazos de hierro.

Por un momento alcance a ver el esternón roto, pero la zona se cubrió de sangre. Es lo único que se puede ver.

Me saque mi pechera de cuero como pude y rasgue una parte de mi remera. No importa mi herida, tengo que ayudarlo a él.

El sonido de como lucha por respirar y los gemidos de dolor es... tan desesperante.

—¡Tranquilo, Peitrol! ¡V-voy a h-hacer algo!

No se que hacer. Trate de parar el sangrado con el pedazo de tela, pero este se cubrió de sangre al instante.

Es inútil, lo sé. Pero... no puedo dejarlo así.

No me atrevo a mirarlo a los ojos, la forma en que se ve su dolor y lo mucho que le cuesta luchar por su vida es... aterrorizante.

—¡No te duermas! ¡Aguanta!

Las lágrimas corrían por mi mejilla. Ya ni siento el dolor de mi hombro, pero la sensación tan desagradable que tengo en mi pecho es mil veces peor.

Y fue ahí, cuando pensé que no puede ser peor, que apareció aquel maldito silencio tan desgarrador.

Peitrol... ha muerto.

Ver su mirada perdida, sin vida... Es algo que jamás voy a olvidar.

Miles de veces nos dijeron en la academia que nuestra vida está en juego. Todos lo aceptamos, pensamos que lo tenemos en claro, pero nunca vamos a poder imaginar lo doloroso que es perder a alguien que quieres delante de tus ojos. Es imposible esperar estar listo para esto.

Rompí en llanto, mientras agarró con fuerza su mano.

Es mí culpa. Él murió por cubrirme... ¿No se supone que yo soy la mejor estudiante? ¿La más fuerte?

No pude ni proteger a mi amigo... que... sensación tan... desgarradora.

En ese momento, una fuerte explosión llamó mi atención. Trayéndome de vuelta al mundo y haciendo que deje de culparme.

Tengo que dejar de lloriquear e ir a ayudar a Arthuro y Dadiva. El combate no acabó, no es tiempo de lamentos.

Duele, mucho. Pero... ese maldito todavía está aquí. ¡No voy a dejar que se salga con la suya!

Convertí todo ese dolor en ira. Voy a masacrarlo...

Me quité toda la remera e improvisé un vendaje en mi hombro. Lo hice con mi mano derecha y mi boca. Esta herida no me va a detener. Luego, me puse la pechera de cuero y salí corriendo rápido del lugar.

Por más que quise darme vuelta para ver a mi amigo, lo soporté y seguí adelante. No tengo el valor para hacerlo...

Varios metros adelante, saliendo del camino de tierra, están peleando Arthuro y el enorme sujeto, vestido igual que los otros dos a los que recién me enfrente. Lleva la cara tapada con telas y ropa de color negra.

Dadiva se encuentra manteniendo distancia y arrojando ataques mágicos cuando ve que nuestro líder se aleja un poco.

Es todo un terreno al aire libre, solo hay pasto y uno que otro árbol en el lugar.

En el momento que me acerqué y Arthuro notó que estoy ahí, extendió su mano e hizo una seña.

La orden es obvia, ser su apoyo y evitar confrontar al bandido. De la misma forma que lo está haciendo Dadiva.

Estoy furiosa, no puedo controlar mi respiración y no me quito de la cabeza la idea de ir a cortar a ese maldito...

Pero no tengo que estorbar a Arthuro, además solo puedo usar un brazo, cada ataque que haga debe ser preciso.

—¡Cañón Mágico! —gritó Dadiva al juntar sus manos. Una bola de energía de color azul salió dispara a toda velocidad.

El bandido saltó hacia atrás para esquivar el ataque y en el instante que tocó el suelo, Arthuro le hizo un leve corte en uno de sus brazos.

Me tome un momento para analizar al sujeto al que nos enfrentamos. Es igual, no, más fuerte que Arthuro. Cada golpe que lanza el hombre, lo hace retroceder. Le cuesta mucho bloquear los ataques, son demasiado potentes.

Es enorme, un poco más grande que Pe..., no quiero pensar en él. No es el momento de distraerme, tengo que buscar alguna debilidad.

Al ser alto y manejar un arma de dos manos tan pesada, como la maza que tiene, los ataques bajos son una buena opción.

Ya estoy lista para coordinarme con Arthuro. Luego de cada ataque de él, aproveche que el bandido se está defendiendo para intentar dañarlo.

Al no poder mover bien mi cuerpo, por mi hombro izquierdo, mis cortes no son muy efectivos. Aún estando en plena forma, no creo poder atravesar su defensa mágica, es muy fuerte.

Pero mis golpes son molestos, hacen que no pueda descuidarse, lo que le da un mayor espacio a Arthuro.

Ni hablar de Dadiva, que lanza de manera constante ataques mágicos, es cuestión de tiempo para que le ganemos.

—¡Impacto Gigante! —gritó el bandido al levantar su maza y cubrirla de magia, haciendo parecer que su arma aumentó de tamaño.

Sin darnos mucho tiempo a que lo detengamos, golpeó con fuerza el suelo y todo a nuestro alrededor se partió. No pude sostenerme y caí al suelo.

Arthuro pudo resistir y al ver que el grandote puso en alto una vez su arma, saltó de manera rápida y le hizo un tajo en el abdomen con su espada. Una herida profunda, sangra bastante, pero no lo suficiente para detenerlo, él continuó con su ataque y arrojó su maza con todas sus fuerzas.

Me tiré cuerpo a tierra y esta pasó por encima de mí. Seguí su trayectoria con la mirada y me di cuenta que no soy su objetivo...

La maza le dio de lleno en la cara a Dadiva, quien no pudo reaccionar a tiempo.

Lo primero que vino a mi mente al ver el impactó, fue claro: «La mato».

Esto no puede ser verdad. ¿Qué diablos está pasando?

El cuerpo de Dadiva está en el suelo y no se mueve. No puedo quitarme de la mente la imagen de ella recibiendo el ataque.

—¡Arriba, Lucy! —ordenó Arthuro—. ¡Levántate, no te desconcentres!

¿Qué no me desconcentre? ¿Él no acaba de ver lo que pasó? ¿No sabe lo de Peitrol? ¿Acaso piensa que Dadiva esta bien? ¿Es... en serio?

Estoy en blanco. No se que hacer, mi cuerpo no se mueve y... me siento como una inútil.

Puedo escuchar a Arthuro usando sus habilidades, aún no puede vencerlo.

Como es posible que ese maldito esté dando tanta pelea... es tan frustrante.

La ira que tenía volvió a mí. ¡Quiero matarlo!

Me levanté y me lancé sin dudarlo, no me importa que esté cansada y adolorida. Mucho menos que sea peligroso, es hora de acabar de una buena vez con esto.

No me queda mucha energía, por lo que los siguientes ataques serán los últimos.

Ahora no tiene un arma para defenderse o atacar, está en desventaja. Sumado a su herida en el abdomen, se nota como no puede moverse bien. A duras penas está esquivando a Arthuro.

—¡Tajo perfecto! —grité enfurecida al lanzarme contra él.

Al activar mi habilidad, pude ver a donde tengo que atacar. Sin dudarlo, cuando Arthuro me dio un espacio, lance mi corte a su pie izquierdo, atravesándolo. Rápido saque mi arma, rebanando a la mitad esa parte de su cuerpo.

A pesar de esto, él solo dejó escapar un leve gemido. ¡Deberías gritar desgraciado!

Arthuro volvió a arremeter, tratando de cortarle el cuello al bandido, pero este lo esquivó por poco, tirándose para atrás.

Fue en ese momento que vi la mejor oportunidad, estoy a su lado y él está con la guardia baja. Cargué mi espada con toda la magia que me queda, fue la primera vez que pude activar mi habilidad sin tener que conjurarla.

¡No tengo tiempo para sorprenderme por este hecho, quiero matarlo!

Y apuntando a la herida que tiene en el abdomen, incruste mi espada con todas mis fuerzas.

El bandido ahora sí gritó. Se lo merece, con esto seguro se muere.

Pero aún le quedan fuerzas y no quiere irse sin pelear hasta el final. Antes de que pudiera hacer algo, me tomo del cuello y empezó a ahorcarme.

Sus ojos están llenos de vida e ira, no va a detenerse y yo... no puedo quitármelo de encima.

La presión en mi cuello es demasiada y siento como toda la sangre se me acumula en mi cabeza. Tengo la impresión de que en cualquier momento mis ojos van a salir de un salto.

No quiero morir aquí... no puedo... aunque, supongo que me lo merezco.

Antes de desmayarme, apareció Arthuro y cortó las manos del bandido con su espada. Sin darle tiempo a que hiciera algo más, dio un giro y lo decapitó.

Caí al suelo y por fin logré respirar de nuevo. Sentí como el aire va a mis pulmones, no solo eso, también la forma en que se distribuye por cada parte de mi cuerpo. Haciéndome sentir "viva" o por lo menos físicamente.

Pero a pesar de que todo ha acabado... ninguno de los dos que quedamos festeja. Solo se puede escuchar lo intensa de mi respiración y un pequeño sollozo que no pude controlar.



Fin del capítulo 3

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