Final
Novios
Giordano suspiró, recargando la cabeza en el hombro de Marion, pensando en la escena que acababan de presenciar, sintiéndose aún molesto por la forma en que el chico fue acosado.
Romeo y Julian se había dado cuenta del asunto, por lo que fueron muy felices de sacar al hombre de la fiesta.
—Está bien, ya cálmate, no pasa nada —dijo Marion, tratando de tranquilizarlo, al tiempo que le acariciaba el cabello. Giordano soltó un resoplido.
—No me dejaste pegarle, yo quería defenderte —se quejó, claramente haciendo un berrinche.
—Me puedo defender solito —comentó, aunque sabía que tenía una alta tolerancia a los imbéciles, si no fuera por Marcello se habría armado una grande.
—De todas formas, siempre me pasa lo mismo, es otro el que termina ayudándote —comentó, recordando la raíz de sus celos hacia Joseph y reprendiéndose después, porque tampoco era cómo que Jo la pasara muy bien con su familia cómo para que él le tomara idea por una tontería.
—Si quieres puedo llamar al tal Alan para que me acose otra vez y así puedas rescatarme, machito cavernícola —espetó un poco picado por la conversación.
Giordano se enderezó en su sitio y se le quedó mirando con ojos de cachorro.
—Lo siento —se disculpó bajando la cabeza. Marion suspiró, negando de manera suave.
—Está bien, no pongas esa cara —respondió, recostándose un poco en la silla para poder mirar correctamente a Gio—. Y por favor, no vuelvas a insinuar que estás celoso de tu padre, es escalofriante —comentó, soltando una risita.
—No digas la palabra "padre" también es escalofriante —respondió Giordano, cruzándose de brazos.
Los dos se miraron durante un segundo, antes de que la pose de Giordano se volviera suave, adoptando un aire de ligera vergüenza.
—¿No te gusta que sea celoso? —preguntó, dándose cuenta de que si ese era el caso entonces estaría en problemas.
—No me molesta —respondió, soltando un suspiro—. Pero siento que te preocupas demasiado, desde ayer estás de un humor extraño, no sé si te hice algo o es que me viste hablando demasiado con el mesero —comentó con ironía.
Giordano apretó los labios, pensando en si deberías hablar o quedarse callado, sin embargo, después de un momento recordó los concejos de Marcello. A pesar de todo, no podía evitar pensar en ellos.
—Bueno... No fue con el mesero —murmuró.
—¿Es en serio? —preguntó Marion, abriendo los ojos de par en par. La música ya estaba pasando baladas para enamorados, así que su voz sonó un poco más alta de lo que debía.
—Perdón —se disculpó otra vez, colocando la cabeza en su hombro, sin embargo, Marion lo empujó para poder mirarle mientras hablaban.
—¿Así que por eso te noto raro? Dime quien te está comiendo la autoestima —preguntó entre incrédulo y divertido.
Giordano hizo un puchero, señalando hacia la mesa de Joseph. Marion apretó los labios y arrugó la nariz en señal de desagrado.
—¿Es en serio? —preguntó ladeando el rostro.
—Ya me preguntaste eso muchas veces hoy —murmuró apretando los labios, sabiendo que si Marion se enojaba con él quizás era porque se lo merecía.
—Bueno, tú también has hecho muchas suposiciones tontas hoy, así que he tenido que preguntar más veces de lo usual —espetó Marion, haciendo una mueca.
—No creo que sea tonto, ustedes se llevan muy bien, pasan mucho tiempo juntos y tienen muchas cosas en común —se defendió, frunciendo el ceño.
—Bueno, pues tu y yo nos conocemos desde que somos niños ¿Debería sentirme intimidado porque te le declaraste a medio pueblo más de una vez? —inquirió, levantando una ceja a modo de reto. Giordano negó con fiereza.
—¡Claro que no! ¡Tú eres el único para mí! —dijo levantando la voz, moviendo las manos con fuerza, para después quedarse quieto y mirarle con expresión avergonzada. Marion se sonrojó hasta las orejas después de escuchar aquellas palabras, era una experiencia muy diferente eso de escuchar los sentimientos de alguien por su boca. Casi quería enterrar la cabeza en algún sitio, pero ese era el momento adecuado para decir todo lo que hubiese que decirse.
—Tú también eres el único que me gusta, aunque me lleve con otros chicos, eres tú el que me vuelve loco —Si, quizás estaba siendo un poco cursi, pero quería ser abierto con sus sentimientos, aunque sus palabras fueran penosas, tenía que hablar ahora.
Giordano lo miró sorprendido, de repente parecía que todas las cosas que estaban mal hace un momento comenzaban a acomodarse dentro de él. Todas las inseguridades que tenía quedaron ocultas por una cálida y suave aura, sentía que por fin había encontrado un punto clave de inicio para una relación de verdad. Entonces, la inseguridad más grande de Giordano salió a flote y comenzó a comerle las entrañas.
—Oye ¿Puedo hacerte una pregunta sin que te rías de mí? —haciéndose pequeño en su sitio, la mirada de Giordano se perdió en la pista, donde las parejas bailaban baladas románticas.
Marion suspiró y asintió.
—Pregúntame lo que quieras —dijo, sintiéndose un poco presionado por la seriedad de Giordano y la pose distante que había adquirido.
—Antier me declaré y te pedí que saliéramos —sin darse cuenta se relamió los labios, para tratar de contrarrestar el nerviosismo.
—Sí, lo sé —murmuró esperando que el muchacho continuase con lo que tenía que decir. A veces Gio podía ser inesperado, incluso con las cosas que le preocupaban.
—Pues que... Pues que hace un rato te llamé "mi novio" pero no estoy seguro de si estamos saliendo u ocurre algo más entre nosotros —sus palabras fueron tan rápidas que Marion se tomó un momento para entenderlas. Una vez que las hubo procesado, su mente se quedó en blanco.
Ciertamente hasta ese punto él no había dado una respuesta concreta, no era que se hubiese olvidado del asunto, pero suponía que después de lo que había pasado la respuesta era lógica. Sin embargo, tampoco se atrevía a culpar a Giordano, si hubiese sido él quien se declaró primero, también habría sentido mucha ansiedad al respecto.
Para Marion el asunto era bastante claro, desde su punto de vista había sido él quien guardó sus sentimientos en silencio hasta que un milagro del destino cumplió su anhelado deseo, así que en su cabeza las cosas encajaban a la perfección, aunque en el caso de Giordano las cosas no fueran así.
Avergonzado, se reprendió a si mismo por ser tan poco empático con los sentimientos de Gio.
—No ocurre nada más —dijo, para después aclararse la garganta—. Nunca lo dije, pero me encantaría ser tu novio —aseguró enderezándose en su silla de manera inconsciente, tratando de transmitir seguridad.
Giordano levantó la vista, abrió la boca, bajó la cabeza y después volvió a mirarle.
—¿Eso quiere decir que somos novios? ¿No es solo algo que decimos para evitar preguntas de los demás? —preguntó, arrugando el ceño con preocupación. Su cabeza estaba a punto de explotar.
Marion no pudo mantener la pose tensa que había adoptado uno segundos antes.
—Si Dano, somos novios —aseguró con una enorme sonrisa en los labios. Una sonrisa que a Giordano le pareció perfecta.
Un cómodo silencio invadió el momento, los alrededores estaban llenos romanticismo al igual que ellos. Giordano le extendió la mano a Marion, sintiendo su corazón martillear con fuerza.
—Bailemos —dijo.
Un poco extrañado, Marion le sonrió. No estaba mal eso de disfrutar el momento.
—Está bien —aceptó, correspondiendo al gesto.
Con torpeza, imitaron a las demás parejas y comenzaron a balancearse en la pista, al tiempo que sus risas, entre nerviosas y divertidas, sustituían cualquier tipo de diálogo entre los dos.
Las luces eran tenues, el momento era cálido y sus sentimientos florecían de manera hermosa ¿A quién le importaba lo que pasara después?
A lo mejor al día siguiente Marcello le confesara a Giordano que era su padre, armando un gran jaleo en su familia. Quizás Maximilian lo atosigaría preguntándole a donde se fueron el tiempo que estuvieron desaparecidos y porqué volvieron con otra ropa y el cabello mojado. Probablemente los Cortez y los De La Vega no podrían soportar demasiado tiempo la tregua de paz, así que terminarían armando algún tipo de pelea escandalosa. Era seguro que los chicos los perseguirían preguntando un montón de cosas fuera de lugar a la nueva pareja del grupo, cómo desde cuando salían y si ya habían tenido sexo. Prácticamente podía escuchar a Romeo y Julian molestándolos al otro día por su actuación en el escenario.
Daba igual, cualquier cosa era pequeña en ese momento, mientras se miraban y sonreían, Giordano suspiró. El camino que le quedaba por delante estaba lleno de baches, pero no importaba, porque estaban juntos y eso era suficiente para él.
Fin
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