5
La semana se pasó volando y antes de darse cuenta ya estaban despidiendo a sus padres en el aeropuerto. Al principio, Giordano no estaba seguro de como sentirse con respecto a la presencia de Max en la casa, debido que no se mudó con el matrimonio era difícil saber si se llevarían bien viviendo bajo el mismo techo. Sin embargo, enseguida recordó que pasaba días enteros metido en la comisaría con él y ya se había acostumbrado a tenerlo rondando.
El gran problema ocurrió entre los amigos, ahora, medios hermanos.
Giordano le había dicho a Marion que soltara todo lo que tenía que hacer, porque las vacaciones eran suyas. Pero no había podido deslindar al muchacho de sus obligaciones. Éste se despertaba a las siete de la mañana, salía correr, hacía la comida y podía pasar horas en el supermercado, buscando los ingredientes para sus platillos y tardar aún más en cocinarlos. Claro, Gio no se quejaba del sabor, comía como un rey y teniendo en cuenta su tamaño, necesitaba una cantidad inusual para llenarse.
Lastimosamente, el tiempo que le restaba se lo pasaba con Drew, arreglando unos asuntos con el chico. No tenía idea de cuales, pero parecía muy fastidiado al respecto. Por ahí había escuchado que la escuela les estaba pidiendo de favor que les dieran unos cursos de a los chicos del nuevo comité estudiantil. Era comprensible, sin embargo, Giordano se había puesto de mal humor. Los únicos momentos que pasaban juntos, era viendo la Tv en las noches o durante los desayunos. Sin embargo, Gio no se atrevía a reclamar porque se notaba que Marion lo estaba pasando fatal en la escuela.
Marion, por su parte, si que la estaba sufriendo. No tenía idea de cómo estaba aguantando la rutina de enseñanza, pero los chicos de la academia, además de ser unos mimados, pensaban que podían solucionarlo todo quejándose con sus padres. Por eso mismo, les costaba entender que el objetivo de comité era proteger a los estudiantes, intervenir por ellos ante un problema y organizar eventos para la graduación.
Era exasperante.
—¿De dónde sacaron a estos niños? —preguntó Marion mientras se acomodaba en una de las bancas de la desierta cafetería. Por lo general, las cocineras desaparecían durante las vacaciones, pero el conserje encargado les dejaba comer su desayuno ahí o comprar cosas de la máquina expendedora, de modo que, él y su compañera eran los únicos en ese lugar.
Por razones burocráticas las clases terminaron una semana antes, así que la ausencia de alumnos parecía pesar aún más en las aulas.
—De pijolandia —respondió Aisha, la nueva presidenta y pronto, estudiante de último año—. El comité anterior estaba hecho a punta de becados que necesitábamos créditos extra para mantener nuestro estatus ante la administración —Ella suspiró—. Pero este año entraron un montón de chiquillos que vienen estudiando toda la vida en el colegio ¿Te imaginas? Tienen la cabeza en las nubes y no tienen la menor necesidad de hacer un buen trabajo porque tienen la plata para pagar las colegiaturas sin ningún problema —se quejó haciendo una mueca—. No es su culpa, pero no tienen idea de cómo hacer las cosas ellos solos.
—Bueno, al menos el hermanito de Joseph estará acompañándote —Marion hizo una mueca—. Viene de pijolandia, pero no tiene algodón de azúcar en la cabeza —comentó tratando de consolarla. Ese era su último día, sin embargo, ella tendría que aguantar el asunto durante todo el año que le quedaba por delante.
—Claro ¿No tienes tu un hermano menor que entre este año? ¿O un clon? Estoy harta de estos chicos —Ella comenzó a darse de golpes contra la mesa, tratando de hacer evidente su desesperación ante el futuro que le esperaba.
—Solo tengo a Dano y él se gradúa con nosotros —respondió con una sonrisa—. Y en todo caso, no creo que él pudiera ser de mucha ayuda, al menos no como el hermanito de Joseph.
Joseph era el mister perfecto de la escuela y se la tenía jurada a Marion. A pesar de tenerlo todo para ser mejores amigos, la mayoría del tiempo estaban en bandos contrarios. Se supone que al pasar a la universidad la cosa cambiaría, pero Jo había entrado a la facultad de artes de la escuela, justo como Marion. Lo más probable era que el próximo año, ellos siguiesen llevándose tan mal como siempre.
—No puedo creer que Giordano y tu sean familia, de verdad que no se parecen en nada —comentó ella, recargando el rostro su mano izquierda, echándole un largo vistazo, mientras intentaba hallar alguna similitud entre los dos. Marion soltó una risita, negando con la cabeza.
—Es porque no lo somos, nuestros padres se casaron hace poco, pero no tenemos relación sanguínea —aclaró encogiéndose de hombros. Le parecía extraño que la gente todavía no supiera aquel dato, pero a veces la red de chismes de la escuela fallaba en algunos aspectos.
Aisha abrió la boca sorprendida.
—¿En serio? Pensé que eran hermanos de verdad... Ya sabes, como dijiste que lo eran y los vi muy unidos yo... —Ella guardó silencio, tratando de hallar la pieza que le faltaba en el inexistente rompecabezas.
—Supuse que todo el mundo estaba enterado —comentó frunciendo el ceño—. Bueno, es normal que seamos unidos, hemos sido mejores amigos desde que éramos pequeños, nuestros padres se conocen desde siempre. Incluso creo que la mamá de Giordano conocía a mi mamá, a mi papá y al padre de Giordano.
—Vaya —Aisha ladeo el rostro consternada, era evidente, que al igual que el resto, no se había detenido a pensar al respecto hasta que Marion mencionó el asunto—. Me imagino como habrán reaccionado tu madre y el padre de Gio cuando se enteraron de la boda.
—Pues mi madre lleva mucho tiempo muerta así que...—El dejó la frase al aire, observando como el rostro de Aisha se pintaba de mil colores.
—Ay por Dios, perdóname, creo que hablé de más —respondió de inmediato, mostrándose sumamente avergonzada. Marion soltó una risita, negando con la cabeza.
—No te preocupes, no es la gran cosa.
Pero Marion no pudo dejar de pensar en ello. En realidad, de vez en cuando amanecía pensando en su madre, podía evocar a la perfección su perfume. Era dulce y fresco, como el olor de un tazón de malvaviscos en un día con viento.
En cambio, el padre de Giordano era cosa aparte. La verdad, nadie sabía el nombre del tipo. Algunas personas contaban que se trataba de un hombre rico que dejó a Sandra al saber que estaba embarazada o quizás que era un hombre casado. Toda clase de habladurías se contaban alrededor del nacimiento de Giordano, pero ella jamás le contó a nadie los detalles de su embarazo.
¿O sí?
Marion hizo una mueca, si lo pensaba con lógica, su padre debería saber del asunto. Recordaba de manera vaga una conversación que hombre tuvo con Sandra una noche cualquiera. Él había bajado a la cocina y escuchó que mencionaban "al padre del niño" sin embargo, no había hecho la relación hasta el día siguiente.
Suspiró.
De todas formas, no ganaba nada pensando en ello, de modo que se apresuró a terminar su desayuno, para poder dirigirse al taller lo más rápido posible. Los dos estaban deseosos de terminar con aquella exhaustiva tarea, así que, al finalizar la jornada, solo querían marcharse a casa y tomarse unas pastillas para el dolor de cabeza.
—Mi más sentido pésame —Le dijo a Aisha cuando se despidieron esa tarde. La pobre estaba inconsolable, no iba a dejar de pensar en el asunto del comité durante todas las vacaciones.
Él, por su parte, tenía que preocuparse por la cena.
Andando lo más rápido posible, corrió, intentando llegar a casa antes del anochecer y una vez ahí, revisó el correo por mera costumbre, encontrándose con que la correspondencia había llegado antes de lo normal. Marion entró a su casa revisando los sobres, saludó a Giordano de pasada mientras se dirigía a la cocina, pero se detuvo antes de cruzar el umbral de la misma.
—Dano —Le llamó ladeando el rostro.
—¿Sí? —respondió este, sin perder de vista la pantalla de la televisión.
—Hay una carta para ti.
Chan, chan chaaaaaaaan xD
¡El próximo capítulo empieza lo bueno! *-*
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro