Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

46

Tormenta del corazón


Marion vio cómo Giordano se tambaleaba hacia la mesa de los novios y hablaba con ellos. El más bajito, Julian, se levantó de inmediato sosteniéndolo del hombro, probablemente preguntándole cómo estaba, era evidente en su rostro que algo estaba mal. Desde su sitio alcanzó a entender la excusa de Giordano "me siento mal" sin ninguna razón específica. Romeo se paró de su sitio también, sosteniéndolo del otro brazo cómo una señal de apoyo.

Por su parte, Giordano no supo ni que dijo, sólo estaba seguro de que inventó algo para no seguir conduciendo y los chicos lo dejaron irse, alegando que de todas maneras ya no había mucho más por hacer.

En cuanto tuvo la aprobación de la pareja se marchó.

Afuera había una lluvia torrencial, durante un segundo entendió por qué Marcello escogió el baño para ventilar su vida privada. Estaba lloviendo a cántaros y hacía tanto frío que parecía que el agua fuese a transformarse en granizo en cualquier instante. Aquello no le importó, comenzó a caminar lejos, no sabía hacia donde, pero quería marcharse de ahí, necesitaba enfriar su cabeza, quería tiempo para procesar todo.

En cuanto las gotas de agua comenzaron a mojar su pelo sintió que su corazón se calmaba un poco, pero de inmediato la tempestad dentro de él volvió.

¿Era en serio? ¿Marcello? ¿Su padre? ¡Dios! ¿De verdad?

Sin preocuparse por tomar un rumbo fijo, avanzó en el camino de piedra hacia donde sus pies lo llevaran.

Lo más fácil en ese momento sería ignorar que todo aquello había sucedido, sin embargo, estaba seguro de que no sería posible, su conciencia no lo dejaría en paz pronto.

Tomando una profunda respiración, miró a su alrededor, dándose cuenta que se encontraba en la calle principal del complejo. Desde ahí no era difícil largarse o volver a la cabaña, darse un baño y terminar el trabajo de la boda.

El camino que debía tomar, el correcto, aparecía claro frente a sus ojos, pero aun así no se movió de su sitio. El cielo se veía demasiado oscuro desde donde estaba, la lluvia no dejaba escuchar nada, era cómo si el mundo a su alrededor hubiese desaparecido, sentía que estaba completamente solo.

Una opresión en su pecho le dificultó respirar, sus labios temblaron, las gotas que caían del cielo ya no eran un problema, sino aquellas que no lo dejaban ver, las que resbalaban por sus mejillas.

Hipeando un poco se limpió las lágrimas y después se dio cuenta de la tontería que estaba haciendo. Empapado hasta los huesos ¿Qué estaba planeando secar? Y de todas maneras ¿Por qué estaba llorando?

Se sentía cómo un estúpido, no había una razón real para ponerse así de sentimental, él nunca tuvo curiosidad por conocer a su padre, jamás pensó en él a pesar de que los demás niños de vez en cuando hacían comentarios al respecto. Había chicos cómo él en todas partes, algunos no tenían un papá, otros no tenían mamá, algunos incluso tenían dos papás o dos mamás o quizás no tenían hermanos, eran cosas que le pasaban a todo el mundo, él no se sentía desgraciado por su situación, era a lo que estaba acostumbrado.

Entonces ¿Por qué se sentía tan superando?

Sin éxito trató de contener las lágrimas, pero estas lo golpearon con más fuerza, las rodillas le temblaron, sentía que si se movía no podría sostenerse.

Horrible.

—¿Dano? —a sus espaldas una voz lo llamó, obligándolo a girase. Con los labios apretados se encontró de frente con el rostro preocupado de Marion, cuyos ojos azules no alcanzaban a distinguirse por culpa de los lentes y la lluvia. A juzgar por su respiración agitada era obvio que el chico había corrido todo el camino hasta ahí ¿Estaría preocupado por él? ¿Lo estaría también Max? ¿Y su madre? Giordano apretó los labios, sintiéndose mortificado.

—Marion... —murmuró antes de rodearlo en un abrazo.

—¿Estás bien? —preguntó, correspondiendo al gesto, mientras su voz dejó escapar un poco de la preocupación que estaba sintiendo.

—Estoy bien —respondió, consiguiendo que su tono se estabilizara—. Solo quédate así un momento más —aquella petición sonó cómo un susurro bajo y necesitado. Marion guardó silencio, dándole el tiempo que necesitaba. El agua estaba helada, la luz del sol ya prácticamente no se veía, lo único que iluminaba el camino eran las luces de las farolas que estaban esparcidas aquí y allá, sin embargo, ellos se encontraban justo en el sitio más oscuro del lugar, en medio de dos postes.

El ruido de las gotas repiqueteando contra la acera se volvió más fuerte, la lluvia se estaba transformando en tormenta, ahora el agua lastimaba ligeramente sus hombros, pero Giordano aún no quería moverse.

Marion no supo cuánto tiempo estuvieron ahí, pero cuando se separaron ya no podían hablar en voz baja si querían escucharse.

Giordano había pensado detenidamente sobre el descubrimiento que acababa de hacer y se dio cuenta que era una mierda. Su padre, esa figura que estuvo ausente en todo lo que llevaba de existencia, había vuelto después de darle una patada cuando era un bebé. Él estaba seguro de que no lo necesitaba en su vida, desde de que era niño se las había arreglado bien solo, nunca fue un chico de casa, le gustaba andar a sus anchas por la vida, sin nadie que se metiera en sus decisiones. Su madre le había permitido mucha libertad desde siempre, ella era la clase de mujer que lo apoyaba cuando se sentía solo, a veces le daba consejos, pero en general mantenía una distancia discreta de lo que el decidiera hacer. No era alguien que quisiera imponerle sus propios pensamientos.

En cambio, Marcello... Desde que lo conoció lo único que hizo fue burlarse de él e implantar sus ideas en su cabeza. A simple vista parecía un buen tipo, pero ciertamente era un poco manipulador, le gustaba saberlo todo, Giordano no sabía si podrían congeniar bien, porque, después de todo, incluso cuando no sabía que tenían relación de sangre le parecía un poco desagradable, pesado.

—Estás llorando.

Justo cuando Giordano liberó a Marion de su abrazo los dos se miraron a los ojos, encontrándose con el desastre que estaban hechos. Marion fue el más sorprendido, pues en su vida jamás lo había visto tan descolocado cómo en ese momento. Las emociones de Giordano siempre eran burbujeantes, felices, eran brillantes y suaves, a veces se enojaba, en ocasiones también se preocupaba y se frustraba, cuando era un niño también era bastante cobarde y lloraba mucho, pero después de la adolescencia se había convertido en un sol.

El sol más brillante del universo.

Ya habían pasado un par de años desde que lo había visto derramar sus lágrimas, para él era incómodo mostrar su lado débil al mundo, Marion sabía que Gio era abierto con él, pero que aún ocultaba gran parte de su ser dentro de una coraza de sonrisas.

Giordano era más complicado de lo que se veía a simple vista.

—¿En serio? —Con una sonrisa leve en los labios trató de secarse por segunda vez las mejillas, para notar de inmediato que no había nada en él que estuviera seco. Entonces lanzó un resoplido—. Soy un pendejo.

Si, ya estaba más tranquilo, al igual que la tempestad, sus sentimientos comenzaron a calmarse poco a poco.

—Estás empapado, vamos a la cabaña, te vas a enfermar —A Marion le hubiese gustado poder decir un par de palabras de consuelo para Giordano, ya que había corrido tras él cómo en las películas, también le habría venido bien tener un guion para decir todas las cosas correctas y que entonces, el chico se diera cuenta que era el elegido por el destino para estar con él lo que le restaba de vida.

Pura mierda.

No había ningún diálogo correcto para decir en ese momento, así que sólo se limitó a cuidarlo cómo lo había hecho toda la vida, era cómo volver a ser niños otra vez, haciéndose compañía en los momentos difíciles, tomándose de la mano cuando se sentían solos.

Con una pequeña sonrisa Giordano pareció recordar viejos tiempos antes de comenzar a caminar a su lado, sosteniendo su palma con fuerza. Después de llorar se sentía despejado, comenzaba a pensar con claridad.

—Tengo un buen sistema, tu eres el que tiene que ponerse algo seco y darse una ducha —comentó, tirando un poco de su brazo para traerlo más cerca de él. Marion sintió que se tambaleaba un poco, pero de todas formas sonrió.

—Te queda bien el papel de novio preocupado —comentó, sintiéndose un poco nervioso por el gesto, pero sin dejar que eso lo cohibiera.

—A ti te queda mejor —Giordano tomó aire, sintiéndose un poco más audaz a pesar de que había llorado cómo un tonto y seguramente tendría toda la cara hinchada, viéndose cero atractivo—. ¿Sabes qué otra cosa te queda bien? —preguntó viéndolo de reojo.

—¿Que? —preguntó Marion, levantando una ceja.

—Ese traje todo mojado ¿Podrías sacarte el saco? Quiero ver cómo luces esa camisa —inquirió, soltando su mano y rodeándolo por los hombros. Aunque Marion no era pequeño, seguía siendo más bajo que él, permitiendo que aquella posición fuese bastante cómoda.

Marion le dio un golpe leve en el pecho, fingiendo estar enojado por el comentario.

—Tienes razón, eres un pendejo. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro