40
Marion dormía como un bebé, se había recostado en la banqueta, utilizando las piernas de Alessio como almohada, mientras respiraba apaciblemente. Tenía un abrigo encima que creyó haber visto en otro lado, pero no estaba seguro.
Soltando un suspiro avanzó hasta él y trató de despertarle, pero el chico era un peso muerto en esos momentos.
—No te molestes —comentó Alessio—. Ya lo intenté todo, pero está bien muerto, no mentía cuando dijo que era malo bebiendo —explicó, riéndose al tiempo que levantaba una botella en su mano izquierda.
El comentario hizo enfurecer a Giordano, pero no dijo nada, en su lugar se recriminó por no haberse apresurado a salir y por haberle pedido que se fuera.
"Estúpido" se dijo a sí mismo "Eres un estúpido"
Tomando una larga respiración se apresuró a levantar a Marion en brazos para llevarlo a la cabaña. Un año atrás él había intentado hacerlo cuando estaban en la escuela y había tenido que llevarlo en la espalda porque pesaba, al parecer, el tiempo en el gimnasio había hecho efecto porque en ese momento no había tenido demasiados problemas para llevarlo cómo a una princesa.
Marion lo iba a matar si se enteraba.
—¿No quieres que te llevemos en la camioneta? —preguntó Marcello, quien estaba saliendo en ese justo momento del salón—. Si tienes que caminar así hasta tu cabaña vas a terminar quebrando tu espalda —había un cierto tono de humor en su voz, pero Giordano casi pudo palpar una pizca de preocupación que se coló en su tono.
—Está bien, no está muy lejos —respondió, declinando la invitación y comenzando a caminar lejos del salón, era cierto que no estaba muy lejos, pero había preferido mantener su distancia con el asistente de Marcello antes de que sus instintos le convencieran de retorcerle el cuello al tipo.
Detestaba la idea de que hubiese convencido a Marion de hacer algo que normalmente no haría ni en sueños, parecía que le había cogido confianza de inmediato y eso ponía muy celoso al tiempo que lo preocupaba de muerte.
—¿Y si te hubiera hecho algo? —preguntó, aunque estaba seguro de que el chico no le estaba escuchando.
Era horrible sentir celos en una situación como esa, él era, por lo general, un chico confiando de sí mismo y le parecía patética la manera en que se estaba comportando cuando su preocupación principal debería ser otra. Era irracional, se estaba sintiendo como un patán y sabía que Marion no se lo merecía así que estaba tratando muy duro de frenarse, pero eso sólo conseguía que comenzara a acumular tensión.
Soltando un suspiró divisó la cabaña en la que se estaba quedando y tuvo que realizar malabares para abrir la puerta, entrar en el lugar y acomodar a Marion en la cama.
Parecía que la suerte estaba de su lado, porque en ese justo momento sus padres aparecieron por ahí con cena, así que cuando Maximilian preguntó por su hijo él pudo decir que ya estaba durmiendo, cosa que el hombre insistió que comprobar por si mismo. Una vez más la fortuna le sonrió cuando el hombre solo echó un vistazo desde la puerta, de no ser por eso, quizás hubiera captado el ligero olor a alcohol que salía del muchacho y entonces ya no habría maestro de ceremonia para el día siguiente.
Mientras el tiempo pasaba, de repente su madre dijo que tenía que ir por algo a su cabaña, la cual se encontraba justo al lado de la suya y despareció, dejándolo sólo con Maximilian.
De repente un silencio incómodo inundó la habitación, él siempre había tenido una buena relación con el hombre, había pasado horas hablando con él cuando lo encerraba en la celda de la comisaría, así que el ambiente asfixiante le pareció aún peor.
Cuando sus ojos se levantaron del pollo frito que había traído la pareja, se encontró con el rostro mortalmente serio de Maximilian.
—Giordano, sabes que te conozco desde que eres un niño ¿Cierto? —preguntó, con un tono entre molesto y exasperado, pero al mismo tiempo una nota más suave de la que solía usar cuando lo estaba regañando.
—Cómo olvidarlo —respondió con una risa nerviosa, tratando de mirar a otro lado, aunque sin conseguirlo.
—Entonces deberías saber que puedo darme cuenta con facilidad lo que está pasando entre ustedes dos —aseguró, refiriéndose a él y a su hijo—. Porque, bueno, a Marion lo conozco desde que estaba en el vientre de su madre —comentó entornando la mirada.
De repente Giordano sintió que el corazón se detenía dentro de su pecho, casi pudo sentir como la sangre abandonaba su rostro, consiguiendo que se pusiera pálido de la impresión.
—¿Que...? —él estaba buscando en su cabeza algo que decir para zafarse de aquella incómoda charla, pero Maximilian le hizo callar con una simple seña con las manos.
—Está bien, no te molestes —dijo, dejando escapar un poco de su seriedad al notar cómo Giordano parecía haber perdido la capacidad de hablar—. Sólo respóndeme ¿Ustedes dos están saliendo? —preguntó con franqueza, esperando que la respuesta fuese igual. Giordano sintió que los pulmones le fallaban, pero después de un segundo, tomó todo su valor y respondió.
—Si —toda su seguridad desapareció después de pronunciar aquellas palabras y su mirada buscó alrededor, tratando de hallar algo en que apoyarse—. Bueno, eso pienso, yo me confesé ayer y él me aceptó, me parece, no lo sé —su voz se fue apagando mientras hablaba, aquello era demasiado incómodo porque no se sentía a gusto dando respuestas concretas que ni él sabía si eran ciertas.
La mirada de Maximilian se estrechó, observando al muchacho con detenimiento, a decir verdad, aquella información lo aliviaba, sus miedos de no ser un padre los suficientemente observador se disiparon un poco.
Él era consiente de que entre los chicos había algo, ellos habían estado revoloteando alrededor del otro durante mucho tiempo, hasta ahora, aunque era algo que le preocupaba nunca se había molestado por la manera en que se relacionaban porque sabía que, aunque se gustaran ellos también eran amigos y su relación era más pura que la de cualquier estúpido que pretendiera a su hijo con flores y chocolates.
Claro que, aunque supiera que Giordano era un buen chico eso no quería decir que tuviera que dejarle el camino fácil, el prácticamente lo había entrenado para que tuviera miedo si se atrevía a hacerle el menor daño a su hijo. Estaba seguro de que eso sería suficiente para que el mocoso se comportara con Marion e incluso, dentro de sí un sentimiento egoísta quería que el chico se echara para atrás, sin embargo, aquí estaban, Giordano había hecho su movimiento, llegando al corazón de su hijo, ese era el momento que más temió desde que notó que su niño comenzaba a interesarse en las cuestiones románticas.
Era preocupante.
Él casi se había golpeado en la cabeza cuando supo que el chico estaba interesado en los hombres y no en las mujeres, la experiencia de Maximilian con las chicas era buena, las que se cruzaron en su camino eran cálidas y amorosas, de buenos sentimientos, incapaces de lastimar a alguien, sin embargo, con respecto a los hombres sólo podía pensar en André Evangelisti.
¡Evangelisti! Otra vez un Evangelisti se le había adelantado, sin embargo, agradecía que se tratara de Giordano y no de André.
—¿Sabes qué pasará si llegas a ser demasiado estúpido con mi niño? —preguntó levantando una ceja.
—¿Me romperás todos los dedos de los pies? —Giordano había dado esa respuesta pensándola como el mejor escenario.
—Entre otras cosas —espetó Maximilian, relajándose un poco y recargando el rostro en su mano derecha.
Giordano apretó los labios, sintiendo un escalofrío. Estaba muy seguro de que si un día Marion aparecieran en la casa de su padre derramando gruesas lágrimas de dolor entonces su padre "lo buscaría, lo encontraría y lo mataría".
Maximilian Mattson daba mucho miedo.
—Entiendo... —Giordano bajó la cabeza y no pudo decir nada más, porque su madre apareció con unos dulces que le dio a probar y luego le mostró el vestido que había comprado para la boda.
—¿No es bonito? ¡A mi me encanta! ¿Tu que dices Max? —preguntó, la mujer parecía burbujeante de felicidad, pero su forma de actuar era extraña porque la conocía bien como para saber que su personalidad era demasiado tranquila como para actuar toda emocionado incluso cuando lo estaba.
—Es precioso, te quedará precioso —Maximilian le seguía el juego, aunque su sonrisa era un poco tensa.
Con sólo un vistazo Giordano pudo descubrir que de hecho aquel vestido era nuevo, pero que Sandra no lo había comprado durante sus vacaciones. Él no tenía idea de porqué, pero su madre estaba mintiendo cuando dijo que pasó horas en los centros comerciales antes de verlo y decidir que irían a la fiesta de Roemo y Julian. Casi parecía como si tratara de ocultar algún otro motivo para viajar de súbito, sin embargo, dado que se trata de su madre, Giordano prefiero no sospechar e ignorar el asunto para concentrarse en la charla.
Cuando llegó la hora de marcharse, la pareja se despidió entre recomendaciones, buenos deseos y montón de empalagosos gestos.
Antes de cerrar la puerta, Maximilian se detuvo un momento para mirar a Giordano, asomándose ligeramente dentro del cuarto.
—Por cierto, voy a fingir que no los sabes y te diré que Marion es malo con el alcohol, así que la próxima vez no dejes que beba hasta la inconsciencia.
La mirada feroz en el rostro de Maximilian lo obligó a tragar duro.
—Yo lo vigilaré jefe.
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