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36

Julian frunció el ceño mientras observaba a los músicos subir e inspeccionar el escenario. A su alrededor había bastante gente trabajando en los arreglos de las mesas, moviendo sillas y colocando manteles para el día siguiente. El dueño les había dado un trato especial porque su familia siempre estaba organizando grandes fiestas ahí, suponiendo buenos ingresos fijos al año. En esa ocasión, además, tenían la cartera de los Cortez para volver más exagerado el asunto. Como era su naturaleza, Julian quería todo el circo, maroma y teatro para su boda, por lo que Romeo estaba gustoso de extender los billetes.

Sin embargo, aunque todo estaba yendo a pedir de boca, había algo que tenía a Julian de los nervios: su maestro de ceremonias no llegaba.

A ver, desde el principio él se había pensado que poner a un muchachito que aún no era legalmente un adulto a dirigir su boda no era una buena idea, pero Giordano tenía experiencia en el asunto y no lo había hecho tan mal en la boda de Romero y Juliana, no parecía ser una mala idea cuando el asunto salió a colación, pero ahora, después de mandarle más de veinte mensajes sin que contestara, estaba comenzado a ponerse ansioso. Si Giordano no daba la cara pronto iba a estrangular a alguien.

—¡Julian! —La molesta vocecita que estaba deseando escuchar se elevó por encima del ruido de la gente, obligándolo a girarse de golpe para encontrarse de frente con la estrella de la tarde.

—¡Joder! ¡Ya era hora! —exclamó levantando las manos al cielo con una exagerada expresión de alivio, sin embargo, esta misma cambió cuando Giordano le aprisionó en un cariñoso abrazo.

—¡Cuánto tiempo sin verte! —dijo moviéndolo de un lado a otro antes de separarse de él y dedicarle una cándida sonrisa—. Quiero decir, cuanto tiempo sin verte en persona.

Julian estaba a punto de darle alguna réplica irónica, cuando las palabras murieron en sus labios mientras observaba al muchacho con los ojos muy abiertos. Él se había dado cuenta del cambio gradual en su rostro después de todas las videollamadas que recibió de parte de Giordano, sin embargo, lo que no esperaba era que al tenerlo en vivo y en directo esos cambios fuese aún más obvios.

Las líneas en su rostro estaban un poco más marcadas, su sonrisa había madurado ligeramente y su cabello estaba más largo. Antes parecía un niño desgarbado, sin embargo su constitución también cambió, había más carne, más músculos, su cuerpo parecía naturalmente atractivo. Sin embargo, lo que sí le golpeó con fuerza fue ver la endemoniada altura del muchacho ¡Joder! Giordano debió haber crecido por lo menos diez centímetros desde la última vez que se vieron.

—Dios mío santo, definitivamente ya no los hacen cómo antes —murmuró para sí mismo antes de darle un golpe en el brazo al chico—. Maldición, sí que te han regado en los últimos dos años —exclamó llevándose una mano a la boca.

Giordano soltó una carcajada, alejándose un poco de él para poder observarlo mejor.

—Pues tu no has cambiado en lo absoluto, excepto porque te has vuelto más dramático —comentó antes de observar a los alrededores con aire sorprendido—. Pero ¡Dios! Si que han invertido en la boda, esta fiesta debe valer mucho dinero —dijo, tratando de no quedarse con la boca abierta ante la cantidad de lujo que había en los adornos y el salón.

Julian se encogió de hombros.

—No es la gran cosa, Romeo vendió unas vacas y listo ¡Fiesta financiada! —exclamó, moviendo el puño en una poco entusiasta señal de celebración.

—Vender unas vacas no es exactamente lo que hice —Acercándose a paso tranquilo, Romeo caminó directamente a Giordano dándole un abrazo sencillo y amable. Él no parecía tan emocionado cómo Julian, pero, teniendo en cuenta que estaba al límite de su energía por culpa de los preparativos era bastante obvio que no sería la persona más efusiva en aquel salón.

—Vendió unas vacas —vocalizó Julian, cubriéndose del lado donde Romeo estaba para que él no lo viera. Giordano negó con la cabeza, suprimiendo una carcajada cuando Romeo le dedicó una mala mirada. Últimamente este había estado especialmente pesado con el tema del ganado y de su novio "el vaquero".

—Buscapleitos —gruñó Romeo.

—Todo el tiempo —respondió Julian con una sonrisa de oreja a oreja. Cómo ya estaban acostumbrados a cierto tira y afloja ellos buscaban por temporadas maneras de molestarse mutuamente hasta terminar revolcándose en algún rincón de la casa y no precisamente peleando, para después regresar a ser la típica pareja melosa y cursi en la que se habían transformado.

Que decir, ahora habían llegado a una cómoda rutina, pasaban el tiempo libre que tenían buscando cafeterías en la ciudad para visitar y dejar reseñas en sus páginas web, ya eran cómo una especie de matrimonio viejo, así que sólo les hacía falta casarse.

—Chicos —interrumpió Giordano soltando un suspiro y mirando a sus espaldas—. Antes de subir al escenario quiero presentarles a alguien.

De inmediato las caras de la pareja le miraron con curiosidad, barriendo los alrededores con la mirada, hasta que los ojos de ambos se encontraron con un joven cuya cabeza sobresalía de entre los demás y que hablaba sin parar con uno de los invitados de Romeo.

—¡Marion! —Giordano lo llamó, moviendo la mano para pedirle que se acercara con una seña. El chico en cuestión tardó un poco en darse cuenta de que le hablaban a él, pero en cuanto lo hizo sonrió en respuesta, pareció intercambiar un pequeño diálogo su interlocutora, intercambiaron números y se despidieron.

Desde que lo vieron venir Romeo y Julian supieron que definitivamente era el tipo de persona en la que Giordano nunca se convertiría. Su rostro era lindo, apuesto, con largas pestañas y ojos azules, era masculino, pero tenía cierta fragilidad que hacía que dieran ganas de seguirle a todos lados. Parecía un chico con carácter, pero también de veía cómo un panquecito de zarzamora.

Romeo sonrió sin pensarlo dos veces mientras Julian mantenía su típica cara de pocos amigos, marca De La Vega, pero asentía en aprobación.

—¿Ese es que trajiste con engaños y mentiras? —comentó Julian, inclinándose un poco hacia Giordano, aprovechando que Marion aún no estaba lo suficientemente cerca.

—Exactamente —una enorme sonrisa se formó en el rostro del pelirrojo mientras su sonrisa se volvía un poco tonta.

—Jodidas hormonas juveniles, lo que te obligan a hacer —comentó Romeo, soltando una risita antes de que los tres adoptarán una apariencia inocente frente al muchacho.

Giordano se apresuró a tomar a Marion por los hombros para empujarlo al frente, con una sonrisa de caricatura en el rostro.

—Chicos, este es Marion, mi hermano mayor y el futuro padre de mis hijos —comentó besándole la mejilla mientras el chico lo miraba cómo si estuviera a punto de matarlo.

—Dios, eres horrendo —gruñó soltando un resignado suspiro.

—Y ellos son Romeo y Julian —continuó cómo si no hubiese escuchado el comentario.

—Mucho gusto —Romeo fue el primero en tenderle la mano, dedicándole una sonrisa amable y Marion le correspondió, admirando durante un segundo la sensual y ruda belleza de Romeo. Él nunca había conocido a alguien que pudiera sonar tan gentil y verse tan lindo, pero al mismo tiempo parecer el tipo de hombre que te sentaría en sus piernas y te daría unas nalgadas si te portabas mal.

Marion no sostuvo el agarre por más tiempo del debido y su expresión tampoco fue especialmente obvia, pero Giordano se dio cuenta del cambio en su postura y le rodeó por los hombros en un simpático abrazo, al tiempo que recostaba su cabeza cerca del cuello del chico. Julian rodó los ojos ante aquella obvia e inconsciente muestra de posesión, pero no dijo nada porque de haber sido él no se habría comportado de manera tan sutil.

—Y este es Julian —dijo sonriendo mientras lo movía un poco para que dejara de mirar Romeo. Sin darse cuenta de este detalle, Marion se giró hacia el susodicho, sonriendo mientras observaba el contraste en la apariencia de los novios.

—Mucho gusto —dijo—. Pareces un muñeco —comentó con una mueca divertida. Sus ojos casi brillaron cuando lo dijo y el comentario pareció hacer feliz a Julian.

—Me gusta este chico —dijo mirando a Giordano—. Es agradable, a diferencia de su pequeño y molestoso hermano.

Giordano soltó un bufido, entornando la mirada.

—Pues este es mío, así que ni pienses en quedártelo —gruñó en broma, aunque había un cierto tinte se verdad en sus palabras.

Julian soltó una carcajada y miró a Romeo, quien negaba con la cabeza adoptando una expresión divertida.

—Con este tengo suficiente, gracias.


Dato curioso.

-Marion es originalmente un personaje secundario de una novela que no he publicado y quien sabe si publique alguna vez (la de Nina y Joseph) así que, si sienten que se han perdido de algo con ese grupito, es porque lo han hecho xD.

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