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29


Marion observó a conciencia el rostro de Giordano. Tenía una expresión seria y un brillo de determinación iluminaba sus ojos. Él no recordaba haberlo visto mentir ni una sola vez cuando ponía aquella cara. De inmediato un golpe de realidad le cortó la respiración ¿Cómo era posible? Él llevaba ya un par de años volviéndose loco por ese chico, sin embargo, nunca había notado un cambio de actitud por su parte, él siempre decía las mismas cosas y actuaba del mismo modo frente a Marion, si, era cierto que en ocasiones resultaba excesivamente cariñoso, pero eso era algo típico del muchacho.

Haciendo un esfuerzo titánico trató de hallar el momento en que algo cambió dentro de Giordano y de repente, la verdad en aquella apresurada declaración sonó débil a sus oídos, él no podía entenderlo ¿Era realmente posible que Giordano estuviese enamorado de él? Marion no encontraba bases suficientes para sustentar aquellas palabras.

—Es en serio —afirmó Giordano, dándose cuenta de las dudas que comenzaban a aparecer en el rostro del muchacho—. De verdad me gustas.

Marion apretó los labios y bajó la cabeza.

—¿Porqué? —preguntó, de verdad estaba intrigado por aquel cambio de guion. Se suponía que era él quien estaba hasta los pies con sus sentimientos.

Giordano solo soltó una risita en respuesta.

—¿Por qué no? —espetó, encogiéndose de hombros.

Los dos se miraron, hundiéndose en el silencio por enésima vez en el día y permanecieron así hasta que la mesera apareció con sus órdenes. Ellos eran una parejita bastante torpe, incluso la chica que les atendió se dio cuenta de ello y no pudo evitar soltar una risita divertida una vez que estuvo lo suficientemente lejos cómo para que no la vieran.

Giordano frunció el ceño mientras la frustración se apoderaba de su cuerpo, se suponía que él era el que tenía las grandes ideas, era quien siempre sabía qué hacer para divertirse, el espontáneo y sociable, sin embargo, en ese momento estaba estancado ¿Cómo podría probarle a Marion que no estaba mintiendo? Estaba seguro de que incluso sometiéndose al detector de mentiras Marion no iba a terminar de creer en sus palabras.

—No lo sé, es extraño —murmuró—. ¿Desde cuándo? —a pesar del interrogatorio y para sorpresa de Gio, Marion parecía bastante más receptivo de lo que se imaginaba. Aquello le dio esperanzas.

—No tengo idea, trato de hacer memoria, pero no hay un momento exacto que pueda nombrar —Giordano se sonrojó, sintiéndose muy avergonzado—. Yo no había dicho nada hasta ahora porque no era consciente de ello, ya sabes que no soy de guardarme las cosas —explicó, sintiéndose muy tonto mientras hablaba.

De nuevo los dos se miraron, pero ahora había algo diferente, era un entendimiento distinto al que habían tenido durante los últimos días. Cómo si hubiesen estado viviendo en dos frecuencias que conectaban por primera vez.

Marion parpadeó sintiendo su pecho latir con fuerza. Sí, él no era la clase de chico que se dejaba envolver fácilmente por una linda sonrisa, pero Giordano era más que eso, él era el chico que siempre había querido y además era su amigo de toda la vida ¿Qué daño podía hacer dejarse llevar durante sólo un segundo? Sonrió un poco, no estaba para nada mal.

—Comamos, los platillos se van a enfriar —dijo, para después concentrarse en saciar su estómago. No se había dado cuenta de lo tarde que era cuando un hambre atroz se apoderó de él luego de dar el primer bocado.

Aquello hizo que Giordano se sintiera un poco decepcionado, pues no deseaba dar por terminada la conversación, pero aun así obedeció. Mientras tomaba el cuchillo para partir la hamburguesa que había pedido, notó cómo Marion le sonreía al ver que forcejeaba con el pan y le hacía una seña con la mano.

—Ya basta, no puedo seguir viendo esto, dame ese cuchillo ahora mismo —dijo, tomando el utensilio de las manos de Giordano, para después comenzar a cortar la hamburguesa como dios mandaba. Era extraño, Gio nunca pensó que hubiese una forma correcta para hacer algo así, sin embargo, Marion parecía conocer la fórmula para que todo quedara perfecto.

Cuando él levantó la vista, Marion le sonrió. Dios, era lindo, ahora más de lo normal, parecía relajado y amistoso. Al parecer la técnica de la sinceridad y toda esa mierda de "se tú mismo" había ayudado a mejorar el ambiente. De repente Giordano se sintió un poco más tranquilo, las cosas parecían estar marchando mejor de lo esperaba.

Ellos disfrutaron un poco del ambiente antes de seguir comiendo y dedicar un par de frases a temas random para pasar el rato hasta que terminaron de comer. Mientras ellos hablaban, una cantante subió al escenario animando el ambiente con su dulce voz. Por un momento Giordano creyó reconocerla, pero de inmediato perdió la concentración cuando volteó y se dio cuenta que la chica estaba usando un vestido blanco, con un mandil y una graciosa mascara de Candy White, con todo y los ojos brillantes incluidos.

El quiso soltar una carcajada al verla, sin embargo, logró reprimirse antes de que toda la gente en el lugar volteara a verlos.

—Tiene una linda voz —opinó Marion, quien fruncía el ceño con ligereza. Parecía que él también había captado cierta familiaridad en la voz de la chica—. Se parece a... —Sus ojos se abrieron de par en par y de inmediato se hizo pequeño en su lugar, utilizando una mano para cubrirse el rostro—. Apúrate a comer Dano, vamos a mover esta cita a otro lado —pidió con un tono apresurado.

Giordano le miró confundido y señaló su plato.

—Ya terminé, si quieres podemos pedir la cuenta —ofreció, recibiendo una respuesta afirmativa por parte de Marion.

La comida había sido buena y el ambiente también, así que se sorprendió la rapidez con la que pagaron y se marcharon. Él ni siquiera peleó cuando Giordano pagó la cuenta, parecía más preocupado por salir de manera discreta del restaurante. Una vez afuera él pareció respirar con tranquilidad.

—¿Qué pasó allá adentro? —preguntó Giordano frunciendo el ceño, mientras lo alcanzaba en la puerta del restaurante.

—Oh nada, no creo que sea el caso, pero la voz de esa chica me recordó a la de una persona muy molesta —Marion soltó un resoplido, sintiendo un escalofrío—. No habría podido estar relajado allá adentro después de eso —comentó, negando con la cabeza.

—¿Puedo saber de quién? —preguntó Giordano interesado, colocándose un grueso abrigo color verde oliva que había escogido para esa tarde.

—Vivirás más tranquilo si no te lo digo mi apreciado Dano —espetó, soltando un suspiro cansado. Luego se giró a verlo y parecía querer añadir algo más, sin embargo, no pudo formular las palabras en su mente. Marion se había quedado en silencio observando a Giordano, estaba muy guapo, de repente sintió aquellas famosas mariposas en el estómago y desvío la vista hacia el camino—. Vayamos a otro lado —sugirió, señalando con la cabeza el andador.

Giordano no dijo nada, sólo miró la hora, luego observó el cielo y sonrió. Había comenzado a nevar con una exactitud escalofriante ¡Eres un dios Marcello! Pensó nada más sentir el primer copo cayendo sobre su rostro.

—¿A dónde quieres que vayamos? —le preguntó con una sonrisa enorme en los labios.

—No lo sé —Marion se encogió de hombros—. No conozco mucho este lugar, así que podemos explorar o si sabes de algún buen sitio podemos ir ahí —comentó, tratando de enumerar las opciones que tenían dentro de su cabeza.

—Podemos ir al festival de ayer, me imagino que habrá muchas actividades todavía —comentó con una sonrisa en el rostro y luego caminó hasta llegar a su lado, abriendo la sombrilla para que se cubrieran—. Caminemos juntos, así evitaremos una pulmonía.

El rostro de Marion se levantó para mirar a Giordano durante un segundo en el que no supo que hacer. Sin embargo, de inmediato se recompuso y decidió que no había nada de malo en que compartieran un momento de cercanía. Además, hacía frío y estar cerca de Gio era mucho más cómodo que caminar sólo bajo la nieve.

Mientras un ligero rubor se extendía por sus mejillas, aceptó también que lo prefería de ese modo, Giordano le gustaba, eso no era nada nuevo para él y tener la libertad de que estuviesen así era algo que quería disfrutar.

—Ya van a dar las ocho —comentó mirando su reloj de pulsera—. Si que ha sido un día largo —agregó soltando un suspiro.

—Eterno —corrigió Giordano—. Ha sido un día eterno y cansado —opinó, sin poder evitar sonreír un poco al ver que Marion se acercaba lo suficiente como para que sus brazos se tocaran.

Mientras caminaban el ambiente se volvió un poco más cómodo, pero aún había un cierto halo de timidez que los rodeaba. Por naturaleza ellos eran del tipo descarados, ninguno se callaba cuando creían que debían alzar la voz, Marion, a pesar de su práctica seriedad jamás se había sentido intimidado ante los retos y Giordano era un jovencito lleno de energía, en cambio, con respecto a los asuntos del corazón los dos eran novatos y no podían evitar ser torpes todo el tiempo.

—Mi papá me va a matar por esto —murmuró Marion, adoptando una expresión mortificada, llamando de inmediato la atención de Giordano.

—¿Porqué? —preguntó confundido.

Marion se río un poco, tirando del brazo libre de Gio para enredar sus dedos en los suyos.

—¿Por qué crees Dano? —preguntó riéndose un poco.

El corazón de Gio se aceleró, sabiendo de inmediato lo que aquel pequeño gesto de aceptación significaba.

—En ese caso —murmuró, reforzando su agarre—. El primero en morir seré yo.


Ya pronto va a empezar el dramaaaaaaa. xD

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