Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23


Marion tomó una mermelada del estante, había jalado una canasta justo después de que Alessio comenzase a comprar su despensa. Se supone que sólo irían por una caja de vino barato, pero el muchacho decidió aprovechar el momento para hacer sus comprar personales.

Vino de caja y un carajo, Alessio ya llevaba hasta el tope su carrito.

—Tu jefe debe pagarte muy bien —comentó ladeando el rostro al ver el montón de cosas inútiles que el chico tomaba de los estantes. Había una lámpara de calabaza, algunos cojines para perro, ganchos recubiertos en terciopelo, una variedad extraña de mermeladas y varios objetos que Alessio miró con extrañeza antes de tomar del estante.

—Mas o menos, pero hoy estoy aprovechando porque el jefe paga —Levantando las cejas, le sonrió con picardía antes de señalar a su alrededor—. ¿Quieres algo? Te compraré algo.

—Oh —Marion negó con la cabeza de inmediato—. No, no es necesario —agregó, sintiéndose un poco mal mientras veía la pila de cosas que Alessio estaba comprando con la tarjeta de su jefe—. ¿No tienes miedo de sobregirar la tarjeta? —le preguntó sorprendido, se imaginaba que el crédito de alguien cómo Marcello sería alto, pero no estaba seguro de si el muchacho podía tomarse tantas libertades con un dinero que no era suyo. Claro, él no era nadie para dar cátedras a personas que no conocía de nada, pero le intrigaba la confianza que debía tener Marcello en Alessio cómo para soltar su tarjeta así cómo así.

—Oh, no es nada, Marcello no tiene mucho en que gastar su dinero —Alessio suspiró encogiéndose de hombros—. Compra trajes costosos y comida extravagante, a veces dona a la caridad, pero pasa demasiado tiempo trabajando cómo para disfrutar realmente lo que tiene y a veces, cuando está contento, me da carta libre con sus tarjetas. Jamás he sobregirado una —sonriendo, se encogió de hombros y tomó una botella de licor de ciruelos—. Te compraré esto —dijo, antes de comenzar a caminar, empujando su carrito de compras.

De lo poco que Alessio conocía a Marcello, podía decir que era una persona solitaria. Tenía un grupo de amigos muy íntimos, que sólo estaban ahí porque eran dados a dar el primer paso para una reunión o alguna salida a beber. Marcello no estaba casado, no tenía pareja ni familia viva y por lo general pasaba sus días componiendo música, realizando presentaciones, leyendo o descansando.

Había semanas enteras en las que no hablaba con nadie más que no fuese el personal de trabajo. Por suerte su manager era otro de sus buenos amigos, porque de no ser así, él podría morir de soledad en cualquier momento.

De hecho, sólo por eso Alessio aún se mantenía en su trabajo. La paga era buena, su jefe accesible, viajaba gratis a todos lados y de vez en cuando Marcello tenía ataques cómo los de esa tarde y le dejaba usar su tarjeta para comprarse cosas. Sin embargo, era un trabajo que no le permitía establecer demasiadas relaciones, desde que había comenzado con aquello terminó con su novia porque se veían muy poco, casi no veía a su hermano y no había tenido tiempo de visitar a sus difuntos padres hasta tres días después del aniversario de su muerte. El horario de tiempo completo tampoco le dejaba mucho espacio para salir de fiesta o reuniones sociales y en general ya no era dueño de su tiempo. Sin embargo, sentía una responsabilidad moral con Marcello, a quien veía cómo un tío viudo que necesitaba que lo cuidasen para no terminar en un manicomio.

Si, él aún era joven y le estaba yendo muy bien, pero de vez en cuando pensaba que en algunos años terminaría cómo su jefe, sin embargo ¿Qué se le iba a hacer? Le gustaba estar ahí y si tuviera que renunciar por alguna razón, se volvería diez años más viejo pensando en si su anciano tío Marcello se había tomado las medicinas para la senilidad.

—Dios —murmuró riéndose, si su jefe pudiera leer la manera en que pensaba de él, ya lo habría colgado desde lo más alto de la torre Eiffel.

—Yo no bebo —dijo, Marion, sacándolo de sus cavilaciones. El muchacho había tardado demasiado en decirlo, porque ya habían recorrido un buen tramo desde el área de licores.

—Me lo tomaré yo entonces —espetó con una enorme sonrisa en los labios antes de meterse al área de dulces y comprar unos chocolates caros—. Estos serán para ti.

Alessio sonrió, al notar que el muchacho apretaba los labios, cómo queriendo rechazar el regalo, pero sin atreverse a hacerlo una segunda vez.

—¿Te gustan los chocolates? —le preguntó. El chico parecía de palabra fácil hasta ahora, no le había dado pena hacer observaciones sobre sus compras desmedidas y durante el camino le había preguntado un montón de cosas para hacerle plática. Según su percepción, en ese momento los dos estaban cómodos con el otro, así que, a Alessio no le molestaba hablar con él un rato más mientras deambulaba por el centro comercial, sobre todo después de que su jefe le enviara un mensaje diciéndole que lo entretuviera un rato mientras el arreglaba unos asuntos con el muchacho pelirrojo.

Aquello era raro, pero ya averiguaría más tarde lo que estaba pasando ahí, mientras tanto, pasaría un buen rato con aquel simpático chico de pelo negro.

—Me gusta —dijo, soltando un resoplido—. No los como mucho, pero me gusta —aseguró, asintiendo con la cabeza.

Alessio sonrió, Marion era muy alto, tenía que levantar la cabeza para poder hablar con él, pero era un niño muy dulce. Cuando él estaba en la preparatoria conoció pocos chicos que fueran tan naturalmente educados como Marion.

—¿Eres cuidadoso con tu salud? —preguntó interesado. Cuando Alessio gustaba de algo se volvía loco por ello, así que la actitud controlada del muchacho le intrigaba.

Marion le respondió soltando una risa divertida.

—Mi papá está loco y no me dejaba comer muchos dulces cuando era niño, ahora, aunque me gustan, me siento culpable y no puedo comérmelos sin pensar en la cara de enojada de mi papá —respondió, encogiéndose de hombros. Él a menudo cocinaba dulces y terminaba haciendo engordar a sus amigos. Era para morirse de la risa.

—Tu papá suena cómo una persona saludable —Alessio resopló—. El mío me veía cómo animal de engorda, me daba de comer un montón de mierdas y siempre subía de peso cuando iba a casa —comentó, haciendo una mueca entre divertida y estresada.

Alessio pudo notar la pizca de interés en el rostro de Marion cuando este habló en pasado sobre su padre y luego sonrió un poco al notar cómo el muchachito se contenía para no ser grosero. Divertido, negó con la cabeza, cambiando el tema para no meter al chico en un dilema.

—Por cierto ¿Conoces a los novios? —preguntó, refiriéndose al tema de la boda.

De inmediato el rostro de Marion se tensó.

—No —dijo en tono muy serio, antes de aclararse la garganta y suavizar la voz—. Vine acompañando a Giordano, él es quien los conoce —agregó, conteniendo un suspiro.

—Mmmm —Alessio se quedó pensativo, sin prestarle mucha atención al cambio de humor de Marion. Él se estaba preguntando en ese momento la conexión que había entre la boda, los muchachitos que estaban siendo sus guías y el interés de Marcello por hacer ese viaje—. ¿Entonces vienes acompañando a tu amigo? —preguntó, afilando la mirada.

—Ummm, si, él no quería venir solo, así que terminé siendo arrastrado hasta acá —dijo, obviando la verdadera historia detrás de aquel desastroso viaje.

Para Marion, aquella pequeña salida con el asistente de Marcello estaba siendo un respiro de su situación, hasta que el tema los guio al motivo de sus pesares: Giordano. No tenía idea de cómo, pero había sido engañado cómo un tonto y aunque estaba seguro de que no había sido con mala intención, fue suficiente para que tomara la decisión que venía pensando desde inicios de año: terminar de una vez con aquel enamoramiento absurdo.

—Los amigos siempre terminan arrastrándote alguna locura, si nunca lo han hecho, es que no son tus amigos —comentó Alessio, asintiendo satisfecho—. ¿Quieres un helado? Creo que vi una heladería por aquí cerca —preguntó sonriendo. Marion parpadeó, Alessio era de los que cambiaban rápido de tema, pero no le caía mal, de hecho, hasta resultaba agradable.

Era un muchacho simple y simpático. No parecía una mala persona.

—¿Está bien que tardemos tanto? —preguntó, sintiéndose un poco ansioso por el hecho de que Marcello los estuviera esperando.

—Na, a él le da igual, me ha dicho que me tomara mi tiempo y yo planeo disfrutar de este maravilloso lugar —Alessio le quitó importancia al asunto encogiéndose de hombros.

Marion se mordió el labio, no estaba muy seguro de acepta, Marcello se había quedado solo con Giordano, pero al mismo tiempo, no se sentía capaz de negar aquella petición sin sentirse como un mal guía. 

Suspiró, al final terminó aceptando aquel helado.


Tarde pero seguro, estoy preparándome para una bomba en esta historia 7u7

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro