2
Giordano miró a su alrededor, estaban en el descanso, pero casi todos sus compañeros se encontraban dentro del salón. Desde que se mudó de San Fernando y entró a la academia, no había manera de estar solo en ningún lado. No se quejaba, pero en ocasiones tenía ganas de darse una escapada en bicicleta y pedalear hacia la costa.
Él no podía hacerlo si todo el mundo lo estaba observando.
—Vamos Gio, cántanos una canción —Catalina se echó el cabello hacia atrás, dedicándole una sonrisa coqueta. Como siempre, ella estaba sentada sobre el escritorio, haciendo alarde de una posición superior por encima del resto de sus compañeros.
Ella lo ponía nervioso y no era un nerviosismo del bueno, era del malo, muy malo.
—¡Si Gio! ¡Vamos, cántanos algo lindo! —El resto de las amigas de Catalina comenzaron a alentarlo, soltando risitas y lanzándose miradas entre ellas. Desde que lo asignaron en aquel grupo, la gente hablaba de un romance entre ellos dos, una relación que, de solo pensar en ella, le petrificaba la sonrisa.
—¡Por supuesto que no! —Se quejó cruzándose de brazos—. Siempre es lo mismo con ustedes ¿Por qué no mejor ustedes me cantan algo? Ya saben que por lo mío, yo cobro —aseguró mostrándoles una sonrisa triunfal. Desde el principio él se decidió a ser amable e ignorar los rumores, no estaba seguro siquiera de que la misma Catalina supiera de ellos. Sin embargo, con el paso del tiempo era más difícil ignorar las habladurías. Por suerte, se graduaría pronto y podría olvidarse de ello.
—Uy, Gio ¿Y aproximadamente cuanto cobras la hora? —preguntó la chica dedicándole una sonrisa pícara. Sus amigas comenzaron a carcajearse mientras los chicos se burlaban de él, consientes del doble sentido en la frase.
—¡Majadera! —le contestó, golpeando la mesa indignado. Esta vez, incluso Catalina se carcajeo, bajándose de un salto del escritorio para caminar hasta él y sentarse en sus piernas.
—Ya bebé, no te enojes, no querrás que te salgan arrugas —comentó tocándole la frente con el dedo índice. Los chicos del salón comenzaron a gritar, mientras azotaban los pies en el suelo, imitando el sonido de una estampida y las chicas se carcajeaban, mirándolos sorprendidas.
—¡Búsquense un hotel! —exclamó alguien, elevando aún más el ruido dentro del salón. Aquello pareció complacer a Catalina.
Gio estaba en un aprieto. Cuando era más joven, apenas dos años atrás podía coquetear con quien quisiera y nadie le tomaba en serio. En San Fernando todos lo conocían como un busca problemas, pero estaban acostumbrados a él. Ahora, en su nuevo instituto, la gente parecía muy susceptible a sus palabras, así que aprendió a contenerse un montón con ese asunto. Por supuesto, estar en el lugar de la persona que era acosada había cambiado por completo las cosas y de repente ya no se sentía cómodo con sus bromas del pasado.
—Giordano —Uno de sus compañeros le tocó el hombro y le señaló la puerta—. Tu hermano te busca —Le avistó con un tono un poco fastidiado. Gio miró el uniforme del chico, tenía un pin que decía "TeamJoseph" lo cual solo significaba que no era "TeamMarion" aquello casi le hizo soltar una carcajada.
De inmediato y sin preocuparse demasiado por las miradas, hizo a Catalina a un lado y salió andando del salón, para encontrarse con el inexpresivo rostro de su ahora hermano.
Los ojos de Marion se abrieron de par en par, mientras retrocedía por puro instinto. El rostro estoico que cargaba la mayor parte del tiempo desapareció por completo al verle.
—Joder, Dano, cada vez que te veo estás más alto —murmuró sin cortarse ni un poco en mostrar su sorpresa.
—Es que mi tío me compra pedigree —respondió acomodándose la chaqueta en tono orgulloso, mientras intentaba parecer un poco más estúpido de lo que en realidad era.
Funcionó, Marion le miró con esa cara que ponía cada vez que le decía una tontería, debatiéndose entre reírse y corregirle. Al final se decidió por la primera opción, su buen humor le había ganado a la naturaleza de cerebrito con la que había nacido.
—Debes dejar de ver tanta televisión Dano, le haces daño a tus neuronas —comentó siguiéndole el juego.
—Oh, pero entonces ¿Qué haría? En la biblioteca ya me acabé todos los libros con ilustraciones —sonrió, adoptando una mueca suspicaz—. Será que me puedas encontrar algo más interesante para mantener ocupadas las manos —comentó haciendo amago por atraparlo en un abrazo. Marion soltó una carcajada, retrocediendo otro par de pasos mientras negaba con la cabeza. Las bromas se habían casi por completo, pero con su nuevo hermano era diferente, ellos eran amigos desde niños, había costumbres difíciles de abandonar.
—No te preocupes, puedo conseguirte un juego de Lego, con lo ocioso que eres vas a entretenerte hasta navidad —aseguró encogiéndose de hombros.
—¿Eso es un reto? —le preguntó levantando una ceja.
—No tengo ganas de perder nada hoy —comentó tranquilizándose un poco. Luego abrió la boca, conteniendo una exclamación, parecía que acababa de recordar algo—. ¡Dios! ¡Dano! ¡Deja de distraerme! —gruñó rebuscando en el maletín de la escuela con una mueca desesperada. Se mantuvo de ese modo hasta que sacó un sobre extendiéndolo hacia él—. Esto es para ti.
—¿Para mí? —Giordano frunció el ceño, mirando el sobre por todos los ángulos posibles, como intentando hallar algún secreto en él—. ¿Qué es? No estamos cerca de navidad ¿O sí? ¿Lo estamos? Porque si lo estamos quiere decir que la siesta del segundo periodo duró más de lo que pensé —murmuró desvariando, como era su costumbre.
—Es una carta de amor —declaró, adoptando su pose de habitual tranquilidad—. ¿Te acuerdas de Drew? Pues su hermano está enamorado de ti —hizo una pausa encogiéndose de hombros—. Y me pidió que te entregara eso, él quiere tener una cita contigo pronto —aseguró asintiendo con la cabeza, orgulloso de poder transmitir el mensaje con tanta claridad.
Giordano frunció el ceño.
—¿Y quieres que acepte? —dijo lanzándole una mirada de confusión al chico. La pregunta descolocó a Marion.
—¿Cómo? —preguntó frunciendo el ceño. A Giordano no le pasó desapercibida la manera en que su pose flaqueo, era raro.
—Si quieres que acepte, es tu amigo, supongo que me pedirás que salga con él un rato —aclaró sonriendo un poco. Marion parpadeo, tardando un momento en procesar la información.
—Oh... —Su rostro adoptó una mueca pensativa—. Puedes salir con él, supongo, pero eso ya es cosa tuya, yo cumplí con pasarte el mensaje.
—Ya...—Gio hizo una mueca—. ¿Le paso mi respuesta contigo? —preguntó, tanteando el terreno.
—Supongo, o puedes hablar con Drew, a él le gustará saber cómo va el asunto —Marion bajó la vista, evitando la mirada de Giordano mientras hablaba. Luego, suspiró echándole un vistazo y frunciendo el ceño al notar como guardaba la carta en su bolsillo, sin preocuparse en lo más mínimo si se arrugaba o se rompía. Giordano siempre fue muy descuidado, incluso con sus propias cosas, lo sabía, así que suprimió las ganas de regañarlo.
—Hablaré con él —comentó Gio en tono distraído—. Ya lo conozco, igual tratará de averiguar qué está pasando.
—Bien —Marion sonrió un poco imaginándose la cara de su amigo cuando Gio fuera a buscarle y luego negó con la cabeza—. Me voy, tengo la despedida del club de debates, todavía falta medio año para terminar el curso, pero ya sabes que los de doceavo ya no podemos estar ahí —comentó dándose la vuelta para dirigirse al salón correspondiente.
—¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! —Gio avanzó dando zancadas para interponerse en su camino—. ¿Nos podemos ir a tomar un café hoy? —Preguntó ladeando el rostro—. Es que hay algo que quiero decirte.
—¿A mí? —La garganta de Marion se secó, así que tuvo que aclararse antes de seguir hablando—. Vale, a la hora de la salida ¿Cierto?
—Si —Le sonrió—. Pasaré a buscarte.
Marion apretó los labios, parecía que tenía mucho que decir, sin embargo, al final negó con la cabeza y desapareció entre los pasillos de la escuela.
Este capítulo va en celebración a que ya llegamos a los 5k de seguidores y a que Romeo y Julian superó el medio millón de lecturas ¡Nos leemos! *-*
PD: La nota es vieja, cuanto tiempo :-:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro