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19


Por un momento Marion pensó que no estaba escuchando bien ¿Cómo que todo era mentira? No, debía haberse confundido, quizás no utilizó las palabras correctas para expresarse, quien sabe, no estaba del todo seguro, sin embargo, entre más pasaban los segundos, aquella declaración se volvía más real.

Mentira.

Giordano le había mentido, en su cara y él, como un idiota le había creído.

De repente se sentía muy estúpido ¿Quién en el mundo le creía algo así a un chico que le había confesado su amor a medio pueblo? ¡Diablos! Incluso él había sido víctima de sus coqueteos de mentiras.

Frustrado al darse cuenta de lo evidente del engaño, no pudo encontrar las palabras para el enojo que estaba sintiendo. De repente tenía la cabeza caliente, se sentía mareado y le habían dado ganas de vomitar. Apenas y tenía las fuerzas suficientes para respirar correctamente ¡Que iluso había sido! ¡Se dejó atrapar como si nada en una de las bromas de Dano! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto!

—¿Estás enojado? —preguntó Gio, haciendo una mueca e ignorando lo obvio.

—Enojado es una palabra demasiado simple para lo que estoy sintiendo —gruñó, notando como su respiración se aceleraba. De repente tenía ganas de darle una cachetada antes de mandarlo a volar, mientras que otra parte suya, una que trataba de mantenerse oculta, saltaba de felicidad al saber que no había tal amor en la vida de Giordano.

¿Cómo podía tener sentimientos tan dispares al mismo tiempo? Marion suspiró, apretando los labios, tratando de no sentirse miserable y engañado. A la alegría y el enojo se estaban se le estaban uniendo rápidamente la tristeza y decepción.

—¿Marion? —Giordano se inclinó un poco hacia él, mordiéndose los labios—. Lo siento mucho, de verdad, no fue mi intención mentir. —Él apretó los labios deteniéndose un instante, para después continuar hablando—. Bueno, sí, pero es porque quería pasar tiempo contigo, yo...

Sin embargo, la mirada de Marion fue suficiente para que guardara silencio. Estaba enojado, de verdad enojado, no recordaba cuando había sido la última vez que lo miró de esa forma. ¿Alguna vez había visto tanta decepción y rabia en aquel rostro? Marion siempre fue su gran amigo, a veces peleaban, pero hasta ahora todas esas riñas habían sido juegos de niños en comparación a lo que estaban pasando en ese instante. Giordano hizo una mueca de preocupación, de verdad no quería terminar metido en problemas más grandes, pero tenía la imperiosa necesidad de disculparse, aunque eso terminara crispando aún más los nervios de su amigo.

Marion soltó un gran suspiro, sintiendo cómo Giordano se preparaba para soltar un largo discurso verborreico. No, no estaba de humor para aguantar sus tonterías, necesitaba aclarar la cabeza, enfriarse, pensar sin todo el coraje que estaba sintiendo.

—¿Sabes que Dano? Me voy a la cabaña, nos vemos en un rato —Y sin esperar respuesta, comenzó a caminar lejos del objeto de sus deseos... Deseos pecaminosos y deseos asesinos, en ese momento eran lo mismo.

—Marion —como un niño abandonado por su madre, Giordano corrió detrás de su amigo, negándose a dejarle ir. Desde donde estaba, lo único que podía ver era la espalda del muchacho, la cual estaba encorvada en una pose solitaria y triste.

Sintiendo un impulso protector con el que no estaba familiarizado, le alcanzó varios metros más adelante, donde le estrechó en un abrazo necesitado. De inmediato el cuerpo de Marion se tensó, no se esperaba aquella muestra de cariño tan desesperada por parte de Giordano, había algo extraño en aquel abrazo ¿Desesperación? ¿Tristeza? Lo que fuese, le obligó a ceder un poco.

—Está bien Dano —dijo soltando un suspiro—. Sólo necesito procesar lo que está acabas de decirme —explicó, aunque no pensaba que Gio se mereciera su consideración—. Ya hablaremos mañana —Y se soltó, avanzando a pasos largos, mucho más rápido que una persona con una estatura normal.

Giordano sólo se quedó ahí, parado, observando cómo Marion se alejaba de él. De repente se sentía tristísimo, se arrepentía de no haber hablado antes, de haber mentido en primer lugar ¿Cómo diablos se le había ocurrido? ¡Y a Marion! ¡De entre todas las personas que pudo elegir, escogió a Marion!

—Tienes aire en la cabeza Giordano —se quejó, frunciendo el ceño, regresando a la feria a ver si por asomo encontraba algo bonito para regalarle y que le perdonara.

Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos no encontró nada que pudiese entregarle para hacerlo sonreír ¿Qué haría si el chico decidía no hablarle más? Él era su mejor amigo, pero también era la persona más seria que conocía ¡Dios! ¡No tenía oportunidad si el muchacho decidía cortar lazos! Mientras andaba por aquí y por allá comprando cosas, terminó llamando a Julian para contarle sus penas.

Sintiéndose muy tonto lo puso al corriente con todo lo que había pasado desde la última vez que hablaron. Incluso terminó explicándole lo temeroso que estaba de volver a la cabaña y meterse en la cama con él ¡Era una situación terrible!

—Dios... —murmuró Julian, frunciendo el ceño—. Estás coladito por él ¿Cierto? —A pesar de haber hecho una pregunta, dentro de la cabeza de Julian aquello era una aseveración.

—¿Que? —gruño Giordano, perdiendo por completo su tono de decepción—. Claro que no —aseguró frunciendo el ceño, al tiempo que negaba de manera enérgica con la cabeza—. Nosotros dos sólo somos amigos.

—Pues si te hubieras declarado en lugar de decir tonterías sobre detener una boda no estarías teniendo estos problemas —Julian soltó un gruñido—. Estarías aprovechando el viaje para tratar de meterte en sus pantalones.

—¿Que? ¡No! ¡Los adultos son tan asquerosos siempre! —se quejó revolviendo su pelo. No podía creer que Julian estuviese pensando de ese modo sobre él y Marion. Las cosas no eran de ese modo con ellos dos, definitivamente no.

—¡Oye! ¡Reacciona gigantón! ¡Ya no eres un niño! ¿Entiendes? Si no despiertas de tu ensoñación de Peter Pan, tu querido Marion va a preferir pasar tiempo con Joseph que contigo —dijo cruzándose de brazos, mientras sostenía el teléfono entre su hombro y su mejilla—. Además ¿No eres tú el experto diciendo cochinadas a los demás?

—Si, pero no lo digo en serio —se excusó—. Por cierto, eso fue un golpe bajo, Marion nunca preferiría a Joseph sobre mí, lo odia, se la pasan peleando —Aseguró, afilando la mirada.

—¿Estás seguro de eso? —dijo a modo de advertencia—. Porque yo ya vi las fotos que tienes con él en tu instagram, de cuando recién se conocieron y recuerdo haber pensado que ese chico era material demasiado guapo para ser un adolescente ¡Que envidia me dio! ¿Quién no quiere verse así a los diecisiete años? Por supuesto, Romeo también era muy guapo a los diecisiete, el no tiene nada que envidiarle —Julian suspiró—. El incluso viene de una buena familia, asquerosamente ricos, aunque no lo parezca. Su abuelo es una leyenda del teatro, sus padres tienen una compañía de la jodida élite y sus hermanos mayores están acabando con Brodway.

—Joder, suena muy impresionante cuando lo dices así —Giordano comenzó a morderse la uña del dedo meñique, luego negó con la cabeza—. De todas formas, no lo creo, Marion no es de los que se dejan impresionar por el dinero ni nada de eso.

—Un recuerdo llega a mi mente —canturreo, aquello comenzaba a parecerle divertido—. Un cierto presidente de la asociación de alumnos, que siempre lucha por el primer lugar en calificaciones con Marion y tiene tanto trabajo extracurricular que sale a las ocho de la noche de la escuela —Julian adoptó una pose triunfal—. ¿Te suena?

—B-bueno, pero Joseph tiene novia y la muñequita de pastel también es algo impresionante —dijo, tomando valor mientras hablaba.

—Giordano ¿Sabes que es un crush? —suspiró—. Un crush es un chico que te vuelve loco, que sueñas y que deseas con las fuerzas de tu alma, pero que no puedes tener, porque tiene novia, está casado, vive en otra ciudad o no sabe que existes —Julian soltó una risa divertida—. Si Marion tiene un crush con el tal Joseph, olvídate de él, porque si no te esfuerzas ahora porque te perdone, estás condenado a ser el segundón hasta, no sé, como mil años después.

—¡No me estás ayudando! ¡Necesito un poco de confort aquí! —Se quejó, gritándole a teléfono.

—No soy consejero matrimonial Giordano, no puedo decirte que hacer —espetó, soltando un suspiro—. De todas formas, sólo puedo decirte que quizás deberías dejar de enredarte en tus propias acciones y sólo demostrarle que lo quieres y que lo sientes —agregó encogiéndose de hombros.

—No estoy enamorado de él —respondió de inmediato, aunque su voz se quebró al pronunciar aquellas palabras. Julian soltó una risita.

—Pero lo quieres ¿Cierto? —inquirió.

Giordano se quedó en silencio, parpadeó mirando a todos lados. Nervioso se mordió el labio, recordando cómo eran Romeo y Julián cuando se conocieron.

—Demonios... —murmuró—. Me tengo que ir —Y colgó la llamada.

Desde Paris, Julian frunció el ceño, dejando el teléfono en su lugar mientras Romeo colocaba una taza de café frente a él.

—Eres tan malo —dijo negando con la cabeza.

—Giordano tal vez debió llamarte a ti si quería un buen consejo —comentó con una sonrisa en los labios—. Pero lo mío le hará ir más rápido.

—Lo llamaré más tarde para hablar con él —dijo, soltando un suspiro sin poder evitar que una sonrisa se le escapara de los labios—. El pobrecillo debe estar muy confundido.

—Bueno ¿Ya viste la edad que tiene? Es lo normal —se defendió, encogiéndose de hombros.

—Salud por el amor juvenil —exclamó Romeo, levantando su taza.

—Salud —respondió Julian.


Y en este capítulo recordamos que Julian es un mierda xD. Naaah, mentira, es malillo, pero no mucho (?).

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