10
Marion observó el rostro de Gio. Durante los últimos meses había tenido muy pocas oportunidades para poder verlo a detalle y sin interrupciones. Una vez que se subieron al transporte, Gio se había quedado frito, parecía que la noche anterior había dormido muy poco y Marion entendía sus nervios. Detener una boda no era un evento que se pudiese repetir todo el tiempo. No señor, debía ser agotador el poder siquiera tomar una decisión como esa.
Sonriendo un poco, sacó su celular del bolsillo de la chaqueta y estiró las manos para sacarse una selfie mientras el muchacho dormía recargado en él. Cuando despertase iba a reírse de su cara y fingiría que tener la foto guardada no era más que una broma cuando en realidad estaba muriendo de nervios al sentir la cercanía del muchacho.
—Alguien que me mate, por favor.
Suspirando se envió la foto al correo para no perderla y trató de imitar a su compañero, que dormía como si estuviese inconsciente. El viaje al lugar de la boda sería de ocho horas, con una sola parada en algún lugar a medio camino para transbordar, así que, lo mejor era que tratara de olvidarse de todo y durmiese. Sin embargo, a pesar de que los enormes asientos le permitían descansar la cabeza, el solo hecho de tener a Gio usándolo como descanso, no le permitía conciliar el sueño.
Se sentía atrapado en su asiento, cauteloso, quería mirar a su amigo y al mismo tiempo, no quería ser atrapado en aquel acto tan vergonzoso.
Marion apretó los labios, cerrando los ojos para tratar de contener sus nervios, sin embargo, el celular comenzó a vibrar, dándole un susto de muerte.
—Diablos —gruñó sacando el aparato de la chamarra y desbloqueando la pantalla
Joseph: ¿Ya salieron?
Carraspeando, Marion contestó el mensaje. Joseph era la única persona que podía traerle mala suerte con un saludo.
Marion: Claro perdedor, ya estamos en el autobús.
Sin poder evitarlo, se rió ante su respuesta.
Joseph: Voy a decirle al profesor que huiste de los cursos. Recuerda que iremos a la misma universidad.
Marion: Ya salimos mi apreciado compañero.
Joseph: Te paso a la loca
Soy niña.
Marion: Ya lo sabía. xD.
Joseph: Soy Nina ¡Nina!
Marion: Hola muñequita.
La chica escribió una serie de puntos que llenaron toda la pantalla hasta desaparecer la conversación.
Joseph: Repítelo.
Marion: Hola muñequita. <3
Joseph: *Screenshot*
Marion: D:
—Mierda.
Marion suspiró. Siempre le pasaba lo mismo, a Nina le encantaba molestarlos. Debido a su famosa rivalidad, los chicos de la escuela se volvían locos cuando los encontraban en el mismo sitio. Era como si en verdad esperasen sangre y cabezas siendo cortadas. Ellos incluso habían creado un hashtag que utilizaron en Twitter durante las elecciones del concejo de estudiantes o para tomar partido entre uno u otro.
Recordaba que al principio Dano estuvo del lado de Joseph, pero al final, tanto el cómo su prima, Rainbow, se sumaron al #TeamMarion.
—Te llevas muy bien con Joseph—comentó Giordano, muy cerca de su cuello, logrando que Marion casi saltara en su sitio.
—¡Dano! —exclamó apagando la pantalla del celular. Ocultando el aparato sin darse cuenta.
—¿Que? ¿No quieres que vea tus conversaciones? —preguntó con una sonrisa pícara—. Que tanto te dices con Joseph.
En silencio, Marion frunció el ceño, sabiendo que aquello no era más que una táctica intimidatoria por parte de Gio.
—No seas chismoso Dano. —Se quejó levantando una ceja, tratando de desviar la conversación.
—Eres un pilluelo ¿Se dicen cosas sucias a mis espaldas? —le cuestionó, moviendo las cejas, mientras sonreía de manera insinuante.
—¡Dano! —Soltando una carcajada, Marion le dio un empujón, para después llevarse las manos a la boca, recordando que se encontraba en un lugar público.
—Es una duda razonable, a mí en lo personal no me molestaría escribirte un par de cosas en tu muro —comentó moviendo los dedos, como si se muriera por agarrar algo.
—Estaría genial, ya quiero ver la cara de mi papá cuando las lea —dijo, haciendo una seña de "muerte".
—Habrá valido la pena —apuntó, levantando el rostro en una mueca de superioridad.
Entornando la mirada, Marion tomó su celular y le escribió un mensaje. Casi de inmediato, Gio revisó el teléfono, que había comenzado a vibrar.
—Hola, sexy pelirrojo —leyó en voz alta—. Tengo una duda que me atormenta durante las noches ¿Será que tu altura es proporcional al tamaño de tu...? —Gio apretó los labios, dedicándole una mala mirada a su hermano político—. Te voy a acusar con mi mamá —Haciendo un puchero, parpadeo, tratando de hacer una mueca adorable que no le salió muy bien.
—Tu mamá me ama.
Los dos se quedaron en silencio y después comenzaron a reírse. Ellos eran amigos de mucho tiempo, podían llevarse pesado de vez en cuando y decirse tonterías sin que alguno de ellos se ofendiera. Tomarse las cosas a pecho no era algo que pasara muy seguido y últimamente, eso era lo que estaba volviendo loco a Marion.
Desde siempre, era bien sabido que las declaraciones de amor de Giordano no podían ser tomadas en serio. Al principio, para él eso no era un problema, estaba acostumbrado a su amigo y no le interesaba de esa manera. Gio era un divertido torbellino en el aburrido San Fernando. Sin embargo, luego de aquella terrible fiesta de graduación, las palabras del muchacho se habían vuelto en extremo incómodas para él.
Ahora podía asegurar, con mucho remordimiento, que prefería a Gio alejado de su vista. No tenía ganas de pasar por todo el agotamiento mental que sus sentimientos le provocaban. Marion sufría un desgaste considerable con su rutina personal y si además ese día se cruzaba con Giordano, terminaba frito y sin poder dormir por culpa de los latidos de su corazón.
—El jefe debió prestarme la camioneta —se quejó cruzándose de brazos, hablando del papá de Marion—. Este viaje sería muy diferente si lo hubiera hecho.
—Pues sí —aseguró en tono juicioso—. Estaríamos atascados tomando desvíos, lidiando con llantas ponchadas que ninguno de los dos sabe cambiar y peleando por quien va al volante. Habría sido un viaje esplendoroso —comentó, con mucha ironía en sus palabras.
—Al menos podríamos decir lo que quisiéramos sin que la vieja de allá enfrente nos mire mal —comentó, señalando con el dedo a una mujer que llevaba rato haciéndoles muecas mientras hablaban. Esta, al verse descubierta, solo fingió que nada pasaba y volteó hacia otro lado.
—Dano, no seas descarado —Se quejó Marion, bajándole la mano, pero con una sonrisa en los labios.
—Así me quieres bebé —dijo recostándose en su hombro, mientras agitaba las pestañas. Marion solo gruñó, frunciendo el ceño y tragándose sus palabras.
"Si, así te quiero"
¡Hola monstruos! ¡Ya estoy de vuelta! Y con un capítulo que nos lleva a vuelta de rueda en la relación de estos dos torpes xD
¡Muchas gracias por leer! Y recuerden, si les gusta esta historia compartan, reseñen, comenten, adopten perritos y no consuman marihuana... ¡Y consuman productos nacionales! D:
¡Nos leemos pronto! <3
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