POR ZEODOR!!! ( parte 2)
Elendiel no lo podía creer, se llevaban a su bebé y ese malnacido la miraba con una arrogancia y superioridad que no había visto en sus 3.000 años de vida. Eso la enfadó mucho más, esa furia la dió la fuerza necesaria para levantar la pierna lanzando al demonio al suelo. Los dos se levantaron con rapidez, entre giros, vueltas y choques de espadas, al final Elendiel lo cogió por detrás poniéndole su arma en el cuello.
- Da igual a cuantos demonios matéis, a esa niña no la volveréis a ver!
Elendiel vio como el último que quedaba en la habitación saltaba por el balcón con su bebé.
- NO!!! - gritó desesperada.
- De un modo u otro habéis perdido! - dijo el demonio.
Le oyó reír y para no perder más tiempo le cortó el cuello dejándolo caer al suelo. Fue hasta el balcón buscando al demonio que tenía a su hija y los divisó; se asustó cuando vio que al demonio lo alcanzó una flecha elfica con veneno en el hombro y rogaba porque no hubiera herido a su pequeña. Se giró para salir de la habitación en busca de Sirenia cuando de la nada aparecieron más enemigos dispuestos a acabar con ella.
- De aquí no va a salir Reina elfa, por lo menos con vida!
- Claro porque estará muerta! - y el demonio se echó a reír.
- Cállate, nos haces parecer estúpidos!
Elendiel los vio acercarse y se preparó para la lucha que se avecinaba.
Un tiempo después Tinuhel, Lewing y los soldados llegaron al reino observando todos los cadáveres en el suelo, tanto de elfos como de demonios. Vieron que algunos supervivientes se levantaban con dificultad y el Rey ordenó a sus soldados ayudarlos con las heridas. Tinuhel corrió hacia sus aposentos seguido por Lewing; lo que vieron les partió el corazón de una manera inimaginable. Elendiel estaba en el suelo sin vida y llena de sangre a causa de las heridas por todo el cuerpo, a su alrededor había cuerpos de demonio demostrando que se había luchado a muerte.
Tinuhel llegó hasta su esposa cogiéndola para depositarla en la cama mientras Lewing se dirigió a la cuna de su hermana.
- PAPÁ!!! - dijo Lewing alzando la voz para hacerse oír a través de los gritos de Tinuhel quien tenía abrazada a su madre.
Cuando vio que tenía la atención de su padre continuó.
- Sirenia no está!
- Que?
- Que Sirenia no está en la cuna! - dijo Lewing señalándola.
Tinuhel soltó despacio a Elendiel y se levantó fijando la vista en una cuna vacía.
- Sirenia - susurró conmocionado - SIRENIAAAAA!!!! - gritó.
Salió corriendo de allí vociferando a los soldados que buscaran a su hija por todos los rincones del reino. Mientras, Lewing cogía a su madre lamentando no haber estado para ayudarla; cuando Tinuhel volvió, le contó que no había rastro de Sirenia.
Vio a su padre derrumbarse cayendo al suelo dándose cuenta de una cosa.
- Era una trampa! - susurró Tinuhel pensativo.
Lewing dejó a su madre y se acercó a su padre sin entender.
- Hijo, era una trampa - dijo mirándolo - el objetivo eran ellas! Prometí a tu madre que las mantendría a salvo y las fallé!
- En todo caso las fallamos los dos papá! - dijo Lewing intentando no decaer también - puede que no podamos hacer nada por... nada por... - respiró hondo para no sucumbir a la tristeza - nada por mamá pero no podemos dejar de buscar a Sirenia. Si la hubieran querido muerta no se la habrían llevado, solo hay que encontrarla antes de que la hagan algo más!
- Tienes razón hijo - dijo calmándose - enterraremos a los nuestros y después no descansaremos hasta encontrar a nuestra pequeña!
Los dos asintieron con convicción dispuestos hacer lo que habían hablado.
Muy lejos de ese reino estaba el demonio con la bebé caminando. Todos creían que la llevaría con el líder pero no era allí donde se dirigía, había otra raza de demonios que también quería tener en su poder a la pequeña y pagarían lo que fuera para obtenerla.
Estaba agotado por la herida del hombro y si quería que le dieran la recompensa no podía dejar a la bebé morir de hambre, así que pasó por las tierras de los humanos encontrándose con una mujer. La manipuló para que lo ayudara fingiendo ser un padre de viaje y ella sintió compasión viendo al bebé; le ofreció su hospitalidad y el calor de su hogar. Le indicó el camino presentandole a su marido cuando llegaron a la casa y estuvo de acuerdo con su esposa con que se quedaran allí esa noche. La mujer preparó la cena para todos y también para la pequeña dejándola dormida. Llegó la mañana y la mujer quiso despertar al "padre" de la criatura pero no lo conseguía; avisó a su marido y vieron que había muerto por una herida infectada que tenía en el hombro.
- Pobrecita se a quedado sola - dijo apenada la mujer mirando a la pequeña que tenía en brazos - aunque tiene unas orejitas muy extrañas, es muy linda no crees? - cogió su manita con cariño - que nombre crees que la pusieron?
- No lo sé - dijo su marido fijándose en el brazo de la pequeña - mira, lleva una pulsera y hay algo escrito!
Los dos se fijaron y leyeron al unísono.
- Sirenia!
- Mi amor - dijo la mujer - podríamos cuidar de ella, está sola en el mundo!
Vio en los ojos de su mujer que volvía la esperanza; habían intentado tener hijos en varias ocasiones sin concebirlo y la llegada de esa pequeña la daría la posibilidad de cumplir su sueño siendo madre. Él también deseaba ser padre y prometió a su mujer que cuidarían de esa pequeña con orejitas extrañas como si fuera suya. Después de enterrar al "padre", empezarían su nueva vida con Sirenia y lo que más querían es que creciera feliz junto a ellos.
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Dedicado a LaChicaAnonima18,SilviaMorenoGuerra
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