Capítulo 4. Luchando por amor
Les tomó seis meses planear una revolución. Durante este tiempo, tuvieron que esconderse, buscar aliados, infiltrar bestias y cuidarse mutuamente. Poco a poco, Andras había recuperado su fortaleza interior y había dejado atrás las absurdas costumbres que no eran exigidas para aquellos que buscaban derrocar a las quimeras.
Su alfa era celoso. Odiaba que lo miraran, hablaran demasiado con él o lo tocaran. Andras extrañamente lo disfrutaba y aceptaba, incluso había permitido que le colocaran un collar para no ser marcado por error. Tanto el dragón como la quimera, habían acordado vincularse cuando estuvieran de regreso en casa, al terminar esta guerra y al acabar con las quimeras.
Drago no paraba de consentir a Andras, elegía siempre la mejor comida para él, pensaba que tenía que tener fuerza si estaban al borde de una guerra. Además le conseguía la mejor ropa posible, a pesar de estar escondidos en bosques o cuevas y le encantaba que usará joyas de oro, era un gusto peculiar de su especie.
Ambos habían aprovechado el tiempo, expresaban su amor en cada ocasión que podían mediante la unión de sus cuerpos. Aún con la agresividad de los celos de Drago y la necesidad desenfrenada de Andras por ser poseído, sólo sentían amor y placer antes de llegar a cada orgasmo.
Sus cuerpos se entendían a la perfección aun en medio del estrés y temor de ser atrapados. Las quimeras habían aprovechado la ocasión para atacar aldeas y culpar al demonio de fuego. Lo peor, es que en medio de los aliados, muchos pensaban que el dragón era un peligro y que una quimera que se quería revelar contra los suyos, no era alguien confiable.
Necesito una dosis de ti, Andras pensó en medio de la última reunión preparatoria.
-Creo que hemos planeado esto suficiente, es mejor descansar y partir mañana temprano- Drago habló y varios lo secundaron.
-Partimos a primera hora, quienes se quedan, deben ir a los refugios y reportarse constantemente- El líder de los minotauros, Taurus habló, mientras se ponía de pie para retirarse, luchaba porque habían asesinado a su esposa.
Drago salió hacia su nido, Andras lo esperaba sin ropa de rodillas con una mirada lujuriosa.
-¿A qué se debe esta sumisión?- Drago se preocupó un poco al verlo cumpliendo una de las tradiciones de los omegas quimeras, pero no podía evitar que su corazón latiera al tenerlo a sus pies, completamente desnudo.
-Solo quiero complacer a mi amo- Comenzó a gatear para acercarse- ¿Eso está mal?
Drago tragó saliva, en especial cuando Andras empezó a subir por sus piernas debajo de la ropa hasta llegar a su miembro, lamió suavemente hasta que logró ponerlo erecto, fue el límite del dragón, alzó en brazos a la quimera y lo recostó en el nido para hacerlo suyo una y otra vez, sin importarles que otros escucharan sus gemidos y jadeos durante toda la noche.
Lo siento amor, no puedo arriesgarme a perderte, eres lo más valioso que tengo en mi vida, cuida a todos, prometo regresar para ir juntos a casa. Al escuchar este pensamiento, Andras se despertó para verse atado por cadenas de pies, manos y otra agarrada al collar de su cuello. Drago lo besó y se fue en medio de sus gritos. Aunque varias bestias estaban cerca, nadie se atrevería a desobedecer al demonio de fuego de los cielos.
Andras intentó escapar, lo intentó con todas sus fuerzas. Sin embargo, el dragón lo había previsto todo y permitió que los alfas usaran la voz de dominio en él de ser necesario. Además, tuvo la suerte de que una bestia tuviera un Iquero como mascota. Debido a que Drago era el último dragón, que provenía de una familia real, se le respetaba como rey. Así que ante su petición, la mascota prometió no causar pesadillas, sino solo dulces sueños en la quimera.
Durante el primer mes de la rebelión, atacaron las aldeas de la periferia, donde había menos guardias. Sin embargo, no atacaron a los inocentes, solo a aquellos que se opusieron y les dieron opciones: podían unirse a sus líneas, demostrando su lealtad al renunciar al anterior régimen mediante un pequeño ritual; podían elegir ser desterrados; o podían voluntariamente escoger la muerte.
Las bestias de confianza de Taurus se quedaron en cada aldea, controlando puntos estratégicos. Luego, pasaron a la segunda fase, eligieron cuatro rutas principales para avanzar. Drago era el arma de Taurus y viajaba de lado a lado, quemando y destruyendo lo que le ordenaban, aunque en su corazón solo pensaba en Andras.
Te extraño, esto lo hago por nosotros, pronto regresaré a tu lado. Drago esperaba que sus pensamientos llegaran a Andras, quien estaba enojado, pero realmente preocupado por su amado dragón, al que sentía constantemente cerca de su corazón.
Aunque forzado, se quedó con los refugiados, ancianos, jóvenes, niños y niñas, se movilizaban constantemente para no ser encontrados y ayudar a quienes se unían a la rebelión y renunciaron a luchar. A diario reportaban que estaban bien, pero no dónde estaban.
Cuando la primera ruta cayó, la noticia de que bestias del agua habían sobrevivido y se habían unido a la rebelión rondaron por todo el reino. Así como el nombre de Ryūjin, un dragón de agua que estaba vivo, un omega que estaba ayudando a Drago. Con su ayuda. Pronto cayeron otras de las dos rutas principales.
Aunque todos se alegraron, Andras no pudo evitar sentirse celoso, sabía que Drago quería una manada y extrañaba a su especie. Uno era alfa y el otro omega, su pensamiento no paraba de volar, quería escapar de nuevo, pero esa noche el Iquero le recordó en sueños la última noche que pasaron junto a su dragón y a lo lejos, escuchó un te amo, te extraño, pronto iremos a casa.
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¡Hola!
Gracias a quienes han leido y dejado sus comentarios de esta pequeña historia, me alegra mucho.
¡Un fuerte abrazo! 🤗
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