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02. Identidades


—¿Celeste?

—Así es.

—¿Eso no es un color?

—¡Jajaja!

—No es mi idioma que pone en el mismo lugar a dos cosas distintas, es el tuyo — se defendió burlón. Ella hizo un ademán en respuesta.

—No me llamaré light—blue, no te preocupes.

Durdle Door no era la playa más turística de Inglaterra, pero sí la que guardaba una pureza más profunda, conectada con el pasado. En apariencia infinita, su senderos de arena blanca serpenteaban en los bordes, coronados por puentes naturales de piedra que parecían haber sido construidos, pero mantenían su forma natural desde hacía cientos de millones de años. Un paraje algo agreste pero silencioso y tranquilo, refugio eterno de los tormentos del Imperio en sus edades más solitarias.

—No recuerdo haber caminado por aquí. — miró su entorno de pronto, acomodándose el cabello detrás de la oreja.

—Es bueno olvidarse, así no nos aburrimos.

—Tienes razón, querido.

—Entonces... — la miró interrogante, para que continuara con el tema anterior.

Como si quisiera romper ese hechizo de soledad, Inglaterra caminaba del brazo junto a Portugal, ambos con los pantalones remangados y descalzos, disfrutando del agua fría entre los dedos de los pies y la espolvoreada de la arena en el ir y venir de la marea; en tanto la tarde se ponía perezosa y los vientos húmedos revolvían levemente las telas y el cabello recogido de la mujer.

—Beatrix Celeste.

—¡Un nombre compuesto! así está mejor — la miró — ¿A quiénes evocas ahí?

—He tenido muchas hijas de vientre poderosas y valientes; pero ellas fueron revolucionarias — lo miró con entusiasmo — Beatriz fue la primera científica de mi historia; la inflexión de la "x" es por el origen latino del "navegante"; y Celeste fue la autora de la Revolución de los Claveles. ¿Recuerdas eso?

—Cómo olvidarlo; fue un gesto que cambió el giro de las sociedades en Europa —admitió, con la mirada hacia adelante— ¿Y tu apellido?

—Mnh — miró hacia adelante también — . Creo que lo dejaré como está. Esto es temporal y será muy dificultoso cambiar todas mis firmas de nuevo para mis hijos— sonrió, mirando el mar — . Perdería validez.

—Muy bien...

Con un gesto repentino, el rubio cortó el paso y se puso delante de ella con un porte serio. Tomó la mano derecha y la besó con calma y gallardía, mirándola a los ojos.

—Beatrix Celeste Dos Anjos, Imperio de Portugal, Conquistadora y Exploradora de los Siete Océanos, Corsaria y Gitana de Mares Inconquistables, Reina entre las Reinas de Europa; vuestro afortunado esposo, Lord Arthur Kirkland, se postra ante su Majestad — flexionó una rodilla y se agachó brevemente, inclinándose.

Parecía una cursilería en toda regla, pero ella supo que aquel acontecimiento sencillo y humilde era importante para seres como ellos: la estaba reconociendo como una igual, en más planos que el que estaban pisando.

—Vuestra esposa te acepta Reino de Gran Bretaña, Tigre de los Siete Océanos y Señor del Páramo del Rayo — besó la mano ajena de regreso con una gran sonrisa. Cuando Kirkland se puso de pie y se miraron a los ojos en silencio, comenzaron a reírse de pronto.

—En otros tiempos me sentía menos ridículo.

—Está bien sostenerlo, da mucha ternura.

—¿Ternura? — enarcó una ceja — ¿Eso te provoca tu marido?

—... entre otras cosas.

—¡No intentes enmendarlo!

La agarró de la cintura y la levantó en el aire, sorprendiéndola, ya que el inglés nunca había podido alzar a Gabriel al ser más bajo en estatura, y eso le dio al rubio un regusto singular a su ego. La ahora llamada Beatrix le golpeó los hombros divertida y se zafó, corriendo lejos de él. La persiguió con los pies ligeros en la arena hasta que la volvió a atrapar. Entre las velocidades y las frenadas, ambos cayeron de bruces contra la arena entre risas. En el siguiente giro la joven quedó encima del muchacho, con una mirada ganadora.

>>¡Pobre de mí que ha venido esta sirena a secuestrarme! — clamó divertido, pero sin moverse. Dos Anjos recuperó el aliento y se levantó, sentándose sobre los muslos ajenos.

—No tengas miedo bello corsario de ojos esmeralda, no pasará nada malo — dijo, juguetona — . No hundiré a tus hombres en el Mar, tu barco está a salvo.

—Ay mi Dios — puso el antebrazo en la frente, cerrando un ojo — ¡Qué desgracia!

—¿Desgracia para quién?

El rubio se calló y estiró su sonrisa.

—Ahora mismo, para tí.

Se sentó de golpe y la tomó de la cintura, apretando los pechos contra el suyo para darle un profundo beso, que venía acumulando un apetito voraz después de todo el día. Kirkland era una criatura lujuriosa cuando estaba inspirado, y esa característica se había acentuado desde aquel cambio en Portugal. No sabía por qué, pero no se preocupaba mucho; se concentró en disfrutarlo como si no tuviera obligaciones.

<<Ring, Ring, Ring>>

Pero no dejaba de ser una fantasía.

>>Bollocks!

La muchacha se separó y se sentó a su lado, acariciándole la espalda, mientras él revisaba enojado los bolsillos, con un deseo más de arrojar el aparato al mar que otra cosa. Cuando encontró el celular lo contempló con el ceño fruncido.

—¿Vas a atenderlo?

Beatrix ya se había acostumbrado a esa histeria sobre ella cuando se cumplío el tercer mes de aquel fenómeno, y decidió salir al mundo exterior, para de otro modo presentarse a su vez, ya que lo requería la cortesía. Con la actitud serena que seguía manteniendo de su versión original, se movió con gracia en el revuelo internacional que había causado la noticia.

El primer choque fue en Europa. Francia y las Italias comenzaron una competencia comercial con intenso flujo en referencia al diseño y la moda femenina. Explosiones en forma de eventos, meetings e incansables jornadas de creatividad que no permitían conciliar a sus hijos de vientre, por el simple hecho de que ambas Naciones estaban casi maniáticas creando belleza en forma de telas para la nueva, y no tan nueva, vecina. En una búsqueda por la paz, establecieron categorías: Francis Bonnefoy se encargaría de la apariencia en el mundo moderno, y Feliciano y Lovino Vargas se encargarían de las "temporadas", manera elegante de hablar de las facetas. Un atuendo para gitana, uno para el Imperio, uno para las galas de la reina, y así sucesivamente.

Las Naciones femeninas clamaron, a su vez, su profundo interés. Hungría decidió hacer toda una línea de joyería de piedras con tonos ibéricos para ella; en tanto Liechtenstein, callada y tímida, le indicó los tonos adecuados para maquillarse en cada ocasión. Finalmente, la zona de la Malasia y Medio Oriente se concentró en mantener la vaporosa sensualidad que el antiguo Gabriel había conservado de sus tiempos del Imperio Otomano, solamente que en su versión femenina. Y ahora vestirse con telas de odalisca era más interesante, a ojos del Sadiq Adnan.

"Una danza de vientre de esa Sultana nos pondrá de rodillas a todos."

El colmo de este inusual comportamiento fue cuando Ucrania y Belarús sumaron los atuendos de invierno ya que "los países cálidos no saben manejarse adecuadamente con la nieve". Australia y Egipto contribuyeron lo propio, argumentando su profunda sabiduría con respecto al calor. Era un cuerpo nuevo que debía protegerse de todas las intempestivas del clima, ya que seguiría moviéndose en el mundo.

La segunda revolución fue en América, desde Matthew Williams hasta Victoria Alcorta y Paula Antil, rozando con sus pies el fin del mundo. Las féminas del continente se cotillearon en dulce montón para acaparar la curiosidad, atosigantes como lo eran los latinos cuando hacían entusiastas grupos para moverse. Aunque sus obsequios no fueron materiales, le enseñaron algunas funcionalidades del cuerpo femenino que le permitirían terminar de estar cómoda y explorar su propia sensualidad a solas, para sentir los pies más firmes sobre el suelo. Un poco más relajados, las Naciones que poseían forma masculina tuvieron la urgencia de verla, con sus ojos cargados de curiosidad.

Si bien Portugal decidió hacer base en la casa de su hijo Brasil, recibió con amabilidad a todas y cada una de esas ansiosas niñas que le revoloteaban alrededor, mirándola por horas para hablar y moverse. Inclusive, los Ancestros Latinoamericanos asomaron curiosos sus existencias desde el Mundo Onírico, para contemplar aquel cambio y retirarse al no sentir ninguna nueva hostilidad; sobre todo Iracema, la madre originaria del brasilero.

Finalmente, la tercera revolución fue en Asia, en donde cada país se arregló para disfrutar de la visita por separado. Estados Unidos ya lo sabía de antemano, pero el viejo China tenía intenciones ulteriores, más allá de obsequiarle algo.

Hello, dad! Espero estar interrumpiendo algo, por lo mínimo, romántico. ¿Cómo está mi espléndida madre? Aún me debe un baile en Las Vegas.

—Ella no es tu madre. — resaltó Arthur, cambiando drásticamente de humor, poniéndose de pie y sacudiéndose la arena con enojo. Portugal supo claramente que era Estados Unidos del otro lado.

—¿Cómo que no? —dijo con tono fingido — Me ofendes, ella me considera como un hijo...

—¿Qué quieres, Alfred? — le cortó de pronto, mirando el mar.

—Llamaba más bien para el preludio, ya que sólo queda que China conozca a la nueva Rockstar del mundo — sonrió con amplitud — . Sé que tenía la idea de darse un viaje largo hasta Asia, pero Yao irá hacia ella como muestra de su caballerosidad. Y como soy muy amigo me pidió que garantizara tu ausencia en ese encuentro.

Arthur frunció el ceño, intrigado.

—Beatrix no necesita de mi compañía para ir a ningún lado, ni estar con nadie.

—¿Bea...? Oh. Bueno, no, pero estarás muy a mano y él no quiere que le toques la puerta en el primer arranque de tus místicos celos. Así que me pidió que te diera el recado.

—¿Te has reducido a ser el mensajero?

Nah, lo hago porque me divierte en grande incordiarte de vez en cuando. Y como todo esto de alguna manera sé que es algo lindo para tí, quería arruinarlo. Así que, ¿qué tal si te tomas unos días para visitar al tío Francis?

—No entiendo por qué tanto escándalo por una visita.

Como diría el buen Martín Hernández, a China "le gusta dar la nota". Es la Nación más antigua del planeta, y creo que requiere de su ceremonia. Tengo la sensación de que quiere mucho más de ella que el resto.

La mención de su ahijado lo enfureció más que el hecho de estar diciéndole que el asiático quería acostarse con su esposa. Su puño se cerró un segundo pero respiró hondo, sabiendo que la mujer lo estaba mirando preocupado.

>>Sabes que los asiáticos nos examinan como si fuéramos ratas de laboratorio. A nuestro nivel, deja de ser divertido — se enserió un poco — . Aunque no lo creas, quiero mucho a Portugal. Me ha defendido de ti aún ganándose tu rencor, así que estoy en deuda. No sé qué tan equilibrada está su mente ahora con todo esto, por eso te lo digo ahora a tí: después de lo que sea que pase, vigila si le ocurre algo más — cambió el tono entonces — . Dame con ella, por favor.

Kirkland quedó en silencio, dándole el teléfono a la mujer.

—¿Alo?

¿Ahora debo llamarte Beatrix? ¡No me dijiste nada!

—Tomé la decisión hace unos días, pocos lo saben.

—Espero que así sea, no me gustaría que mi madre me dejara de último — el tono parecía tener genuina ternura — . Escúchame, Beatrix, Yao irá a tu casa, así que no debes viajar. Sus intenciones son amplias, así que ten cuidado.

—Está bien, Alfred, puedo cuidarme sola aún.

No lo dudo, pero si China está interesado en ir hasta allá, claramente tiene otra idea al respecto. Siento que me corresponde decírtelo.

—Te lo agradezco, Alfred.

Uhm, inventaría cualquier cosa para que me sigas hablando, me encanta tu voz — confesó, mordiéndose la comisura del labio — . Ya te tendré para mi de nuevo, así que no me apresuraré demasiado. Envíale saludos al tigre viejo ese.

—De acuerdo. Adeus.

Cuando cortó, el rubio se había alejado unos pasos más adentro del mar, con los pies cubiertos con la marea, las manos en los bolsillos y en un profundo silencio.

—Quiero que me prometas que ante la primera mala sensación que tengas, nos llames a tu hermano o a mí. — le dijo, sin voltear a verla.

—Arthur...

— Prométemelo, Beatrix.

La mujer caminó hacia él, tomándole el brazo con una suave sonrisa.

—Te lo prometo, querido. No va a pasar nada. Es el viejo Yao curioseando cosas, nada más — le tiró un poco el brazo — . Volvamos para cenar, nos están esperando.

——00——

—¡Chwaer!

—¡Qué bueno que viniste, pequeño dragón!

Gales la abrazó con fuerza apenas la vio cruzar el umbral del salón del gran caserón inglés. De manera análoga, Irlanda del Norte la estrujó con candidez y una gran sonrisa de felicidad; en tanto Escocia apareció con las manos en la cintura de su kilt y la miró con curiosidad, a una distancia razonable.

—Hermano, no seas descortés — pidió Gales de pronto, enfurruñado —. Sigue siendo Portugal. Ven a saludar.

—Está bien, a todos les impacta diferente —Beatrix habló entonces, mirando a los hermanos Kirkland cerca de ella — . No es lo mismo verme en diferido que en vivo.

—Buenas noches, Beatrix Dos Anjos — el morocho la miró con un gesto de ternura que no pasó desapercibido. Ella inclinó la cabeza levemente.

Boa noite, irmão maior — le dijo con respeto, ya que conocía la jerarquía entre los isleños. Aunque Arthur fuera el más poderoso de ellos, le gustaba distinguirlos cuando los veía y darles el lugar que cada uno se había ganado en su camino con Inglaterra.

—Sabrás disculparme, Bea, pero a mi me pareces más bella que nunca. Y eso que ya me apetecían tus formas antes — acotó el irlandés con un gesto orondo, haciéndola reír. El pelirrojo se ruborizó cuando notó que, tras un gran carraspeo ajeno, Inglaterra había escuchado todo el recibimiento desde lejos, apenas cerrando la puerta.

—Es una excelente oportunidad de que dejes de mostrar tus celos primitivos, brothar — Escocia enfocó enfurruñado al inglés, aún con los brazos en jarro — . Los cambios muestran que esto es algo que va más allá de tí.

—No entiendo por qué crees que poseo esa posesividad insana con Portugal.

—... ¿Estás bromeando, cierto?— el morocho enarcó una de sus gruesas cejas —Nunca pierdes oportunidad de meter excusas para que no lo veamos, en nombre del Commonwealth.

—No voy a embarcarme en una discusión socio-política ahora, big brother, no es mi interés ahora mismo. Tenemos problemas más grandes entre manos — Arthur cortó con suavidad, pero con el ceño fruncido — . Además, yo los llamé para que estemos juntos hoy.

—¡Es verdad!— agregó Gales con una sonrisa — Eso es lo importante — tomó las manos de Beatrix y las beso con efusividad. De todos los hermanos era quién más quería a Portugal, ya que compartían la misma naturaleza avatarica; propiedad que Inglaterra le concedió a Gales justamente en nombre de su antiguo esposo — . Quiero que nos cuentes todo con lujo de detalles, para que pueda decirle a mi dragoncito y sus hadas.

—Tampoco puedo volver a mi casa si no calmo las ansias de los leprechauns al respecto de este cambio, Beatrix. De paso, mi rebelde mellizo también se entera. — Irlanda del Norte la miró — . Para que las fae nos dejen volver y evitar que vengan a invadir tu espacio, deberemos tener información interesante encima. Fue el trato antes de venir.

—La tendrán — aseguró la mujer, sonriendo rodeada de los hombres — . Les diré todo lo que deseen en la cena para calmar a sus criaturas... y a ustedes. — agregó, divertida.

El pelirrojo estiró su brazo jocosamente y la lusitana lo tomó con calma, sonriendo como cada vez que estaba con los Kirkland; siempre la habían hecho sentir parte de la familia desde la concreción del matrimonio. Gales tomó la otra mano libre de la joven, y los tres se condujeron delante hacia el comedor.

—¿Qué tan grave es?

Escocia se puso al lado de Inglaterra, serio como siempre era, dando tiempo a que los otros tres se alejaran un poco. Arthur comprendió el movimiento y puso la mano en los bolsillos, también con la vista en frente.

—Sólo fue un cambio físico y una adaptabilidad de carácter. Por ahora.

—¿Crees que tenga otra clase de secuelas en Gabriel?

—Es muy pronto para decirlo. En este breve tiempo no noté nada extraño. Tiene gustos algo diferentes pero el humor es estable, así como sus reflexiones y preguntas. Conserva la perspectiva del mundo del viejo Dos Anjos.

—Bien — cerró los ojos — . Sé que estos cambios trajeron muchos problemas a los que los tuvieron, por eso te pregunto. Puede ocurrir más adelante, o nunca. Es incierto.

—La verdad, no quiero pensar mucho en eso — se encogió de hombros — . Sólo cuido que sea feliz y esté cómoda.

—Ten cuidado con eso, brothar. La felicidad para nosotros a veces no es el equivalente de la estabilidad— lo miró— . Lo sabes bien.

—Sí... — cerró los ojos y suspiró — Sabes que acudiré a tí primero que nadie si se sale de control.

—Ojalá que tu orgullo te lo permita. Te he sacado a rastras de muchas cosas más de una vez, y Francis es fiel testigo de eso, aunque no estuvo de acuerdo durante nuestro propio matrimonio. Pero la sangre ancestral tira, en el fondo. Espero que por el amor que le tienes a tu esposa, aceptes mi ayuda y la de los chicos cuando te la ofrezcamos.

—Lo tendré presente, créeme.

—Vaya... — lo miró curioso — Realmente estás asustado — los ojos del inglés temblaron y apretó los labios— ¿Ha ocurrido algo más que no me estás diciendo?

—Sólo una advertencia, pero no puedo evitar nada. Tengo que confiar en la fortaleza de Beatrix. Es la misma que la de Gabriel, y me cuesta asimilar eso aún.

—Son cosas que llevan tiempo, aún entre nosotros — concluyó — . Como sea, estamos aquí, Arthur. Nunca soltaremos tu mano; ni nosotros ni nuestras criaturas en Stonehenge... aunque el mundo se acabe.

—Gracias— Arthur sonrió con ternura, y Escocia suspiró.

—No te pongas meloso, idiot — comenzó a caminar delante de él — . Vamos a comer antes de que nos reclamen.

Gran Bretaña mantuvo, sin embargo, la sonrisa suave. Aunque el tiempo y su propia historia lo empujaran a inclinarse por ciertos pensamientos, la realidad era que en el fondo jamás había estado sólo.

——00——

"Es el futuro, Alfred Jones. No una epifanía de lo desconocido, o una metáfora mágica del Mundo Onírico. En ella ahora está la semilla; su cambio es una puerta para algo más grande, más espectacular que tendremos la posibilidad única de ver a través de su corazón de luz. Sólo tengo que tomar su piel y saberla entornar."

Llovía en California; el ánimo contagiado del continente mientras daba sorbos de café, desconcentrado del entorno, y con las palabras de China demasiado presentes.

"Si logro saber esa composición, las posibilidades son infinitas. Podríamos trascender la construcción de la carne, la perdurabilidad espiritual sería solamente un paso más a seguir pero ya no un Misterio. Y si llega a ser así, amigo mío... la incapacidad de la finitud humana dejará de ser un problema."

Con su cambio, Portugal había despertado en Yao su vieja y milenaria obsesión del conocimiento. Comenzó a disertar no acerca del por qué había ocurrido (los asiáticos tuvieron esos cambios en sí a lo largo de su existencia), sino que podía ser un medio para ver lo que ocurriría a continuación, más allá del tiempo.

Y si con ello tenía que abrir en dos el vientre de ese continente... bueno, daño colateral.

"Es extraño que Mr. Yao te cuente con tanta puntualidad sus acciones. Debe haber algo detrás" Matthew Williams, la criatura más cercana y leal a él, le dijo con expresión segura tras una actualización de toda la situación ". Sé que ustedes dos se llevan muy bien, pero Naciones como él jamás anuncian nada de lo que hacen. Siento que quiere que formes parte de lo que vaya a pasar con Beatrix."

Ante el recuerdo de la mirada de su hermano Canadá, los ojos liláceos que se hacían violetas cuando hablaba en serio, cerró los ojos consternado.

"Ni siquiera entiendo por qué me preocupa tanto, para mi son todos cuentos de viejas... En fin. Si esto me involucra, más vale prevenir que lamentar."

El rubio tomó el celular, abrió la agenda y marcó un número.

Calling to...

Sebastián Artigas

Oriental Republic of Uruguay

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