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Capítulo uno: The night the moon cried

Daegu, lunes 31 de octubre de 2023.

Taehyung sentía como si algún filo le rozase el estómago cuando prestó más atención a la imagen en televisión, había llegado de la escuela y su cabeza le dolía bastante para cenar en el silencio de la sala, que optó por encerrarse en su habitación. Sin embargo, se sintió aún más nervioso al oír el nombre de aquel hombre en el refugio de aquellas cuatro paredes.

"Se siguen haciendo las investigaciones, pero los exámenes de ley y el trabajo de los forenses han demostrado que la perversión de este sujeto no tiene comparación, teniendo en registro a 55 víctimas, de las cuales solo se ha logrado identificar a veinticuatro; el estado de descomposición de los cuerpos es verdaderamente devastador, no se sabe con exactitud cuántos cadáveres quedan en este terreno, pero se irá brindando la información en el transcurso de las horas... se ha encontrado otro cuerpo. ¡Son 56 las víctimas registradas hasta el momento!"

No cortó la transmisión, no podía dejar de observar la cantidad de objetos que estaban desparramados en el exterior de la casa: maquillaje, prendas de vestir, juguetes, zapatos, ropa interior. De repente el estómago del muchacho se revolvió con el aroma del pollo con mostaza que su madre dejó para que recalentara. El rostro de aquel hombre aparecía en la pantalla de miles de televisores en el país; del hombre que invadía su habitación cada mañana.

"Existe la esperanza de que muchas de las desapariciones que fueron puestas en los últimos meses sean resueltas, para desgracia; por este fatal descubrimiento. Aunque no se descarta que esto se trate de un asesino que lleva años en este tipo de actividades... incluso, se mantiene abierta la posibilidad de que el caso de Jung Hoseok esté conectado con esto, informan las autoridades."

Le tomó un par de minutos darse cuenta de que estaba derramando la gaseosa, Taehyung se levantó de la cama y corrió a la puerta a echarle seguro. Su madre y muchos de los inquilinos no se encontraban en sus apartamentos en esos momentos, ya sea por trabajo o fiestas. El chico se sentía expuesto al mismo sujeto que se encargaba de la limpieza del edificio y ahora era acusado de muchos crímenes en conjunto, le dio vuelta a la llave hasta que se forzó a quitarla para que no se rompiera, fue por la ventana del baño y luego a la sala. Le tomó un tiempo percatarse de que la puerta trasera seguía libre. Taehyung no podía estar más asustado ahora que se encontraba encerrado en el silencio del apartamento.

Buscó señales de su madre a través de insistentes llamadas, recordando que hoy tenía turno de setenta y ocho horas y, seguramente no contestaría al menos de que sea en los recesos. ¡Mierda! ¿Cómo querían que asimilara aquella noticia? ¿Acaso él...?

¿Fue aquel hombre quien robaba todas sus pertenencias y dejaba cosas asquerosas encima de su escritorio?

"Te queda mucho mejor a ti" Cerró sus ojos al imaginar cuántas veces su privacidad fue invadida en una excusa de trabajo. ¿Cómo es que se daba el modo de engañar a todos? Taehyung agarró el borde de la cortina y observó una silueta reposar afuera de una de las tiendas de comestibles; era demasiado tarde para salir por un antojo, ya casi medianoche. Los niños debían estar durmiendo, él también pues mañana tenía el doble de período con Cívica.

—Mamá. ¿Dónde carajos guardas los cuchillos cuando se los necesita?

Era fácil estar asustado cuando parte de esa investigación había sido mérito suyo. La dramática forma en la que hizo aquellas llamadas y todas las veces en las que se coló en la habitación del señor Cha apuntaban a que, si existía alguien a quien culpar era al mismísimo Kim Taehyung por metiche y curioso.

Curiosidad que reveló más de cincuenta y seis cuerpos en la cabaña del hombre de limpieza del edificio.

—¡¿Mamá, dónde estás?! ¿Viste las noticias? Tienes que venir rápido a casa, por favor—pidió dejándose llevar por la ansiedad. Lo único que le importaba era que ambas puertas no se abrieran en lo que estaba adentro—. Ese tipo... Dios, mamá. ¡Me va a matar! ¡Yo iba a ser el siguiente!

—Hijo no te escucho bien—respondió, el muchacho empezó a sentir el miedo florecer en cada una de sus extremidades, mientras dejaba que sus ojos se llenaran de lágrimas—. No salgas de casa, Taehyung. ¿Me escuchaste? Asegura las puertas hasta que yo llegue, mi amor, mami pronto va a ir a casa, ¿sí?

Otra vez estaba solo. Sentía que en algún punto estallaría y sería quien le dé la señal a ese hombre de que invadiera el lugar, si es que aun seguía en el edificio, pues hasta ahora no lo habían encontrado. Taehyung se sentó en el sofá que estaba apoyado cerca de la ventana con un cutter en una mano y el corazón en la otra.

"Quisiera hacer una denuncia... sí, quiero dar información acerca del caso de Jeon Jungkook." Se maldecía ahora que conocía la sensación de pánico al intentar ayudar en un asunto que ya estaba más que cerrado. Claramente había mentido respecto a su identidad y pidió que todo fuese en anonimato, pero estaba seguro de que el mayor tuvo sus sospechas cuando se paseó cerca de su habitación de descanso. Debió notar la ausencia de aquella tiara de conejo que ahora permanecía con él.

—¿Hola?—escuchó, Taehyung giró la cabeza y observó por el espacio descubierto de la cortina, cerró los ojos al escuchar un llanto y comprueba que venía del oscuro pasillo debajo de sus pies.

—Yoongi. ¿P-puedo ir a tu piso?

Escuchó que el menor suspiraba, sin saber por qué acudió a él si ni siquiera debió prender el televisor en toda la semana.

—No estoy en casa, Taehyung, sabías que todos los de menor grado íbamos a asistir a la fiesta de Choi, lo siento—confesó, cerrando la puerta del baño para alejarse de todo el bullicio mientras oía el silencio de Kim—. ¿Querías algo en especial? Puedes venir más tarde si aún quieres, yo me iré a casa en unas horas.

Tristemente, para Taehyung era complicado retrasar la visita; comenzando a sentir una presión en el pecho. El joven se retorció en el sofá una vez cortó la llamada, respirando con dificultad mientras lo único que oía era el sonido del agua chocar contra las escaleras de metal de afuera. Tosió y buscó el inhalador en sus bolsillos, cerró los ojos al no recibir más que sobras de instrumento que era vital en su diario vivir. Mierda, era cierto que había gastado el dinero en el nuevo cómic que salió.

Se puso de pie e insertó la llave en la puerta que le quedaba más cerca. La trasera. Taehyung inhaló una gran cantidad de aire una vez salió al exterior, sosteniéndose del barandal al par de que la lluvia mojaba su ropa. El agua estaba helada, pero bueno, si comparaba eso con su pobre corazón al percatarse de que dio con el escalón incorrecto, sería justo decir que eran uno solo en aquella oscuridad. Un solo golpe hasta llegar al final.

«Sería bueno morir ahora mismo», fue lo que pensó el menor al escuchar unos pasos cerca de su cabeza. Ser el único del edificio que se conservaba en casa en Halloween podía ser demasiado agotador a veces.

Le dolía el cuello, estaba seguro de que muchos de sus huesos se habían movido de sus lugares en aquella trayectoria de más de cinco pisos. Pero aunque Taehyung se esforzó para ponerse de pie no vio rastros de sangre ni sintió ningún tipo de malestar, excepto el de su pecho, era normal sentirse fatigado con el expediente que se cargaba. Tan solo la luz de una calabaza se dejaba ver en todo ese pasillo mientras las luminarias lo esperan en el otro extremo, se le hace extraño no ver la silueta de hace rato ni oír los sollozos que parecían ser soltados con sentimiento.

Taehyung pasó la mano por su nuca esperando que se pintara de sangre antes de retroceder por el grito que parecía venir doblando el callejón. Similar al de una persona siendo maltratada.

Solo una cosa se le vino a la mente, y es que el bigote recortado y la tiara que logró rescatar de su habitación hacían que todo lo malo que había en el mundo se recreara en aquel estrecho pasillo, no podía creer que haya convivido con una vergüenza de persona durante tanto tiempo.

«Si me quedo aquí me terminarán asaltando y si subo, me apuñalarán»

Los gritos cesaron cuando la luz de la calabaza fue cortada. Había algo raro. ¿Cómo diablos había estado prendida todo este tiempo si era un desastre bajo la lluvia? El silencio hizo que su cuerpo avanzara, Taehyung no sabía por qué carajos seguía al objeto de luz brillante, parecía una luciérnaga... azul. ¿Quién de los dos avanzaba?

Sus ojos oscuros hicieron que cayera en una profunda tristeza, no le cabía en la cabeza que pudieran existir unos ojos tan grandes y a la vez, tan cerrados que incluso parecía que se negaban a ser expuestos.

«Pero aun así, son hermosos»

Sus manos se negaron a recoger el objeto mientras su mirada buscaba esa atractiva oscuridad en medio de la cabeza que ocultaba entre sus rodillas. Lo curioso era que allí era el lugar de donde provenían los gritos y todo lo que veía Taehyung era a un chico de casi su misma estatura abrazándose a sí mismo. La manta con la que se cubría parecía ser delgada, bajo sus ojos hasta la ropa que llevaba y se percató que hacía juego con la tiara que llevaba.

A Taehyung le dolía el pecho de solo pensarlo, la última vez que lo vio fue en los afiches en aquel gran mural de personas desaparecidas.

"Era noche de Halloween, ¿sabe? Los jóvenes suelen vestirse de lo más revelador o lo que sea que se les venga a la cabeza en ese día, pues nadie les recrimina nada, pero él iba vestido de un simple conejo. No era sexy ni morboso, jamás se pudo descifrar por qué se fue de la nada."

Taehyung trató de regular el dolor en su pecho, recordando que no podía llorar otra vez y mucho menos quebrarse frente a un extraño.

—¿Esto... es tuyo?

El pelinegro no pudo evitar sonreír al ver el objeto extendido cerca de su rostro, buscó el rostro del niño que mordiéndose los labios se arrodilló en su delante. Más esta vez, pudo ver a un joven guapo y con la nariz chorreando mocos. Dudó en tomarla, pero decidió que todo debía ser equitativo.

Taehyung se asombró al ver nuevamente al objeto brillante, en manos del extraño y con una luz azul cada vez más opaca.

—¿E-es para mí?—habló el muchacho con la mirada perdida en esos dos orbes oscuros y la canica pasó a sus manos.—Y-yo no juego con este tipo de cosas.

El chico con la manta encima rompió a llorar y tiró la tiara como si fuera un tipo de pestilencia. Su llanto esta vez era más fuerte y estaba consciente de que a estas alturas su Halloween ya debía estar por acabar y ni siquiera tuvo la oportunidad de mirar una de las películas de su lista. Taehyung suspiró para acomodar mejor sus rodillas e inclinarse para golpear la bolilla y que esta diera a parar por debajo de la tela blanca.

Eran unos locos por estar jugando a las canicas en medio de toda la oscuridad. El chico intentó buscar el objeto hasta donde llegaba su visión y de repente, el muchacho que le había sonreído hace instante lo había pateado un poco más abajo del vientre. Sin importar que Taehyung no pudiera irse con la canica azul, él seguiría llorando.

—¡V-vete! ¡No quiero, vete, vete, maldita sea!—exclamó el muchacho con los ojos cerrados, queriendo silenciar las voces y a la vez, sin intención; haciéndolo con el pequeño Taehyung—. Y-yo...Taehyung. ¿Te duele? ¡Perdón!—Se apuró en añadir al ver que el chico seguía sosteniendo la zona afectada. Taehyung sintió un escalofrío al sentir la piel fría del sujeto encima de la suya, y fue mutuo.

Era demasiado cruel ver los ojos sin expresión quedarse estáticos al ser rechazados. Él simplemente se arrastró unos metros atrás, observando como demonios, ángeles y fantasmas pasaban por el otro extremo de la calle como si no comprendiesen lo que pasaba en el silencio de ese callejón.

—Tú estás muerto, ¿verdad? ¿Eres Jeon Jungkook?—soltó en voz baja, le dolía su estómago, era verdad. Pero aquella extraña sensación al sentir las manos del chico encima de su piel...Taehyung no se percató en qué momento empezó a sonreír, las lágrimas nublaban al manto que cubría al espectro.

Ambos se encontraban sentados en el concreto, empapados por la lluvia que acababa de caer hace unos minutos, asustados de que la única luz que los cubría era la de la luna de sangre, que incluso podía olerse el olor metálico bajo sus narices.

Taehyung bajó la cabeza al percatarse que esta vez fue quien dio cuerda al dolor del pelinegro. Jungkook había sido visto por última vez entrando a su apartamento en una noche similar, su vestimenta era la prueba de que nunca abandonó el callejón o eso quería pensar. Jungkook vio de reojo cómo el chico desistió de quedarse en aquel lugar, se encoge al sentir algo presionar sus orejas.

—Si vas a estar asustando a la gente al menos ponte bien el disfraz—vociferó, fijándose en la calabaza que otra vez repuso esa sonrisa que tanto pavor le causaba. Taehyung sacudió la cabeza, negando haber visto la imagen de una mujer en el apartamento, pues había puesto el seguro antes de salir.

—E-estás tan grande... ahora incluso me regañas. ¿También me llevarás de paseo?—dijo Jungkook con un tono un tanto tristón. El chico permaneció en silencio mientras desviaba la atención del que era su hogar. Taehyung no era bueno con los rostros, pero recordaba cada frase como si su mente fuera una grabadora. "¿Me llevarás a casa, Taehyung?"

No era mala idea. Él siempre hacía reír a las personas, y Jungkook parecía falta de unas buenas carcajadas. Quería averiguar la verdad detrás de su historia. Lo miró y decidió que podían dar un vistazo a la ciudad que ahora a los peores monstruos de comodín. Y tal vez, si el tiempo les daba, podrían visitar su viejo apartamento.

"Jungkook vivía con un gato y su compañero de cuarto, Seokjin. Ambos se fueron cuando los pájaros seguían estampándose contra la ventana del pobre chico. Se cree que todo ese piso está embrujado. Taehyung no debería acercarse por allí, siempre veo que se pasea por las habitaciones vacías y regresa a la suya sin siquiera orar o persinarse. Créeme, el mal puede entrar a su hogar de muchas formas."

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