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8._Peticion


La historia que el elfo contó sucedió poco después del anochecer, cuando él y su grupo retornaban de su cacería. Según dijo se apartó de sus compañeros pues estaba un tanto frustrado de que uno de ellos haya derribado la presa que seguían en lugar de él. Fue entonces que vio lo que para Mary sonó a una estrella fugaz  descender de forma vertical sobre el bosque. El elfo la describía como algo difuso. Algo que parecía estar hecho de una niebla blanco brillante. Él creyó que aquella estrella fugaz había colisionado con el suelo, pero no oyó ningún sonido. Poco después la misma estela de luz paso frente a él, entre los árboles, logrando ver la figura de una mujer en medio de ese vapor.

-No relacione lo que ví con la mujer que encontraron en el bosque...- terminó de decir aquel elfo.

El rey le cuestinó por qué no había dicho nada de eso antes y él se justifico diciendo que la pensó un espectro o algo así, Mary no le prestó atención. El relato le sonó tan insólito que tardo en digerirlo. Ajena a lo que el rey estaba diciendo, ella intentó dar una explicación a su llegada allí y lo único razonable era que estuviese ahí por medio de una proyección astral. Se le ocurrió que eso podía explicar el porque para el elfo pelirrojo verla llegar fue como mirar un espectro, aunque cabía la posibilidad que estuviera mintiendo.

-¿Es todo lo que viste?- exclamó Mary de manera súbita e interrumpiendo de manera algo grosera a Thranduil- ¿En serio no viste a nadie más?

-Es todo lo que ví- contestó el elfo aumentando la consternación en la mujer que se peino el cabello hacia atrás con la mano.

Era obvio que para Mary escuchar esa historia tuvo el mismo efecto que en él. Tal vez uno incluso uno peor, por eso Thranduil no le hizo ninguna pregunta dirigiéndose al elfo pelirrojo, cuyo nombre era Vëon, para advertirle debía conservar la discreción respecto al origen de la mujer encontrada en el bosque.

De ese modo, contando al rey, solo existían cuatro elfos que sabían Mary no era de ese mundo. Para todos los demás ella era solo una humana extraviada a quien se le permitía estar allí por capricho del monarca ¿Alguien podía ir en contra de una orden del rey? No. Sin importar si estuvieran o no de acuerdo o las suspicacias que generará la presencia de la mujer humana, tenían que aceptarla. Además nadie estaba obligado a interactuar con ella ni lo contrario.

Meldon y Vëon se retiraron porque así se los señaló Thranduil quien volvió su atención a la muchacha que parecía haberse ido a sus pensamientos por completo. Cuando ella advirtió él la miraba, le sostuvo la mirada un momento.

-Muchas son las cosas que no entiendo de tí- le confesó el rey- Una de ellas es que pese a venir de un mundo que te hace ver el mío rudimentario, no seas capaz de dar una explicación a tu llegada a mi reino. A no ser... que estés ocultando algo- agregó viéndola directamente a los ojos. Mary le sostuvo la mirada con una expresión calmada- No importa. Lo que sea que estés escondiendo, yo puedo descubrirlo. Y hasta que decida hacerlo o tú quieras decirme toda la verdad, permaneceras en mi palacio... Diez años, veinte, treinta o cien ¿Cuánto tiempo vivien los hombres de tu mundo?

Mary cerró los ojos un instante, como para reunir fuerzas.

-No tengo malas intenciones y todo lo que quiero es volver a mi hogar- le dijo Mary.

-Tal vez no, pero dejarte libre es una imprudencia que no voy a cometer.

-¿Imprudencia?- repitió Mary y tuvo que aclarar la garganta para seguir hablando- Señor...- lo llamó y él volteo a verla- Si descubre como puedo volver a casa ¿Me enviara de regreso?

Thranduil no respondió. Llamó a Meldon y le pidió que la escoltara. Pese al silencio del monarca, Mary entendió un par de cosas. Una de ellas era que el rey de los elfos intuía sabía más de lo que decía y otra cosa era que parecía temer del conocimiento que ella llevaba de su mundo a ese. Ciertamente mantenerla al interior de esa fortaleza era una acción muy precavida de su parte. Pero había algo que ella no había podido preveer y es que cabía la posibilidad que pese a que Thranduil pudiera encontrar una forma o al menos una pista de como regresarla a casa, no la compartiera con ella debido a que podía suponer vendrían más hombres de su mundo, quienes tenían una naturaleza desconocida.

Tal vez, en vista de esa enorme incertidumbre, Thranduil pediría concejo a alguien más como Elrond o Galadriel. O bien simplemente usaría su magia para borrar su memoria y luego dejarla en un asentamiento humano donde acabaría sus días como una campesina. Lo que en realidad no sonaba mal. Además de que en ese estado ella asimilaría ese es su único mundo. Sin embargo, el verdadero peligro era que en lugar de borrarle la memoria, Thranduil accediera a ella descubriendo toda la verdad. Tal vez Mary no tenía todas las respuestas, pero conocía el pasado y el futuro de esas tierra como de muchos que la habitaban incluído el del hijo del rey.

De pronto Mary no se sentía segura allí y seguía preguntándose el por qué de su presencia en ese mundo sin encontrar respuesta. Por ir distraída por poco cae por una escalera por la que descendía a un largo pasillo. Meldon la tomó por el brazo para evitar cayera.
Mary se soltó de ese agarre con un movimiento petulante. Estaba molesta o mejor dicho frustrada. Se peino el cabello hacia atrás con la mano y luego se sentó en el borde de la escalera que colgaba sobre el vacío como varias otras que se veían entre las cuevas. La hora del almuerzo había pasado, pero ella ni se enteró. No tenía hambre. Solo pensaba. Pensaba y pensaba en tantas posibilidades sin llegar a ninguna conclusión. 

Meldon se quedó parado a un costado de la mujer que no daba señales de querer levantarse. Permaneció allí por más de una hora y se hubiera quedado mucho más tiempo de no ser porque el elfo acabó sentandose a su costado. Mary lo miró de reojo.

-¿Qué quieres?- le preguntó la muchacha después de un rato, pues él se le quedó viendo con insistencia.

Meldon llevó su dedo índice hasta su boca, pero sin que tocaran sus labios. Lo hizo girar despacio como si hubiera estado enroscado algo.

-¿Quieres hablar?- le consultó Mary con un poco de extrañeza. Él asintió con la cabeza- ¿Y de que podemos hablar tú y yo?

Meldon la señaló a ella y luego giro su muñeca dibujando un círculo con el dedo, como señalando a su alrededor.

-¿Quieres que te cuente de mi mundo?- preguntó Mary y él asintió con la cabeza esbozando una sonrisa- Hablé bastante de eso con tu rey...y tú oíste gran parte de eso- señaló.

Un poco desanimado, Meldon bajo la mano y no volvió a moverse por un rato. Unos elfos pasaron a sus espaldas y los vieron con curiosidad. La muchacha escuchó sus pasos, pero los ignoró por completo. Tras varios minutos, Mary empezó a murmurar una canción en voz muy baja. Lo hizo por un rato largo en que vigiló al elfo a su costado. Él no tenía la culpa de nada de lo que estaba sucediendo y había sido gentil con ella desde el comienzo. Mary no pudo evitar sentirse un poco mal por haberle respondido como lo hizo, por lo que le dijo:

-En mi mundo las canciones dejaron de contar historias- Meldon la miró- Antaño era así. Las historias eran una forma de transmitir las historias de una generación a otra, pero cuando la escritura se volvió más fácil de aprender y estuvo más al alcance de las personas, eso cambio. Las personas dejaron de cantar a los héroes y comenzaron a cantar de lo que ellos sentían. Casi siempre al amor...

Meldon la escuchó con atención. Canciones que hablaban de los sentimientos de los hombres no sonaba tan extraña. Quizá poco frecuente, pero no extraño. Ahora cuando ella llegó al punto en que los hombres y mujeres que cantaban esas canciones alcanzaban un nivel privilegiado en su sociedad, pues si se torno algo un tanto insólito. Sin embargo, la forma en que ella explicó ese fenómeno fue bastante elocuente y aunque para él era casi un absurdo, pudo más o menos entender la motivación detrás de eso. Entre las cosas que Meldon había observado es que esa mujer hablaba poco, muy poco. Que cuando extendía sus discursos, era porque tenía algo que explicar o porque se lo pedían. Cuando no era así, hacia declaraciones concisas. Por eso cuando ella calló, no insistió en averiguar más. Ella le había contado algo de su mundo y no había más que agregar o que quisiera decir. 

Mary decidió levantarse, súbitamente se echo a correr cuesta abajo y él fue tras ella ¿Intentaba huir? Se preguntó el elfo. No le parecía una persona insensata como para ensayar tal cosa de un modo tan burdo. Meldon se sorprendió de lo rápido que corría la muchacha que doblo en una esquina dándose después la vuelta para obligarlo a detenerse de manera repentina. La cara que puso Meldon la hizo reír. El sonido de sus claras carcajadas rebotó en las paredes del pasillo.

-¿Qué ustedes nunca se ríen?- le preguntó Mary- Siempre están así...todos serios y formales- agregó parándose firme como un soldado de guardia- Deberías sonreír más...-agrego y se encamino por el pasillo con las manos en la espalda murmurando otra canción.

Meldon se le quedó viendo bastante confundido. Hace unos minutos estaba alicaida sentada en la escalera, de la nada se echo a correr y su humor cambio radicalmente. Las extrañezas de esa mujer eran demasiadas y no paraban. Aunque para Meldon podía ser raro el comportamiento de Mary, en realidad ella solo estaba intentando darse ánimos para sucumbir a toda esa tensión que estaba experimentando.

Thranduil recibió, esa tarde, al escuadrón que envío a revisar la zona en que encontraron a Mary. Los elfos peinaron el área sin encontrar nada. Sin embargo, otros que se aventuraron más lejos hallaron don cosas: una manta de color rojizo y un cuaderno. Ambas cosas habían quedado atrapadas entre las telas de araña sobre los árboles. La manta estaba hecha de tela de polar. Resultó suave al tacto del rey, pero también un tejido desconocido. El cuaderno estaba en blanco casi por completo. Los pocos dibujos que tenía estaban hechos en una tinta extraña de color azul y eran retratos de animales y plantas. Uno de ellos estaba a medio terminar. El rey elfo no tenía dudas de que la mujer decía era cierto y en la soledad de sus estancias se preguntó que hacer con ella.

Al final del día, Mary terminó en un aquella habitación que descubrió era parte de un conjunto de recamaras destinadas al descanso de las mujeres elfo que servían en el palacio. Algunas estaban ahí, podía verlas a través de unos pilares estrechos esculpidos en la piedra. Meldon la dejó en el corredor que conducía hasta allí y Mary se preguntó si se quedaría montando guardia o alguien le haría un relevo. Aunque considerando estaba rodeada de elfas, pues posiblemente no hacia falta tener un guardia en el pasillo. Aquel día se sintió particularmente agotador. Se pasó el resto de la tarde recorriendo el palacio con ánimo juguetón, pero su espíritu no se sentía muy vivaz realmente. En su cama descubrió una prenda para dormir. Se veía delicada y no se entusiasmo mucho con ella. Tardo unas dos horas en acostarse preguntándose si realmente era una proyección astral o llegó allí en cuerpo y alma. Cual fuera la verdad, prefería olvidarse de eso al menos para poder dormir en paz.

Mary despertó en medio de la noche porque creyó oír su nombre. Al descubrirse en aquel lugar descarto la idea y asumió había sido un sueño, pero antes de que se diera la vuelta para seguir durmiendo, Mary oyó otra vez su nombre. En ese palacio solo había un elfo que podía estarla llamando y la idea de tener ese visitante nocturno no le fue agradable. Cuando se sentó en la cama, logró ver su silueta en el pasillo, antes de la curva. La llamó con la mano, pero ella se resistió a responder. Aunque el hecho de que ese elfo cometiera el atrevido acto de ir hasta su cuarto en la noche le sembró una fuerte curiosidad. Con cuidado, sin hacer ruido, Mary avanzó hacia la curva quedando de un lado y el elfo del otro. No sé veían.

-Estaba seguro que le dirías al rey lo que te dije- hablo él- Ahora he sido asignado a la guardia real. Mi señor Thranduil no iba a dejarme fuera de su vigilancia sabiendo algo tan importante. Hiciste tu parte muy bien.

-¿Me manipulaste?- murmuró Mary con incredulidad.

-Tania que buscar la manera de acercarme a tí. El rey tal vez tenga dudas, pero yo sé lo que ví. Tú vienes de otro mundo y quiero que si consigues volver... me lleves contigo- le dijo aquel elfo.





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