38._Susurro
-¿Todo?- repitió el rey al pararse frente a ella. Lo hizo tan cerca que cuando Mary levantó el rostro, para verle a la cara, por poco le golpea la barbilla con la cabeza.
-Sí. Todo- afirmó Mary apartandose un poco de él para pensar. No sabía que decir. Todo ocurrió tan repentinamente y en un momento tan sensible.
-¿En serio crees que voy a creer que estás en conocimiento de todo lo que ha sucedido, sucede y está por suceder? La historia de esta tierra te la pudo contar cualquier elfo- le señaló Thranduil y al pronunciar las últimas palabras arrugo la nariz y su voz se oyó áspera.
Eso era verdad. No importaba si ella le hablaba de su padre Oropher. De como él y su gente dejaron su capital en Amon Lanc y cruzaron Anduin para vivir con sus parientes en Lórinand, antes de la guerra de la Última Alianza o de como en la Batalla de Dagorlad, la compañía de Oropher luchó valientemente, pero él acabó asesinado con la mayor parte de su pueblo. No importaba si le hablaba del Rey Noldorin Gil-galad, Fingolfin o Lúthien. Daba igual que acontecimiento narrara del pesado o a que elfo u hombre mencionara, lo cierto era que cualquiera podía haberle hablado de esos hechos. Mary cerró los ojos y respiro profundo para recordar. Casi al mismo tiempo que Thranduil abría la boca para exigirle su satisfactoria explicación, ella volteó a él y dijo:
-Podrian pensar que una noble misión está en juego. Ir a reconquistar su reino robado y asesinar un dragón. Personalmente sospechoso de un motivo más prosaico. Tal vez intento de robo o algo parecido a eso- Mary hizo una pausa. Thranduil abrió los ojos con desconcierto. Estaba oyendo sus propias palabras dichas a Thorin cuando le concedió aquella audiencia- Hallaste la manera de entrar. Buscas algo con lo que podrías obtener el derecho a reinar. La joya del rey. La piedra del arca. Eso lo entiendo. Hay gemas en la montaña que yo deseo con eso ardor. Gemas blancas de luz de estrella. Te ofrezco mi...
-¡Silencio!- exclamó Thranduil dando un paso hacia ella que dio uno atrás.
-Un favor por un favor- continúo Mary, pero en esa ocasión repitiendo las palabras de Thorin- De un rey a otro- esas fueron las palabras que empleó él, Thranduil- No confiaría en que Thranduil, en gran rey, honraria su palabra aunque el fin de los tiempos se acercara. Tú careces de todo honor. Ya he visto como tratas a tus amigos. Acudimos a ti una vez. Hambrientos, desamparados, buscando tu ayuda, pero nos diste la espalda. Tú solo ignoraste el sufrimiento de mi pueblo y...
-¡Suficiente!- le ordenó el rey que terminó poniendo el filo de su espada en el cuello de la mujer- Me ha quedado claro que sabes que sucedió. Ahora dime cómo es que lo sabes.
-Practicamente estuve ahí- respondió Mary viendo de reojo la espada que le acariciaba, peligrosamente, la barbilla.
Thranduil bajo la espada, pero no la guardo y Mary comenzó a le explicar el como conocía la historia de la Tierra Media. Lo hizo con mucho cuidado, con todo el tacto del que disponía, para que esa verdad inverosímil fuera digerida de la mejor forma posible. Evitó usar la palabra ficción o fantasía para referirse al libro que ella leyó de niña, otorgándole la categoría de un registro de un mundo lejano obtenido mediante una habilidad especial que poseían algunos escribanos. Según ella un don antiguo y prácticamente olvidado. Estaba mintiendo otra vez. Pero es que hay verdades que pueden ser demasiado tremebundas para ser fichas. Además ella empezaba a creer que en realidad esa era la explicación de que ese mundo existiera.
Thranduil oyó todo como si fuera algo absurdo. Como si estuviera escuchando una broma ofensiva y cruel. Le hizo algunas preguntas de forma brusca, como quién había hecho el registro a lo que Mary respondió que un hombre que había muerto hacian varios años y del que ella no sabía absolutamente nada salvo que fue él quien escribió los libros que todos veían, en la actualidad, como historias de leyendas. Después de media hora de estar en ese masticar de ideas, Thranduil dejó de hacer preguntas y Mary tuvo un pequeño descanso. Él se apartó de ella. Parecía desorientado. Sus pasos eran algo imprecisos y se llevó la mano libre a la barbilla, a la boca, al rostro, acariciandose de una forma un tanto ansiosa. No era tan inaudito lo que ella le estaba diciendo, pero eso no aplacaba su ánimo. Cuando volvió a ver a Mary, que estaba de costado a él, como perdida en sus pensamientos, Thranduil la miró con resentimiento.
-Me mentiste desde el principio- le dijo sin esconder su enfado en su voz- Sabias quien era yo, donde estabas ¡y me engañaste para que te protegiera de los peligros que hay más allá de mi fortaleza, de reino!- la acuso Thranduil logrando ella bajara un poco la cabeza.
A firmes pasos el rey volvió a Mary buscando sus ojos. Quería ella lo mirara a la cara, pero la mujer le negó su rostro por lo que él acabó tomándola por la barbilla para obligarla a mirarlo.
-Admito no quería dejar su palacio por temor ser víctima de una banda de orcos o algo peor, pero esa no era mi única motivación para querer permanecer allí- confesó con un humildad.
-Por supuesto que no- exclamó Thranduil- Sabías que los elfos contamos con lo que ustedes llaman magia y pensaste que podías encontrar ayuda, con nosotros, para volver a tu hogar. Eso si el hecho de que añorabas volver a tu hogar es cierto y no otra de tus mentiras.
-Es cierto- le dijo Mary y sujetó el antebrazo del rey para soltarse de su agarre sin lograrlo- Desde el primer momento yo solo he deseado volver a casa...o así era- lo último lo dijo con una hebra de voz.
Thranduil la soltó y dió unos pasos atrás como para retomar fuerzas y conservar ese ánimo que tenía.
-Si dejaba su reino no solo podía perder la oportunidad de retornar a mi hogar, sino que también me exponía a ser capturada y que mi conocimiento cayera en malas manos- manifestó la muchacha con voz serena, firme, pero un poco más dócil que al principio.
Thranduil le dio la espalda un momento, después se giro a ella de forma brusca y dijo:
-Cuando llamaste mellon a Meldon sabías lo que esa palabra significaba- hizo una pausa- Cuando viste la espada Orcrist...la reconociste. Por eso te entusiasmo tanto poder sostenerla. Dime, Mary peregrina entre mundos, viajera astral- el rey dijo aquello no mofa en la voz y en sus teatrales movimientos- ¿También sabías dónde esa espada iba a terminar?
-Sí. Lo sabía. Como sabía que Thorin escudo de roble, Fili y Kili, sus sobrinos, encontrarian la muerte en la batalla que aquí sucedió. También sabía usted volvería con bien a su morada bajo la colina- contestó Mary y Thranduil se sonrió, pero de forma arrogante, indiferente y hasta algo cruel.
-¿Por eso no me advertirse hacia donde estaba llevando a mi gente?- le cuestionó Thranduil arrugando la nariz e inclinandose un poco más sobre ella- Sabías que Thorin y su tropa seguían con vida, sabías que el ejército de orcos iba hacia la montaña, pero a un así te callaste...¡Y exijo saber la razón de tu silencio!- exclamó.
Mary bajo un poco la cabeza. La exclamación del rey le dio un poco de miedo. La expresión de su rostro era realmente feroz, mas no contestó y Thranduil se apartó un poco recuperando, momentáneamente, la compostura.
-Puedo entender que quisieras estar a salvo y que consideras a mi reino, y mi gente, el sitio mejor para encontrar una solución a tu predicamento- le habló Thranduil con una voz más indulgente, pero que volvió a la hostilidad de antes rápidamente- Pero que te callaras algo tan relevante como la guerra que se avecinaba, eso, es imperdonable. Muchos de mis elfos murieron en esa batalla y tú, podrías haberlo evitado de haberme dicho que estaba por ocurrir ¡Pero no te importo la suerte de mi gente!
-Ahora sabe lo que sintió Thorin cuando usted le negó la ayuda a su pueblo- le contestó Mary producto de esa irreverencia innata.
-¡¿Cómo osas comparar ambas situaciones?! Yo advertí a Thrór que todo ese oro podría atraer la calamidad sobre su gente ¡Yo no recibí ninguna palabra que me permitiera apercibirme!- exclamó yendo hacia ella otra vez e inclinandose un poco para verla a la cara- Porque tú callaste ¿Dónde quedo tu gratitud por haberte recibido en mi palacio, por haberte tratado como una invitada, por haberte sentado en mi mesa a comer de mi pan y beber de mi vino?
Mary cerró los ojos y giro la cabeza a un costado. Sentía bastante remordimientos por haber guardado silencio. En ese momento, Thranduil la hizo sentir vergüenza.
-No podía...- murmuró con voz temblorosa y sin terminar la frase, pues la palabra "podía" le generaba controversias.
-¿No podías?- le cuestionó el rey acercando más su rostro al de ella como si con eso buscara, la mujer, abriera los ojos- ¿Por qué no podías? ¿Qué...te lo impidió?
-No puedo decirlo- contestó Mary.
-¿No puedes decirlo?- exclamó Thranduil y clavó su espada en el suelo para intentar sujetar la cabeza de Mary que se apartó de inmediato.
-¿Qué hace?
Thranduil inclino el rostro a un costado y se sonrió casi como si la reacción de la muchacha le hubiera resultado graciosa.
-¡No puede hacer eso!- le gritó Mary bastante molesta- Me dio su palabra de que no intentaría volver a mirar en mis pensamientos otra vez.
-Eso fue antes de saber que escondes el destino de mi hijo y esta tierra en ellos- respondió el rey avanzando hacia ella.
Mary caminó haciendo una media luna, por aquella tienda, mirando de frente Thranduil en todo momento. Como un pequeño gato que está siendo acorralado por un feroz perro.
-¿Crees que puedes escapar o evitar que obtenga esa información? Trata de huir y te haré atrapar antes de que puedas dejar estás ruinas. Intenta esconderme tus pensamientos y entraré en ellos. Tal vez tienes un conocimiento crucial, pero tú eres solo una pobre mortal sin ninguna posibilidad de huir de mí o negarme lo que yo deseo...
-Hay poderes más grandes que el suyo- le respondió Mary y se subió la manga del vestido para enseñarle la venda que cubría la herida de la fiera que la atacó- Hace unos días un grupo de bestias me emboscó cuando estaba en el bosque y apenas antes de ayer uno de sus elfos intentó entregarme a los orcos- le contó la mujer tomando por sorpresa al rey- Así fue como llegué hasta aquí. Ese elfo me secuestro en la oscuridad de la moche y luego salto conmigo al rio. Allí apareció Radagast y...uso su magia supongo para salvarme de los orcos. Lo que está aquí- dijo eso tocando el costado de su cabeza con su dedo- Es muy peligroso. Nadie puede saber que va a pasar.
-Eso lo voy a decidir yo- le respondió Thranduil tomando la espada otra vez.
Mary cerró los ojos apretando los párpados y haciendo un gesto de impaciencia, pero así misma. Cuando miro a Thranduil, de nuevo, de algún modo recordó su charla con Meldon aquella vez que le contó la verdad. Había formulado una pregunta para iniciar su exposición. En ese momento esa interrogante no servía de nada, pero considero otras a las que no pudo dar la gracia adecuada, mas valía la pena ensayar.
-Señor- lo llamó y él levantó un poco la cabeza- ¿Si usted conociera la seguidilla de eventos que desembocan en el final de la batalla que a librado su pueblo desde siempre, se atrevería a hacer un cambio en los hechos? Si el solo hecho de conocer esos eventos pudiera cambiar el curso de las cosas ¿Se atrevería a mirar que es lo que sucederá?- le pregunto Mary viéndolo a los ojos.
Thranduil se levantó cuan alto era y miró a la mujer delante de él con una expresión arrogante. Si algo había aprendido en esos meses respecto a Mary es que si su lengua hubiera sido una espada, sin duda, hubiera sido una celebre y su nombre hubiera hecho temblar a sus enemigos. Esas interrogantes lo silenciaron por completo, pero no porque fueran difíciles de responder, sino porque estaban susurrando. Con un movimiento firme, el rey, guardo su espada relajando un poco a Mary que por un breve instante bajó la mirada para enfrentar la de Thranduil que víctima de una súbita serenidad le devolvió las preguntas con otra.
-Desde que te conocí y supe que no eras parte de este mundo me he estado haciendo dos preguntas- le dijo- La primera es que era lo que tanto te empeñabas en esconder. La segunda es ¿por qué llegaste a esta tierra? Dime Mary, peregrina entre mundos, ¿qué razón te trajo hasta mi reino?
Esa interrogante Mary no la espero, pero conocía la respuesta. La había obtenido hace poco. Había logrado exaltar al rey mediante ligeras provocaciones que lo hicieron ir perdiendo los bríos violentos a medida que iba subiendo la voz y demás. Era momento de hacer el siguiente movimiento, aunque eso fuera doloroso y no garantizaba el éxito. Mary podía estar improvisando, pero en el fondo siempre tenía una estrategia, aunque fuera básica, aunque la terminara hiriendo también.
-Yo...- comenzó a hablar en voz baja- Yo estaba huyendo, señor...
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