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22._Advertencia


Vëon miró pasar a la mujer por su lado para ir a saludar al carcelero. Siempre creyó que si Mary le ofrecía la oportunidad a alguien de ir con ella ese sería Meldon. Pero en ese momento también creyó que si ella llegaba a considerar quedarse, la razón también sería Meldon. No había otro elfo que hiciera a esa mujer sonreír de esa manera. Ni siquiera él que durante todo ese tiempo en que el carcelero estuvo fuera, fue con quién Mary más compartió había conseguido ese poder ¿por qué Meldon y no él? La envidia en el interior de Vëon crecía como el brote de roble en el cuarto de esa mujer.

El tiempo de descanso de Meldon había terminado. El rey se lo había concedido para que reflexionara y él lo hizo. Durante esos días en la paz de su cabaña bajo los árboles de haya, Meldon estuvo pensando en esa última conversación con su señor Thranduil. Y si bien no podía decir él estuviera equivocado, tampoco creía que su apego a la muchacha humana respondiera únicamente a un sentimiento. Ella guardaba un gran secreto. Tenía sobre sus hombros una fuerte responsabilidad y dejarla sola con ella le parecía déspota e insensato. Para Meldon, Mary era una criatura muy frágil. No porque pensará que fuera débil o incapaz. Si algo había demostrado la mujer era que no solo era inteligente sino también muy tenaz. Su delicadeza, para aquel elfo, radicaba en otra cosa.

Esos días sin ella lo abrazo de nuevo el silencio. La lúgubre marca de su cautiverio apretó su corazón y retorno a la soledad como un pájaro que acepta no volará sobre los árboles nunca más. El murmullo incesante de Mary no estaba. Ni su sonrisa abierta, ni traviesa mirada, ni la inquietud, ni la prisa de la doncella humana. Nada. Sin ella todo era estático y lento; pesado. Solo su recuerdo lo animó a ratos, llevándolo a preguntarse qué sería de él cuando ella volviera a ese otro mundo.

Verla de nuevo, mirarla medio correr hacia él, lo hizo sonreír. Por un momento pensó que Mary se abrazaría a su torso como cuando le reveló la verdad, pero no. La mujer se detuvo un paso delante suyo con las manos ahí, como un conejito que toma un impulso antes de saltar, pero no llega a hacerlo. Mediante gestos le hizo saber a Mary lucía radiante, como las flores del bosque bajo el sol del verano. Y es que el cabello rojo de la muchacha parecía más abundante e intenso en su color, por lo que su pálido rostro adquiría una luminosidad blanca.

Cuando Mary fue hacia él lo hizo pensando en abrazarlo, pero no llego a hacerlo porque creyó Meldon lo vería como algo inapropiado. Cuando entendió sus señas pensó en una respuesta, pero preferió solo sonreír. En los días de ausencia de ese elfo ella también estuvo pensando y concluyó era mejor dejar las cosas así, pese a la demanda de su corazón. Ella era buena ignorando sus emociones, aunque sabía bien nada bueno salía de eso.

Vëon los vio pasar hacia las puertas. Saludo a Meldon y fue tras ellos a una distancia prudente. Se apartó tan pronto estuvo dentro de la fortaleza dándose a la idea de que con el retorno de Meldon, ella no volvería a buscarlo.

Meldon retomo sus tareas ese mismo día. Thranduil estaba al tanto de su retorno y esperaba conocer la conclusión a la que había llegado. En especial después de ese extraño sueño que tuvo, pero no lo llamó a su presencia esa jornada. El rey, unas noches atrás, se vio a si misma de pie delante de Mary. La mujer estaba vestida de blanco. De un blanco pristino. Casi como la luz de las estrellas. Su melena roja contrastaba con su atuendo. Él estaba ataviado  como si hubiera estado por partir a la guerra. Incluso empuñaba una espada. Parecía estar discutiendo con Mary que apretaba un libro contra su pecho. Un libro que él intentaba tomar, pero que ella no accedía a darle. Cuando decidió usar su espada para obtenerlo, sin herir a la muchacha, al poner sus manos sobre ese cuaderno una poderosa voz exclamó un fuerte: "no" y él salió de su sueño muy agitado. Aquella visión no se había vuelto a repetir, pero lo dejó bastante inquieto.

Contrario a lo que Vëon creyó, Mary si lo buscó después de la llegada de Meldon. Lo hizo porque él le estaba enseñando a usar el arco. No es que Mary tuviera la idea de convertirse en una gran arquera o algo por el estilo. Sucedía que no le gustaba estar sin hacer nada e invertia su tiempo en aprender cosas. Generalmente hacia esto leyendo, pero ahí no había algo que ella pudiera leer. Muchos quizá hubieran intentado aprender elfico, pero Mary tenía un pequeño problema con el lenguaje escrito que le hubiera hecho esa tarea algo demasiado difícil y ella no quería complicarse la vida. La fortaleza tenía varios espacios que permitían la práctica de arquería y en uno de esos Mary y Vëon habían acostumbrado a reunirse. Eligieron un sitio un poco aislado por dos razones: la primera es que durante ese tiempo Mary le hablaba de su mundo y la segunda que ella prefería alejarse de las miradas curiosas de los demás elfos. Claro que no podía evitar que uno o dos pasarán, de vez en cuando, por ahí y se quedarán mirando o comentando.

Ese día la muchacha estaba practicando mientras Vëon le contaba que de niño una vez por poco hirió a su hermano con una flecha, cuando este cambió de actitud repentinamente. Por la postura que tomó el elfo, Mary supo que a su espalda no estaba cualquiera. Cuando volteo a ver se encontró con Thranduil viéndole con bastante curiosidad. La mujer no pudo evitar sentirse un poco nerviosa con su presencia, pues de inmediato recordó su último encuentro y sobretodo la cara que el rey hizo cuando ella le arrebató la copa de vino. Apenas logró ahogar la risa que le causó evocar ese momento. Acabó bajando el arco y la cabeza para no cometer una imprudencia, sin embargo, fue incapaz de contener sus carcajadas por mucho tiempo.

-Lo siento- se disculpó entre risas- Usted perdone es que...- Mary intentó decir una frase, pero no pudo. Reía nada más y lo peor es que la mirada de incomodidad y ofensa que tenía Thranduil no hacia sino aumentar su risa.

Vëon la miraba con una mezcla de vergüenza, miedo y absoluto desconcierto. Thranduil, más habituado a las irreverencias de la mujer, se mostró un poco más tolerante, pero terminó por decapitar la risa de la muchacha haciendo alusión precisamente a su atrevida actitud.

-No he querido ofenderlo, señor- logró manifestar Mary- Le pido me disculpe por esto, por beberme el vino de su copa en el banquete y por todo lo demás.

-Por todo lo demás- repitió Thranduil viendo a la mujer de los pies a la cabeza mientras hacia un ademán con la diestra para que Vëon los dejara solos- Tal vez creas que lograste imponerte sobre mi voluntad al haber conseguido te quitará toda restricción, pero te recuerdo que sigues viviendo en mi palacio, en mi reino, porque así lo permito.

-Esta molesto porque no fui a ofrecerle una disculpa cuando desperté- pensó Mary y no se equivocó. Thranduil se sentía un poco ofendido y casi que despreciado porque ella no fue a disculparse durante esas casi dos semanas- Yo...creía que usted no querría verme después de lo que pasó. No me llamó a su presencia y no quise volver a cometer una impertinencia. Admito me dejé llevar por la ira y sentí vergüenza por ello. También un poco de remordimiento. Después de todo usted ha sido muy gentil conmigo. Sepa... lamentó haberlo puesto en esa incomoda situación- agregó la muchacha y se escuchaba honesta.

Thranduil se le quedo observando un instante, acabando por aceptar la disculpa de la mujer con un ligero movimiento de su cabeza coronada por flores del bosque. Mary, cuando estaba cerca, podía respirar el aroma que desprendía aquella prenda.

-Me habían contado que te estaban enseñando a usar el arco- comentó Thranduil acariciando una flecha que tomó de un carjad que había sobre unos barriles vacíos.

-No estoy planeando dejar este lugar- declaró Mary quién por el tono de voy del rey imaginó él podía estar pensando que ella se estaba preparando para irse- No, a menos que usted quiera así sea...

Thranduil guardo silencio y todavía con la flecha entre las manos se acercó unos pasos a ella para luego pedirle que disparará. Mary inclinó un poco la cabeza y se le quedó viendo como si no hubiera entendido la petición, pero no hubo necesidad de que él la repitiera. Por un momento Mary se sintió como cuando rindia los exámenes en la escuela. La flecha de la muchacha quedó a centímetros del blanco. Thranduil observó que apenas Mary bajó el arco se llevó la mano al hombro derecho por lo que le preguntó si había estado practicando hacia mucho.

-No- respondió Mary- Tengo una lesión y mi hombro duele en ciertas circunstancias.

-Como una herida de guerra- comentó el rey- Quienes han participado en batalla siempre se quejan de la dolencia de una vieja herida.

-Eso es cierto. Pero lo mío nada tiene que ver con ello. Solo fue un acción- le respondió Mary.

La muchacha se veía y se expresaba con mayor naturalidad que antes del incidente del vino. Parecía más fresca, más ella.

-¿Un accidente?-repitió Thranduil.

-Era de noche e íbamos de regreso a casa en un viejo y pequeño automóvil. Otro nos dio por atrás y nos arrojó al costado de la carretera. Fue así como obtuve esa lesión. Mi padre murió en ese evento. Yo era muy pequeña. No recuerdo mucho de eso- le contó la muchacha poniendo otra flecha en su arco. La saeta tampoco dio en el blanco en esa oportunidad.

El rey le dio unas condolencias formales, distantes, e hizo un comentario respecto a lo duro que era perder a alguien a tan corta edad o eso le pareció a Mary que dijo. No estuvo muy segura de ello, pues el monarca se expresó de una forma demasiado adornada. A veces hacia eso. Después de unos minutos en que él solo se quedó parado ahí, Mary comenzó a preguntarse el motivo por el cual el rey había ido a hablarle.

-Si soy honesta no lamento tanto la muerte de mi padre. Él siempre estaba lejos así que su ausencia no fue tan desoladora. Pero han habido otras que si lo fueron- le dijo Mary poniendo una tercera flecha en su arco- Todavía duelen- agregó y no supo porque le contó eso.

-Conoces el dolor de la perdida y lamento que sea asi- exclamó el rey elfo usando la flecha que estuvo sosteniendo para corregir la postura de la mujer tocando con la parte no aguda las partes del cuerpo que ella tenía que mejor en posición- Mas sabiendo que has experimentado ese angustiante dolor, me atrevo a advertirte que puedes ocasionar un sentimiento igual de devastador al vacío que provoca la muerte de un ser amado...

Mary iba a voltear a verlo, pero el extremo de la flecha en su mentón se lo impidió.

-Los ojos en el blanco- le indicó Thranduil antes de señalarle estirará la cuerda un poco más- Meldon ha sufrido una tragedia que hizo de él alguien muy distinto a quien solía ser. Otra tragedia podría conducirlo a un prematuro y todavía más terrible final- le dijo y su voz como su semblante adquirieron unas notas grises.

Mary fue incapaz de seguir sosteniendo la flecha así que disparo dando en el blanco, pero apenas unos segundos después una segunda flecha paso por encima de su hombro y atravesó la suya como si hubiera estado hecha de papel. Cuando volteó  encontró a Thranduil bajando un arco. Aquello no fue una amenaza, ni un alarde de su excelente puntería sino una demostración de lo que podía suceder si ella seguía por el sendero en el que se estaba encaminando.

Mary tomó otra fecha y recordando las instrucciones del rey apunto a la flecha de este. Dio en el blanco, pero en lugar de que su saeta atravesará la previa rebotó.

Thranduil se retiró diciendo que la estaría esperando una hora después de la última comida para que le siguiera contando de su mundo, Mary asintió en silencio. Obviamente él le hizo esa advertencia respeto a Meldon, pero a ella le parecía algo totalmente infundado, pues la posibilidad que ese elfo sintiera por ella algo más que consideración le era demasiado improbable. Siguió practicando hasta que Vëon regreso y para fastidio del elfo pelirrojo no la hacía solo. Meldon apareció en el lugar con un arco en su mano.

Afuera el otoño besaba las copas de los árboles y el cuchillo elfico, que pendia del hilo de plata invisible, caía al suelo. Aquello sucedió ante los ojos de Legolas que había ido allí a comprobar la presencia del arma. Cuando la tomó en su mano no parecía estar sujeta a algo. El cuchillo se sentía normal. El principe del Bosque Negro tiro de él y hasta caminó varios metros para comprobar no seguía atado. Confiado lo puso en su cinto, montó su caballo y partió de regreso al palacio, pero terminó cayendo de su montura cuando el cordel de plata llegó a su límite. Sentado en medio del sendero se quedó Legolas viendo, por encima de su hombro, el cuchillo un par de metros detrás de él, ahí en el suelo

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