
14._Globo
No solo la vio también la escuchó y se lo hizo saber. Mary no supo que decir en ese momento y era evidente él quería saber qué estaba sucediendo además de otras cosas que no entendía.
Meldon estaba acostumbrado a hacerse entender por medio de "frases cortas" que requerían pocos gestos. Cuando deseaba manifestar ideas más elaboradas o explicarse de manera más detallada recurría a la escritura, pero Mary no leía elfico. Había mucho que quería decirle en ese momento, a esa mujer, pero terminó frustrado por no lograr comunicarse con existo. Tenía la necesidad de gesticular palabras que antes nunca necesito y por tanto no tenía una forma de hacerlo. Al fin al notar ella estaba un tanto asustada se relajo un poco. Él no tenía intenciones de atormentar a la muchacha.
-Te contaré todo- le dijo Mary levantando un poco las manos con las palmas hacia él.
Meldon asintió con la cabeza y le señaló seguirlo para buscar un sitio donde hablar sin el riesgo de ser escuchados por algún curioso. Terminaron en el área de las mazmorras. Sitio que no le agrado mucho a Mary, pues su estadía en esas cuevas no fue para nada agradable. Claro que sí de sitios discretos se trataba sin duda era el mejor. Nadie pasaba por ahí a menos que hubiera prisioneros y no los había. Allí Mary le contó todo lo que venía sucediendo con Vëon desde el principio. Desde la primera vez que entró en su celda. No quería meterlo en problemas, pero tampoco ella quería tenerlos. Además desde su perspectiva ese elfo no hacia algo malo en realidad, solo no pensaba con sensatez y no comprendía la magnitud de su deseo. Meldon escuchó con atención, sin expresar ninguna idea o emoción en su semblante, hasta que ella terminó su relato.
-No estamos conspirando- agregó Mary a lo que él respondió que de todas formas su conducta y en especial la de Vëon no eran las correctas- ¡Ponte en mi lugar ¿Quieres?!- exclamó la mujer un tanto irritada.
Meldon le señaló no alzará la voz. Mary se cruzó de brazos y pego la espalda a la pared de piedra tras de si. El elfo la miró con compasión. Si entendía por lo que ella estaba pasando y por eso siempre le mostró un trato gentil. Le pidió lo siguiera hasta un pasillo salpicado de tapices colgando de los muros. Por medio de ellos, y un poco de mimica, Meldon le contó su historia.
Tiempo atrás, cuando las criaturas malignas comenzaron a invadir el bosque, él era un capitán del ejército de Thranduil. Un día junto a una tropa siguió a un escuadrón de orcos que había cruzado la frontera sur del reino del bosque, dándoles caza y terminando con ellos, sin embargo, empecinado en su persecución se alejó demasiado de las fronteras por lo que tardaron demasiado en el retorno viéndose obligados a cazar para alimentarse, pues las provisiones con las que salieron eran escasas. Así fue como terminaron siendo emboscados por un nuevo grupo de orcos que los superaban cuatro a uno y si bien derribaron a muchos, Meldon y sus compañeros se vieron obligados a retroceder para salvarse. Sintiéndose responsable de la suerte de los demás, él se quedó atrás para cubrir la retirada lo que permitió fuera capturado junto a sus dos más fieles amigos. Pero los orcos no tenían pensado solo matarlos como hicieron con los otros. Los arrastraron por el campo privandolos de agua, comida y haciéndoles avanzar a latigazos. Incluso les azotaban por diversión cuando se detenían a descansar. Cuando al fin alcanzaron la inmunda guarida de esos adefecios a Meldon y sus compañeros no les fue mejor. Ahí todo empeoró de formas que el elfo prefirió no describir. Uno a uno Meldon fue viendo a sus compañeros caer víctima de los orcos hasta que solo quedó el. El líder del grupo lo preservó un poco más porque le era divertido oírlo cantar en voz baja. Meldon como forma de sobrellevar el dolor murmuraba canciones alegres que sonaban dulce al oído del capitán orco que lo mantenía encadenado a la silla en que solía descansar. Un día hubo un pleito entre esos seres inmundos que terminó en un cambio de líder y este decidió deshacerse de la mascota de su predecesor, pero primero ordenó le arrancará la lengua para que no pudiera cantar más, para que no huyera de su tortura que hubiera sido terrible de no haber sido rescatado. Para su suerte los elfos que consiguieron huir fueron por otros para perseguir a los orcos, con la esperanza de encontrar a sus compañeros con vida. Los sorprendieron casi al alba, después de varios días de seguir su rastro, logrando casi acabar con todos y hallando a Meldon medio muerto en medio de los cadáveres de orcos. Sujetaba una espada de ellos de la que posiblemente se apoderó en medio de la contienda para defender su vida. Los elfos lo llevaron de regreso al bosque lamentando su suerte y la de los que no encontraron. Sus heridas físicas sanaron rápido, aunque dejaron marcas profundas en su corazón y a su ser sumergido en el silencio.
Meldon fue hecho prisionero, estuvo solo y asustado por lo que podía entender bastante bien lo que Mary sentía. Ella imaginó que algo así le había sucedido, pero que fuera él quien se lo contará hizo de toda esa historia algo realmente doloroso. La muchacha no pudo evitar sentir un poco de vergüenza y es que en comparación su situación era muchísimo mejor. Si bien Mary se consideraba una prisionera allí era tratada muy bien. Todo eso la hizo sentirse realmente como una conspiradora que planeaba algo horrible contra la gente que estaba siendo buena con ella.
Sus ojos se humedecieron al conocer la tragedia de Meldon, razón por la que volteó el rostro antes de hablar.
-Lo siento- dijo en voz baja, en un tono dulce y triste- Lamento lo que te sucedió- agregó un poco más compuesta- Creeme que también he vivido eventos terribles que me han arrancado la voz...
Esa última parte Meldon no la entendió y por medio de los dibujos en el tapiz le preguntó si en su mundo habían orcos.
-No- contestó Mary con una expresión triste y una voz apagada- ¿Le dieras al rey lo que te he dicho?- le preguntó la muchacha, tras una pausa, viéndolo a los ojos en esa ocasión.
De haberlo querido hacer lo hubiera hecho cuando Thranduil lo llamó para que le contará que hizo ella en el exterior. Pero guardo silencio y esto se debió a que en el fondo sabía bien Mary no hacia algo malo. Vëon era otra historia, mas perjudicar al muchacho así nada más no era algo que Meldon haría. Negó con la cabeza, pero cuando iba agregar algo más el mayordomo del rey apareció diciendo que el monarca deseaba ver a la mujer. Meldon asintió con la cabeza y escoltó a Mary hacia Thranduil que no estaba solo esa mañana.
Cuando la mujer entró en esa habitación, se encontró con Legolas también y su presencia, aunque no fue una sorpresa, si fue un tanto impactante para Mary. Meldon se retiró a la entrada de la cámara, como era su costumbre, y la muchacha avanzó hacia Thranduil porque él se lo señaló. Iba a presentarla a su hijo que la miraba con tanta fijación que acabó poniendo nerviosa a Mary, algo que no pasó inadvertido para el rey quien quiso saber a qué se debía la actitud de la mujer.
-Es que nos habíamos visto antes- contestó Mary- Pero creí que era un elfo cualquiera y pase de él. Además cuando nos encontramos me causó una fuerte impresión. El principe me recuerda a alguien que conocí.
-¿A un hombre?- cuestionó Thranduil.
-Sí y es que si no fuera porque ustedes tienen las orejas puntiagudas no serían diferentes a un se humano- les dijo Mary sonriendo de manera simpática.
Thranduil y Legolas intercambiaron desconcertadas miradas ante aquella inocente y al mismo tiempo atrevida declaración. De ninguna forma un elfo podía parecerse a un hombre. Eran seres muy diferentes.
-En aspecto claro está. Supongo que su especie y la mía han de tener mayores diferencias- continúo Mary- Pero es que no he tenido la oportunidad de conocerlos más profundamente- agregó.
-Los seres humanos enferman, mueren. Viven muy poco. Los elfos podemos ver nacer y morir un reino de hombres antes de que algo relevante suceda para nosotros- le dijo el rey.
-Ciertamente la vida de un hombre es breve, pero también es intensa- le contestó Mary sonriendo- En mí mundo se dice que la mortalidad del hombre es la envidia de los seres que no pueden morír, pues ellos fueron creados con un propósito que les mantiene atados mientras que los humanos podemos hacer lo que nos place. Incluso desafiar a los dioses...
Legolas pareció bastante sorprendido ante esas palabras. Su padre disimuló su consternación. Mary golpeó un punto sensible y lo hizo aproposito, aunque ellos no lo sospecharon. Asumieron que su impertinente actitud radicaba en venir de otro mundo y los conceptos que allí se tenían respecto de esos temas.
-Le contaba a mí hijo de las máquinas que me has estado hablando- exclamó Thranduil para dejar ese odioso tema atrás por más de un buen motivo- Él sostiene que es imposible hayan máquinas voladoras como las que describes... pero está equivocado ¿no es así?
-Lo esta. En mi mundo hay grandes máquinas que surcan los cielos llevando personas de un lugar a otro, también mercancías.
-¿Y tú puedes explicarnos cómo funcionan?
-Esas máquinas son construidas por ingenieros. Personas que se especializan en ese tipo de cosas. Es imposible para alguien como yo explicar algo así- respondió Mary- Pero hay máquinas más sencillas solo que han quedado obsoletas.
-¿Qué quiere decir obsoleta?- le pregunto Legolas.
-Que han dejado de ser usadas porque se han inventado máquinas mucho mejores- le explicó Mary.
-¿Y cómo funcionan esas máquinas obsoletas?- consulto Thranduil.
Mary lo pensó un momento. Decirles podía ser peligroso, pero fingir demasiada ignorancia no era buena idea. Podía hacer que quisieran buscar respuestas con otros métodos. Thranduil se lo había advertido.
-Necesito papel y un bracero encendido- le dijo la muchacha. El rey y su hijo se miraron de nuevo- No podré mostrarles cómo funcionan los globos aerostáticos sino me traen la que pido.
Thranduil llamó a un elfo para que buscará lo que la mujer solicito y una vez todo estuvo ahí ordenó cerrar las puertas. Solo él, Legolas y Mary quedaron en la habitación. Aquello dijo bastante a la muchacha que una vez tuvo el papel en las manos lo comenzó a doblar para crear una bolsa ancha. No dijo que hacía a los nobles elfos. Se concentro en su tarea y al terminar se aproximó al bracero para hacer una demostración de como el aire caliente elevaba la bolsa, procediendo a decir que mediante el viento y la regularización que daba el piloto al fuego podían desplazarse largas distancias. Obviamente también les habló de lo demás, como que en realidad un globo aerostático no se fabricaba de papel, pero partió por ese punto. Parecía algo bastante sencillo. Muy fácil de recrear y por lo mismo a Thranduil no le agrado ni un poco que Mary conociera tan bien el como construir tal vehículo. Obvio de aviones ella no sabía nada, pero cuando estaba en la escuela tuvo que disertar respecto al globo de los Montgolfier y se le quedó grabada la información.
Mary sospecho un poco de toda esa situación, pero no tenía una idea clara de que estaba tramando Thranduil así que una vez su exhibición acabó guardo silencio respecto al tema.
-¿Hay algo más que desee saber señor?- le preguntó al rey.
-No. Puedes retirarte- contestó Thranduil que parecía bastante pensativo.
-Señor- lo llamó Mary- ¿Es posible que me permita salir hoy?- consulto de manera dócil, obteniendo del monarca una mirada un tanto intrigada- Quisiera ir al sitio donde caí. Sé que no encontraron algo allí, pero...me haría bien poder verlo por mi misma.
-No es necesario que pidas mi consentimiento para dejar el palacio. He decido que puedes ir venir a tu voluntad, sin embargo, no puedes no volver. Si intentas dejar mi reino lo consideraré un afrenta y te perseguire por ello- le dijo el rey.
Legolas había estado muy callado, pero prestó bastante atención a todo lo que sucedió y se dijo. De ahí que le hiciera una petición a su padre, pero lo hizo en la lengua de los elfos algo que hizo sentirse muy incomoda a Mary. La charla fue breve y ella no se enteró de que dijeron, pero al terminar Legolas dio un paso adelante, fue cuando el rey le dijo que por la distancia del lugar tendría que ir a caballo y además llevar una escolta, pues era posible encontraran arañas y otras criaturas oscuras por el camino.
-Legolas se a ofrecido a conducirte hasta allá- agregó al terminar Thranduil como un broche de oro a su discurso.
Lo último que Mary quería era pasar tiempo con Legolas y el rey se lo pone a serle de guardia ¿El destino conspiraba en su contra? Se preguntó. No. Con toda certeza Thranduil envío a su hijo con más de una intención escondida. Ella no podía quejarse al respecto así que se quedó callada. Contaba con que Meldon y Vëon se unieran a su escolta y así ocurrió. Paso lo mismo con los arqueros que la acompañaron el día anterior. Irían a caballo por lo que Mary les contó ella sabía montar, pero no la dejaron. En lugar de darle un corcel la hicieron subir al de Meldon y no atrás sino adelante quedando rodeada por los brazos del elfo, imposibilitada de cualquier maniobra de escape. De más está decir que no estaba feliz con eso, pero no por ser tan limitada en acción sino por tener a ese ser tan cerca. Experimento algo semejante a la vergüenza y no estuvo segura del motivo de eso.
Vëon le dio una mirada a la muchacha que cumplió con lo prometido antes de lo que él imaginó. Aquello le saco una sonrisa, mas veía con celos la cercanía de Meldon con ella. Esa especie de amistad entre los dos no le agradaba.
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