79
—¿De dónde eres, Jaden? —inquirió Isamu, colocando entre sus labios la pajilla que venía en el vaso de su frappe— Digo, porque mencionaste que tu nombre sonaba como de chica "en este lado del mundo."
—Ah, de Rusia —sonríe. Cada vez que sonríe sus ojos se entrecierran, provocándole arrugas en las comisuras de estos—. Toda mi familia es de Rusia, crecí allá hasta los 15 antes de mudarme.
—¿Por qué te mudaste?
—Mi mamá tuvo una oportunidad de trabajo aquí, y no iba a desperdiciarla.
—Eso suena genial.
—Tú eres asiático, ¿cierto? ¿De dónde?
—Japón —sonríe. Oh, Dios, de verdad es un tipo agradable. Era genial que no le dijera "eres chino" o algo así—. Viví con mi familia en Nagano hasta los 16, luego de eso mi mamá y yo nos fuimos a España.
—Ah, ya veo. Entonces también hablas japonés.
—Hai! —sonrió, elevando los pulgares.
Adrien rió bajito.
Oh, Dios, como amaba ese hombre. No había persona más perfecta para estar con él, definitivamente. Lo quería a su lado todavía más, todavía mucho más. Sí. Aunque fuera egoísta y lo hiciera sufrir un montón, lo quería a su lado.
Era simplemente perfecto. Vaya que sí, podía creérselo.
—No has hablado mucho —señaló Adrián, manteniendo su chocolate entre sus manos—. Normalmente no puedes tener la boca cerrada.
—No tengo nada de qué hablar —admitió, encogiéndose de hombros, dando un trago a su café helado. Ah, el buen café helado, que bebida más deliciosa—. No sé de qué hablar, sinceramente, estoy bien oyendo a Isamu.
—Hey, no sabía que cosas tan cursis pudieran salir de tu boca —se mofa Adriana, entrecerrando sus grandes ojos heterocromáticos y arrugando la nariz—. Bueno, quizás si leyera tanto romance como tú pudiera decir tantas cosas románticas y dramáticas.
Los ojos de Isamu se abrieron con sorpresa ante la revelación.
"Si leyera tantas cosas románticas como tú..."
¡Es decir que a Adrien le gustaba el romance!
¡Adrien leía romance! ¿Qué tipo de romance? A saber. Pero romance a fin de cuenta.
Cosa que no tendría que sorprenderlo tanto sabiendo que era un nerd sin remedio alguno, pero de todas formas lo hacía.
¡Adrien leía romance!
Una patada en la pierna lo hizo cambiar su mueca de asombro, Adrien le sacó la lengua como gesto de desagrado, diciéndole con la mirada que disimulara ese gesto, o que le desagradaba ese gesto, ambas opciones se veían como posibilidades. O directamente se trataba de ambas.
—Hey, Adrien, ya terminaste tu carrera, ¿no? —habló Jaden, captando la atención del hermano menor.
—¿Ah? Ah, sí. De hecho, sí. El año pasado.
—¿Piensas trabajar?
—Supongo.
—¿Supones?
—Es decir, ¡claro que pienso trabajar! Es solo... una veterinaria normal es aburrido; me encantan los perros, pero... pero hacer algo como cortarles el pelo y bañarlos y esas cosas es aburrido... Quiero intentar conseguir algo en un zoológico, o intentaré volverme el veterinario privado de un millonario con mascotas exóticas. No sé, quiero algo interesante.
—La idea del veterinario privado suena excelente —señalo Adrián—, ganarías un montón. Pero que miedo eso de tratar tigres y leones o cualquiera de esas cosas. No por el animal, sino por el dueño: si lo tratas mal, adiós tu cabeza.
—Lo dices como si le tuviera mucho aprecio a mi vida, eh. ¿Qué tanto aprecio le puedo tener si decidí estudiar veterinaria sabiendo que voy a morirme de hambre? Me moriría de hambre si no fuera por papá.
El par de ojos de los hermanos se abrió de par en par.
Hizo una pregunta.
Y no se estaba quejando al respecto.
—No creo que los veterinarios se mueran de hambre —murmuró Jaden, frunciendo el ceño.
—Lo hacen a comparación de un doctor y una abogada, así que no sé de qué hablas.
—Touché. ¿Tú estudias algo, Isamu?
—Estudié enfermería —sonríe de lado, pasando una mano por su claro cabello—. Fue algo corto, quería empezar a trabajar lo más pronto posible. Al final acabé descubriendo que mi gusto por las flores era mayor a mi gusto por la gente.
—Tiene sentido para mí. Eso dura poco, ¿no? ¿Dos, tres años? ¿Te graduaste hace poco?
—Hace siete años...
Gabriel se ahogó con su bebida.
—¡Gabriel! —se alarmó Adrián, al ver a su novio intentar reprimir su tos con una servilleta.
—Estoy bien —aseguró con voz rasposa a causa del reciente ahogamiento—. Es solo... la sorpresa... por... los años —se aclaró la garganta y se apartó la servilleta del rostro—. Hubiera jurado que eras el menor aquí, lo siento.
—Sí, ya me acostumbré a eso, no te preocupes. ¿Qué edad creíste?
—¿Veinte años? Pero si te graduaste hace siete hubieras tenido trece así que mis cálculos están horriblemente mal.
—¿Tú pensaste lo mismo, Jaden? —inquiere divertido.
—Oh, claro que no. Yo creí que tenías 19.
—Nosotros 21 —murmuró Adriana.
—¿Saben? Puedo acostumbrarme a esto de verme joven —sonríe divertido, dando un trago a su frappe—. Es como... bueno para mi autoestima.
—¿Nos dirás tu edad o deberemos vivir con la eterna duda? — reclamó la hermana mayor— ¡Para este punto creo que podrías tener cuarenta! Y no quiero a mi hermanito saliendo con un hombre de cuarenta.
—Me llevas dos horas de diferencia, Adriana —rió Adrien.
—Por favor, no cambies el tema, quiero saber la edad de Isamu y si me distraes me harás cambiar de tema. Entonces, ¿qué edad tienes? Dilo bien fuerte.
—Oh, el sábado cumplí 38...
—¡Por Dios!
—¡Es broma! —ríe fuertemente, dejando su vaso en la mesa y entrecerrando sus ojos, divertido por la reacción— Claro que no tengo 38. Tengo 27.
—Ah, menos mal —suspiró, pasando una mano por su cabello—. Dios, me creí lo de 38. ¿Tienes una idea de la paliza que te hubiera dado si era cierto?
—Es buena para dar palizas —aseguró Jaden, asintiendo con la cabeza.
—Bulleaba a los bullys —agregó Adrián—. A mí no me hubiera molestado tanto, me habría sonado a que Adrien se encontró un Sugar Daddy...
La risa de Adrien se ahogó en su café helado, el cual a su vez casi escapa por su nariz.
Isamu no tenía ni donde caer muerto.
Más que en sus brazos, quizás.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro