68
Luego de largas horas de sueño finalmente despertó. Vio por la ventana, había anochecido.
Adrien no estaba a su lado, lo que lo sorprendió de cierta forma, pues no tenía el sueño más pesado del mundo y se decía que podía sentir si una mosca pasaba a su lado...
Pero al parecer era mentira.
Se puso de pie y se frotó los ojos, estirando un poco el cuerpo. Entró al baño y observó su reflejo en el espejo, no pudo reprimir una sonrisa al ver su cabello, no lucía tan mal.
Ah, pero, ¿dónde estaría Adrien? Quizás con sus hermanos, quizás cenando. ¿Ya sería la hora de la cena? No lo habían llamado, ¿sería de mala educación salir y pedir algo de comer? Tenía hambre.
Oh, y quería una copa de vino. Una buena copa de vino. Le gustaba el vino de Urie, era un buen vino.
Bostezó un poco antes de salir de la habitación, acomodándose torpemente la ropa y el cabello. Hacía un poco de frío, pero no el suficiente para impedirle andar descalzo. Luego volvería a la habitación y se arroparía hasta el cuello con las gruesas sábanas, y se aseguraría que Adrien lo abrazara mucho para compartir calor.
Ah, también pediría una taza de chocolate como la que se tomó al llegar. Le vendría maravillosamente, incluso mejor que una copa de vino.
Llegó al comedor y asomó un poco. Urie estaba en la mesa, viendo su celular y tomándose un vaso con agua. O al menos a primera vista parecía agua, pero no le sorprendería si acabara siendo vodka o algo así. ¿Ese hombre era inmune al alcohol o algo por el estilo? ¿Mañana no tenía que trabajar?
—Hey, por fin despiertas —sonrió el señor, encontrando sus intensos ojos verdes con el pequeño asiático, quien apretó sus manos en puños al sentir que el hombre sentado medio borracho era demasiado intimidante para él—. ¿Dormiste bien?
—Ah... Eh... Sí, sí. Bien. Uhm, yo... ¿dónde está Adrien?
Urie arrugó la nariz.
Ugh.
Demasiado parecido a ella.
—Creo que se encerró en el cajón de flores —respondió, viendo su celular. ¿Se había puesto de mal humor? ¿Había hecho algo para ponerlo de mal humor? No. Debía ser el alcohol. Sí, eso era—. De siempre le ha gustado meterse ahí por horas a pensar... Es como su santuario o algo así...
—¿Estaría mal si voy a buscarlo?
Urie le dio un trago a su bebida.
—No lo sé —habló con sinceridad—. Nosotros normalmente no lo interrumpimos, porque usa el lugar para hablar "consigo mismo", y como no le gusta que lo veamos haciéndolo... Pero se tomó sus medicinas, así que debe estar tranquilo.
No le había respondido nada. Muy bien.
—Iré con él —anunció, caminando a la cocina para salir por la puerta de esta al patio.
Y salió.
Descalzo y sin abrigo. Una fuerte brisa de aire frío lo golpeó y le erizó cada pequeño vello en el cuerpo, provocándole escalofríos. Se abrazó como reflejo y dio media vuelta para volver por zapatos y abrigos, aunque decidió no hacerlo al recordar que debía pasar por Urie para llegar a la habitación, y ese sería un golpe bajo a su orgullo.
No se iba a congelar por estar unos minutos fuera, podía aguantarlo.
Se encaminó hasta el cobertizo en la esquina del patio y extendió su mano para sujetar el pomo de la puerta.
—No me gusta hablar en voz alta, dejemos de hacerlo.
—Es mejor para pensar con más claridad.
—Además, así ninguno grita sobre otro.
—Sí... sí, eso es cierto. Pero me gusta gritarles. Es terapeútico.
—¿Qué haremos para el aniversario de muerte de mamá?
—Ah, hiciste una pregunta.
—Lo sé, y no tengo una respuesta para ella. Así que ayúdenme.
—¿No sería mejor no ir?
—Ah, ¡otra pregunta!
—Digo, ¿qué es lo peor que podría suceder?
—¡Basta!
Ah, podía entablar una conversación consigo mismo. Apuesto que era divertido poder hacer eso. ¿Quién te conoce mejor que tú mismo? Además, hablaban como personas con personalidades totalmente diferentes. El acento y la tonalidad era muy parecida, pero casi podía decir que adentro habían tres personas diferentes.
—No podemos no ir al aniversario de muerte de mamá. Por ella es que viajamos hasta aquí.
—Por ella es que TÚ quisiste viajar hasta aquí. ¿Por qué mierda tendría que importarme el estúpido aniversario de Eriko?
—Estás haciendo demasiada preguntas que no podemos responder, detente. ¿Lo estás haciendo para molestarnos? Ah, mierda...
—Claro que no lo estoy haciendo para molestar, a mí también me desagradan las preguntas. De verdad me estoy cuestionando esas cosas.
—Me da miedo que alguien como tú pueda cuestionarse.
—No me cuestiono a mí, cuestiono lo que haremos en ese puto evento... La jodida doctora Ford estará, ¿no? Esa mujer nunca me cayó bien, con esa estúpida cara de sabelotodo y ese tono de voz siempre tan calmado... Era horrible. Si te hubiera tratado bien apuesto que no estuvieras loco.
—Sí, concuerdo con eso. Esa mujer solo quería vernos desarrollar. Como cuando tomas una muestra de gérmenes y las dejas en una cápsula a ver cómo crecen. Eso hizo ella contigo... con nosotros.
—Yo... no creo que esto fuera algo que pudiera evitar... No es culpa de nadie más que mía por ser tan débil... Si pudiera afrontar mis problemas por mi cuenta ustedes no estarían aquí.
—Ahora tenemos a Isamu.
—Que no es más que un puto dolor en el culo.
"¡Hey!" reclamó, frunciendo el ceño.
—Recuerda mis palabras, Dri: nos está usando. Preséntale a cualquier otro muchacho guapo que lo trate mejor que nosotros y se irá como la puta perra que es.
—No lo culparía. Yo también quisiera alejarme de alguien que me golpea tan a menudo.
—Él ama esos golpes.
—A mi me agrada Isamu... Digo, es la única persona que quiere seguir cerca de nosotros. Si de verdad quisiera escapar, ¿no lo hubiera hecho cuando olvidamos cerrar la puerta, en la reunión con los chicos, cuando llegó la policía a buscar el cuerpo de Kayla? Sí.
Hay largos momentos de silencio entre ellos.
—Hey, en todas esas veces la pasé realmente bien, ¿sabes? Quizás tener a Isamu a nuestro lado es mejor de lo que parece y soy solo un "tsundere".
—Ja, usaste un término de anime.
—Cállate. Estar a tu lado me pega lo nerd.
—Estás a mi lado siempre. Estamos juntos siempre. No sé de qué hablas.
El silencio vuelve.
Isamu toma un fuerte respiro y esboza una pequeña sonrisa.
Se sacude el cabello y toma el pomo, abriendo la puerta.
—Adrien, ¿estás aquí?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro