66
—Uhm... entonces... ¿te gusta mi cabello? —inquiere, viendo al piso, de vuelta en la habitación de Adrien, sentado en la silla frente al escritorio mientras su pareja lava sus lentillas.
—Luces como un puto idiota —gruñó molesto, viendo su reflejo en el espejo.
Isamu suspiró con cierto pesar. ¿Por qué no le sorprendía?
—No... no. Yo... no quería decir eso —masculle el menor, sacudiendo su cabeza de lado a lado—. Amo como se te ve —sacudió sus lentillas para quitar el exceso de agua y las dejó en su estuche para seguidamente salir del baño y acercarse a él, sujetándole el rostro y plantando un beso en su frente—. Luces maravilloso.
Ahora sonrió. ¿Tendría el control de la situación? No se lo había preguntado, pero al ver lo rápido que pasó de estar furioso a ser cariñoso empezaba a pensar que quizás lo tenía.
—Me tomé la medicina, así que debería estar tranquilo un rato —suspira, sonriendo de lado—. Atontado, pero tranquilo... Mierda, debes tener tantas cosas en tu cabeza ahora mismo. Tantas dudas... sabes que no pude decírtelo antes, pero tampoco era mi intención que descubrieras todo esto tan... bruscamente.
—No, no te preocupes por eso —sonrió levemente, sujetándole el rostro y besándole la nariz—. A mí... a mí realmente no me molesta eso... Tú... tú siempre eres tan bueno conmigo... esto no es nada, no me molesta en lo absoluto.
Que problemático.
—Aunque yo... sí tengo algunas dudas.
No había forma de que pudiera responderlas todas, pero dejar a Isamu con todas esas preguntas sería algo grosero.
—Acostémonos y haré lo mejor para responderlas todas —suspiró, soltando su rostro y caminando pesadamente hasta la cama. El asiático asintió y caminó detrás de él.
Ambos se acostaron. Al principio intentando mantener una respetuosa distancia, pero al final ambos cediendo a sus impulsos y acabando abrazados.
—¿Qué quieres saber? —inquirió, extrañado por el olor del cabello natural del mayor.
—¿Con quién estoy hablando ahora mismo?
—Con Adrien...
—No me ayuda que los tres se hagan llamar de la misma forma, Adrien.
—Ugh, Adriana y Adrián no saben cuándo callarse —se lamentó, arrugando la nariz.
—¿De verdad no se llaman de otra forma? Digo... no soy psicólogo ni nada, pero en las películas normalmente tienen nombres diferentes.
—Sí... ni siquiera me gusta tratarlo como un "nosotros" —masculle, cerrando los ojos—. Es molesto... no me gusta pensar que estoy loco... Pero sí se te hace más fácil, te dejo nombrarlos.
"Yo no quiero un nuevo nombre."
—Tus hermanos los llaman "el original", "el agresivo", y "el tranquilo".
—Entonces déjalo así.
—¿Con quién estoy hablando ahora mismo?
—Con "el original" —sonrió al fin.
—¿Cómo estás seguro de eso?
—Es... difícil de explicar. Soy consciente de que estoy aquí desde siempre, algunos recuerdos de mi infancia están distorsionados, bloqueados, pero puedo recordar a los otros dos "apareciendo" poco a poco... Imagínalo como manchas en tu piel: sabes el color original de tu piel, porque viste esas manchas formarse poco a poco.
—Ya... ¿cuántas veces he estado contigo?
—Yo no fui el que obligó a la chica a hacerte una felación —se apresuró a declarar su inocencia—. Y tampoco fui el que les hizo esas cosas a ellas, y tampoco el que metió al sótano... y la verdad es que paso muy poco tiempo fuera. Perdón.
—Pero... compartes esas memorias, ¿no?
—Uhm... ¿cómo puedo explicarlo? —masculle, frunciendo el ceño e intentando mantenerse despierto— Hay momentos en los que estoy "despierto" aun sin tener el control del cuerpo. Esos momentos son los que recuerdo. Normalmente intento estar despierto siempre por si se da una "emergencia"...
—¿Y la detienes?
—Despierto al otro para que la detenga... Lo siento, la verdad es que soy un nerd, no tengo valor ni para enfrentarme a mí mismo.
—No. No está mal. No es que vaya a molestarme por ello. Entonces... ¿dónde están los otros dos ahora mismo?
—"Dormidos" —divagó un rato, frunciendo los labios—. Normalmentr las medicinas dejan que solo uno esté "despierto" y con el control del cuerpo... Es cuestión de suerte ver quién las toma.
—¿Cuánto tiempo duran los efectos?
—Horas... unas cuatro o seis horas, no lo sé muy bien.
—Entonces ahora... ahora estoy hablando con el "verdadero tú."
—Sep.
—¿Y antes no nos habíamos relacionado... directamente?
—En el vuelo, antes de abordarlo.
—¿Algún otro momento?
—Luego del accidente del hospital.
—¿Y...?
—Y no más.
—¿Me estás diciendo que todo este tiempo he estado no hemos convivido por más de unas cuantas horas?
—Sí —se lamentó, frunciendo los labios—. Lo siento. No soy el Adrien que te gusta, él está bastante dormido y con muchas ganas de darte una paliza.
—No, me gusta también este Adrien —sonrió, pasando sus manos por su cabello y besándole cuidadosamente los labios—. Me gustan todos los Adrien.
—Solo estás enfermo —suspira, cerrando los ojos y abrazándolo con más fuerza.
—Me gusta estar enfermo si así puedo estar a tu lado.
—Enfermo y con una severa dependencia emocional.
—Pero es una enfermedad que se encaja perfectamente a la tuya, así que no te quejes demasiado.
—No me estoy quejando. De hecho, me encanta —sonríe también, y le planta un beso en los labios—. Por favor, quédate a mi lado mucho tiempo. Sé que... sé que solo estás conmigo porque ya no tienes a dónde ir, quizás porque me tienes miedo, pero... pero si te quedas conmigo te juro que las cosas cambiarán. Todo mejorará.
—No. No quiero que todo mejore —sentenció, sin soltarle el rostro—. No quiero que nada mejore.
—¿Qué?
—A mí me encanta sufrir por ti, me encanta que me hagas sufrir, que me lastimes y me maltrates y me golpees... Me siento realmente bien con esas cosas. Es decir... me da un poco de miedo, no te mentiré, a veces me pregunto si me matarás o algo, pero... pero al final de todo acabo sintiéndome bien, realmente bien.
—Ah, de verdad estás mal —suspira, y ríe bajito—. Amo eso. Solo... no quiero que estés asustado de mí... de nosotros.
—Sé que nunca me harías daño, Adrien.
—Yo no, pero no puedo hablar por los otros dos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro