Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

49

—Soy el doctor Jones —se presentó el hombre—. Doctor psiquiatra.

Adrien intentó disimular su mueca de disgusto.

Recordó que la doctora Ford también era doctora psiquiatra.

—Le estrecharía la mano, pero por ahora mientras menos las mueva mejor sería.

—Un gusto —"supongo", susurró una voz en su cabeza, pues era claro que toda la situación no era del agrado de nadie. 

—Entonces... ¿un intento de suicidio?

—Un juego sexual que se nos fue de las manos —corrigió, señalando a Isamu.

Las mejillas del asiático se tiñeron de intenso rojo.

—¿Es eso verdad? —inquirió el hombre, ajustándose las gafas.

—Sí —admitió, desviando la mirada y sintiendo que se desmayaría gracias al calor de su rostro—. Como puede ver mis uñas son... largas.

—¿Entiendes por qué hice esa suposición, Adrien?

—Porque tengo problemas mentales —masculló, arrugando la nariz y desviando la mirada.

—Según su registro, no ha atendido a sus terapias desde hace tres años.

Cerró los ojos y tomó un fuerte respiro.

Desaparecer.

Quería desaparecer.

Que sus problemas mentales hicieran el resto.

Desaparecer, desaparecer, desaparecer, desaparecer.

Solo una vez que actuaran a su favor.

—No las he atendido desde cinco, de hecho —admitió, esbozando una pequeña sonrisa casi burlesca.

—¿Entiende lo problemático que es eso?

"Problemático."

¡Esa pregunta sí que era problemática!

—Temo que no —respondió, sin borrar su sonrisa.

Isamu mantenía la cabeza apoyado en su brazo, inmutado por los comentarios.

Como ajeno a toda la situación.

—¿Estaba usted enterado de esto, señor Satori? —inquirió el doctor.

—No —respondió sinceramente.

El hombre suspiró, sin entender de qué iba la indiferencia de esos dos.

—¿Sigue tomando sus medicinas?

—Diariamente.

—¿Señor Isamu?

—Lo hace —miente esta vez.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos?

—Seis meses —responden a la vez.

—Una semana viviendo juntos.

—En este periodo de tiempo, ¿el señor Adrien no ha presentado alguna conducta agresiva, peligrosa? ¿Ha arremetido contra su vida o la propia?

—No —murmura. Ha sido una tarde exhausta.

—O depende de lo que usted entienda como "agresivo" —interrumpió el paciente—, porque, como puede ver en mis muñecas, nos gusta jugar... brusco.

—¿Tiene usted algún problema mental, señor Satori?

Isamu abrió los ojos y guardó silencio ante la pregunta. Era una interesante. Probablemente lo tenía.

—No diagnosticado —admitió, desviando la mirada antes de volver a cerrar los ojos.

—¿Cree tener alguno? ¿Algún síntoma?

—¿Depresión durante la adolescencia? —masculló— Ya sabe, odiar al mundo porque pensaba que no me entendían... —aunque sabía muy bien, a la perfección, que si padecía algún problema mental sería más que una simple depresión. De hecho, seguramente podría hacer una lista entera de sus problemas mentales.

—¿Conoce el diagnóstico del joven Adrien?

—A la perfección —mintió, arriesgándose a que se le preguntara al respecto.

—¿Puedo saber que tiene que ver todo esto con darme de alta? —masculló Adrien, frunciendo el ceño— Ya sé que es para ver si soy un peligro para la sociedad o para mí mismo, pero le puedo asegurar que he vivido pacíficamente durante tres años por mi cuenta, sin dañarme a mí o a otros. Ya aclaramos que estas heridas no son producto de ningún intento de suicidio, ¿cierto? Ya aclaramos que no soy un peligro para Isamu o para nadie más, ¿cierto? ¿Por qué no simplemente me deja ir?

El doctor enarcó una ceja.

Adrien frunció los labios al saber que su reacción no fue la mejor.

—Quisiera que retomaras tus terapias. En este hospital. Empezando de... el día después de mañana.

—No puedo —se salvó a si mismo—. Isamu y yo iremos a Londres mañana. Estaremos fuera una semana entera.

—Bueno, pero puede iniciar sus terapias después de eso.

—Supongo —gruñó, tomando un fuerte respiro y cerrando los ojos.

Ugh.

Doctor.

Terapias.

Medicamentos.

Preguntas retóricas.

Respuestas sin sentido.

Episodios demasiado fuertes.

Recordaba ya haber pasado por todo eso una vez.

A la mierda todo el escudo que había construido por su cuenta en esos cinco años sin terapia.

No le gustaba la idea de afrontar sus problemas de frente.

En primer lugar porque tendría que confesar todos sus pecados.

Quizás podría quedarse en Londres si de esa forma era capaz de evadir todo aquello.

Se llevaría a Isamu y le cortaría las uñas para evitar otro episodio de ese estilo.

Eso sonaba como una buena vida, como la vida perfecta para él.

Al abrir los ojos estaba en el sofá de su casa, boca arriba, observando el techo.

Cerró los ojos una vez más a ver si la próxima vez que los abría se encontraba en el avión.

Pero seguía en el sofá.

Suspiró con fuerza una vez más y se pasó una mano por el cabello.

Se escuchaba la estufa encendida.

Isamu salió de la cocina con un plato de comida en manos.

Adrien abrió los ojos con sorpresa al verlo acercarse a él.

No por la comida.

No porque estuviera maravillado con su belleza.

Sino por la marca rojiza en su mejilla derecha.

—¡Isamu! —exclamó, irguiéndose en su asiento.

—¡¿A-Ah?! —recibió como respuesta, logrando que el pequeño hombre detuviera sus pasos y se encogiera en sí mismo.

Oh.

Lucía aterrado.

Frunció los labios.

No quería preguntarlo.

¿Él le había hecho esa marca?

¿Él lo había golpeado?

¿Por qué no lo recordaba?

Sacudió su cabeza de lado a lado.

Para disipar las preguntas sin respuesta.

No las necesitaba en ese momento.

Y no necesitaba que Isamu  lo supiera.

Pero se iba a morir si no lo preguntaba.

—¿Yo te hice esto?—murmuró, poniéndose de piel y sujetándole el rostro, horrorizado por como su mano encajaba perfectamente con la marca.

—¿A-Ah? ¿Eso? —ríe nerviosamente, frunciendo los labios— No. No te preocupes por eso. Me golpeé al salir del auto. Soy un idiota. No te preocupes.

Frunció el ceño ante la respuesta.

Sabía que lo engañaba. Que le mentía. Para que no se preocupara, quizás.

—Dios, lo siento tanto —gruñe, y lo abraza con fuerza.

—No... Adrien, no... No te disculpes. Esto... no es nada... Yo te corté las venas, no te disculpes por un tonto golpe.

—¡Lo hiciste defendiéndote! —le recuerda, sujetándole los hombros y sacudiéndolo un poco— ¡Te quise ahorcar, Isa! Me merezco esto. Tú no te mereces esto —le apretó un poco la mejilla, esperando no estar usando la fuerza suficiente para lastimarlo una vez más.

—¡Yo te pedí que lo hicieras! —exclamó por fin, sujetándole las muñecas con mucho cuidado para alejarlo un poco— ¿No lo recuerdas? —Adrien negó con la cabeza— Al regresar... al regresar del hospital volvimos a tener sexo... y te pedí que me golpearás mientras lo hacíamos. ¡Yo te pedí que lo hicieras así que por favor no te sientas mal!

Adrien suspiró con fuerza, dejando caer un poco su cuerpo, apoyando su frente en el hombro del otro, sin soltarle los brazos.

Isamu suspiró bajito.

Muy bajito.

—¿De verdad no lo recordabas? —murmura.

—Para nada —gruñe—. No recuerdo muchas cosas de este día, a decirte verdad.

—Debe ser porque estás nervioso —sugirió, sujetándole el rostro y dedicándole una pequeña sonrisa cálida—. En un día estaremos en un avión camino a Londres, no has visto a tu padre en mucho tiempo... Eso debe ser.

Tomó un fuerte respiro y le apartó el cabello, plantando un beso en su frente.

—Lo siento mucho —susurra—. Ese Adrien que te hace cosas tan... malas, y te hace pasar por momentos tan malos, no soy yo... No es como soy realmente.

—Solo estás cansando, Adrien.

—Sí, espero que eso sea. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro