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33

Por fin estaban ambos en el auto. Adrien conducía e Isamu descansaba en los asientos de atrás, pues quería tener las piernas extendidas. Entonces, en el asiento al lado del conductor, reposaban todas las bolsas de sus compras. El capó iba lleno de los comprados del supermercado.

-¿Te molesta si pongo música?-habla el más alto, tomando su celular sin preocupación pues estaban en el semáforo.

-No. Adelante. Pero no pongas "lovely".

-No, hoy tengo otra en mente.

Buscó la canción y le dio play.

Presionando mi dolor con sus dedos,
cantando mi vida con sus palabras.
Matándome suavemente con su canción,
matándome suavemente con su canción.
Diciendo mi vida entera con sus palabras.

Matándome suavemente con su canción.

Ah.

Conocía esa canción. Solían pasarla todos los días en la radio al poco tiempo que se mudó con su madre al barrio. Le gustaba mucho, y le daba a entender que a Adrien le gustaban un montón las canciones lentas y deprimentes.

-¿Crees que estarás bien rodeado por mis amigos? -inquirió el muchacho, mientras giraba en la esquina.

-No soy precisamente la persona más sociable del mundo, pero creo poder adaptarme bien -sonrió de lado, arrugando la nariz.

-¿Tus piernas están bien? Si te duelen mucho podemos simplemente no ir.

-No... estoy bien... Estaremos sentados, ¿no? No tienes que saltarte esa reunión por mí.

-Bien, tú lo has pedido.

Llegaron a casa y Adrien ayudó a Isamu a salir del auto. Lo llevó a la sala y lo dejó sentado en el sofá para luego empezar a sacar los comprados.

Realmente no quería ir a esa fiesta.

Estaba de mal humor.

No por Isamu, sino por la llamada de sus hermanos.

El rostro de su madre.

Había olvidado el rostro de su madre.

Se apoyó en el capo del auto y cerró los ojos para intentar recordarla.

Su largo cuello bien marcado, sus delicados hombros, sus largos, delgados y delicados brazos, su bien definida cintura, sus largas piernas y sus delicados pies.

El rostro de su madre.

Su largo cuello bien marcado, su barbilla, su mandíbula, su sonrisa.

Había gusanos en su nariz.

Y el lado derecho de su rostro había sido brutalmente deformado.

El izquierdo era comido por gusanos.

Era inútil querer recordarlo.

Además, que sus hermanos tuvieran el mismo problema era alarmante.

Él podía justificarse con sus lagunas mentales a causa de sus traumas y medicinas, pero Adriana y Adrián no tenían problema alguno.

Quizás de verdad no tenían una madre y Eriko era algún invento de Urie.

Mientras colocaba dos pastillas en la mano y dudaba sobre si tragarlos o no, su celular vibró.

-¡La encontramos!

-¿Qué?

-¡Encontramos una foto de Eriko!

-¡Y es muy linda!

-¿Qué tan linda?

-Oh, la verás en una semana.

-¿La...? ¡Hey, eso no es justo! ¡No pueden llamarme y decirme que encontraron el rostro de mamá solo para luego dejarme con la duda!

-¡Sí podemos!

-¡Y es justo lo que haremos!

-Así nos aseguraremos que vengas el día de la cena. Quieres verla, ¿no? ¡No la verás a menos que vengas hasta aquí!

-Ustedes dos son insoportables -gruñó, colgando la llamada.

Y se echó las dos pastillas a la boca, tragándolas sin necesidad de agua.

Salió del baño pasando una mano por su cabello.

-¿Estás bien? -preguntó Isamu, aunque luego se regañó por preguntarlo.

-Sí -suspiró-. Iré a dormirme un rato para no estar molestando durante la reunión. Despiértame unos treinta minutos antes de irnos, ¿ok?

-S-Sí, no te preocupes por nada -murmuró, asintiendo-. Tú... ¿quieres que haga algo mientras duermes? Podría... cocinar algo para antes de irnos... Lavar los platos, quizás... No sé, cualquier cosa.

-No, con que no te escapes estoy conforme. Si quieres dormir también hay un cuarto de visitas en el segundo piso.

-¿No es el cuarto en el que está el cadáver? -masculló, frunciendo los labios.

-Oh, no -sonrió ampliamente-. Ese es mi cuarto.

-¡¿A-Ah?!

-Si quieres que durmamos juntos podemos irnos ambos al cuarto de visitas.

-N-No, no tengo sueño. Vete tranquilo.

-No te hagas el listo intentando huír, Isa -habló tranquilamente, acercándose a él y apartándole el cabello para besarle la frente-. Escucha atentamente, ¿sí? ¿Ves esa línea delimitada por las plantas?

-S-Sí...

-Si descubro que cruzaste esa línea sin mi permiso, te mataré.

Un escalofrío le recorre el cuerpo entero ante la amenaza tan seria.

-Entiendo -susurra nervioso, apretando sus manos en puños.

-Sé un buen chico por mí -advierte, y le sujeta el rostro para plantarle un beso en esos rojizos labios-. No quiero tener que hacer un desastre de tu rostro...

Le dio un beso más antes de alejarse y subir las escaleras hasta su cuarto.

Ah, amaba ese olor a putrefacto.

Le recordaba a su madre.

Isamu observó sus propias manos mientras escuchaba la puerta abrirse y cerrarse.

La línea que era delimitada por las flores.

Debía tener en cuenta que no podía cruzarla. No quería que Adrien se enojara con él. Le había comprado un montón de ropa bonita, lo estaba dejando quedarse con él. Seguramente ya no lo encerraría en el sótano. Adrien lo amaba, solo tenía problemas que lo ponían mal, y él estaba dispuesto a ayudarle a solucionar esos problemas. Dejaría de asesinar chicas, y con el tiempo también dejaría de desconfiar tanto, y no lo golpearía ni lastimaría de ninguna forma más allá de la que fuera para buscar placer...

Suspiró mientras se ponía de pie con cierta dificultad. Quería darse una ducha para empezar a elegir el outfit con el que iría a la pequeña reunión de los amigos de Adrien. No quería llegar con una camiseta y un pantalón ajustado que tenía desde hace cuatro años, seguro Adrien se avergonzaría de llevarlo así...

Se lo había advertido mientras le daba cariñosos pellizcos en las piernas.

Definitivamente eran cariñosos, como esos gestos un poco bruscos que se da entre parejas. Los moretones en sus piernas eran productos de lo delicada que era su piel. Adrien no lo había hecho con la intención de lastimarlo. Seguro había sido porque sabía lo mucho que amaba el dolor, y solo quería hacerle pasar un buen rato en el camino.

Quería que estuviera orgulloso de presentarlo ante sus compañeros como su novio...

Quería ser presentado como su novio.

Quizás debería empezar a inventar historias sobre cómo se conocieron.

Diría que fue en la florería hace unos meses, luego que Adrien lo defendería de unos matones. Al menos esa parte no era mentira. Y luego diría que llevaban ya seis meses juntos, era el tiempo que llevaba acosándolo.

Se desnudó frente al espejo y observó su lamentable cuerpo, repasando sus costillas con los dedos.

Definitivamente debería estar agradecido con Adrien por amarlo a pesar de su lamentable apariencia.

Esas marcas en sus abdomen, pecho y brazos eran culpa de los maltratos de su madre, no de los gestos cariños de Adrien.

Adrien lo amaba, nunca lo lastimaría.

Al menos no a propósito.

Que Adrien estuviera mal era todo culpa de el cajón de flores y Eriko.

Pero se aseguraría de no dejar que siguiera mal por más tiempo.

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