27
Definitivamente había algo mal con ambos.
No dejaba de repetírselo mientras intentaba conciliar el sueño abrazado al bien marcado pecho de Adrien, mientras este miraba algo en su celular. Estaban metidos en la tina, desnudos, abrazados, rozando piel con piel, sumergidos casi en su totalidad en agua caliente, humeante.
¿Cómo podían acabar de hablar sobre lo mal de la cabeza que estaban ambos por distintos traumas familiares y luego abrazarse, desnudos, en la tina, con agua caliente?
No es que la situación fuera mala, era agradable compartir calor de esa forma, pero cambiar de forma tan brusca de un momento tan intenso a uno tan tranquilo era casi aterrador. ¿Cuál de los dos estaba peor de la cabeza?
Bueno, Adrien asesinaba mujeres...
Pero Isamu disfrutaba ser golpeado hasta la inconsciencia y ahora se encontraba en lo que claramente era una relación tóxica sin poner resistencia alguna...
No. Ambos estaban mal. No había comparación de un mal del otro. Ambos estaban locos, demente. Dios los hizo y el Diablo los unió. Así de fácil. Un roto y su descocido. Dos piezas que no encajaban en otro rompecabezas. Almas gemelas. Uno torturaba y el otro disfrutaba la tortura.
—El nombre de tu madre era Eriko, ¿cierto? —murmuró.
—Sí. Es un lindo nombre, ¿no crees?
—Sí, pero... es japones...
—Ah, sí... Mamá es japonés, y papá es ruso.
—No tienes un solo rasgo japonés en ese egocéntrico rostro tuyo, Adrien.
—¡Ah! Es porque no miras bien, Isa. Fíjate bien, analiza cada bello rasgo de este egocéntrico rostro que tanto amas.
Isamu frunció los labios.
—Nuh-uh.
—Ah —suspiró el menor, pasando una mano por su cabello y dejando unos momentos su celular sobre la taza del baño—. Tu problema es que los únicos rasgos que diferencias como "japoneses" son los ojos y los párpados. Hay otras cosas que pueden destacarse de los rasgos asiáticos. Por ejemplo: el espacio entre los labios y la nariz es levemente mayor, sus bocas son pequeñas y sus labios delgados, lo que les da el rostro de bebé es lo gruesa que es su piel gruesa y como su nariz no se eleva desde el entrecejo. Mis ojos los heredé de mi papá, pero mis labios y la forma del rostro definitivamente son de mamá.
Isamu frunció los labios. ¿Cómo no podía verlo tan claramente como Adrien parecía serlo?
—Ah, además, tus dientes. Los asiáticos tenemos una dentadura fatal, tus dientes son muy bonitos y rectos... Mira los míos, tengo los colmillos montados.
—Aw, tienes una linda dentadura —rió Adrien, besándole la nariz—. Además, no siempre fue así. Tenía los dientes hechos un desastre, y usé frenillos durante toda mi vida...
—Cierto, lo mencionaste hace unos momentos.
—No me recuerdes que tuve un mental-breakdown tan estúpido...
—No fue estúpido.
—Me humillé a mí mismo.
—¿Qué fue lo humillante?
—Ahora sabes que soy un nerd que con asma, que usa inhalador, grandes gafas cuadradas y que además usaba frenillos.
—Además que es un otaku y-
—¡Te dije que no me lo recordaras! —ríe, sosteniéndole el rostro con las manos.
—¡No es tan malo! —ríe Isamu, intentando apartar aquellas grandes manos.
—¡Es fatal!
—¿No tendrás alguna foto? Quisiera verte.
Adrien frunció los labios y desvió la mirada.
—Quizás tenga algunas...
—¿Me las mostrarás?
—No quiero.
—¡Ah! ¡Vamos solo unas! Venga, por tu "senpai".
—¡Isamu...!
—¡Vamos!
Adrien frunció los labios y desvió la mirada mientras extendía el brazo y recuperaba su celular. Lo desbloqueó mientras lo mantenía bien cerca de su rostro, frustrado por la expectante mirada de Isamu, quien le dedicaba una amplia sonrisa de colmillos montados.
A él le gustaban esos colmillos.
Le parecían adorables.
Isamu sonreía al no saber si el sonrojo en el rostro de Adrien era a causa de la temperatura en la habitación o de la vergüenza que le causaba pensar que lo verían en su época de "nerd".
Volvió a desviar la mirada mientras le daba vuelta al celular para mostrar la pantalla.
En esta había una foto de tres pequeños trillizos. Una chica y dos chicos. Uno de los chicos no miraba a la cámara y hacía un pequeño puchero tal como el que hacía Adrien en ese momento. Tenía un rostro muy redondo, y sus grandes ojos de tímido mirar eran escondidos por gafas cuadradas. Sus hermanos simplemente sonreían ampliamente.
En la siguiente foto mantenía los labios fruncidos, aunque sus hermanos lucían emocionados por algo.
Y en la siguiente estaba en algún estanque, con una sonrisa malévola en el rostro mientras parecía perseguir a sus hermanos con un sapo entre las manos. Podía ver claramente su dentadura levemente montada siendo sostenida por frenillos.
Y en la siguiente los trillizos estaban cubiertos de lodo.
—Hey, eras lindo —sonrió el asiático, sujetándole cuidadosamente el rostro.
—Era un nerd —masculle, arrugando la nariz—. Adriana era la bully del curso y Adrián el niño lindo. Ya puedes imaginar el caótico trío que éramos. En la escuela ni siquiera actuábamos como hermanos, y de no ser que nuestros nombres se parecen tanto y además tenemos el mismo apellido nadie hubiera siquiera pensado que éramos hermanos.
—Creo que eras un lindo nerd.
—Ya basta —rió, y le sujetó las mejillas con sus grandes manos.
—¿Qué fue lo que le pasó a tu madre?
—La asesiné, creí que ya habíamos dejado eso en claro.
—¿Cómo?
—Ah...
¿Cómo?
Frunció los labios y el ceño al pensar en la respuesta de la pregunta.
—Es extraño... no recuerdo como fue... Yo... recuerdo estar en el cajón de flores... mi madre estaba tirada en el piso, con la cabeza abierta de un lado... yo tenía un martillo, y ella un cuchillo. Papá estaba ahí... Enterramos su cuerpo en el patio, sin saber que apestaba como el infierno... Cuando la desenterramos tenía la cabeza siendo devorada por gusanos... fue asqueroso... Adrián la destripó con otro mazo, y los gusanos se nos subieron a los pies...
—¿Adriana y Adrián sabían...?
—No lo sé... Te dije que mis lagunas mentales eran fatales. Los momentos que más recuerdo de mi infancia son mi mamá abrazándome y mis hermanos molestándome, algunos de papá regañándome... Pero aparte de eso no mucho. Ah... también creo que fui a alguna terapia, no lo sé realmente.
—Debe ser horrible...
—Lo es... A veces pienso que quizás fue Adrián quien asesinó a Eriko y luego solo me culparon a mí porque nos parecemos mucho... Pero al final no importa, solo intento superarlo.
—Hey, ¿sabes japonés?
—Lo básico... El suficiente para ver anime sin subtitulos, pero no el suficiente para entender algunas referencias.
—¿También sabes ruso?
—No... Adriana sabe y lo habla fluido, yo me estanqué en japonés.
—No está mal. ¿Qué te parece si te digo "daisuki"?
—Me parecería que estás mal de la cabeza.
—Aparte de eso, Adrien.
—Bueno, me parecería que eres encantador y no puedo esperar para llevarte con mi familia —le sujetó la nuca y lo besó suavemente—. Apuesto que ellos te amarán.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro