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Y de pronto el dolor de Urie se vuelve furia, rabia.
—¿Él te hizo esto? —gruñe.
Ella asiente.
—Yo... yo no sabía cómo decirte porque sabía que ibas a matarlo —y ríe amargamente—. Solo quería una razón para evitar todo esto, no quiero volver a vivir con él, papá, nunca. No lo quiero cerca.
—Y no volverá a estar cerca tuyo, hija, te lo juro —la abraza con fuerza en contra de su pecho, besándole la frente—. Lamento permitir que te pasara esto.
—Entonces... ¿no vas a matarnos? —murmura Adrien, aún confundido por la situación, frunciendo el ceño— ¿Ni a gritarnos? Espera, espera —sacude su cabeza de lado a lado—, explícame, soy idiota, no entiendo.
—Jaden le pega, Adrien —traduce Adrián, rodando los ojos—. La maltrata.
—Oh. Ya. Entonces Jaden no es un buen tipo.
—No, Adrien. Le pega, si alguien te pega sin tu conscentimiento no es un buen tipo.
—Sí, cierto —y asiente con la cabeza—. Entonces, ¿vamos a denunciarlo o vamos a pagarle a un sicario para que le de una paliza? Yo puedo ser el sicario, no me molesta.
Adrián le golpea el brazo.
—Perdón, mal comentario, me callaré.
—Tú no le haces nada a mi hijo, ¿verdad, Gabriel? —gruñe Urie, quien aún abraza a Adriana.
—No, señor —asegura, negando con la cabeza.
—Es decir, no nada que yo no le pida —asegura Adrián, rodando los ojos—. Estamos bien, no te preocupes.
—¿Y tú, Abel?
—Yo acabo de llegar a este lugar, señor —recuerda.
—¿Cuándo empezó esto, Adriana? —masculle su padre, sujetándole las mejillas para verla directo a los ojos.
—Desde que empezamos a vivir juntos. Hace unos meses. Empezaron con empujones suaves, a veces me levantaba la voz, pero luego empezaron tirones de cabellos, pellizcos... y finalmente los golpes. Siempre era igual, siempre me pedía disculpas y yo... yo lo dejaba pasar, ni siquiera sé por qué —vuelve a llorar, respira fuerte y lágrimas corren por sus ojos—. Recé toda la mañana para detener esto —se cubre el rostro y mira directo a los intensos ojos verdes de su padre—. Tenía tanto miedo de acabar como Eriko, papá.
Un escalofrío recorre el cuerpo de Urie. Oh. Lo golpeó como un balde de agua fría.
De verdad había jodido a sus hijos.
Le tomó veintitrés años descubrirlo. Nunca se había dado cuenta. Siempre pensó que el único afectado de todo esto era Adrien, pensó que Adriana y Adrián habían sobrellevado el trauma y lo habían olvidado... pero realmente les había hecho daño.
No tenían otra definición de amor más que la que les habían dado él y Eriko, y claramente no era la mejor definición.
Solo la abrazó con fuerza.
—Vas a estar bien, querida —la consuela Adrià también, sobando su espalda—. Estamos aquí para ti.
Abel suspira y se sujeta el rostro con las manos. Es una escena linda para alguien como él que no conoce todo el contexto familiar, claro.
Dri observó sus manos y el lugar vacío. Vio de lado a lado como para verificar, y vio a su hermana llorando entre brazos de su padre, con el maquillaje corriéndose por sus lágrimas. Frunce el ceño, confundido.
—Supongo que no podremos pelearnos por el ramo.
—Gabriel, si le haces algo a mi hijo este es tu momento de admitirlo porque como me entere después en lugar de meterte a la cárcel te voy a mandar a matar, en serio.
—Señor, le juro que soy buen tipo —insiste, asintiendo con la cabeza.
—Seh —asegura Adrián, asintiendo con la cabeza. Se pasa una mano por la cara para mostrar que no usa nada que lo cubra—, estamos bien.
—Eso espero.
Detestaba pedir contexto, pero genuinamente no entendía qué sucedía.
—¿De qué me perdí exactamente? —masculle, frunciendo el ceño— ¿Jaden se fue?
—Jaden le pega a Adriana, Dri —repite Adrián, rodando los ojos—. La maltrata.
—Ya. ¿Y dónde están?
—Papá los echó al llegar, Dri.
—¿Cómo supiste que le pegaba?
—No lo supo. Lo echó porque estaba molestando a Fyodor y luego empezó a molestarlo a él.
—Oh, ya, ya —y asiente con la cabeza—. Sí. Tiene sentido... No, no tiene sentido, creí que Jaden era buen tipo. Los tenía como referencia de relación perfecta, yo-
—Cállate —le pide Adrián—, piensa antes de hablar. La vas a cagar.
—Cierto —y se calla.
Adriana deja de llorar y Catherina le ayuda a limpiarse el maquillaje corrido, igualmente le ayuda a desatarse el cabello.
—Gracias, Catherina —suspira, sonriendo ampliamente—. Eres un amor, de verdad.
—Hay que ayudarnos entre mujeres, ¿no? —ríe la muchacha, acomodándole el cabello con las manos. Observa el lugar—. Éramos muy pocos, ¿no? —murmura, frunciendo los labios— ¿Solo las dos familias?
—Papá detesta los eventos grandes —responde, mientras se sienta en la banca detrás de sus hermanos y se saca los tacones—. De ser por él no hubiera reunión.
—¿Y qué haremos con el banquete que tenemos reservado? —reclama Dri, girando su cuerpo para ver a su hermana— Es decir, no es que sea importante y nada, pero... es un banquete. Y- y no podemos desperdiciar toda esa comida. Es comida fina... muy rica.
Adriana ríe ante su mirada de aflicción por la comida.
—Oh, no, sería de mala suerte comerla —se mofa, arrugando la nariz—. Hay que botarla, no hay de otra. Toda a la basura.
Dri esboza un puchero. Él había elegido la comida, quería comerla, que se botara era un desperdicio.
—Solo bromeo, hermano —ríe ella, golpeándole suavemente el pecho—. Claro que vamos a comerla, comer es lo mejor que se puede hacer luego de una decepción amorosa.
—Adriana, esto es más que una decepción amorosa —suspira Adrián, rodando los ojos.
—Cállate, aguafiestas.
—Debo admitir que las terapias no están sirviendo para nada —reclama su Adriana, asomando por detrás de la hermana mayor—, todavía nos siento a todos muy indiferentes y robóticos, no es normal.
Dri sonríe de lado y despeina el cabello de su hermana con una mano, ella ríe ante esto y lo despeina también.
—Al final definitivamente será un día que no vas a olvidar, hermana.
—Oh, cállate.
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