127
—Oh, Dios, no creí que podría pasarla bien encerrada en un ático —ríe Catherina, mientras los crédito se deslizan frente a ellos—. ¡En las películas siempre los pintan como lugares aterradores! Pero esto de verdad es divertido.
Siguió riendo mientras extendía su mano hacía Adrien, estrujando cariñosamente el brazo de este, entrecerrando sus grandes ojos claros y arrugando levemente la nariz.
Isamu entrecerró sus ojos y dio un sorbo a su refresco.
¿Por qué no estaba haciendo una mueca de disgusto ante el tacto? ¿Una pequeña muestra de asco? ¿Algo?
No.
¿Por qué estaba sonriendo como un idiota enamorado? ¿A qué se debían esas mejillas sonrojadas y ese desvío de miradas? ¿A qué se debía ese nerviosismo?
Ah.
De verdad no quería pensar al respecto.
Pero era claro lo que se pintaba ante él.
Adrien gustaba de Catherina.
Y seguramente Catherina de Adrien.
¿Lo estaban jodiendo? ¿Era broma? Que ganas de golpearla.
Ah.
Sentía ganas de golpearle.
De golpear a una mujer.
A una mujer inocente.
¿Qué culpa tenía ella de gustarle a Adrien?
Bueno, de eso no tenía culpa.
De lo que sí tenía culpa era de que le gustara Adrien.
Eso debería poder contenerlo, ¿no?
¿Por qué le estaba coqueteando a su hombre?
A SUS HOMBRES.
Dri, Adrien, Fyodor.
Lo tres.
A ninguno de ellos debería gustarle esa chica. Solo él debía gustarles. Solo él y nadie más. Aun si le gustara Catherina, ella no tenía por qué gustar de él.
—Ah, mierda —gruñó de pronto el menor, apartándose de Cat sorpresivamente.
Le estaban sangrando las manos.
¿Se había arañado?
—Mierda, perdón —masculló, presionando sus labios y arrugando la nariz, alejando sus manos para que estas no mancharan a Cat—. A... a Fyodor no le agrada el contacto con una chica, así que... disculpa.
—No, no. Perdóname a mí. ¿Estás bien?
—Sí, solo... arde. Iré a curarlas.
—¿Quieres que te acompañe?
—No, querida. Quédate aquí y escoge la siguiente película. Puedo hacerlo solo.
—Si tú lo dices.
En silencio observó a Adrien salir del ático, y en silencio también observó a Isamu ir detrás de él al cabo de un rato.
Frunció los labios al encontrarse sola.
—Debe ser difícil para ellos ser "uno solo" —murmuró, observando sus manos y las cicatrices de cortes en estas—. Es decir, haber sido "uno solo" y de pronto empezar a derrumbarse... suena doloroso.
—Tratamos de advertirle que no era buena idea no tener un "anfitrión" —masculló Katherine una vez se le dio la palabra—. Aun si Adrien es el más fuerte sabes que no es el más sensato, y Fyodor es simplemente demasiado extremista. Si Dri no hubiera luchado por... "ser normal."
—Quisiera poder ayudarlo.
—No se dejaron ayudar antes, no podemos hacer nada ahora.
—¡Podría acabar como Marcus!
—De verdad no podemos hacer nada. Por mucho que me agrade el que ahora esté así es su culpa, y seguirá así si no busca ayudar.
Presionó sus labios entre si y cerró los ojos unos momentos.
Adrien observó sus manos mientras Isamu le ayudaba a vendarlas.
Podía decir fácilmente que estaba molesto.
Oh, como le divertía aquello.
A quien no le divertía era al responsable de las heridas, claro.
"Estaba a punto de besarla, te lo juro."
"¿Tú por qué crees que te detuve?"
"Maldito homo."
"Misógino de mierda."
"Que asco me da compartir cuerpo con un marica."
"Que asco me da compartir cuerpo con un puto asesino."
Frunció los labios y cerró los ojos unos momentos.
—¿Te gusta esa chica? —masculló Isamu, una vez acabó de vendar aquellas lastimadas manos, sin verlo al rostro.
—Oh, no tienes idea como -la odio. La verdad es que de ser por mí la -mataría pronto. Es una amiga del psiquiátrico, así que estar con ella -se siente malditamente mal.
Adrien abrió los ojos con sorpresa al darse cuenta la facilidad con la que sus palabras habían sido reemplazadas.
"¡Hey! ¡No me jodas!"
—¿Estás celoso, Isa? —rió Fyodor, sujetándole el rostro y plantando un pequeño beso en su mandíbula.
—¡Claro que lo estoy! Es claro que eres cercano a ella. ¿Cómo no estarlo?
—Oh, Isa —rió una vez más, hundiendo sus manos en su cabello y acercándose a su oído—. No quiero que te pongas celoso, es solo que Cat es -tan linda, encantadora. ¿Ya viste lo lindos que son sus labios? ¿No se te antoja besarla hasta que se te duerma la boca? A mi sí.
Esta vez fue Fyodor quien se sorprendió.
—¡Adrien! —reclamó, pero en voz alta, alejándose del asiático.
—¡Ja! Lo siento, pero ya vez que AMO joderte la vida, hijo de puta.
—¡Tú eres el hijo de puta!
Observó al asiático, quien lucía consternado.
—Adrien...
—Hey, Fy, hagamos un trato —sonrió el menor, acercándose al más bajo y sujetándole las mejillas—. Tú no me dejas tener a Cat, pero yo no te dejo tener a Isa. ¿Qué tal? ¡Los asesinamos a ambos! ¿Qué tal? Y escondemos los cuerpos en el cajón de las flores, y nos encerramos una semana con ellos, y esperamos a que se preocupen por nosotros y nos vayan a buscar. ¡Pero! Esta vez, en lugar de culparnos, culpamos a papá. ¿No suena mejor?
Isamu frunció los labios y apretó sus manos en puños, afligido por lo que decía Adrien frente a él. ¿De verdad le gustaba Cat?
No, no, no. Su lado racional le dio una bofetada. Habían puntos más importantes en ese párrafo además de "si no me dejas tener a Cat...". ¡Estaba sugiriendo asesinarlo!
Ah, estaba tan preocupado que ni siquiera vio cuándo tomó un cuchillo.
—Hey, Isa, ¿no suena divertido? —siguió hablando, acercando un poco sus rostros—. Venga, di que sí y te permitiré pasar el último día de tu vida como el mejor. Te daré la paliza que quieras, te follaré cómo quieras, te besaré dónde quieras, te llevaré a dónde me lo pidas. Venga. Diles que me dejarás lastimarte al punto de arrebatarte la vida. No debería molestarte, ¿no? ¿No suena como tu fantasía ideal? ¿No suena magnífico morir a manos del hombre que más amas?
El filo rozando en su cuello daba miedo. Lo hacía temblar.
Pero sinceramente no le molestaba morir a manos de Adrien.
El miedo que sentía era natural. El temblor era un reflejo fisiológico del miedo.
Sinceramente incluso lo emocionaba la idea.
Sonrió de lado al verle, y entrecerró sus grandes ojos rojizos.
—Sería divertido, amor.
Ah.
Parecía que gusanos comían la mitad de su rostro.
Observó el dorso de su mano.
Sus ojos lloraban, y la sangre derramaba.
"Por favor, por lo que más quieras, no lo lastimes..."
Arrugó la nariz, disgustado.
—Serás puto bastardo.
。。。
ayer no acabé el maratón así que seguimos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro