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Habían ido a un centro comercial a almorzar. Habían pasado tomando un café, Catherina acompañando el dicho con un pastel de zanahoria y Adrien con un sándwich de jamón y queso. Habían ido a una librería a comprarle a Cat algunos libros de literatura clásica, a Kat libros de misterio, y a Kathy libros para colorear. Habían ido a ver animales, pues Catherina se había conseguido un apartamento donde permitían mascotas y quería tener alguna; al final no compraron ninguna, pero ya tenía en claro que volvería a por un perrito.
En ese momento se encontraban en una banca del parque, con un helado cada uno, viendo el área de juegos.
—De verdad no creí que algún día acabaríamos así —comenta ella, apoyando su espalda en el respaldo del asiento—. De verdad creí que me mataría antes de salir de este lugar...
—Sí... he pasado estas últimas semanas pensando que voy a colapsar... De hecho, ahora mismo estamos a medio colapso.
—¿Lo están? —murmuró sorprendida, abriendo bien los ojos. Él asintió— ¿Por qué?
Adrien guardó unos segundos de silencio.
—No asesinamos a Eriko.
—¿Qué?
—Dri, Fyodor y yo... ninguno lo hizo... No asesinamos a Eriko.
Ella frunció los labios.
—¿Es en serio?
—Sé que suena... ilógico. Llegué al hospital porque admití haberlo hecho, pero... solo mentía.
—¿Por qué no me lo dijiste antes?
—No lo sé...
—Pero... si no fue ninguno de ustedes, entonces... entonces, ¿quién lo hizo? ¿Lo sabes?
Adrien sonrió con cierta burla.
—Lo siento. No puedo decirte.
Ella frunció los labios y el ceño. Como sea, de inmediato cambió su mueca de aflicción por una sonrisa cálida y amable. Extendió su mano hacia él, sujetándole el brazo y presionando este para reconfortarle.
—Está bien, no debes hacerlo —aseguró gentilmente, sin dejar de sonreír—. Puedes decírmelo cuando te sientas cómodo.
Ah, que chica tan perfecta, de verdad. Cuando Isamu hacía algo así solía molestarle al punto de sentir ganas de golpearlo, lo mismo sucedía con otras chicas. Porque se sentía como si lo hicieran por lástima, por compromiso, porque se supone que es lo que debes decir cuando alguien no quiere hablar al respecto.
Pero que Catherina lo dijera se sentía diferente.
Se sentía que lo decía honestamente.
—Gracias, Cat —suspiró, tomando la mano que le sujeto y besando sus nudillos.
Como todo un caballero.
Claro que a Adrien no le molestaba ni le desagradaba, pero Fyodor era una historia diferente.
A Fyodor le gustaba Isamu, no Catherina.
Y porque no le gusta Catherina es que se aferra a su helado y se lo lanza a...
Al piso.
"Nada de eso, Fy."
Oh, será hijo de puta.
—Ah, mierda, que idiota soy.
—Uhm... tú... ustedes... pueden tener mi helado, si gustan—murmuró ella, extendiendo su postre frío, levemente aturdida por el reciente gesto caballeroso de su amigo. El tacto de sus labios en sus nudillos se había sentido maravillosamente.
—No, no, querida mía, no. No sería capaz de aceptar tal presente de tu parte; te suplico tú termines el postre.
—Oh, nos ponemos poéticos, ¿no?
—Así es. Le pido me siga el juego antes que quede como un bufón.
—Será un placer entretenerme a su lado fingiendo ser una dama de la alta sociedad del siglo XV o una época cercana a esta.
—Magnífico.
Ambos rieron de forma tonta.
"¿Quieres dejar de tontear con Cat?"
"¡No!" se mofó divertido, observando el helado en el piso. "¿Por qué debería detenerme ahora, grandísimo idiota? Tú no te detienes cuando se trata de Isamu, yo no me detendré con Cat. ¡Es más! ¿Sabes cuál será mi regalo de cumpleaños, Fyodor?"
"Adrien..."
"¿Sabes cuál será mi regalo de cumpleaños, Fyodor?" repitió, sin dejar a un lado su burla.
"No quiero saberlo..."
"¿Sabes cuál será mi regaño de cumpleaños, Fyodor?"
"¡Adrien, basta!"
"¡Voy a besar a Catherina al final del día!"
"¡Adrien!"
"¡¡Y va a ser frente a Isamu, Fyodor!!"
"¡¡Adrien, por la gran p-!!"
"¿Con qué derecho me dices a mí "nerd" si tu objetivo del día es besar a Catherina?" murmuró Dri, sujetándose el rostro con las manos, observando aun el helado en las manos de su amiga. "Creí que dirías «voy a tener sexo con Catherina» o algo así, eh. Conociéndote era lo menos que esperaba."
"¡Dri! ¡¿No vas a detenerlo?!"
"Es decir... ya sabes, no te detuve con Isamu, ¿por qué debería detener a Adrien?"
"¡Dri! ¡No lo apoyes! ¿No te gustaba Isamu también?"
"¿No me pueden gustar ambos?"
"¡No!"
"Piénsalo: si le explicamos a Isamu la situación él va a..."
"Va a dejarnos."
"Isamu no nos dejaría ni aunque su vida dependiera de eso" aseguró Adrien, viendo de reojo como Catherina movía los labios. "¡Y Cat está hablando y no me dejan prestarle atención, cállense!"
—No lo sé, ¿tú qué opinas?
—Ah... bueno, ¿qué opinas tú, querida? Apuesto que concordaremos en opiniones.
—Ya sabes, creo que amaría tener un gato, pero un perro... un perro es magnífico. Puede cuida la casa y eso.
—¿Sabes? Yo prefiero los reptiles. Amo las serpientes, las iguanas, los guecos. Hace rato quiero convencer a esos dos de conseguir algo así, pero Fyodor quiere un hamster y Dri un perro, así que al final nunca nos ponemos de acuerdo.
—Ugh, pasa lo mismo. Katherine quiere un gato, Kathy quiere un conejo. Yo de verdad quiero un perro. Algo peludo para abrazar.
—Ah, "algo peludo para abrazar". Hubieras dicho eso cuando aun tenía el cabello largo, te habría encantado.
—¿Llevaste el pelo largo?
—Me veía guapo, eh.
—¡Muéstrame una foto!
—Bueno, si tanto lo insiste—ríe el chico, ajustándose las gafas y tomando su celular.
Ah.
Tenía como 40 mensajes de sus hermanos, su padre y su abuelo, preguntando dónde estaba, preguntando por qué había tomado el auto sin permiso y si estaba solo.
Oh, debían estar enfermamente preocupados. Se iba a divertir un montón cuando llegara.
—Mira—rió, mostrando su pantalla a la chica, señalando la foto en la que aparecía al lado de sus hermanos, con su espeso cabello marrón por sobre sus hombros—. ¿No soy guapo?
—Oh, guapísimo— respondió con clara burla, arrugando la nariz.
—¿A que sí?
—Ah, tienes una llamada.
Giró el celular para ver el ícono verde y como este rezaba "abue".
Frunció los labios y tomó un fuerte respiro mientras Dri le obligaba a deslizar el pulgar para responder.
—Hey, abue...
—¡¿A dónde mierda están ustedes tres, maldita sea?! ¡Te llevaste al auto, te fuiste sin avisar nada! ¡¡Ni siquiera Isamu sabe dónde estás!!
—Por favor, tengo 22 años...
—¿Dónde estás, Fyodor?
—¿En Reino Unido?
—¡Fyodor!
—Ya, no me grites. Salí a tomar algo porque-
—¿Alcohol?
—Abuelo, no. Un café. Tranquilízate, por favor.
—¿Con quién?
Frunció los labios y observó a la chica frente a él.
—Con... nadie. Yo solo. Necesitaba pensar y eso.
Cat frunció los labios, y él le pidió disculpas con la mirada.
Su abuelo suspiró.
Sabía que mentía.
Porque sabía que ellos odiaban salir solos.
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