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La mañana por fin llegó.

La alarma de su celular sonó.

Se despertó por segunda vez con la única intención de apagar la dichosa alarma para volver a dormir, pero de inmediato se fijó en la fecha.

Y además en el mensaje que se había dejado a si mismo con la alarma.

"¡Catherina!" decía simplemente.

Ah.

Catherina.

¡Ese día saldría Catherina!

¡Debía ir a traerla!

Se levantó de la cama rápidamente y recogió su toalla del piso, metiéndose de inmediato al baño y quitándose la ropa. Encendió la regadera.

Catherina, Katherine, y Kathy.

Oh.

Saldría con ellas.

Tendrían una bella tarde juntos donde hablarían de la vida y lo que les deparaba el futuro.

—¡Brrrrrrrr! —reclamó Adrien, sacudiendo su cabeza de lado a lado y abrazándose al sentir el agua fría— ¿Por qué despierto tan temprano?

—Catherina —fue respondido simplemente, tomando shampoo entre sus manos y enjuagándose el cabello—. Catherina, Katherine y Kathy. Por ellas.

—Ah... ¡Ah, Catherina! ¡Es verdad! ¡Las chicas! Apresúrate con esto, mientras más pronto acabemos más pronto vamos a por ellas y más pronto pasamos la tarde juntos.

—¿Acaso les gustan esas chicas?

Ambos guardaron silencio.

—¡Oh, Dios mío, les gustan!

—Nooooo...

—¡¿Cómo pueden gustarles cuando estamos con Isamu?!

—¡Porque a ti te gusta Isamu! —reclamó el más agresivo— ¡A mí no me gusta Isamu! Creí que ya se había aclarado. ¡Yo no soy gay!

—A mí sí me gusta Isamu, pero... pero Catherina es Catherina. Es una chica linda...

—¡Dri!

—¡Es adorable! ¡No puedes condenarme por eso!

—¡Estamos con Isamu! ¡No pueden estar pensando en salir con una chica!

—Adrien tiene razón al decir que eres el único gay, eh...

—¡Oh! ¡Ahora soy el único al que le gusta estar con Isamu!

—O sea... no. Lo que sucede es que eres el único al que no le gusta Catherina...

—¡Ustedes dos-! ¡¿Por qué estamos con Isamu entonces?!

—Porque a mí sí me gusta, pero... es decir... es lindo y todo... pero Catherina... es diferente a Isamu, ¿sabes? Como... menos problemática.

—¡¿Menos problemática?! ¡¿Qué les pasa?! ¡Apuñaló a su madre embarazada!

—Tienes un punto ahí. ¿Pero no eras tú el que quería dejar ir a Isamu?

—¡Sí! ¡Pero no de esa forma! Es decir- Ay, mierda, shampoo en el ojo...

Metió el rostro bajo la regadera para intentar despejar la espuma. El ardor de su ojo no desaparecía a pesar frotar con fuerza.

—Ya deja de frotar, lo empeoras, idiota.

—Duele, mierda.

—No shit Sherlock! —exclamó sarcasticamente— Es shampoo genio, ¿tú qué creías que iba a pasar?

—Cállate, no ayudas.

—Ya déjalo así, lo empeoras, animal.

—Aaaaah, sufro.

—Lo noto.

Suspiró con fuerza mientras se enjuagaba apropiadamente el ojo.

—Ugh, bien, mira lo que causas —reclama una vez ha acabado de ducharse, sujetándose el párpado frente al espejo y viendo lo irritado que lucía este—. No puedo usar lentillas con esto.

—Tenemos gafas, ¿de qué te quejas?

—Me veo como un nerd con las gafas.

—¿Por qué a un no entiendes que somos sexys sin necesidad de lentillas?

—Porque las gafas son para nerds. Gente que se ha jodido la vista por pasar con la nariz hundida en libros.

—¡Somos nerds! No intentes negarlo. Con gafas o sin ellas lo somos, eh.

—Jódete.

Abrió el espejo y tomó sus gafas. Se perfumó, se peinó. Salió del baño y tomó algunas de sus prendas, dudando entre ir totalmente punk, totalmente grunge, o con algo más formal como una camisa de cuello y suéter de lana. Algo que no asustara a Catherina.

Igual a esa mujer no le asustaba nada. Tomaba cualquier insecto con las manos, jugaba con la tierra a pesar de saber que luego de eso le llamarían la atención, saltaba en la cama a pesar del riesgo a caerse y abrirse la cabeza. Así con todo.

Cualquier cosa que se pondría sería perfecto.

Se colocó finalmente los botines y el abrigo. Volvió a verse en el espejo y se arregló el cabello una vez más, se perfumó una vez más, tomó el inhalador entre sus manos y-

—No vamos a llevar esto —reclamó, intentando dejar el aparato en su lugar.

—¿Pero y sí-?

—No te da asma follando con Isamu, tampoco te sucederá nada si follas con Catherina.

—¡No vamos a follar con Catherina!

—¿Por qué?

—¡Porque tenemos a Isamu!

—Ugh. El ser humano no es monógamo, you can't change my mind.

—¡Estás dando excusas!

—¡Vámonos!

—¡Adrien!

Y salió del baño.

En la cama se encontró a Isamu, medio dormido, observando sus pies. Una parte de él sonrió al verle, otra gruñó muy, muy bajito.

—Buenos días —saludó, acercándose a él y sujetándole el rostro y dándole un beso en la frente—. Perdona si te despertamos.

Ah.

Sus ojos se abrieron con cierta sorpresa.

Se había dirigido a si mismo como "nosotros".

¿Debía preocuparse o aliviarse por eso?

—Hoy cumplo 22 Isa.

—Feliz cumpleaños, Dri—sonrió el pequeño asiático, sujetándole las mejillas y dándole un pequeño beso en la nariz—. Veo que estás listo para salir, ¿haremos algo?

—Oh, no, vida mía. Nosotros no. Pero yo saldré un rato a... conseguir unas cosas.

—¿Qué cosas?

—Cosas para la fiesta, amor. Tú no te preocupes, volveré al rato. En la tarde. 

—¿Deberé pasar toda la tarde sin ti? —murmuró, frunciendo los labios y acariciándole las manos.

—Sí... Sí, pero no te aflijas, querido. Volveré solo para pasar toda la tarde contigo. La tarde, la noche y la madrugada si así gustas. Todo el tiempo que quieras, amor, haciendo lo que quieras.

—Ah, pero es tu cumpleaños. No deberíamos hacer lo que yo quiera, deberíamos hacer lo que TÚ quieras—le sujetó una vez más las mejillas, moviendo estas poco a poco hasta sus orejas y luego hundiéndolas en su espeso cabello marrón. Acercó sus rostros, juntando sus frentes, rozando sus narices—. Lo que ustedes quieran.

—Quisiera hacer tantas cosas contigo—suspira sonriendo de lado, acariciando cada pequeño rasgo de aquel bello rostro, finalmente besándolo.

Oh, Dios, como amaba esos besos. De verdad. Adrien siempre besaba tan bien, su aliento siempre olía a menta, a hierbabuena, a veces a vino, a veces a café. Así siempre. De verdad nunca le había sentido mal aliento, de verdad nunca le había dado asco besarle, de verdad.

Pero en ese momento sintió una provocación de asco.

Ah.

Eran hermanos.

No podía olvidar eso.

—¿Desayunamos juntos? —murmuró, una vez el beso había finalizado.

—No. No puedo. Me iré ahora. La verdad es que tendré... un día ocupado.

Un día muy ocupado. 

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