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—Entonces, dime, ¿de dónde crees que proviene este trastorno?—inquiere el doctor, girando el lapicero entre sus manos, ajustándose las gafas.
¿Por qué todos los psicólogos usan gafas?
—¿No se supone que esa clase de cosas aparecen en mi registro?—masculle el paciente, apretando sus manos en puños, frunciendo los labios y desviando la mirada.
—Sí, pero no. Agradecería si respondieras mi pregunta.
Adrien suspiró con cierto pesar.
—Bueno, creo que en el accidente de auto en el que mis hermanos obtuvieron sus cicatrices—murmura, desviando la mirada una vez más—. Se suponía que estuvieron en riesgo de muerte... oí a papá decir que si no despertaban a las cinco semanas no los mantendría... y como en ese entonces éramos tan unidos, me dio miedo pensar que los perdería... Ahí fue cuando llegaron los otros Adriana y Adrián.
—Sí, Adriana y Adrián, ¿pero qué hay de Adrien y Fyodor?
—Ellos... estuvieron ahí desde un poco antes. Fyodor antes que Adrien, Adrien luego de Adriana y Adrián.
—¿Por qué crees que fue?
Ugh, como odiaba las preguntas. De verdad. En especial las que tenían que ver con su condición mental. Se sentía ridículo hablando de sus problemas.
—Papá solía golpear a mamá, y yo nunca sabía que hacer cuando los escuchaba, o la veía tan lastimada... Entonces él se encargaba de eso.
—¿Tu padre nunca te golpeó?
Guardó unos momentos de silencio mientras hacía memoria.
Bueno, lo había besado...
—No... No, nunca. Él... nunca me puso un dedo encima.
Los labios sí, los dedos no.
"¡Adrien, cállate!"
—¿Qué hay de tu madre?
Una vez más intentó hacer memoria.
Su madre.
Tenía visiones con su madre, recordaba casi a la perfección cada pequeño detalle en su cuerpo, como le acariciaba con sus suaves y delicada manos, como le besaba la frente con esos carnosos labios rojos como fresas.
—No... tampoco.
"¡Concéntrate porque como titubees un poco nos condenas, nerd! Estas personas pueden meterse en tu cabeza y decirte cosas de ti mismo que ni tú sabes."
"Sin presiones, ¿no?"
—¿Cómo era la relación con tus hermanos?
Hey, la doctora Ford nunca le preguntó esa clase de cosas. Quizás porque la doctora Ford se limitaba a preguntarle cómo estaba, qué pensaba, qué pensaban los otros dos, por qué hacía tal cosa, por qué tal otra, cómo había sido su día, qué planeaba hacer en la noche.
—Buena. Éramos realmente unidos. Como uno solo.
—¿Sigue siendo así?
Guardó silencio y observó sus manos.
Ellos eran hermanos.
Adriana y Adrián eran hermanos.
Él era solo un agregado.
—No... Luego del asesinato de mamá ellos no volvieron a verme de la misma forma... Se tardaron un año en venir a visitarme cuando estuve internado aquí, y cuando vinieron no hablamos mucho. No me preguntaron cómo estaba, cómo la pasaba, por qué lucía tan mal; ellos solo... estaban ahí. Solo están ahí.
—¿Sigue siendo así?
—No... ya casi no. Ellos intentan incluirme en todo lo que hacen... pero ahora hay demasiada distancia entre nosotros.
—¿Y qué hay de los otros dos?
—¿Mis Adriana y Adrián?
—Sí.
—Ellos son una mierda.
El doctor reprimió una risita.
"Mira nada más esa profesionalidad, eh. ¡Qué doctor más maravilloso!"
"Adrien, de verdad cállate."
—Explícate.
—Ellos... me pasan recordando que estoy enfermo. No dejan de hacerme pensar que está mal ser yo, pero al final ellos son parte de mí, así que... ya sabe. No les sirve mucho.
—¿Sus comentarios te hacen sentir mal? ¿Te afectan de alguna forma?
—Solían hacerlo, pero ya no. Ahora es fácil para mí ignorarlos...
—No me los presentaste al llegar. ¿Hay forma alguna de hablar con ellos?
Adrien frunció los labios una vez más.
—No tengo control sobre ellos —admite—. Ellos tampoco tienen control sobre mí, sobre mi cuerpo es decir. Hablo por ellos cuando estamos a solas, pero... de todas forma no son como Fyodor y Adrien. No son personalidades, son más como alucinaciones...
—Ya veo. Entonces tu cuerpo no es de Adriana y Adrián, como puede serlo de Adrien y Fyodor, ¿cierto?
Adrien negó.
—Entonces no podré conocerlos, ¿cierto?
—No están aquí, si así fuera le ayudaría hablar con ellos, pero igual no hablan a través de mí si hay alguien viéndolos... Bueno, a veces lo hacen, pero no es muy a menudo.
—Ya.
Y anotó algo en su libreta.
"¿De qué está sirviendo todo esto?" gruñó Adrien, quien ya se estaba desesperando por ir.
"Es para el avance de la trama y porque no hay otra forma más conveniente de responder un montón de interrogantes que no he respondido en 113 capítulos" respondió Adrianne, su servidor, el escritor y narrador todo bonito y precioso, gran persona mejor creador de suspenso. El dios todopoderoso de este universo que les bendice con un nuevo capítulo todos los días.
"No puedes romper la cuarta pared de forma tan brutal" me regañó Fyodor.
"Pero no hay otra forma de responder" me quejé. "Y yo soy el escritor y romperé las paredes necesarias para mantener esta trama." Y luego de tal magnífica referencia debería colocar un emote enojado tipo el signo de "menor que", dos puntos v o "menor que", dos puntos u. Pero para mantenerse la seriedad me voy a contener.
Mentira.
"Y yo soy el escritor y romperé las paredes necesarias para mantener esta trama >:v"
Soy un ser impulsivo, así deben quererme.
Volviendo a la evaluación que no debí interrumpir de tal forma...
—¿Qué hay de la relación con tu abuelo?
—Ahora mismo me encuentro... nos encontramos divididos respecto al abuelo.
—¿Podrías explicarlo?
—Todo este tiempo él... fue realmente bueno con nosotros. Pero... hace poco vine a ver a Catherina y las chicas, y él me regañó por hacerlo... él dijo que no somos como ellas... Dijo que somos normales... Solo está negando la existencia de nosotros como una sola persona, y eso me ha hecho creer que realmente no nos respeta... solo no quiere aceptar que estoy mal de la cabeza.
Ah.
Era deprimente solo pensar al respecto.
—Tu padre dijo algo sobre un novio.
Adrien guardó silencio y observó sus propias manos unos segundos.
Estaban llenas de marcas de heridas.
Los puntos en sus muñecas picaban.
—No sé de qué me habla, doc —murmuró, viendo pequeños moretes que el mismo se había causado y de los que ni se había dado cuenta—. No soy gay.
—Isamu dijo que se llamaba...
Silencio una vez más.
—No... No es mi novio.
—¿Perdón?
—No me gustan los hombres.
—¿Entonces...?
—Isamu es solo un pobre desgraciado que no tiene otro lugar al que ir.
。。。
juasjuas que bonito se siente volver rompiendo la cuarta pared, eh.
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