112
—Ugh —gruñó al despertar, frotándose los ojos con las manos.
Ugh.
Sí.
Esa era una buena forma de iniciar su día.
Con un buen, fuerte y emocionante...
—Ugh.
Se levantó de la cama, se colocó las gafas y caminó perezosamente hasta el baño.
—Hey, ¿sabes? Soñé que estábamos con Catherina y las chicas y salía un dinosaurio del lado que hay por la casa, ¡pero no estábamos en casa! Estábamos en el Hyde Park, ¡y el dinosaurio nos rugía! Y entonces Katherine decía que le daban asco los dinosaurios, y Kathy dijo que los dinosaurios son insecto pero gigantescos, y Catherina le dijo que no eran insectos sino mamíferos, entonces...
—Ya, ya entendí, tuviste un sueño raro —suspiró, llenando su cepillo con pasta dental—, tranquilízate. Acabo de despertar.
—No, no, no. Termina de escuchar. ¿Y si es un sueño premonitorio? ¿Qué tal si-?
—No existen los sueños premonitorios. Son coincidencias nada más, o un falso sentimiento de repetición que realmente no está ahí. Si buscas símbolos en todo lo que ves algo acabarás acertando.
—Ah, eres tan aguafiestas.
—Y tú muy molesto.
—¡Me encuentro ofendido!
Se metió el cepillo de dientes en la boca. No tenía ánimo para esa clase de cosas, le desagradaba ser bombardeado nada más despertar, su cerebro necesitaba despertarse también.
—¡Hey! Se despertaron temprano. ¿Por qué? Creí que estábamos drogados hasta el culo.
—Ugh, no empieces tú también...
—Oh, despertaste de mal humor.—
—No. Solo desperté. Ustedes nunca se despiertan conmigo, es normal que de pronto reaccione así. Déjenme.
—Uhm. Dejarte. No suena divertido, ¿lo sabes? Es como... "liberad al traidor".
—¡Creí que ya habíamos aclarado esto!
—Soy un resentido de mierda, ¿qué decirte?
—Yo no soy ningún resentido, nada más me gusta molestar. Y yo, no como tú, me he despertado de buen humor, así que...
—Además, ¿por qué se han despertado de tan buen humor? Ayer no fue precisamente nuestro mejor día, y no es que hayamos dormido maravillosamente.
—Es verdad lo que no fue nuestro mejor día, ¡pero! No ha sido el peor... ¡Volvimos a ver a Catherina! ¿Cómo eso no te pone de buen humor? ¡La volveremos a ver dentro de poco! ¡Saldrá del hospital!
—Y el abuelo se enojará mucho...
Los tres guardaron silencio mientras se cepillaban los dientes. Escupieron la pasta.
—Que se joda el abuelo.
—¡No!
—Que se joda el abuelo.
—¡No!
—¡Que se joda el abuelo!
—¡Basta!
—No. Que se joda el abuelo. Lo dijiste ayer, ¿no? Él no nos respeta realmente, solo está negando nuestra existencia. No importa que tanto diga Dri, Adrien y Fyodor, no importa que tanto nos conozca, él no quiere admitir que estás mal.
Silencio otra vez.
—Es verdad...
—¡Que se joda el abuelo!
—¡No! ¡Detente!
—Ya. Me callo, ¡pero tú sabes qué-!
—Me desperté muy bien y ya me jodiste el ánimo, felicitaciones.
—Justamente estoy aquí para joderte, eh. Al menos la mitad del tiempo estoy aquí para joderte. ¡El 75% del tiempo estoy aquí para joderte!
—Ya. Ya lo entendía. Vamos a desayunar.
—¿No despertamos a Isamu?
—Nah. Que se despierte solo. Está grandecito ya.
—Hey, ¿de cuándo acá estás tan cómodo hablando en voz alta? Creí que lo odiabas.
—Lo odio. Pero "si no puedes contra ellos, únete." Me resigno.
—Que sorpresa.
—Oh, cállate. Tú no tienes derecho de reclamarme nada.
—Si tú lo dices.
Se lavó la cara antes de regresar a la habitación. Isamu seguía dormido. Bien dormido. Verlo tan pacífico le hizo sonreír, y se acercó a él para acariciarle el cabello y darle un beso en la frente. Era tan lindo.
Que ganas de darle una paliza.
Suspiró con pesar ante tal intrusivo pensamiento. A él no le agradaba darle palizas a Isamu, pero al parecer a Isamu le agradaba recibir palizas, y con eso no podía pelear.
Salió de la habitación descalzo y en pijamas, con el cabello desacomodado y con las gafas colocadas.
Ese día fue bastante tranquilo.
Se sentía bastante tranquilo.
Desayuno con sus hermanos, su padre y su abuelo. Isamu luego despertó y se quedó en la mesa con él. Almorzó con sus hermanos, su abuelo e Isamu. Vio películas de mala comedia en la tarde con sus hermanos, e Isamu permaneció en la habitación. Cenó con sus hermanos, su padre, su abuelo e Isamu. Así con todo. De verdad la había pasado bien.
—Entonces, ¿qué haremos para nuestro cumpleaños?—inquirió Adriana.
—Yo quiero una fiesta—sentenció Adrián.
Los originales.
Adrien le dio un trago a su cerveza.
—No tengo amigos a los que invitar a una fiesta—masculló Adrien, arrugando la nariz.
—¡Te presentaremos a los nuestros!—aseguró el mayor.
—¡Sí!—afirmó la mayor.
—Bueno... supongo que si los hace felices... Pero... será una fiesta como esas en las que apagan las luces y ponen música a todo volumen y la gente bebe y come y untan los bocadillos dos veces en el dip...
—Adrien...
—Ya saben. Una fiesta... escandalosa.
—Una fiesta normal, Adrien.
El menor frunció los labios.
—No me gustan esa clase de fiestas.
—¡Adrien, mírate! Luces como alguien que fácilmente podría tener sexo con todos en la fiesta.
—No quiero tener sexo con todos en la fiesta.
—¡Oh, por favor!
—¡Hablo en serio! Soy un "bad boy" no un "fuckboy", hay diferencia entre ambos términos.
—Bueno, si tan "bad boy" eres, una fiesta debería sentarte asombrosamente.
—No me gustan las fiestas. Hablo en serio.
—¡Eres tan aburrido!—se lamentó Adriana— Bien. Algo más pequeño. Una fiestita.
—¡No...! Se supone que debe ser algo que nos guste a los tres, ¿no? No me gustan las fiestas. Y cuando dicen fiestitas es lo mismo que la fiesta pero con menos gente y quizás menos alcohol.
—Eres tan aguafiestas—suspira Adrián, sujetándose el rostro con las manos—. Nunca mejor dicho, eh. ¡Como sea! Respetaremos tu opinión.
Adrien suspiró y observó la lata entre sus manos.
—¿Saben qué? Hagámoslo.
—¿Qué?
—Sí. Hagámoslo. Hagamos una fiesta. Me da igual. Inviten a quien quiera. Vamos a pasarla bien. Cumplimos veintidós años, no celebramos juntos desde hace un montón. Hay que volvernos loco.
"Tú ya estás loco" le susurró su Adriana, sentada a su lado, sujetándose el rostro con las manos.
—Es en serio.
—¡Bueno! ¡Esa no me la esperaba, eh! El gran Adrien, nuestro tremendo nerd, ¡queriendo unirse a una fiesta! Oh, Dios, me siento orgullosa de ti.
"Seh, vamos a emborracharnos hasta que le revientes la puta cabeza a Isamu. Claro que es una buena idea. Claro que sí. ¡El enfermo mental se nos va a emborrachar! No será tú el hombre más inteligente, querido hermano. ¡Me encuentro sorprendida!"
"Bueno, y estos dos idiotas no te detienen" gruñe Adrián, sentado al otro lado, sosteniéndose también el rostro. "Incluso nosotros estamos haciendo mejor trabajo como hermanos, ¿qué les pasa a estos dos?"
—¡Entonces no se diga más! Nos vamos a asegurar de pasar un buen rato.
"Estos dos tiene que estar bromeando..."
"Son tan inconscientes que me sorprendería más que estuvieran bromeando."
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