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Capitulo 28

CHARLES:

En dos meses han pasado demasiadas cosas.

Es decir, ya estamos en abril. Definitivamente cuando uno está feliz el tiempo pasa más rápido.

Respecto a la empresa, todo ha ido bien, las ganancias han subido y no ha habido grandes pérdidas; además, en unos días habría una gala en la que presentaría los nuevos proyectos y oficialmente presentaría a Ellie cómo mi novia, porque aunque algunos ya lo sabían, quería que supieran que ella es la única en mi vida.

Y bueno, respecto a Elizabeth.

Los hombres sabios dicen que, sólo los tontos se precipitan.

Pero yo no pude evitar empezar a enamorarme de Elizabeth Evans, de su espontaneidad y su personalidad.

Durante estos dos meses hemos tenido aún más citas, cada una con su detalle único y diferente.

En una de las citas decidimos apagar los celulares y abandonar todo, alejándonos del mundo y fuimos a la playa para pasar el tiempo sin interrupciones e hicimos un picnic bajo el atardecer. Habíamos pintado en unas pequeñas canvas, entre risas y besos robados.

La descarada de mi novia había hecho que yo corriera por la orilla del mar, pero no tardé en desquitarme y la termine cargando hacia el mar. Habíamos jugado con las olas e intentado hacer pequeños castillos de arena.

La otra salida había sido a un árcade, Ellie había sacado su lado competitivo al observar los premios que daban por cierta cantidad de tickets. Y yo solamente había seguido a mi chica por todo el local, jugando en todas las maquinitas disponibles.

Al final de ese día, habíamos terminado cansados pero felices, Ellie iba con un peluche que era más grande que ella y yo tenía un par de fotos polaroid y unos dulces.

La otra vez habíamos ido a un taller de cerámica y claramente ella terminó arreglando el intento de jarrón que yo había hecho.

Y en otra cita nos pusimos un poco locos y empezamos a actuar diferentes escenas de la nada, de diferentes libros o películas.

— Nadando por este fuego de tu deseo toda mi vida, ¿no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis pasados trabajos?— Termino de decir, después de imitar a Calisto, de la obra La Celestina.

— Por mi vida, que aunque hable tu lengua cuanto quisiere, no obren las manos cuanto pueden. Está quedo, señor mío. Bástete, pues ya soy tuya.— No pudo seguir con su actuación ya que yo la interrumpí.

— Oh, ¿así que ya aceptas qué eres mía?— Bromeo guiñandole un ojo.

— ¡Charles! Eso no venía en el guión.— Dice haciendo un puchero y cruzando los brazos.

— Perdona, señora, a mis desvergonzadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con indignidad y poco merecer; ahora gozan de llegar a tu gentil cuerpo y lindas y delicadas carnes.— Sigo en voz baja mientras la tomo de la cintura y la acerco más a mi.

— Ay no, Charles, no inventes.— Alega dándome un golpecito en el hombre.

—¡Oye! Sí así dice en el libro.— Respondo inocentemente.

En nuestro primer aniversario ella me dio una cajita con algunas fotos nuestras y una carta que al final tenía unos cuantos besos de ella. Y yo le dí un ramo de flores de papel hechas por mi, quedaron un poco chuecas pero ella dijo que le gustaron.

Tampoco era para mentir por convivir.

Ajá, conciencia, ¿estás de mi lado o no?

Luego el 19 de abril, cuando a falta de uno, Taylor tuvo que deprimir a mi novia con dos álbums de la nada y luego de entender todo, me lo contó a mí.

— Pero escúchame Charles.— Me reclama dándome un golpecito. ¿Creerá que me duele? Porque la verdad es que apenas y siento los golpes.

— Te estoy escuchando, mon amour. Estabas diciendo algo de una canción de Londres, algo así.—

— So Long, London.— Me recuerda haciendo un puchero.

— Eso, eso. ¿Estabas diciendo algo de una conexión o algo así?—

— Bueno, lo que pasa es que en Reputation hay una canción llamada Call it what you want, ¿sí?— Asiento y la sigo escuchando. — Bueno, la melodía de la canción aparece luego de que suenen cómo campanas de bodas en la canción de So Long, London.—

Asiento y luego al ver que sigue con el puchero la tomo de las mejillas y le empiezo a dar varios besitos en los labios mientras la escucho reír y quejarse un poco.

Y ahora estábamos en mi casa, jugando el juego de Fórmula 1.

You got that James Dean daydream look in your eye. And I got that red lip classic thing that you like. — Ella canta tranquila mientras conduce. —And when we go crashing down, we come back every time. 'Cause we never go out of style, we never go out of style.—

¿Cómo puede estar tan tranquila y aún así ir ganando?

Bueno, iba ganando ya que se chocó solita contra el muro.

— Perdiste, mon amour.— Le hablo divertido mientras sigo conduciendo.

Siento la mirada de ella y luego es que la siento tomar mis mejillas y darme un beso, haciendo que me distraiga.

— Ahora tú también perdiste.— Sonríe alejándose de mí luego de lograr su cometido y hacerme perder.

— ¡Ellie, ya iba a ganar!— Exclamo poniéndome las manos sobre la cabeza mientras intentaba disimular la risa.

— ¡Te estás riendo, exagerado!— Me señala.

— ¡Claro que no!—

— ¡Que sí!—

Nos quedamos mirando serios y luego empezamos a reírnos.

— ¿Y si nos vemos una película, ma belle?—

— ¿Cuál vas a poner?—

— ¿Qué opinas de Thor?—

— Dale, ponla.— Asiente y me da un mini besito en los labios mientras nos acomodábamos en el sofá para ver la película.

— Disimula un poco, ¿no?— La miro de reojo notando como mira con la boca un poco abierta cuando Thor anda sin camisa.

Para eso me quito la camisa.

— Qué exagerado.— Dice soltando una pequeña risa.

— Eso no decías anoche; espera, ¿decías? Quise decir: gritabas.— Digo guiñandole un ojo para luego quitarme la camisa.

Ella se quedo con la boca abierta mirando hacia mi pecho desnudo antes de aclararse la garganta y mirarme con las mejillas rojas. — ¿Qué estás haciendo? Ponte la camisa, amor.—

— ¿Te pongo nerviosa, Elizabeth?—

— No… Es que vamos a salir. Además, Mandarina está presente, no hay que generarle traumas.— Alega señalando a Mandarina quien estaba tranquilamente dormida en el sillón individual.

— ¿Cómo qué vamos a salir?—

— ¡Sí! Vamos a comprar algo de comer.—Habla levantándose y poniéndole pausa a la película. Luego me tiró la camisa y se levantó mientras se ponía los zapatos.

Me puse la camisa y la seguí agarrando mi chaqueta. Después la ayude a ponerse la chaqueta de ella mientras ella se ponía los guantes.

Tomé su gorrito y lo puse en su cabeza, acomodándole el cabello mientras ella me ponía bien mi bufanda.

Tomé la sombrilla y salimos en medio de risas, tomados de la mano.

Sabía que cuando estaba con Elizabeth en algún lado nuestras manos siempre estaban entrelazadas. Y si no lo estaban, ella movía sus deditos para que yo me diera cuenta.

—¡Ay!—

—¿Qué pasó?— Ella pregunta alarmada por mi pequeño grito.

—Casi piso popó.— Hablo con desagrado.

Ay no, casi mancho mis zapatos.

—Ay no, gas.— Habla ella también, haciendo una mueca que hizo que me riera y olvidara el tema.

Por eso es que me encanta.

Íbamos camino a la pizzería cuando de repente ella se detiene después de pasar por un callejón.

— ¿Escuchaste eso, amor?—

—¿Qué cosa?— Ella no contesta y solo me jala hacia el callejón mientras yo la miro confundida.

—¡Mira!— Señala, al parecer, una pequeña bolsa moviéndose en medio de una caja.

Le hago una seña de que se quedé ahí y con cuidado me acercó a la caja, al agacharme y abrir la bolsa, una pequeña cosa amarilla saltó a mis brazos, haciéndome tropezar y caer sentado en el suelo.

—¡Charles!— Escucho los pasos apresurados de mi novia acercándose a mí. —¿Estás bien? ¿Qué pasó?—

—Es… un perrito.— Hablo confundido, viendo al animal entre mis brazos. —Estaba… metido en una bolsa… ¿Qué clase de gente puede ser capaz de hacer algo así?—

Ella toma al perrito en brazos mientras este empieza a mover su colita emocionado.

—Es un golden retriever.— Habla suavemente. —No lo podemos dejar aquí solito, Charles.— Habla haciendo un suave puchero.

—¿Y qué quieres hacer?—

—...¿Y sí lo adoptamos?—

—¿Qué?—

—¡Sí! Lo podemos llevar a una veterinaria y lo adoptamos. Sería nuestro hijito junto a Mandarina; a ella le haría bien algo de compañía de 4 patas.—

Me le quedo mirando, notando lo ilusionada que está, alzando al perrito, quien al parecer también se había puesto de acuerdo con ella con hacerme cara tierna.

—De acuerdo, de acuerdo. Tú ganas. Vamos a la veterinaria, ¿Sí?—

Ella me da una gran sonrisa y me da un beso. —¡Vamos!— Me da la mano y me ayuda a levantarme del suelo.

Fuimos a la veterinaria y nos dijeron que, milagrosamente, el cachorro estaba bien, solo estaba un poco lastimado de la patita, pero podía caminar bien. Esperamos a que lo bañaran y cuando nos lo iban a entregar nos preguntaron algo.

—¿Qué nombre le van a poner?—

Nos quedamos viendo con mi novia, ya que no habíamos pensado en eso aún.

—¿Y si le ponemos Thor?— Cuestiono levantando una ceja.

—¿Thor?—

—Sí, sino nos hubiéramos visto la película, no hubiéramos salido y no hubiéramos encontrado al cachorro.—

Me mareé de tantos “hubiéramos”.

—Sí, de acuerdo, Thor está bien.—

Cuando nos dieron a Thor, el pequeño al parecer había perdido la confianza que tenía al principio y dudó al acercarse a nosotros pero finalmente lo hizo y se acurrucó en mis brazos, moviendo la colita.

Decidimos pedir la pizza a domicilio y nos devolvimos al apartamento de Ellie; al entrar con Thor en brazos, Mandarina levantó su cabeza y se quedó quieta encima del sofá, mirándonos.

Bajé a Thor y empezó a correr alrededor de toda la casa y a ladrar, haciendo que Mandarina se sobresaltara y corriera hacia los brazos de mi novia, maullando un poco histérica y a la vez enojada.

Llamé a Thor y nos sentamos los cuatro en el piso, Elizabeth acariciando a Mandarina tratando de calmarla.

—Bueno, Mandarina,— Mi novia empieza. —El es tu nuevo hermanito, se llama Thor y no debes ser grosera con él, ¿De acuerdo?—

Mandarina se bajó de los brazos de la castaña y se acercó a Thor, quien sacaba la lengua emocionado, Mandarina miró a Thor y luego de lanzarle un manotazo y que Thor casi la mordiera, ella salió corriendo con Thor siguiéndole los pasos.

—Se van a llevar bien.— Digo haciendo que ella suelte una risa.

Luego de vernos la película y comer, nos acomodamos para irnos a dormir, ya que hoy me voy a quedar con ella.

Nos pusimos las pijamas y Mandarina, quien antes estaba montada en su castillito ese, se acostó en la cama en cuanto nos vio.

Seguidamente, Thor, el cual me seguía a todos lados, incluso al baño, también estaba con nosotros.

Lo montamos en la cama y los cuatro quedamos así: Mandarina encima de la almohada en la cabecera, mi novia y yo acostados en la mitad y Thor en medio de nosotros.

Fue algo incómodo al principio pero con el pasar de la noche, dormimos cómodamente.

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