Capítulo tres: Sinceridad, preguntas y bromas.
Flashback
Gloria se puso su pijama y se metió en la cama. No podía quitarse de la mente el día tan espectacular que había pasado con él, fue diferente de las Navidades anteriores que había pasado.
Era la primera Nochebuena y Navidad que había estado agusto y en las que pudo ser ella misma. Desde que fallecieron sus abuelos maternos y paternos, nada era igual.
Aunque tuviese una coraza y no lo demostrara, él con sus locuras y tonterías había conseguido que volviese a creer en la Navidad. Le había devuelto una ilusión que jamás pensó tener.
Miró las conversaciones de WhatsApp y se paró a observar el número de contacto de Adam, si tan solo se atreviera a mandarle un mensaje sencillo, haría las cosas más fáciles ya que el tendría su número y podrían iniciar una larga conversación sin fecha de vencimiento.
«¿Porqué no tengo valor a hacerlo? ¿Qué me está pasando con él? ¿Porqué dejo que me bese? », pensó.
Si recordaba los besos con su ex pareja y alguno más que se pasó de listo, solo se acordaba de los guantazos, patadas en sus partes nobles y algún que otro chillido. En su parecer, en ninguna ocasión falló ni se arrepintió, puesto que ella tenía toda la razón del mundo porque todo paso que dieron, fue sin su consentimiento. Así que se dejó llevar por primera vez y pasó de todo aquello que le preocupaba. Acto seguido, buscó de nuevo el móvil del muchacho y dio inicio a una conversación.
Gloria:
Hola. ¿Qué tal? Soy Gloria Rosario.
Intentó no mostrar mucho interés pero el móvil sonó avisándola de que le había llegado una nueva notificación.
Adam:
Hola preciosa, me pillaste pensando en ti.
Tengo ganas de verte.
Escribió él acompañándolo de emoticonos con caritas de enamorado y corazoncitos, todo una cursilería. Ella al recibirlo y leerlo, sonrió.
Gloria:
Si solo hace una hora que me viste.
Adam:
Lo sé, pero aún me quedé con ganas de más. Por cierto, por fin te animaste a darme tu número. ¿Mira que te costó, eh? Te haces mucho de rogar...
Gloria:
Lo bueno se hace de rogar, ¿no crees?
Adam:
Eso es verdad.
Gloria:
¿Ya estás en casa? No quería irme a dormir sin saber que estabas en tu hogar.
Adam:
Si, gracias por preocuparte encanto. Estoy tumbado en el nido ya, ¿y tú?
Gloria:
Igual.
Los dos acariciaron la pantalla del móvil y revisaron sus fotos de perfil.
Adam:
Por cierto... ¿Qué harás estos días? ¿Podremos quedar? Tenemos que echarnos fotos.
A parte de la del beso, aún no la vimos.
Gloria:
Pues no puedo evitar más a la familia, tengo que pasar los siguientes días con ellos. ¿Y tú? Ay ya, no me recuerdes lo de la foto, como te vea te pego un guantazo. Me la debes.
Gloria se volvió a ruborizar y él se mordió el labio pensando en el beso.
Adam:
Ojú, que agresiva... jiji voy a fingir que no duele.
Le mandó la canción de Carlos Rivera, "Sería más fácil". Después de mandar ese mensaje, le escribió otro.
https://youtu.be/CL_xXfFD0TQ
Adam:
¿Pero si te echarías más fotos conmigo, no? Aunque me pegarás, sería todo más dulce. Y yo pues tendré que hacer lo mismo aunque no quiera. Comidas, cenas y más eventos familiares. El treintaiuno me toca trabajar así que quizás si no hago nada podríamos vernos.
Dejó caer una propuesta para ver si la pillaba. Mientras le contestaba, empezó a escuchar la canción que le pasó.
Gloria:
Calla ya anda. Si quieres si podemos echarnos más y bueno, pásatelo bien y ya buscaremos un hueco para vernos.
No dijo nada de la indirecta.
Adam:
Pues si, y gracias por el jersey. El valor sentimental que tiene, vale más que cualquier cantidad de dinero que uno se pueda gastar.
Le recordó él.
Gloria:
Te compensaré igualmente y gracias por el anillo.
Gracias por todo.
Adam:
Nada, ¿te lo pasaste bien?
Gloria:
La verdad es que sí, ¿y tú?
Adam:
También.
Le envió él una carita con un besito.
Gloria:
¿Lo llevas aún?
Adam:
Bueno, me voy a dormir. Mañana hablamos, buenas noches.
Si, aún lo llevo.
Le envió una carita feliz.
Adam:
Cuídalo tanto como si de mi se tratara. Buenas noches princesa. Piensa en mí como yo pensaré en ti. Un beso.
Gloria Rosario lo leyó y dejó el móvil, acto seguido se fue a dormir. Él esperó un rato pero al ver dos tics azules, supuso que no iba a responder y se fue a dormir.
Adam estaba en el descanso del trabajo, acababa de almorzar y decidió llamar a Gloria.
Ring Ring, el teléfono empezó a sonar y al ver que era él dejó de hacer las cosas y respondió.
—Buenos días —esbozó una sonrisa—. Pensaba llamarte más tarde.
—Hola, buenos días muñeca. Ya no hizo falta, me adelanté —se rio.
—Eso parece —respondió.
—¿Cómo estás? ¿Qué harás hoy? —se interesó él.
—Pues bien, haciendo cosas en casa. ¿Tu estás trabajando aún? —le cuestionó—. Al final me quedaré aquí.
—Si, estoy trabajando —afirmó—. Yo tampoco me iré con la familia, ¿te gustaría que me pasara por tu casa al salir? Podemos ver una peli y luego de cena de Nochevieja, las uvas y todo eso. Sobre las cuatro podría pasar por ti.
—Por mi perfecto, pero con una condición —comentó.
—Pide por esa boquita —la dejó que se expresara.
—Todos los planes en mi casa. Vemos la película aquí, yo tengo muchas y después cenamos aquí mismo. Nos tomamos las uvas y así estamos de tranquis. No me apetece mucho trote y tu al salir de currar, estarás igual —le planteó.
—Te lo compro, ¿qué necesitas que lleve? ¿compro algo para cenar?
—Nada, tengo de todo. Con que vengas es suficiente —respondió.
—Uoo... eso suena a proposición indecente, a lo Romeo Santos, mamá —se carcajeó.
https://youtu.be/QFs3PIZb3js
—Idiota —le gritó flojito.
—Si, si, pero soy el idiota que te encanta —le arreó un zas en toda la boca.
Ella apretó los puños y se mordió la lengua.
—No te flipes... —dejó la frase sin concluir.
—¿Entonces vas a cocinar tu? No quemes la cocina, ¿eh? Que sino, te tendrías que venir a vivir conmigo —le lanzó otra indirecta.
—No por dios, no me tortures. Si lo tengo que aguantar a todas horas, me da algo —bromeó.
—Bueno, menos las horas que esté trabajando. Aunque podría hacer el trabajo desde casa y así estaría a tu lado. Sería tu sombra —se empezó a reír.
—No me tortures... menos mal que eso no ocurrirá —dijo aliviada.
—O si, quien sabe... —la dejó con la duda—. Bueno cielo, te veo luego. Voy a seguir currando. Escríbeme si necesitas algo.
—Que te vaya bien. Hasta luego y no es necesario —contestó.
—Un beso, hasta dentro de un rato —colgó.
—Chao —cortó la llamada.
***
Horas más tarde, Adam se cambió en el trabajo. Se puso un traje muy elegante y debajo, el jersey que le regaló encima de una camisa con una corbata exclusiva para sorprenderla.
Cerró su oficina y se dirigió en coche hacia la zona de la mujer que le estaba quitando el sentido después de comprar unas cosas. Por otro lado, Gloria se puso un outfit verde con todo a juego, incluidos los labios. También lo acompañó con una alisado de cabello. ¡Quedó bestial! No le faltó ningún detalle. Mantas, películas, comida y ambiente idóneo, todo estaba sensacional. Ultimó unos detalles y se miró en el espejo.
«Cree en ti, todo saldrá bien», pensó a la vez que lo pronunció en voz alta.
Después de aparecer el señorito subió al piso y tocó la puerta. El timbre sonó y Gloria Rosario le abrió la puerta.
—Bienvenido, pasa —le hizo un gesto de bienvenida.
Él paso y la abrazó.
—¡Wow! No me lo puedo creer, cógeme porque estoy soñando. Tengo tu móvil y ya estoy dentro de tu casa. ¿Tienes fiebre? Del primer día a este, es un gran pasó —parafraseó.
Esta vez la chiquilla no se contuvo y le propinó una colleja.
—Mira que te hecho, ¿eh? —dijo de cachondeo.
—Bueno, si me hechas que sea después de las uvas o mañana. ¿Dónde puedo dejar estas bolsas?
—Acompáñame, mira que te dije que no trajeras nada... —añadió.
Ella lo acompañó a la cocina y lo metieron todo en la nevera.
—Si solo es una mini tarta en forma de corazón, un Txacolí y dos cafés especiales. Nuestros favoritos jiji. Aunque esta vez si tuvimos suerte porque cogí dos, aún así los podemos compartir, baby —le hizo ojitos y ella se derritió al verlo.
—Oye... ¿Dónde vas tu tan buenorra? ¿No me querrás emborrachar para seducirme y hacer travesurillas conmigo? Mira que si esas son tus intenciones, yo me dejo cuerdo. En mi humilde opinión, tu te has puesto así para mí. No lo niegues, porque yo si reconozco que lo hice.
—Si estoy normal. Además, yo no necesito emborrachar a nadie para que caiga en mis redes —le dedicó una mirada seductora.
—Saca tus dotes de seducción y conquístame —le propuso y le guiñó el ojo.
Gloria lo cogió de la mano y lo llevó al sofá. Se sentaron.
—¿Pongo la película ya? ¿Te sirvo algo? —le ofreció.
—No, gracias. Prefiero hacer otra cosa... —sugirió.
—¿El qué? —preguntó ella.
Él la tomó de la cintura y la sentó en sus piernas.
—¿Porqué no hacemos un juego de preguntas y respuestas?
—Chachi, empieza —le dio paso.
—¿Qué edad tienes? —le preguntó.
—Veintiocho años, ¿y tú? ¿a qué te dedicas?
—Treinta y dos. Soy productor musical. Busco cazatalentos y todo el rollo que te puedes imaginar. ¿Y tú? —respondió.
—Soy actriz en un musical. Estás invitado, de hecho la noche de Reyes tengo función. Si lo deseas puedes venir. También he hecho alguna sesión de modelaje —le explicó e invitó.
—Menuda joya. ¿Tienes alguna sesión cerca? Ponme la tentación frente a los ojos —le pidió—. Acepto ir, estaré encantado de verte y ser VIP.
Ella alargó la mano y puso sobre sus piernas un álbum. Él las contempló fascinado y con la babilla cayéndose. Estaba embobado perdido.
—Eres preciosa, ¿lo sabes? Seguro que estás cansada de escucharlo.
—Soy una chica normal —dijo humilde y sincera.
—Para mí y el resto del mundo no. Valórate, lo poco que conozco me hace entender que tienes un corazón muy noble —le susurró.
—Tu también —le acarició el cabello negro—. Tu trabajo también es interesante.
—Si, aunque hay altibajos. Sigamos, ¿relaciones? ¿estás conociendo a alguien? —preguntó interesado, era una de las preguntas de las que más ganas tenía de formular.
—He tenido dos parejas. Una de adolescentes, lo típico y con el segundo ya era formal. Estuvimos a punto de casarnos.
Lo último le interesó más de la cuenta a Adam.
—¿Cuánto durasteis y porqué se terminó? —le interrogó.
—Con el primero seis meses, era muy posesivo y celoso. El segundo simplemente se acabó el amor pero duramos seis años. Con ambos tengo buena relación.
—¿Volverías con alguno de ellos? —le preguntó interesado, aunque le asustaba la futura respuesta.
—No, no son para mí. Cuéntame ahora tu.
—Pues yo no he tenido pareja nunca. He sido de rollos siempre. ¿El porqué? No encontré a la persona adecuada, aunque ahora si que estoy seguro que la he encontrado. Por ella si que asentaría la cabeza —fue claro, directo y sincero.
Rosario bajó la vista un poco desilusionada y él lo percibió.
—¿Dije algo malo?
—No —respondió.
—¿Entonces, qué pasa? —insistió.
Le levantó el mentón y la hizo mirarlo.
—Nada, enserio —musitó.
—Dímelo, puedes confiar en mi —la miró a los ojos.
—Pues que si has encontrado a esa persona, no deberías estar aquí ni mucho menos como estamos —conversó—, tendrías que irte con ella.
—Ey —le apartó un mechón del cabello—. La chica de la que hablo eres tu. Mira, reconozco mis defectos. He sido un poco picaflor, me he estado liando con tres chicas hace muchos años pero con ninguna de ellas cuajó. Tampoco me hicieron sentir nada especial y tampoco me enamoré. Contigo todo es distinto. Por una vez en la vida quiero hacer las cosas bien. Mi intención verdadera es conocerte y en un futuro, he planteado casarme contigo, presentarte a mi familia y a mi gente, tener hijos y todo lo que nos depare la vida. No soy perfecto lo sé, pero al menos intento darte lo mejor de mí. Quiero ir despacio, enserio, por eso no me lanzo más. No te veo de la clase de chicas que buscan un rollo de una noche, sé que eres tímida y cortada porque lo he notado desde la primera vez que te vi. Cada vez que nos vemos siento la conexión que nos une, a mi me encantas mucho loquita, pero el problema es que no sé si yo a ti te encanto tanto, ¿entiendes?
Ella lo rodeó por el cuello vergonzosa y lo abrazó.
—Gracias por ser sincero conmigo y no ocultarme nada.
Él la correspondió.
—Siempre será así, pequeña. Gracias a ti también, conmigo jamás han tenido los detalles que estás teniendo tu conmigo y me encantan —esbozó una pequeña sonrisa—. ¿Te puedo preguntar algo? Si no quieres, no contestes.
—Dime.
—¿Te gusto lo suficiente para pensar como yo? Si hago algo malo o meto la pata, dímelo sin que te cortes, ¿vale? Intentaré corregir lo que sea.
Gloria asintió y él le acarició el cabello feliz.
—Sigamos con la ronda de preguntas —prosiguió—. Adelante.
—¿De verdad tienes descendencia francesa?
—Mi padre es francés, toda la familia paterna vaya. ¿Y tú, de Madrid? Yo nací aquí aunque me crearan en otro país —se rio.
—Entonces, ¿te crearon en Francia, no? —se interesó.
—Si, mis padres se conocieron aquí pero ella se fue a la vendimia una temporada. Allí empezaron la historia de amor y luego mi padre se mudó aquí con ella —relató.
—Interesante —hizo una mueca.
—Si, no veas —respondió acariciándole la cara—. ¿Tienes hermanos o hermanas?
—Si, una hermana de dieciséis años y un hermano de seis
—Qué coincidencia, yo tengo un hermano de dieciséis también. La peor edad, tienen las hormonas dislocadas.
Adam y Gloria se rieron.
—Y tanto que sí. ¿Vive con tus padres? —preguntó ella.
—Si, los tuyos también, supongo —alegó.
—Eso es. ¿Aficiones? ¿Comida favorita? ¿Color favorito? ¿Canción favorita? —creó varias preguntas a la vez—. Empieza por la que quieras.
—Antes respóndeme tú. ¿Te gustan los animales? ¿Tienes o has tenido?¿Playa o montaña? —le dejó caer.
—Me encantan, tengo un loro que no se calla. Se llama Mariano y un perro como el de Scottex, se llama Roki. Aunque los tienen mis padres ahora mismo —dijo.
—Yo tuve un canario de pequeña y estoy pensando en adoptar un perro —se carcajeó—. Ay Mariano el marrano, tiene una coincidencia contigo, no se calla ni debajo del agua —se aguantó la risa.
—Que mala gente —fingió poner mala cara—. Adoptar tiene que ser bonito. No pregunto que le pasó al canario, sobre dosis de dulzura de verte a diario —se vengó—. Así también quisiera morir yo.
—No bromees con eso anda, se llamaba Piolín y bueno, era viejito. Ley de vida —suspiró.
—Se les coge mucho cariño a los condenados.
—Pues sí, demasiado —sonrió—. Bueno, ¿ahora contesto a la lista de la compra y luego tu?
—Me parece bien —asintió—, pero aún no respondí a tu otra pregunta.
—Te escucho —lo miró atenta.
—Soy más de montaña, adoro el olor de los árboles, su frescura y su calidez. Me encanta respirar aire puro. No sé, pasear me gusta en buena compañía o ir de picnic. Incluso si me llevo la cámara, suelo echar fotografías al paisaje. La playa no es mi fuerte, no me gusta el tacto de la arena ni la de piedra. ¿Y tú que prefieres? —comentó él.
—Montaña, por casi las mismas razones que las tuyas. Es uno de mis refugios para esquivar los problemas y la realidad. Suelo pasar muchas horas en el campo, bien al lado del río o de algún árbol —mencionó.
—Un día podemos ir juntos de picnic, ya tenemos algo más en común —dijo satisfecho.
—Si bueno. Entre mis aficiones se encuentra el modelaje, la interpretación y escuchar música. ¡Podría pasarme horas! Sin música yo no vivo. Además, me encanta la repostería. Tengo un título oficial de una escuela muy prestigiosa del sector. El mundo de la cocina también me chifla. Antes jugaba al tenis aunque ya no practico deporte por falta de tiempo. Y lo que te comenté antes —le contó.
—Me fascinas, enserio. Eres muy completa. Pues yo estuve jugando Básquet durante cinco años pero me puse a trabajar y tuve que decidir entre mi pasión o mi trabajo. Opté por mi trabajo que es el que me permite salir adelante día a día.
—Yo hubiese elegido también lo mismo —afirmó ella—. Mi comida favorita es el pollo frito con ajos y pimientos. ¿Y la tuya?
—Ahí, ahí tu si que sabes. Para mojar el pan en aceitico —se rio—. Qué manjar, tienes buen paladar por lo que veo. Yo suelo ser de carne a la plancha acompañado de verduras y eso. Aunque no toda la verdura me gusta.
—¿Cuáles no te gustan? Eres un chico sano, si fuiste deportista es lo normal. Hombre es que el aceite no se perdona y el pan mucho menos —sonrió.
—Brócoli, coliflor y la cebolla. No soporto ninguna de esas por el sabor.
—Qué lastima, te hice brócoli a los cuatro quesos con salsa roquefort para cenar —bromeó.
—Si hay pan, ya soy feliz —le sacó la lengua y rozó su nariz con la de ella.
—Es broma, hice otra cosa que espero que te guste. Ah, y yo suelo comer de todo menos el pescado. Lo odio mucho, mucho.
—No te llevaré a una freiduría —se rio—. ¿Qué hiciste? ¿Lo puedo saber?
—Solomillo Wellington y patatas al horno al estilo Foster Hollywood. Champiñones a la plancha. De picoteo, tostadas con paté, calamares a la romana y un plato combinado de jamón serrano y queso. Sé que te he dicho que no me gusta el pescado, pero lo único que soporto son los calamares y los chupitos —dijo ella.
—Uy los chupitos también me gustan a mí, que borrachina ella —bromeó—. No puedes ser más tonto.
Adam recordó todos los manjares y comenzó a babear.
—Oh dios mío, me acaba de entrar hambre. Por cierto... ¿Qué hora es?¿Y de postre preparaste algo? —no pudo evitar preguntarlo.
Gloria miró el reloj,
—Uy, si son las siete y media ya. Al final no vimos la película. Ah, y el postre no se revela hasta su hora —lo dejó con la intriga.
—Aguantaré, que remedio. ¿Terminamos las preguntas y servimos la cena? —se quedó en silencio pensativo—. ¿Color favorito y canción favorita?
—Fucsia. No tengo canción favorita, son muchas —lo miró con ganas de saber su respuesta.
—Negro. Tampoco tengo. Escucho de todo pero supongo que si tuviera que elegir alguna, sería de El Barrio. ¿Tu escuchas de todo?
—Sí, lo tolero todo. Bueno, ahora si que voy —anunció.
Gloria se levantó y se dirigió a la cocina. Calentó toda la comida en el horno mientras que ponían el Txacolí en la mesa con los entrantes. Acto seguido, ambos se sentaron uno frente al otro y empezaron a cenar.
Tiempo después, tras culminar el plato fuerte partieron la mini tarta, sirvieron los cafés y un plato combinado con turrones, pasteles de gloria, pan de Cádiz y pastel ruso. Todo preparado por la joven repostera de forma casera y tradicional. Empezaron a deleitarse con los dulces y a su vez se echaron muchas fotos divertidas. Adam se quedó mirando el pastel de Gloria.
—Mírate, si estás aquí —señaló el pastel—. Con mi repostera favorita me va a subir el azúcar, pero si me vuelvo diabético me cuidarás tu —le susurró.
—Oye, que bromista el so burro —refunfuñó de cachondeo.
—¿De casualidad no venderás pasteles de Gloria ni Rosarios, verdad? Por ti hasta te comería rezando. Ahora que lo pienso... también tienes pinta de Rosiglo. ¿No me digas que también vendes lipgloss? —siguió metiéndose con ella—. ¿De qué sabor eres? —se quedó pensativo unos segundos y reaccionó—. Ay si, de yema —empezó a canturrear.
—¿Y tu de la familia Addams? Déjame adivinar.. eres Fester, porque con las entradas que tienes en unos años será una plaza de toros —prosiguió.
Adam se acarició el pelo y notó que no tenía entradas.
—Serás capulla, si no tengo —refunfuñó ahora él—. Menos mal que no te pusieron de nombre Estrella porque seguro entonces naciste estrellada.
Los dos muchachos empezaron a reírse.
—Tranquilo, feo y viejo ya te harás —le atacó—. Y no, no me llamo Estrella así que te fastidias.
—Como que no, para mi eres mi estrellita, la que me iluminará todos mis días. Bueno, en verdad me da igual ser feo y viejo, como te tendré a ti. Me cuidaras —dijo seguro.
—Pelota... que bota y bota —miró la hora—. Son las once y media, voy a por el tronco de Nochevieja y las uvas. Y eso esta por verse —dejó caer—. Me buscaré un amante más joven y apuesto.
—Como que yo te lo voy a permitir. Espera voy y te ayudo —fue a levantarse pero no lo dejó.
—Si te levantas que sea para ir al sofá y poner la TV.
Él acató las órdenes mientras ella limpió todo y lo dejó como los chorros del oro. Sirvió lo que faltaba junto a dos copas de sidra y las uvas. Se sentó de nuevo al lado de él.
Cuando bajó el carrillón y empezaron a sonar las campanadas, empezaron a reírse sin motivo o mas bien el motivo eran las caras que ponían por la velocidad que llevaban para comérselas todas a tiempo. Cuando acabaron, Ramón García y Anne Igartiburu subieron las copas y lo celebraron brindando. ¡¡Feliz 2019!!
Adam y Rosario terminaron a trompicones y brindaron.
—Por un 2019 juntos —dijo él—. Gracias al destino por ponerte en mi camino y bendita tu madre porque te dio la vida —canturreó al estilo de Carlos Rivera.
—Por todo lo bueno que nos depare juntos —sonrió.
Él la hizo levantarse después de comerse las delicias y brindar. La cogió de la cintura y la besó con delicadeza. Inauguraron la Navidad con un beso, ahora no podía faltar otro. Los dos loquitos se pasaron media noche disfrutando al son de la gala especial de Nochevieja que ofrecía TVE hasta que el sueño los venció y se quedaron dormidos acurrucados en el sofá.
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