Capítulo cinco: Una sorpresa inesperada.
Adam llegó a la puerta del Teatro Real de Madrid y se puso en la fila para poder entrar, y justo cuando el teléfono le empezó a sonar.
—¿Sí, dígame? —descolgó la llamada.
—Sobri, soy la tita de Aurora. ¿Dónde estás? —le preguntó feliz por la noticia que había recibido.
—En el Teatro Real, va a actuar en breve Gloria. ¿Pasó algo? Te noto feliz —respondió ilusionado
—Necesito que os paséis por aquí mañana temprano —le dijo.
—¿Y eso? —le preguntó con curiosidad.
—Mira un segundo WhatsApp —le ordenó.
Aurora le pasó la foto de él y Gloria besándose, le adjuntó una carta con dos billetes de avión con destino París. Su foto fue la ganadora del concurso y el regalo era pasar el día de Reyes en París, incluyéndo la noche en la ciudad del amor. Cuando Adam la vio empezó a saltar como un loco.
—¡Buah! Ni hecho aposta, chaval. Gracias por todo, tía —dijo echando chispas de felicidad—. Mañana pasamos temprano o quizás esta noche. ¿Hasta que hora estarás en la cafetería?
—Sobre las dos de la madrugada. ¿A qué hora acabareis? —le preguntó.
—A las doce, según me dijo así que nos pasaremos por allí y le damos la sorpresa. ¡Qué alegría!
—¡Estupendo! Por lo que puedo percibir... con ella... ¿Va muy bien, no? —mencionó ella.
—Sí yo te contara... —le hizo un pequeño resumen vía telefónica.
—Cuando me alegro cariño, ojala todo salga bien —sonrió ante la bonita noticia—. Si lo sé, os presento antes. Que pequeño es el mundo y que caprichoso. Quien te iba a decir a ti que gracias a un café... te ibas a ilusionar, ibas a encontrar el amor de tu vida y lo más importante, te ibas a centrar.
—Ha sido todo muy heavy tía, no la cambio por ningún rollo. Ahora mas que nunca sé que es ella la persona con quien quiero compartir mi vida —se emocionó.
—Estoy tan feliz —se le cayeron un par de lágrimas.
Ambos se secaron las lágrimas cuando vio Adam a Gloria acercarse.
—Tía, te dejo. Ya viene a por mí. Luego te veo, te quiero —colgó.
Su tía colgó también y no le dio tiempo ni a despedirse. Rosario lo cogió de la mano y lo llevó por donde entran los actores. Lo acompañó al balcón desde donde la vería actuar.
—Puedes quedarte aquí, ¿vale? No te molestará nadie. Si necesitas algo llama al botón de la izquierda y se acercará alguien a traerte lo que pidas. La cabalgata pasará por aquí así que también lo podrás ver sin impedimento. Te veo luego pequeño, deséame suerte —le señaló el botón.
—Mucha suerte, cariño —le deseó—. Gracias por todo. ¿Luego te espero aquí?
—Vendré a por ti, hasta dentro de un ratito —lo abrazó.
Adam la besó y la observó como se iba hacia el camerino. Media hora más tarde, la obra de teatro empezó y Adam no podía estar mas embelesado de lo que estaba. Era consciente de que todo había sucedido muy rápido pero era la primera vez que sentía cosquillitas en el estómago. ¿Se estaría enamorando o eso se definiría como una ilusión?
Dieron las once y media de la noche. Por la puerta del acceso al balcón, entró Gloria vestida con un vestido entre largo y corto que acentuaba toda su silueta. Adam al verla empezó a silbarle y a aplaudirle.
—¡Bravo! Esa es mi Rosario. Pero que arte me gasta —la abrazó.
—¿Te gustó? Estaré aquí unos seis meses más.
—No sabía que cantarás como los ángeles. Gustarme es poco —se le ocurrió una idea brillante—. ¿Ya acabaste?
—Si, ¿vemos acabar la cabalgata desde aquí y nos vamos? Ya quisiera cantar mejor —se rio—, pero no nací con la voz de Rocío Jurado.
—Si, de hecho, al salir pensaba de llevarte a El Flechazo a ver a mi tía y allí mismo podemos cenar —sugirió cruzando los dedos para que todo le saliera bien.
—Ay si, hace días que no voy a verla —Gloria se detuvo y lo observó unos segundos—. No sé si será mi impresión, pero te veo los ojos con un brillo especial y un tanto feliz.
—Si, es que me hizo mucha ilusión verte. No sé, todo ha sido inolvidable —intentó disimular el porqué.
—¿No hay otro motivo? —preguntó poco convencida.
—Es ese —sonrió nerviosillo.
Adam se puso detrás de ella y la abrazó por detrás mientras contemplaban las miradas de ilusión de tantos niños esperado la llegada de los Reyes Magos. Sin duda, no había nada más puro que la inocencia de un niño.
Un cuarto de hora más tarde, se dirigieron a El Flechazo y entraron en el establecimiento, pero esta vez juntos, no como en la otra ocasión que no se conocían. Aurora los vio cogidos de la mano y sonrió.
—Hola, mis amores —les saludó.
—Hola tía, ¿cómo estás? —le preguntó él.
—Hola, preciosa —sonrió Gloria.
—Bien, ¿y vosotros? —salió de la barra y los abrazó feliz.
—Muy bien. Vinimos a verte y de paso cenaremos aquí. ¿Nos ponemos en la barra o en alguna mesa? —le hizo una pregunta.
—En vuestra mesa, por supuesto —señaló la mesa que compartieron la noche en la que se conocieron—. Me parece que tuvisteis una idea maravillosa.
—Gracias tita —le dio un beso en la frente.
Aurora los acompañó a la mesa y ellos tomaron asiento.
—¿Cómo fue la función? —preguntó Aurora mientras sacaba la libreta de notas.
—De perlas, todo salió genial —respondió Gloria sonriente.
—Es una diva, tita. No hay nadie como ella —soltó un comentario muy gratificante.
—¡Si es que vales un montón! Enhorabuena, mi niña —la celebró orgullosa.
—¿Qué queréis cenar? Los cafés ya los tengo reservados —se rio.
—No es para tanto —sonrió.
—Pues si lo es... ¿Qué hiciste para esta noche? —le preguntó.
—Tortilla de patatas, pinchos morunos y croquetas de jamón caseras. Aunque si os apetece otra cosa, un perrito caliente o una hamburguesa lo hace la cocinera enseguida —ofreció cortésmente
Adam miró a Gloria.
—¿Te apetece algo de eso o pedimos otra cosa?
—No es necesario. Por mi está bien, una ración de las tres primeras para compartir y el café que no nos falte —recordó todo con una sonrisa.
—Entonces que no se hable más, si nos quedamos con hambre ya te pediremos algo más —le dijo a su tía.
Aurora los anotó y asintió.
—¿Y de beber? —les cuestionó.
—Una botella de vino rosado, del que siempre pido. ¿O quieres beber otra cosa? —le preguntó dubitativo a la joven.
—No, con el vino está mas que bien —contestó.
—Pues ahora mismo os lo traigo —dijo Aurora.
Tras tomar la última nota, hizo el pedido y les sirvió el vino. Sin que Gloria se diese cuenta le, dio los billetes y el resguardo del premio a Adam. La canción de Jacuzzi de Greeicy Ft Anitta «Una noche loca casi que no me lo creo, solo un par de copas y se me cumplió el deseo».
https://youtu.be/PngECGTQWOM
—Todo comenzó en la barra, cuando se apagaron las luces. Nos miramos por un rato y así fue que me propuse —cantó mientras la cogía de las manos y hacia que bailaban al aire entrelazando sus dedos.
—Otra, otra, queremos otra —lo animó ella divertida.
—La siguiente en el jacuzzi —la miró travieso.
—No suena mal el plan —se hizo el despistado y luego la miró.
—Con nuestra canción de fondo. Esta —señaló la barra—, y "Desconocidos" de Mau y Ricky. Aunque seguro tenemos muchas más que nos definen.
https://youtu.be/8avC3hHNeSE
—Un porrón más —le dio la razón.
Adam sacó el móvil y les echó muchas fotos. En un descuido de él, ella vio que tenía su foto de fondo en varios sitios.
—Ay, yo quiero ver la foto. ¿Cuándo la pusiste? —alargó la mano y le quitó el móvil.
Sin su permiso la vio y le encantó. Se la pasó a su móvil y la puso de perfil.
«Que bonito es, nos puso juntos en todos los lados», pensó ella. Luego, le devolvió el móvil.
—Adoro la foto —le comunicó feliz.
—Antes me la pasó mi tía. Sales alucinante —le hizo un cumplido.
—Para guapo ya estas tu, anda que me lo dices —puso morritos.
—Lo pensaba hacer, pequeña —sonrió y le besó la mano.
—Por cierto... esto es para ti —no quiso alargarlo más.
Adam le acercó todo lo que le había dado su tía junto a la foto imprimida. Ella sin preguntar lo abrió ilusionada. Al leer la carta se quedó perpleja y a cuadros.
—Esto es una broma, ¿cierto? —rogó que fuese verdad.
—Ganamos el viaje, cariño. Mañana pasaremos el día de Reyes en la ciudad Parisina —dijo ilusionado.
Se levantó a la misma vez que ella y se abrazaron.
—Mi sueño hecho realidad y contigo —dijo conteniéndose las lágrimas.
El joven se la comió a besos, la sentó en la silla y él acercó la suya a la de ella para estar más juntitos. Se sentó.
—El primer viaje de muchos. Mira como el beso tuvo su recompensa, y eso que tu no querías —se empezó a reír.
—¿Desde cuando lo sabes? Ea, todos los días me lo va a recordar —se rio—.Confieso que me encantó que lo hicieses.
—Eso ya lo sabía —bebió de su copa de vino—, se te notaba como me mirabas. Vaya que te gusté desde ese día. Me lo dijo antes Aurora, fue cuando cambié la foto.
Gloria le dio una colleja y él por casi se ahogó. Adam y Rosario se rieron de nuevo.
—Ay, mira que te gusta darme galletas. Te tengo dicho que si son galletas, con café o leche —gruñó de broma.
—Te está muy bien por burlarte de mi y por creído —se bebió el contenido de la copa de un mismo trago.
—Che, si que tenias sed tu, ¿no? Mírala, la borrachina como se casca la copa de vino —se tapó la cara de la risa que le entró.
—Ella quiere beber, ella quiere bailar. Su novio la dejó y lo quiere olvidar. Ella se entregó y el tipo le falló, y por eso se va a rumbear —empezó a cantar mientras tocaba las palmas animada.
https://youtu.be/0w3XwPVxcsw
—Olé, olé. Vamos allá, miarma —se empezó a mover en la silla de manera graciosa.
Adam guardó los papeles y le sirvió otra copa.
«Esta chica me va a matar, ¿qué hice de bueno en esta vida para merecérmela», pensó.
Por otro lado, Aurora se unió y empezaron a bailar. Lo cual, provocó que todos se levantaran a bailar también. Cuando se calmó la cosa, empezaron a cenar.
Cuarenta y cinco minutos después, se bebieron el café a la vez que capturaban el momento y también, se comieron un trozo de roscón casero. Adam fue tan afortunado que se llevó el haba y la loquita de la pradera, se llevó el rey. A causa de eso, estuvieron riéndose un buen rato. Adam fue a pagar pero Aurora no lo dejó pues era invitación de la casa. Sobre la una y media de la madrugada se despidieron de Aurora.
—Disfrutad del viaje y no os olvidéis de mandarme fotos —les exigió.
—Lo prometemos —dijo Gloria.
—Que si tía, te iremos pasando no te preocupes y al volver te contaremos—le prometió el también.
—Eso espero, buen viaje de idea y de vuelta —les deseó todo lo mejor.
Adam le dio una caja con un collar de Tous.
—Feliz día de Reyes tía, te lo compramos entre los dos.
—Ay mis cielos, no hacía falta. Yo también tengo algo para los dos —recordó.
Cogió su regalo y se los comió a besos. Aurora le dio a su futura sobrina un sobre, con ayuda de Adam lo abrió: Eran dos entradas para ir al concierto exclusivo que daban Camila, Reik y Mya mañana por la noche.
Y ahora fueron ellos los que se la devoraron a besazo limpio. Al rato se despidieron y fueron a casa de Adam, dónde pasaron la noche de Reyes.
Fin del día.
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