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Tal como el día de la desgracia, Erza y Jellal se preparaban para la boda.

Una boda especial, y bastante peculiar. Diferente a aquella que podíamos ver en la historia de Emily y Victor, puesto que aquí la boda se iba a dar porque una coincidencia había entre el sufrir de estos dos, y ese sufrir los llevaría a volver a amar.

Y si podían volver a amar, quizá podrían salir de ese mundo loco y raro en el que habían caído.

Erza se miraba al espejo, mientras las muertas decoraban su cabello. Una vez más, caía una lágrima solamente por su ojo derecho, una lágrima de sangre.

Su velo estaba hecho de telaraña, las flores que le colocaban eran azules y rojas. Su vestido era bastante antiguo, pero era bonito de igual forma. Miraba su brazo derecho, el cual era puro hueso; aquello claramente la entristecía bastante. 

  ─ Soy un simple cadáver, realmente no puedo ser una buena esposa...

─ No te preocupes, los cadáveres son muy buenos amando.─Respondió una mujer de pelo azul, que tranquilizó a Erza con solo ver la sonrisa que ella tenía. 

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 Por su parte, Jellal era ayudado por el mismísimo Zeref. 

  ─Esto no luce como un traje de novio normal...─Criticaba al ver que tenía una calavera en lugar de un moño, el pelinegro suspiró.

─ ¿Pides algo normal en un mundo que no lo es? Que ironía, por el amor de mí mismo.─Dice haciendo que Jellal ría un poco.

─ ¿De verdad nos darás una solución luego? Quiero a Erza viva, Zeref...

─Les daré una solución, pero no aseguro una oportunidad muy buena.─Advierte y luego suspira, Jellal claramente tiene miedo, pero hay algo de lo que esta muy seguro: no dudará y no perderá este casamiento especial.

Cerraba sus ojos por unos momentos, y recordaba a Lucy traicionándolo, así como Erza recordaba a Natsu. 

 ⚫ ⚫ ⚫  

La melodía se hacía escuchar en todo ese mundo de muerte y vida, la dulce melodía típica de una boda. Los cadáveres se mostraban alegres y danzantes en el lugar, los árboles se movían de izquierda a derecha, la peliazul que arreglaba a Erza la llevaba de la mano, mientras los cadáveres la guiaban por un sendero decorado con muchísimas flores muertas, pero que aún así tenían color.

La recibió Zeref, entregándole un ramo de flores.

  ─Seré quien te lleve hasta el altar, espero que dejes de desconfiar...─Le decía mientras ella se prendía de su brazo, suspiraba y luego sonreía.

─Se siente tan bien y a la vez tan mal, saber que me voy a casar.─Dijo a punto de llorar, pero Zeref jaló de su mejilla.

─No llores o harás llorar al princeso que te espera, es muy sensible y tú eres su debilidad, muerta o no.─Esas palabras fueron de aliento y sirvieron de empujón, sin dudar comenzó a avanzar con Zeref en ese sendero decorado.

Al final, estaba Jellal esperando, miraba hacia todos lados y en su mente repetía «Olvidar el pasado, no perderla, no huir, no hay otra salida. Amarla, aunque deba estar encadenado»

Y no eran palabras malas, ni tampoco obligaciones; era lo que su corazón dictaba a medida que recordaba a Erza, la viveza de esa personalidad, la sonrisa que ella podía regalarle estando viva o muerta.

También recordaba, que ella siempre fue su suporte, había comprendido que para el Jellal que perdió a la Erza que ahora iba a ser su esposa, también era así. 

Erza ya estaba llegando al altar, Jellal sonreía al verla y no podía evitar seguir recordando.

« ¿Te gustan las rosas? Deberían gustarte las margaritas. Pero me gusta que el rojo te guste. » Exclamaba la voz de Scarlet en esas memorias. 

Esto no solo era una solución, era una oportunidad. 

Jellal tomó la mano de ella, sin importarle que solo fuese puro hueso; sentía en su corazón que eso podría cambiar. 

Zeref sonrió y rápidamente pasó al otro lado del altar, por lo que ellos lo miraron raro.

  ─ ¿Qué? Obviamente yo los casaré.─Susurró arqueando sus cejas, los prometidos rieron.

─ Estamos aquí reunidos, no para recitar las palabras típicas y dar una boda convencional, estamos aquí, para presenciar un casamiento especial...

─ Cuando el negro y el blanco se unen, forman gris...

─Cuando el odio y el amor se unen, forman contradicción...

  ─Cuando la muerte y la vida se unen... ¿Qué forman en realidad?

─ Esa es la respuesta, que ustedes mismos contestarán con esta unión. Porque son almas que se pierden, y que se vuelven a encontrar. Y no solo en 1977 y 2017... 

─Déjenme mostrarles, porque digo que son almas que se unen siempre.─ Zeref extendió ambos brazos, haciendo que la rosa negra, la azul y roja se entrelazaran, formando una gran rosa de esos colores que en cada pétalo muestra una imagen.

Jellal y Erza se miran, mientras se toman de las manos. En cada pétalo se muestra una linea temporal, donde coincidían siempre; en algunas la muerte se llevaba a alguno, pero había otras en las que la vida les permitía seguir juntos.

Aquello era impresionante, y los hacía sentir como si sus corazones pudiesen salirse de sus pechos de tanto latir; al menos para Jellal que la vida aún estaba en él.

  ─Es por eso que he buscado unirlos, para darles una nueva oportunidad. Porque esto no se trata de venganza, de odio, de resentimiento o de casarse porque los traicionaron, esto se trata de coincidir una vez más. 

─ Jellal Fernandes... ¿Aceptas coincidir en vida, con la muerte de Erza?

─ Sí, acepto...

─ Erza Scarlet... ¿Aceptas coincidir en muerte, con la vida de Jellal?

─ Sí, acepto...─Dijo tratando de frenar sus lágrimas.  

Dichas aquellas palabras, ambos se colocaron los anillos oficiales.

Elevaron sus manos enfrentadas, y se miraron frente a frente.

  ─ Siempre juntos.─Dijeron ambos, mientras llevaban sus manos al encuentro.

Pero allí, sucedió algo que no se esperaban...

Un gran cristal los separó, ambos buscaban tocarlo, pero al hacerlo se rompía... 

  ─ ¿Qué sucede, Zeref?─Preguntaba Jellal, mientras observaba a Erza.

─ Ya están casados, ahora tienen dos opciones...

─Romper el límite, y volver juntos al año 2017 para que Erza se fusione con su otro yo, o...

─ Volver cada uno a su año, y aceptar el destino. Porque bien sabemos que Jellal puede encontrarse a su Erza sin problemas. ─Sentenció mientras sus ojos rojos tenían las pupilas contraídas, Jellal y Erza se miraron y luego vieron que enfrente de ellos había dos portales.

Uno, llevaba a 1977. 

Otro, llevaba a 2017. 

─Si nos vamos juntos a tú año... ¿Todo saldrá bien, no? ─Preguntaba Erza ilusionada por volver a vivir. Jellal sonrió de costado, y en ese momento hizo algo no esperado.

Empujó a Erza, al año 1977.

Sin más que decir, sin más que hacer...

Ella volvía a caer, a donde la traición la rompió, donde la muerte simplemente la había arrebatado de su vida soñada. 

¿ＣＯＮＴＩＮＵＡＲＡ?

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ＧＲＡＣＩＡＳ ｐｏｒ ＬＥＥＲ

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Solo diré, que preparen sus pañuelos. (?) *se protege de las piedras*