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Capitulo uno: La primera pista.


Juazna Frank.

—Hoy, quince de marzo del año 2,018 con mucho pesar despedimos a un hombre generoso, inteligente, bondadoso, habilidoso y valiente. —solo se escuchaban los llantos de algunos presentes—. Te extrañaremos; Logan Frank Durk.

Luego, el señor que estaba dando el discurso baja del altar. Me pareció un poco extraño ya que esos discursos no solían ser tan cortos, pero no le presté tanta atención. Estaba demasiado aturdida como para notar cualquier movimiento extraño.

Mamá estaba postrada en el ataúd de papá, llorando dolorosamente. Mis hermanos Brandon y Charlie también estaban llorando, aunque intentaban disimularlo.

Pero yo solo estaba parada detrás de ellos, ajena a todo. Sentía un vacío profundo en el pecho, pero no sabía porqué, o sea, ni siquiera era tan cercana a mi padre, ¿por qué me siento suspendida?

Yo era la hermana mayor, lo cual quiere decir que iba a heredar algo importante.

Si es que había algo que heredar...

Escucho unos suaves pasos detrás de mí.

Amor. —menciona una voz masculina con pesar.

Me volteo.

Jude...

Tan pronto está lo suficientemente cerca de mí me toma para abrazarme.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta con una expresión de preocupación en su rostro.

¿Yo?

Realmente no siento nada. Creo.

—Estoy bien, no te preocupes.

Extrañamente mi voz sale muy serena y calmada.

¿Segura? —insistió.

—Si.

—¿Te apetece ir a otro lugar? —me mira a los ojos, en ellos no veo lástima, solo tristeza y compresión. Eso hace que se me caliente el pecho, es tan lindo. No sé que haría sin él.

Suspiro con calma y asiento con la cabeza.

—Vamos.

⇢⇢

Cuando entramos a nuestro apartamento inmediatamente le agarro la cara y estampo mis labios en los suyos. Lo beso con ansias y desespero, sus suaves labios me reciben con aprobación, aunque siento un atisbo de duda en sus movimientos, él no me rechaza.

Llevábamos como cuatro semanas sin pasar mucho tiempo juntos y juro que fueron las semanas más tortuosas de mi vida. Seguía besándolo sin delicadeza hasta que él paró el beso de repente.

—¿Qué sucede? —pregunté confusa.

Me mira a los ojos.

—Mi amor, ¿estás ovulando?

Ay caray...

—Eemm, yo creo que sí.

Él suspira cerrando los ojos y se separa de mí para ir hacia la isla de la cocina.

—Oye Jude...

—Lo qué pasa es que no tengo condones. —me interrumpe, sonando cauteloso y genuinamente disgustado.

Adorable.

Me cerco a él con cuidado.

—Pero... podemos hacer otras cosas...

—Es que no me parece correcto. Acabamos de salir del velorio de tu padre. —me dice, ahora afligido y sintiéndose culpable. Claro, esa es la razón.

Jude nunca fue muy directo, cada vez que me quiere decir que pueda ser ofensivo siempre buscaba otras razones menos "ofensivas" para hacerme saber que no quería hacer algo.

—Hace un momento no pensaste así.

—Lo sé —hace una pausa para servirse un vaso de vino tinto—. Deberías...disculparte con tú madre por... irte así. —sonaba nervioso.

Me pongo a pensar un poco...

Sí, él tiene razón.

Pero aún así me pareció muy abrupta la forma de cambiar de parecer tan pronto.

—Está bien —rodeo la isla y lo abrazo por la espalda—. Iré ahora mismo.

Él se voltea de modo que ambos quedamos frente a frente y me da un beso breve.

—Ve.

⇢⇢

Me voy al velorio en taxi.

Tan pronto estoy allí veo a mi madre y a mis hermanos despidiendo a las personas que estuvieron presentes. Me dirijo hacia ellos de inmediato.

—¿Dónde estuviste? —me susurra Charlie al oído.

—Atendiendo unos asuntos. —le contesto con el mismo tono.

Después de un par de minutos despidiendo, acabamos.

—No habían tantas personas.

—En realidad llegaste cuando ya más de la mitad se había ido. —respondió Brandon, el mandón de la casa.

—Muchachos —nos llama mamá, haciendo que los tres nos enfoquemos en ella—, vayan al auto y espérenme allí, debemos ir a un lugar... ya saben.

Las herencias.

Pero...

—¿Tan rápido? ¿No vamos a esperar ni una semana? —pregunto sin pensarlo dos veces.

—Ellos lo quisieron así. Debemos ir hoy sino el banco se quedará con todo.

—¡¿Eso fue lo que te dijeron?! —chilló Charlie.

Mamá de inmediato pone una cara de disgusto.

—Baja la voz. —su rostro con unas pocas arrugas reflejaba disgusto y... desánimo. Sus ojos marrones estaban hundidos en ojeras y sus ojos hinchados de tanto llorar; nunca había visto a mi madre tan demacrada y frágil. Eso no me gustaba.

Después de eso todos nos dirigimos al auto pero mamá me señaló rápidamente y me detuve.

—Tu quédate, tenemos que hablar.

Mierda.

Bueno, pues eso hice, me quedé con ella sentada en uno de los bancos del lugar. Parecía una iglesia. Observo el modesto lugar; con paredes blancas y decoraciones con globos negros.

—Y...¿Que sucedió? —le pregunto algo nerviosa, porque su cara estaba más seria de lo normal.

—¿Sabes lo que le sucedió a tu padre?

¿Qué?

No digo nada, solo me quedo viéndola muy confundida y descolocada.

Mi madre, al ver que no decía nada continuó:

—Sus compañeros solo me llamaron...y-y—su voz se corta al ser interrumpida por un sollozo ahogado que salió sin querer de su garganta—, me informaron que encontraron a tu padre m-muerto en su oficina. —tenía la cabeza gacha y rozaba sus dedos entre sí frenéticamente—. ¿Crees que... se haya suicidado?

¿Por qué me está diciendo esto a mí?

Yo no supe que decir ni que hacer. Me encontraba en la misma situación que ella; con la cabeza gacha y rozando mis dedos con nerviosismo.

Yo no tenía una relación muy estrecha que digamos con mi padre, pero sé que él no era una mala persona.

Él definitivamente no merecía morir así: en el silencio de su oficina, solo... Tenía tantas cosas que decir y que compartir con él, que no se ni como sentirme al respecto.

—El señor Francis me llamó —dice mamá cortando el silencio, sin esperar una respuesta. Su voz estaba estropeada por el llanto y los mocos.

Tal ves la idea de que Francis la llamó la le parecía tan alocada como a mí.

Tragué saliva con fuerza para que mi voz no saliera rasposa.

—Y.., ¿qué te dijo? —pregunté con preocupación.

El señor Francis era el hombre al que le debíamos, o bueno, al que le debía mi mamá. Por lo que claramente ya me puedo imaginar para qué la llamó.

—Dice que... ya no tenemos que pagar la deuda.  —cada palabra la pronunció lentamente, como si su habilidad para respirar se estuviera desvaneciendo.

Y yo... pues me quedé sin habla. En ese momento solo estaba respirando, viendo sus mirar y oyendo sin escuchar. Yo no era yo en este momento...

¿Qué le iba a decir? Ni siquiera sabía cómo interpretar esa revelación.

Ya no más presión para el pequeño cerebro de mamá, supongo.

—Eso... está bien —dije lentamente. No pude evitar pensar en lo extraño que era todo esto:

Quizás sea ridiculo pensar en eso ahora pero... ¿por qué eso está sucediendo justo después de la muerte de papá?

Y lo más extraño...

¿Por qué Francis se la pasó jodiendo nuestra vida entera solo para luego decir que no debemos nada?

¿Por qué? ¿Para qué? Eso no tiene sentido.

Quiero decirlo pero las palabras no me salen.

Desde pequeña mi cerebro siempre ha tenido esa habilidad de digerir rápidamente las informaciones, pero en esta ocasión es demasiada información digeriendose como para reaccionar en el momento que quisiese.

La muerte de papá...

Las herencias...

Lo de la deuda...

Uf.

Mamá se levanta de su asiento y mira con pena el ataúd de papá.

—Ni siquiera nos quisieron dar los resultados de la autopsia —susurró muy bajito. Tan bajito que a penas si la escuché.

Porque mi mente seguía en caos, no podía entender mi propio desorden ni mis pensamientos.

Son demasiados.

Voy a necesitar un buen trago de cualquier licor para calmar esta tormenta.

—Ya, vamos al auto. Tus hermanos nos están esperando.

Cierto, aún tenemos cosas pendientes.

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Notita:

Perdón por la tardanza, como recompensa subiré otro capítulo en breve. 😉




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