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Reto 9 - Un nuevo acto de amor.

Era de noche, y en esa pequeña ciudad donde habitaban, la luz de la luna bañaba los rincones que la luz eléctrica había olvidado. Todo tenía un tono extraño debido a esta luz del anochecer, pero le confería unas sensaciones de lo más extraordinarias. Hacía pensar en el amor de estas fechas, en el amor de los demás días, y en la falta de amor que gobernaba por todo el mundo. La falta de amor que dominaba a muchos de los dirigentes políticos que accedían a entrar en guerra con sus hermanos vecinos. Daba sensación de tristeza pensar en eso último, por esa razón, en esa familia intentaban alegrarse, tenían poco, pero era todo lo que necesitaban.

Las estrellas la estaban acompañando en la iluminación, pero no lograban acaparar la atención, excepto aquella a la que llamaban "El lucero del alba", brillaba como nunca antes, como había hecho aquella vez hace miles de años, como esa estrella que con su luz guio a todos los pastores hacia el pesebre del niño Jesús. Esa nochebuena volvía a reproducirse la misma escena, excepto que ya no nacía el niño, ahora solamente recordaba viejos tiempos y permitía unirse para celebrar aquel gran día de amor.

La nieve caía sin cesar formando pequeños montones sobre la acera y tapando el camino a la casa que el niño se había encargado de despejar esa misma mañana. Aún se lo veía, pero en cuanto siguiera nevando de esa forma desaparecería su forma y se convertiría en otro poco más de nieve, como la que cubría los jardines de todas las casas del barrio Durante las mañanas, los chicos correteaban por ella y se la lanzaban unos a otros, hasta que a alguno lo golpeaba demasiado fuerte y las madres molestas, decidían que el juego se había acabado. Pero por las noches, hacía tanto frío, que ninguno quería asomarse ni siquiera un poquito para ver la nieve caer.

Era la noche de navidad y todos habían hecho lo posible por decorar sus casas. En el barrio donde esa familia vivía, no había suficientes luces de colores, eran afortunados los que podían tener una sola de esas luces funcionando. Era un barrio muy pobre y su compañía era todo lo que tenían. Muchas veces vivían dos o tres familias bajo el mismo techo, en esas casas, a veces podían darse el lujo de tener un poco más de decoración, pero no era un lujo en sí, era tan solo un poco más de dinero para el mismo espacio que los demás y mayor cantidad de gente. Aún así, todos eran felices en esta fecha, imposible no serlo.

Algo que los niños nunca notaron, fue la falta de árbol de navidad, eran demasiado caros, pero nunca creyeron necesitar realmente uno. ¿Para qué servían? Simplemente era pura decoración, y mientras tuvieran una cosa a la cual ponerle sus adornos, dibujos hechos a mano, ellos serían felices. Sus padres muchas navidades atrás, habían comprado un pequeño cactus, que año tras año fue creciendo, no era la gran cosa, pero era algo que los niños decoraban con sumo cuidado y podían reutilizar año tras año, ignorando las costumbres de su país de cambiar el árbol en cada nueva navidad.

Estas familias tenían tan poco pero tenían todo. Había momentos en que se sentían los más afortunados por tener aquello que más valoraban. La lealtad. Eran fieles entre ellos, los esposos, las familias, los amigos. Nadie engañaba a nadie y siempre hablaban de frente. Pensaban constantemente en como hubieran cambiado sus vidas de ser diferentes, se imaginaban llenos de sufrimiento. "Pobres los ricos que tanto tienen, que ya no saben lo que no tienen, les faltan sueños, les faltan ganas, les falta el tiempo, les falta el alma". Así se sentían ellos, llenos a rebosar de alma, y felices de tener una. Cuando algún rico les pasaba por al lado y apuraba el paso, eran ellos quienes se apiadaban de aquel que los miraba con asco.

Solo había unas pocas cosas que les restaban por hacer, comer y disfrutar de la noche juntos, aprovechando la oscuridad de su hogar para visualizar mejor que nunca nadie lo había hecho, del show de luces de la ciudad. Los ricos se ocupaban tanto de tener los mejores show de fuegos artificiales que, al momento de disfrutarlos, no podían hacerlos. Pero ellos sí lo hacían, disfrutaban por todos los que no podían e intentaban descubrir como sería el dueño de esa luz.

Servían la comida y disfrutaban todos juntos, como habían hecho  desde toda la vida.




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