Parte única
Limpiar, barrer, secar.
Alimentar, acariciar, dar de beber.
Tomar un descanso y esperar al patrón.
KyungSoo tiene una rutina bastante monótona, casi tan aburrida como casi todos los empleados en la hacienda Kim; sin embargo, hay ciertas cosillas que mantienen interesante el ambiente, aunque no tanto para el diligente empleado.
En el establo, el lugar en donde pasa la mayor parte de su tiempo, los chismes vienen y van, todos en torno al apuesto y joven patrón.
—¿Escuchaste lo que dijeron las mucamas? —escucha a las dos mujeres que están dándole de comer a las yeguas, mientras él asea a los caballos del fondo.
—¿Qué cosa? —pregunta curiosa la otra señorita.
—Dicen que el joven Kim ha encontrado prometida.
—¿Eso dicen? —cuestiona y rápidamente su compañera asiente—. Mmm, pero yo escuché que sigue saliendo con diferentes mujeres. Me contaron que en cada viaje se lleva a la cama a una nueva señorita.
KyungSoo, que tiene una oreja parada para no perderse ningún detalle, niega con la cabeza y bufa.
—¡Ay, cómo hablas! Seguro que eso te dijeron las envidiosas —alega la muchacha—. Ya ves cómo las trae a toditas ellas, después de todo, es un caballero de fina estampa.
—¿Y acaso a ti no te gusta?
La mujer carraspea y se acomoda el uniforme; le da una mirada ofendida a su compañera por el comentario.
—No estamos hablando de mí —refuta.
—Ay, comadre, no se enoje. De acuerdo, digamos que es cierto, entonces, ¿quién es la afortunada?
—No lo sé, pero debe ser muy hermosa y refinada porque hasta tiene un bonito apodo para ella.
—¿Ah sí? ¿Y cómo le dice?
—Su flor de la canela.
KyungSoo tropieza con el balde de agua con el que ha estado limpiando a los caballos, y es inmediatamente descubierto por las chismosas, quienes por alguna razón decidieron ignorar su presencia en un inicio. Ambas lo miran sorprendidas y algo angustiadas.
—¿KyungSoo?
El joven se levanta con rapidez y se sacude la paja del cuerpo, para luego hacer un reverencia ante ellas.
—Ah... Lamento asustarlas...
—¿Qué estás haciendo?
Le echa un vistazo al caballo negro quien no ha dejado de mirarlo fijamente desde que se cayó al suelo, como si lo estuviera juzgando. Toma una de las pajas pegadas a su mandil y se la da al animal.
—Carmelo tenía hambre... —se excusa con una sonrisa incómoda en su rostro.
No espera que le crean, pero al menos puede usar esta mentira para tomar su balde y salir corriendo de ahí.
🐎
Kim JongIn, el joven patrón, llega a la hacienda luego de un largo viaje de negocios, debido a que las fronteras estuvieron cerradas durante dos semanas, así que tuvo que pasar más tiempo de lo esperado fuera de casa. Cualquiera hubiese pensado que iría directamente a la cama a descansar, pero el caballero nunca ha sido de complacer a los de pensamiento común, por supuesto que no. Inmediatamente solicita a uno de los criados a ir por su ropa de equitación, pues no va a pasar ni un día sin dar un paseo con su querido Carmelo.
KyungSoo llega tarde a atender el pedido del patrón; alguien más lo ha hecho en su lugar y eso lo deja con un mal sabor de boca. Lo único que le queda por ahora es admirar desde su lugar al apuesto joven que galopa el caballo negro con una finura única.
El empleado suspira.
Un caballero de tan fina estampa como Kim JongIn tiene tantas cualidades que adornan su bonita existencia, y ahí, en medio del campo, KyungSoo lo ve brillar como un astro. Tal parece que besa el suelo con cada elegante movimiento, y perfuma el viento con su olor a amapolas.
¿Siquiera es posible alcanzar el nivel de su preciosa existencia?
Las mismas empleadas lo dicen, JongIn necesita a alguien tan hermoso y elegante como lo es él. Oh, y otro detalle muy importante es que ese alguien debe ser una mujer.
KyungSoo deja escapar otro suspiro melancólico.
—¿Ese largo suspiro tiene dueño?
El joven empleado casi se cae de espaldas cuando oye la melodiosa voz de su patrón. Recompone su postura a la velocidad de la luz y hace una reverencia de noventa grados hacia el apuesto hombre.
—Bienvenido, señor Kim —saluda con respeto.
JongIn lo observa con atención, mientras se quita los guantes negros y el casco, y extiende las prendas hacia un lado de KyungSoo; este mira de reojo las acciones de su patrón.
—Dígale a la señora Kwon que no cenaré el día de hoy —le entrega las cosas a alguien más que no ha sido visto por KyungSoo, y le da la indicación—. Ah, y no deje que alguien suba a mi habitación, voy a estar ocupado.
—Sí, joven —responde la empleada, a quien KyungSoo logra reconocer.
¡Es la abuelita Lee! La señora que conoce todas sus penas y desamores. Su adorable Celestina.
La anciana se retira, no sin antes regalarle un guiño y una sonrisa traviesa a KyungSoo. Cuando se va, ambos se quedan completamente solos en el establo.
KyungSoo traga saliva.
—Hoy volví a casa después de dos largas semanas lejos de aquí —dice el patrón con un tono que advierte que esto va para rato—. Se supone que debía ir a descansar porque soy un hombre muy ocupado que tiene un trabajo que no para, así que mañana debo volver a realizar mis gestiones. Pero elegí no hacerlo porque no dejé de pensar en cuánto me extrañaba Carmelo.
El delgado empleado mira con decepción hacia el piso y se encoge en su lugar. Su corazón no ha dejado de doler desde que volvió a encontrarse con esos dos hermosos ojos café.
—Eso fue lo que le dije al señor Kang para que me dejara venir al establo —continúa—. Sin embargo, cuando estuve aquí y lo monté, me di cuenta de que había sido una pobre excusa.
KyungSoo vuelve su mirada hacia él una vez más. Hay una vestigio de esperanza en sus brillantes orbes negros. Al instante se siente tonto por tener una pizca de ese sentimiento, y se reclama a sí mismo.
—Señor...
—Te extrañé —confiesa el hombre alto de piel dorada.
KyungSoo abre los ojos y la boca en clara señal de sorpresa, pues esto lo ha tomado desprevenido. La última vez que estuvo frente a frente con su patrón fue en ese mismo lugar, pero no tiene un recuerdo bonito de ese momento, debido a que en ese entonces terminó con su corazón en la mano y sangrando.
—Yo... —KyungSoo no pudo articular otra palabra.
—Todos los días me preguntaba cómo estabas, si ya habías comido, si habías dado una vuelta con Carmelo o si el tiempo ya estaba curando tus heridas.
La calidez de sus palabras acarician su blando corazón, y las lágrimas se acumulan en sus ojos.
—Señor...
—Pero ahora estoy aquí frente a ti, así que voy a hacerte todas esas preguntas —dice—. ¿Cómo has estado? ¿No te has saltado ninguna comida? ¿Diste un paseo por el campo con Carmelo?
KyungSoo asiente mientras deja escapar una lágrima por su mejilla.
—Estoy bien... No me salté ninguna de mis comidas y... Salí a pasear con Carmelo...
JongIn sonríe y seca con su pulgar la traviesa lágrima que corre por la mejilla ligeramente ruborizada de KyungSoo.
—Me alegra oír eso. Entonces, voy a preguntar esto y quiero escuchar tu respuesta con sinceridad —pide el moreno. KyungSoo espera la pregunta con el corazón en la boca—. A ti... ¿El tiempo ya te ayudó a sanar?
—Señor, yo-
—¿Ya me olvidaste, KyungSoo?
El pequeño criado recuerda las palabras de aquellas mujeres sobre quién debería ser la indicada para este refinado hombre. Él no es candidato para tomar su brazo y dar un paseo por el campo juntos. Sin embargo, su corazón es terco y sus sentimientos no han cambiado en todo este tiempo y quizá jamás lo hagan.
—No podría hacerlo, mi señor...
La expresión de JongIn es de asombro, las palabras que anhelaba, pero que no esperaba, salieron de la boca de aquel chico de ojos grandes. No se contiene y lo atrae hacia su pecho para abrazarlo con todo el amor del mundo. Por primera vez se da cuenta de que sus fuertes brazos no son suficientes para transmitir los sentimientos que alberga en su afligido corazón. JongIn desea tener una ecografía de ese órgano porque de seguro tiene grabado en él el nombre de KyungSoo.
—Oh, Dios, te extrañé tanto —JongIn confiesa una y otra vez, mientras sostiene al joven empleado—. Odié tanto que me dijeras adiós antes de hacer ese estúpido viaje. Nunca quise apartarme de ti de esa forma. Ni siquiera me diste tiempo para refutar tus argumentos.
KyungSoo se despega del pecho del moreno para mirarlo.
—Señor, usted necesita a una mujer de su misma clase para que camine a su lado colgada de su brazo.
El joven Kim frunce el ceño ante sus palabras.
—Yo no quiero un adorno, KyungSoo —refuta de inmediato—. Quiero una persona que me ame tanto como yo, y que me haga sentir que el mundo no es tan cruel cuando está a mi lado.
—Pero... ¿Qué dirán los demás? Su reputación-
—Los demás tendrán que cerrar la puta boca si desean mantener sus dientes de oro en el mismo lugar.
—¡Señor!
—Además, ya prometí llevar a mi pareja al próximo vals de invierno. Será una presentación oficial ante la sociedad.
KyungSoo no está muy seguro sobre ese plan.
—Ellos esperan a una mujer...
—No, ellos esperan a mi linda flor de la canela.
Flor de la canela, el sobrenombre que JongIn le dio hace mucho tiempo, aquella primera noche que galoparon juntos bajo la luz de la luna y confesaron sus sentimientos.
—¿Está seguro de lo que hará, mi señor? —El moreno asiente sin chistar.
KyungSoo siempre ha sido muy inseguro, pero por alguna razón, JongIn siempre le da ese empujoncito para ir hacia adelante, incluso cuando el plan suena tan descabellado.
—Entonces, creo que debo preparar un traje de seda —resuelve el empleado.
Y JongIn, por primera vez después de tanto tiempo, se atreve a sonreír nuevamente.
—¿Me concederás el primer vals ceremonial?
KyungSoo suelta una pequeña risa, un reflejo de lo descansado que se siente su corazón al ver a su hermoso hombre de alcurnia.
—Lo que desee, mi caballero de fina estampa.
JongIn lo atrae una vez más hacia él, y antes de atrapar sus labios carnosos en un hechizante beso, dice:
—Te amo, mi flor de la canela.
F I N
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Vocabulario
Fina estampa: describe a alguien que tiene un aspecto refinado
Flor de la canela: era una expresión antigua y metafórica que significa "lo mejor de lo mejor".
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Hoy, 31 de Octubre, en mi país se celebra el día de la canción criolla, por lo que quise traerles un corto relato inspirado en dos canciones muy conocidas aquí en mi país: "Caballero de fina estampa" y "La flor de la canela".
Espero que les haya gustado 😊.
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