Capítulo 7
Ser el elegido podría significar reconocimiento y prestigio pero era todo lo contrario para el desafortunado hombre. Él estaba en manos de los hechiceros del rey, quienes sometieron su cuerpo a hechizos con el fin de que su inmunidad sea transferida a las demás personas.
El proceso era muy lento, cada hechizo duraba una semana en realizarse y si no daba resultado debían volver a empezar. Su estadía se alargó más y más en el castillo.
—¡¿Qué hacen?! —exclamó mientras estaba en medio de un gran pentagrama, no podía moverse y las personas con túnicas lo rodeaban. Sus brazos comenzaron a picar y vio como la sangre salía de su cuerpo por sí sola—. ¡Regrésenla, regrésenla!
—Tu sangre es el ingrediente primordial para crear el hechizo.
—¡Moriré desangrado!
—No en realidad, sólo te sacaremos una parte. Tenerte vivo es la mejor opción para obtener la sangre que necesitamos para los rituales —le explicó uno de ellos ya que los gritos los desconcentraban.
El hombre se dio por vencido ya que ellos no lo escuchaban. Entonces esperó a que la extracción terminara.
—¿Cómo te sientes? —le preguntaron cuando finalmente pudo moverse. Estaba un poco mareado pero nada que fuera grave.
Creyó que su trabajo por el momento ya estaba terminado pero los guerreros renacidos hicieron acto se presencia para decirle que su entrenamiento comenzaba.
—¿Entrenamiento de qué? —se preguntó mientras le colocaban una armadura, escudo y espada.
—Ya formas parte del ejército y debes pelear como uno de nosotros.
—La armadura es muy buena, nunca tuve una así pero yo no-
Él quedó confundido al estar en medio de una arena cerrada, no parecía ser una arena de entrenamiento normal.
A unos metros ve una de las grandes puertas abrirse para darle paso a una silueta oscura. El hombre queda paralizado la ver a otro caballero en el reino.
—¿Qué es esto? —cuestionó al retroceder unos pasos. Él había escuchado historias acerca de los caballeros, una vez que eran derrotados desaparecían pero otro que no era C-19 lo amenazaba con una lanza en ese momento.
—Así nos preparamos los renacidos antes de enfrentar a C-19.
—Caballero errante 18 —dijo la mujer de la lanza—. ¿En serio quieren que pelee contra éste?
—¡¿Qué?! ¡¿Pelear?!
—Me hablaron de ti, calabacita. Pero esperaba más... ¿Cómo piensas vencer a mi hermano así? —dijo con burla para luego lanzar su arma hacia el hombre. Él reaccionó, cubriéndose con el escudo, sin embargo la hoja logró atravesarlo un poco.
—¿Hermano?
—Necesitas el doble de escudo para detener mi lanza —indicó ella, estando detrás de él.
La fuerza de ese cabello era impresionante así como su velocidad. De un movimiento lanzó al hombre y recuperó su arma.
—¡¿Cómo es eso que C-19 es tu hermano?! —cuestionó al incorporarse, a pesar de los golpes él seguía manteniendo su voluntad.
—Todos los caballeros errantes somos hermanos aunque no nos conozcamos —contestó de manera tranquila—. Veamos qué tienes calabacita.
—No me llames así —dijo al arremeter hacia ella, comenzando una pelea que termina en segundos debido a la experiencia en batalla de 18.
—¿Eso es todo? —Ella se burló mientras pisaba la espalda del hombre—. Si quieres vencer a 19 debes moverte, pensar y pelear como nosotros, ser un caballero errante.
—¡No quiero ser uno de ustedes!
—Eso no está en discusión —interrumpe el líder de los caballeros renacidos. Él entró a la arena escoltado y con un decreto del mismísimo rey—. Por órdenes de su Majestad tienes la obligación real de vencer a C-19 y desde ahora serás conocido como caballero errante 20.
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