51. Talentos
Estar estos días con Nana, aislada de todo el mundo, me ha hecho reflexionar bastante, no solo sobre lo que he hecho, sino sobre mí misma. ¿Por qué lo hice realmente? ¿Qué es lo que quiero de verdad? ¿Qué es lo que me hace feliz?
Maldita sea. Jeremy tenía razón en todo. ¿Qué me ha pasado? El buzón me ha absorbido por completo y por su culpa me he dejado a mí misma en un segundo plano.
Con la ayuda de la máquina de escribir que hay en casa he conseguido transcribir todo mi relato. A Nana le ha encantado, y eso que ella es muy exigente con sus lecturas. Gracias a eso he conseguido convencerla de mi plan, aunque no le he contado toda la verdad; esa me la reservo para mí por el momento.
Hemos hecho un trato: ella me acompaña con la condición de que regresemos a tiempo para el último tren. Y el resto de los días que me quedan en su casa me los pasaré estudiando como una loca.
Estoy demasiado nerviosa. Apenas he dormido. Hemos comprado dos billetes para la ciudad y solo queda una hora para llegar. El tren se ha retrasado bastante y puede que no lleguemos a tiempo, pero la abuela no ha dejado de darme ánimos desde que nos hemos subido, y eso me reconforta mucho. Saber que cuento, al menos, con su aprobación me basta y me sobra.
El taxi nos deja en la puerta del recinto y Laura corre hacia mí en cuanto me ve.
—¿Están todos?
—Los que he podido convencer —explica mientras ayuda a mi abuela a caminar.
—Suficiente, espero.
Les doy mi chaqueta y corro hacia el interior. Hay mucho ruido. La gente está desperdigada por toda la pista. Son bastantes y la mayoría está en grupos de diferentes edades. Hay una chica tocando el piano en el escenario con el foco alumbrándola por completo. Nada más verla se me eriza la piel. Toca muy bien, pero lo que más me sorprende es el valor que tiene al subirse.
—Puedes hacerlo, Reese Miller —me digo a mí misma y me obligo a caminar hacia delante.
Las luces se encienden. La chica ha terminado. Todos la aplauden y me uno a ellos. Diviso a Kai, Riley y Nate entre la multitud. Están en las primeras filas. Camino hacia ellos para saludarlos antes de subir y nada más verme Kai me abraza.
Entonces escucho los primeros acordes de una canción que me resulta familiar. Las luces están apagadas y no se ve absolutamente nada. Riley me coge de la mano a modo de saludo. De repente, una tenue luz ilumina el escenario y veo a Jeremy con la guitarra, sentado en un taburete. Antes de empezar a cantar dice:
—Esta canción es para ti.
Riley aprieta de nuevo mi mano y noto, por el olor a lavanda, que mi Nana está detrás de mí.
Turn round, turn around
Everybody, look at what I see
That beautiful woman is what I always dreamt
She's my best friend, everybody knows (everybody knows)
But for me, she is the person I care about the most
I could spend my life watching her smile
I could stay lost in our moments forever
Dreaming of how much fun it would be
to grow old together
Because I like when she laughs
When she curls the hair in a funny way
When she gets mad at me
And drives me crazy every week
'Cause best friends are the best lovers
And it's not a secret I love you
Because I like when she sings in secret
When she sips her drink
And even falls asleep
We can be the two little dolls
Kept in a crystal ball
Or we can be just us letting the magic run
It looks like love has finally found me
If you're lost you can look back, you will find me
Wherever you go, I'll be two steps behind you (behind you)
And I just came to say I love you
'Cause best friends are the best lovers
And it's not a secret I love you
Cuando acaba, todo el mundo empieza a aplaudir. Su sonrisa es tan amplia y sincera que me dan ganas de saltar al escenario y abrazarle, besarle y no soltarle nunca. Me late el corazón tan fuerte que ya no escucho los aplausos del público. Me ha escrito una canción. Jeremy ha escrito una canción hablando de mí.
Estoy petrificada.
Sus ojos bailan de un lado para otro en busca de su objetivo, pero creo que no ve nada. Alguien me empuja por detrás, supongo que Laura, lo que me hace reaccionar. Camino a paso acelerado hasta la puerta que da al escenario y la abro con cuidado. Allí todo es un caos.
Le busco, pero no hay ni rastro de él. Adam está colocando unos sombreros; creo que su actuación ha sido de magia. Kirsten también está, lleva un vestido minúsculo. A los demás no los conozco.
—¿Dónde está el chico que acaba de actuar? —le pregunto a un hombre que está al lado del escenario. Lleva una carpeta en la mano y no deja de ordenar cosas a todo el mundo.
—¿Quién eres? —responde sin dejar de mirar la hoja que tiene delante.
—Reese —le miro confusa mientras hace unos ruidos bastante extraños. En el escenario ahora hay un chico haciendo malabares.
—¡Miller! —dice, finalmente, señalándome con el dedo—. Eres la siguiente, prepárate.
—Pero...
—Tú solamente sujeta el micrófono, nosotros hacemos el resto. —Me interrumpe y, mientras dice eso, me da un empujón para que salga al escenario.
Al verme algunos se sorprenden, y eso me hace ser más consciente aún de dónde estoy en realidad. Me giro, arrepentida, y el hombre insiste en que camine. No me va a dejar volver, así que tomo todo el aire que puedo y lo suelto lentamente a la vez que me acerco al micrófono. La luz del foco me deslumbra y me doy cuenta de que, en realidad, no se ve a nadie en el público.
Me aclaro la garganta. El silencio es aterrador. Llevo la mano al bolsillo trasero de mi pantalón y saco el papel que con tanto esmero he estado escribiendo. Me vuelvo a aclarar la garganta y empiezo a hablar:
—Querido buzón. —Las manos me tiemblan. Escucho un abucheo a lo lejos, pero lo ignoro—. Mi nombre es Reese Miller, y soy una mala compañera. Todo empezó con una broma al entrenador para salvar a un buen amigo, pero se descontroló. No voy a mentir diciendo que no quería leer las notas, o que me obligaron a hacerlo. Quería saber todo sobre los demás porque, si podía ayudar a mis amigos, ¿por qué no hacerlo con todo el mundo?
Me quedo callada cuando escucho como algunas personas me vuelven a insultar, pero otras les mandan callar. Tengo la garganta tan seca que creo que me he quedado sin voz. Alzo la cabeza y el pánico se apodera un poco más de mí. Aprieto el papel con fuerza para detener el temblor de mis manos, pero siento que no puedo respirar.
No puedo seguir. Me duele cada centímetro de mi cuerpo. Cierro los ojos con fuerza y los abro cuando noto que alguien me sujeta el brazo con delicadeza. Es Jeremy. Intenta sacarme de ese lugar, pero al verle recuerdo por qué estoy allí de pie. Niego con la cabeza y él me mira confuso.
—He aprendido mucho de vosotros —retomo el discurso con voz temblorosa. Hago una pausa para respirar profundo—. A no confiar en todo el mundo. A valorar lo que tengo a mi alrededor. A ser sincera... Al igual que vosotros contasteis vuestros secretos, este es el mío: tengo pánico escénico porque en una obra de teatro en primaria me hice pis encima. Todos me llamaban el árbol meón.
Escucho algunas risas, pero nada de insultos ni burlas. Me froto la nariz para hacer desaparecer el picor y continúo:
—Os pido perdón a todos. A mis amigos, a las personas que quiero. —Me giro ligeramente para dirigirme a Jeremy, sin dejar de mirar el papel, aunque lo vea un poco borroso—. Pero lo más importante: a mí misma por centrarme tanto en los demás. Por no ser consciente de todo lo que tengo. Por no darme cuenta de que la felicidad estaba delante de mis ojos. Porque tampoco es un secreto que yo te quiero.
Con esa última frase, totalmente improvisada de su canción, acabo mi carta. El silencio me taladra el corazón. Las luces se encienden y Jeremy me coge de la mano, acariciando mi piel con su pulgar. Miro al frente y descubro a todo el mundo mirándome. Mis amigos sonríen. Mi Nana asiente con orgullo. Incluso veo bastantes compañeros del instituto. Estoy a punto de marcharme cuando alguien habla:
—Pues a mí me gustan los chicos —escucho la voz de Kai a lo lejos y me giro para buscarle. Me está mirando con una sonrisa nerviosa, cargada de emoción.
—Yo odio las matemáticas —grita otra persona a lo lejos, y veo como sus amigos la miran mal. Por los trajes que llevan, pertenecen a un club de ciencias. Ella se encoge de hombros y sonríe.
Parece que estuvieran confesando sus secretos.
—Mi hermano es idiota. —Esta vez es una niña pequeña. Su voz me resulta tan familiar que cuando la encuentro entre la multitud no puedo evitar soltar una carcajada al comprobar que se trata de Ellie.
—¡Y el mío! —exclama otra, y todos se ríen.
—Yo quiero ser piloto de aviones —confiesa un chico en la esquina derecha de la pista.
—Yo estoy saliendo con un morenazo de mi clase de baile. ¡Le saco veinte años! —Me quedo boquiabierta al ver que aquello lo ha dicho mi Nana, y empiezo a reírme sin parar hasta que el hombre que controla el escenario nos saca a Jeremy y a mí para dar paso al siguiente concursante. Le toca a Kirsten.
Nada más bajar, mis amigos vienen a buscarnos y nos fundimos en un abrazo conjunto. Nana nos da unos minutos antes de marcharlos. El tren pasa en breve y no podemos perderlo. Jeremy nos ha acompañado a la estación.
—Yo también te debo unas disculpas.
—¿Tú por qué? —le interrumpo y niego con la cabeza.
—Fui demasiado duro contigo, pero... Me daba rabia pensar que te había perdido.
Sus manos acarician las mías con suavidad. Me acerco más a él.
—Jer, no hay nada en este mundo que me pueda separar de ti.
—Ya sabes a lo que me refiero... —responde, mirándome con el ceño fruncido. Escurro una mano y la llevo hasta su flequillo para colocarle el pelo. Tenía tantas ganas de hacerlo. Él sonríe y suspira.
—Cuando te quejas mientras vemos alguna película porque el protagonista es imbécil. Lo bien que te quedan las camisas —digo, acercándome cada vez más a él—. Cuando te picas porque te gano a los videojuegos. Que me acaricies el pelo con esa delicadeza.
—¿Qué estás diciendo? —Su sonrisa se ensancha aún más cuando nuestros labios se rozan.
—Todas las cosas que me gustan de ti —confieso en un susurro—. Y podría seguir hasta la madrugada.
—¿Solo hasta la madrugada?
Suelto una pequeña carcajada y por fin le beso. Llevaba tanto tiempo deseando este momento; repetirlo y repetirlo hasta que nos cansáramos. Pero mi Nana nos interrumpe, llevándome a rastras por el andén. Jeremy se parte de risa al vernos.
*****
Este capítulo me da verdadera vergüenza porque es la primera canción que escribo y no se me da demasiado bien, pero creo que era necesario para este momento. Si necesitáis traducción, decidme y la pongo :)
¿A vosotras qué os parece? ¿Os gusta?
Mañana podréis leer el final jiji ✿
¡Nos leemossss! ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro