5. Halloween
Sí, la profesora me había confiado esta tarea porque pensaba que sería lo suficientemente responsable como para no meterme en líos ni jugarme mi futuro leyendo las notas. Yo también pensaba que era responsable hasta que me encontré en el parque, enfadada y decepcionada, y no pude frenar mi curiosidad. Nadie se puede fiar de un adolescente.
Ahora que ya las he leído, ¿hay vuelta atrás? No, para nada, pero no me voy a quedar tranquila hasta que averigüe lo de aquel campamento y advertir a mi amiga Laura sobre el chico con el que sale.
—¿Eres consciente de que vamos a estar ridículos? —dice Jeremy mientras deja su guitarra encima de la cama para mirarse mejor frente al espejo. Sí, vamos ridículos, pero no le pienso dar la razón, este año me tocaba a mí elegir los disfraces.
—Ridículos iríamos si nos hubiésemos puesto los de ese videojuego tan raro que decías.
—¿Zelda? Perdona, pero es el mejor juego del mundo —añade, amenazándome con el dedo índice.
Me doy la vuelta y camino alrededor de su cama sin dejar de mirar la guitarra. Se me ocurre sacar el tema que lleva rondándome un buen rato.
—Oye, Jer, ¿has revelado ya las fotos del campamento?
Mis nervios son evidentes y, como no quiero que se dé cuenta, me empiezo a hacer las trenzas frente al espejo. Cuando me peino nunca me mira, siempre suele ponerse a hacer otra cosa, pero hoy, justo hoy, se acerca a mí hasta quedar los dos juntos. Observo nuestro reflejo. Yo voy disfrazada de extraterrestre y él de astronauta.
—¿Quieres verlas ahora?
Me encojo de hombros como si no me importara y de repente llaman a la puerta.
—Tu madre dice que os ha dejado unos sándwiches en la cocina —escucho hablar a Mason, y me asomo ligeramente. Veo cómo me inspecciona de arriba abajo y se me revuelve el estómago. Me lanza una sonrisa provocadora y finjo una arcada. Por suerte, el diablo Ellie nos interrumpe, colándose en la habitación como si fuese una lagartija.
—Tienes que ponerte más purpurina verde —espeta con disgusto mientras coge el recipiente y empieza a echarme en las mejillas y el cuello—. Un verdadero alienígena debe ser verde.
Ella va disfrazada de diablo, representando su yo interior. Su madre y ella van a pedir caramelos por el barrio y está entusiasmada.
Me doy cuenta de que Jeremy ya no está cuando Ellie acaba de pintarrajearme la cara. Bajamos las escaleras y le vemos devorando la comida que hay en la encimera.
—¿No piensas dejar ninguno?
—Estoy a punto de embarcarme en un viaje en el que me alimentaré a base de pasta de dientes, un poco de respeto, por favor —critica mientras coge otro de los sándwiches y me rio al entender la referencia.
No entiendo cómo no le duele la barriga con todo lo que come.
Ellie y yo nos sentamos también y disfrutamos de los sándwiches hasta que su madre se la lleva.
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Laura lleva un disfraz de ángel y Kai ha tirado de sus raíces y se ha vestido de ninja. Riley no ha venido porque decía que estaba demasiado cansada: es bailarina y la someten a mucho estrés en los entrenamientos.
Cada vez que salimos de fiesta solemos elegir a uno que no beberá nada de alcohol para que, en caso de que nos pasemos con la bebida, impida que hagamos algo que nos deje en ridículo. Una vez casi se nos va de las manos. Laura se emborrachó tanto que enseñó un pecho a media clase. Por suerte, todos iban también bastante pasados de copas y nadie se acuerda ya.
—¡Disfraz de pareja! ¡Qué divino...! —grita Kirsten cuando nos ve llegar, mirándonos a Jeremy y a mí de arriba abajo con cierto matiz de desagrado. Ella también va de ángel.
La ignoro y cojo a mi amigo para ir hacia la cocina.
—Sorteo —dice Laura cogiendo los palos de madera que decoran algunos aperitivos. Me extraña que todavía quede algo de comida. Hemos llegado bastante tarde por culpa de Kai y su torpeza con los cinturones.
Hacemos que una mano inocente rompa todos y nos ofrezca uno para cada uno. Al que le toque el palo más pequeño tendría que mantenerse lejos de las bebidas.
—3, 2, 1...
—Mierda —refunfuño cuando veo el tamaño de mi palo. Laura profiere un grito de entusiasmo y corre a por una cerveza. Jeremy y Kai se ríen.
Pues nada, me toca ser la niñera de todos. ¿Quién dice que el alcohol da la diversión?
Nos quedamos hablando los cuatro junto a un sofá hasta que aparece Mitchell detrás de Laura y le asusta: él va de demonio, como no podía ser de otra manera. Hace como que le muerde el cuello, aunque todos sabemos que la está besando, por lo que nos giramos para no verlos.
Cuando salimos de fiesta vamos siempre juntos. No hay momento en el que nos separemos, a no ser que vayamos al baño. Como es de esperar tras haberme bebido ya dos refrescos, busco el baño, intentando esquivar a toda la gente que hay por los pasillos.
¡Menuda cola hay formada! Si espero toda esa fila, me voy a hacer pis encima.
Subo las escaleras rápidamente y busco otro baño. Por suerte aquí no hay nadie. ¡Qué alivio! El baño es precioso, parece recién reformado. Tiene unos azulejos que varían entre distintos tonos de azul y la bañera es enorme. Creo que podría nadar ahí dentro sin dificultad.
La música apenas se escucha desde aquí arriba, pues la casa está muy bien insonorizada. Sin embargo, se oyen ruidos desde una de las habitaciones. Me acerco un poco a la puerta y de repente alguien grita. Es una chica. Parece dolorida, como si la hubiesen dado un golpe. Me acerco aún más y se vuelve a escuchar otro quejido. Me apoyo en la puerta entreabierta y se va abriendo poco a poco. Hay dos personas tiradas en una cama de matrimonio. Él encima de ella. Ella con las piernas hacia arriba. Doy un paso hacia atrás, procurando no hacer ruido. En ese momento les veo la cara. Él es Mitchell Wilson. Ella es Kirsten Evans.
Cierro la puerta de inmediato, sabiendo que he interrumpido un momento muy íntimo, y corro escaleras abajo, esperando que no me hayan visto. ¡Qué escena tan desagradable!
Siempre he pensado que Mitchell escondía muchas cosas, pero engañar a su mejor amigo así era de ser muy ruin. Y si esto es verdad, ¿cuántas otras notas también lo eran?
Estoy volviendo al lugar donde había dejado a mis amigos, dispuesta a contarle todo a Laura, cuando veo algo que todavía más desagradable: Olivia Kennedy, la hermana de Nate, que es un año mayor que nosotros y ya va a la universidad, está junto a Jeremy. Los dos hablan al parecer sobre algo muy gracioso, porque no dejan de reír. Ella va disfrazada también de extraterrestre y, sin duda, el traje le queda mucho mejor que a mí. Se toca el pelo de vez en cuando, claramente tonteando con mi amigo, y él la mira con ojos provocadores, producto del alcohol, imagino...
—¿Estás bien? —me pregunta Kai, que está un poco más apartado del resto.
Él odia las fiestas, sobre todo en las que hay mucha gente, y yo estoy empezando a odiarlas también. Doy un par de vueltas a mi pulsera de tela para relajarme y tomo aire.
—¿Y Laura? —contesto para obligarme a no mirar hacia donde se encuentra Jeremy.
—Ha ido a buscar a Mitchell. Está decidida a hacerlo esta noche con él.
Nada más escucharle, se me seca la garganta y siento que una gota de sudor frío me recorre la espalda. Si ve lo que yo he visto, no creo que sea capaz de frenarse. Le mataría en ese mismo momento y probablemente iría a la cárcel. No quiero tener que ir a verla a un correccional ni nada por el estilo.
Cojo a Kai de la mano para tirar de él y no tardamos en encontrarla a punto de subir las escaleras hacia el piso de arriba. Algunos de nuestros compañeros de clase bromean con su traje, pidiéndole que les haga una exhibición y, gracias a eso, consigo disuadir a mi amiga de que no suba.
—La señorita Miller, ni más ni menos —dice alguien a mis espaldas, y me giro de inmediato.
Por si todo lo que había ocurrido fuera poco, tengo ante mí a la última persona que quiero ver en estos momentos: Mason Taylor, quien me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisa ladeada. Siempre le han quedado bien esas sonrisas.
—No tengo tiempo para ti —gruño, dejándole a un lado para tratar de localizar a Jeremy. Sin embargo, ya no está donde le habíamos dejado.
—Hey, espera un segundo —añade, cogiéndome del brazo para detenerme. El movimiento hace que se le caiga un poco del contenido del vaso que tiene en la mano—. Estás muy sexy con ese disfraz.
Reprimo las ganas de darle un golpe en la entrepierna y me alejo de él. Apesta a alcohol.
No solo he perdido a Jeremy, sino que también Laura ha desaparecido y Kai está demasiado entretenido en su actuación para hacerme caso.
Soy una pésima cuidadora.
*****
¿Alguna vez os habéis disfrazado a conjunto con alguien? ☺
¿Qué pensáis de Mason?
¡Nos leemossss! ❤
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