34. No creas a un mentiroso
—No sé qué haces aquí, pero tienes que irte —le digo, mirando hacia los lados con la esperanza de que nadie nos vea.
En cambio, se baja de la moto y se quita el casco.
—Tenemos que hablar.
No me gusta cómo suena eso, y mucho menos lo que hace después de decirlo. Me coge de la mano y me lleva a un lugar apartado. Estoy a punto de decirle que me suelte cuando me coloca la mano en la boca para que me calle. Está muy cerca, lo cual me pone nerviosa.
—Aquel verano... Necesitaba ese dinero para ayudar a mi madre —habla de nuevo al ver que he guardado silencio. Aprieto los labios con fuerza y froto la piedra del anillo que me dio mi abuela.
Alejar a los demonios.
—No te creo, eres un mentiroso —replico, apartándome de mala manera.
—¿Mentiroso yo? Tú dijiste que no tenías secretos.
—Las clases de biología, ¿por qué lo hiciste? Estaba claro que no las necesitabas.
Suelta una carcajada que me desespera.
—Necesitaba acercarme a ti de alguna manera —responde con una sonrisa ladeada y me dan ganas de darle un puñetazo.
—¡Me hiciste perder el tiempo!
—Quiero que me perdones. —Esta vez su semblante es serio.
Resopla y se lleva las manos al pelo para echárselo hacia atrás. Lo tiene tan corto que apenas se le mueve.
—¿Por qué exactamente? —añado con escepticismo.
No me creo que una persona tan orgullosa sea capaz de conjugar el verbo perdonar.
Mason vuelve a resoplar.
—Por dejarte tirada aquella noche.
—Ya te perdoné, Mason —contesto resignada y me mira con el ceño fruncido como si no hubiese entendido lo que he dicho.
—¿Entonces...?
—Una cosa es que te perdone y otra que olvide todo lo que has hecho. Sigues siendo el mismo mentiroso que conocí y, hasta que no te des cuenta tú, nada de lo que hagas servirá de algo.
Se queda callado unos segundos y se mete las manos a los bolsillos. Parece nervioso, pero sin dejar a un lado esa pose de seguridad que finge tener. En el fondo es de las personas más inseguras que conozco. Y no es que sea algo malo ser inseguro, todos tenemos nuestros miedos, lo malo es cuando con eso arrastras a las personas que tienes alrededor. Jeremy tenía razón.
—¿Y qué puedo hacer?
—Cancela esa fiesta —sugiero, y él aprieta los labios.
—Sabes que no puedo.
—¿No puedes o no quieres?
Aprieta más los labios haciendo que prácticamente desaparezcan. Esa ira que le veo en los ojos es algo que me asusta.
—¿Cuándo vas a dejar de proteger a Jeremy? —pregunta con furia.
Suelto una carcajada. Ahí está el verdadero Mason.
—No eres rival para Jeremy. Es mil veces mejor que tú. Él no necesita demostrar nada.
—¿Y yo sí? —Me mira entrecerrando los ojos y da un paso hacia mí—. ¿Qué vas a hacer para impedir esa fiesta?
—Espera y verás —replico, y le doy en el brazo para apartarle de mí.
Camino hasta mi casa y lo único que escucho es su risa burlona. No me giro. No le voy a dar ese placer. Lo único que tengo claro es que Mason es una mala persona y que no dudará en hacer lo que sea para salirse con la suya, aunque sea a base de mentiras. ¿Acaso piensa que le voy a volver a creer? Su encanto ya no tiene efecto en mí. Han sido demasiadas mentiras. A lo mejor ha llegado la hora de entrar en su juego y devolverle las putadas.
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—¡¿Qué te ha pasado?! —exclamo nada más ver a Jeremy abrir la puerta.
—Nada —responde de forma escueta y camina hacia el interior. Le sigo hasta su habitación y le cojo de la mano para que me mire. Tiene el labio ensangrentado a pesar de que parece que se lo ha intentado curar.
—Dime la verdad —exijo, mirándole fijamente a los ojos. Se lleva la mano a la boca y se da cuenta de que le sigue sangrando el labio. Resoplo y tiro de él hacia el baño—. Ven, que te lo curo.
Cojo un algodón y lo mojo en agua para limpiarle.
—Mason —dice cuando me coloco entre sus piernas para poder limpiárselo bien. Sin querer, le hago daño al apretar en la herida y emite un quejido.
—Le mato —refunfuño, y él me sujeta la mano para que tenga cuidado. Estamos a la misma altura, pero no soy capaz de mirarle a los ojos hasta que me coge de la barbilla con la otra mano y alza mi cabeza.
—Ha merecido la pena, te lo aseguro —se ríe y acto seguido se vuelve a quejar por el dolor. Suelto una carcajada al ver su reacción y le sigo limpiando con el algodón.
—¿Por qué ha sido?
—No tiene importancia.
Suspiro. Su labio está mucho mejor, pero no dejo de pensar en la pelea y en que seguramente tenga que ver con lo que ocurrió anoche.
—Siento que te estoy metiendo en líos constantemente.
Me dejo caer sobre Jeremy y me besa la frente. Ojalá todo fuese tan fácil como cuando estoy con él. Ojalá no existiera Mason, ni el buzón, ni nada a nuestro alrededor y que todos los problemas se desvanecieran. Al menos así es como me siento cuando estoy con él, que nada importa.
—Venga, Miller. —Me dice mientras me sujeta los hombros—. Hay una asignatura que aprobar.
Ya casi se me había olvidado. Me da una pereza tremenda porque no dejo de darle vueltas a la manera de estropearle la fiesta a Mason. No se lo voy a decir a Jeremy todavía porque no quiero que trate de impedírmelo, así que mientras estudiamos intento apartar de mi mente todos los pensamientos relacionados.
—No me parece justo que me tortures de este modo —refunfuña Ellie, quien está sentada con nosotros para hacer sus deberes.
—¿No quieres estudiar las estrellas? Tendrás que aplicarte —bromea su hermano, lanzándole la goma de borrar.
—No, idiota. Quiero ser una estrella, no estudiarlas —le corrige y pone los ojos en blanco.
Para variar, sus padres no llegan hasta muy tarde, así que pedimos unas pizzas para cenar mientras vemos el nuevo capítulo de Friends. En algún momento Mason aparece por la puerta y, aunque pasa sin saludarnos, puedo ver como uno de sus ojos está enrojecido. Miro a Jeremy de inmediato y él simplemente sonríe con diversión a la vez que se aparta el pelo de la frente. Me alegro de que al menos le haya dado su merecido.
Cuando llego a mi habitación, agotada por la tortura de día, me quedo mirando el colchón vacío que hay junto al mío. Nahid se ha marchado esta mañana con su abuela y ha sido bastante emotivo. Lo que más me alegra es que al menos lo ha hecho con una sonrisa en la cara, agradeciendo la ayuda. Ha prometido escribirme y no voy a negar que la voy a echar de menos. Siempre quise tener una hermana y ella ha sido lo más parecido en el corto tiempo que hemos convivido. Sé que estará bien con su abuela.
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¿Qué pensáis de la marcha de Nahid? ¿Creéis que Reese hizo bien en ayudarla e involucrarse tanto?
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