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20. Cagada monumental

—Vale, tenemos que organizarnos —habla Laura nada más llegar a la mesa en la que estamos sentados—. ¿Quiénes dan las fiestas?

—Creo que Nate Kennedy, Sophie la que tiene el pelo de colores y otro del que no me acuerdo —responde Kai.

—Yo no voy.

Me como un trozo de manzana que me ha preparado mi madre. Laura me lanza una mirada de odio.

—Yo tampoco —interviene Jeremy, y la mirada de mi amiga se desvía hacia él.

—¿Es que os ponéis de acuerdo en todo? —rechista, y mi amigo y yo nos miramos con diversión.

—Paso la Navidad con mi abuela —añado encogiéndome de hombros.

—Yo en la casa de la montaña.

—¿Cuándo te vas? —le pregunto, ignorando el odio que nos tiene Laura en estos momentos.

—El 24 por la mañana.

—¿Guerra antes de irte? —sugiero y él asiente con energía.

Todos los años, si nieva, quedamos a primera hora de la mañana para hacer muñecos y lanzarnos bolas de nieve. Luego su hermana y yo nos aliamos contra él; la diablilla tiene muy buena puntería.

—Bueno, vamos a lo importante: Kai, tú vienes, ¿no?

Él niega con la cabeza, espantado, lo cual desespera más a Laura. No puedo evitar soltar una carcajada.

—En la de año nuevo sí estaré.

Nada más decir eso se abalanza sobre mí para abrazarme.

—¡Gracias a Dios! —suspira aliviada. Se separa rápidamente al darse cuenta de que me está aplastando el brazo—. No quiero perderme las ventajas de la adolescencia antes de ir a la universidad. Allí sí que sufriremos, Kai, ¡sufriremos! —grita para exagerar su actuación, y mi amigo se tapa los oídos porque no quiere escucharla. Luego se acerca a él y le abraza. Kai se intenta apartar y ella empieza a darle besos en la cabeza para hacerle rabiar. Al final le salva el timbre que anuncia el fin del descanso.

Mis amigos se van hacia clase, mientras que yo corro a mi taquilla para recoger el libro de matemáticas avanzadas que me toca a última hora, así no tengo que salir más de clase. Aprovecho para coger la carta y busco la taquilla de Nahid. He estado observándola durante toda la mañana y estoy segura de saber cuál es.

Cuando regreso, escucho más alboroto del normal, pero no me sorprende. Lo que sí lo hace es ver a Jeremy junto al buzón del desahogo. Camino lentamente y veo que mete algo dentro. Al darse la vuelta me ve y camina hacia mí.

—¿Tú también lo usas? —le digo y noto que al tragar saliva me cuesta.

Él se encoge de hombros y sonríe. Luego me pasa el brazo por los hombros y me acerca a él para caminar conmigo hasta clase.

—Me gusta quejarme de los exámenes.

Tengo claro que, si encuentro alguna nota suya, la voy a pasar de inmediato. No hay nada que mi amigo no me haya contado. Lo sé prácticamente todo de él y, aunque es cierto que dudé con lo del campamento, resultó no ser él, por lo que puedo estar muy tranquila de que nada malo le ocurre.

—¿Qué está pasando? —pregunto a Riley, que está sentada en la mesa como si estuviese viendo una película.

—Mitchell ha dicho algo de Nate —responde y se le escapa la risa.

Doy unos pasos más para acercarme y los veo cara a cara, bastante cerca. Nate le ha soltado unos cuantos insultos, pero Mitchell parece estar disfrutándolo. Kirsten está justo detrás de él.

Desde que ocurrió lo de su novia, Nate se ha vuelto más callado en clase. Ya no es el tipo al que todos adoraban por tener una novia perfecta, las notas perfectas y ser el mejor jugador del equipo. De hecho, ha bajado la media estas últimas semanas.

Lo que su amigo y su novia le hicieron es muy injusto. Y más teniendo que ver todos los días cómo se besan o tontean delante de él como si nada. No sería de extrañar que un día de estos explotase.

—Sabes que me echarán del equipo —murmura. La sonrisa de Mitchell se hace más evidente.

No puedo evitar sentir pena por Nate al saber que han contado su mayor secreto. ¿Y qué narices tendrá que ver que le falte un dedo del pie para poder jugar? Ni que eso le fuese a hacer peor jugador dado su historia.

—¿Qué dices, cojo de mierda? —se burla el que hasta hace unas semanas era su mejor amigo. Los compañeros se ríen y a mí me hierve la sangre.

Nate le empuja y algunos le empiezan a abuchear. Laura, que está a mi lado, hace intención de salir a defenderle, pero se detiene al instante. Me mira y pone los ojos en blanco.

Ojalá pudiera hacer algo...

Entonces se me ocurre, como si de una bombilla que se acaba de encender en mi mente se tratase, la solución viene a mí y no tardo ni un segundo en decirla en voz alta.

—¡Y tú eres un ladrón!

En cuanto lo digo, me doy cuenta de que acabo de liarla bastante. Realmente no estoy al cien por cien segura de que el que escribió la nota con aquellas faltas de ortografía fuese él. Si uno los hilos, él suspende siempre en clase de lengua. Además, es muy dado a los actos vandálicos según me contó Laura hace tiempo.

Todos me miran al instante, confusos y sorprendidos, algunos incluso divertidos.

—¿Qué dices tú, puta? —espeta Mitchell.

Ya no hay marcha atrás, ya no puedo deshacer lo que he dicho, así que a por todas.

—El anillo de oro de su madre —replico, señalando a Nate, que me mira desconcertado. Jeremy me da un ligero codazo para que deje de hablar, pero las palabras salen de mi boca a borbotones.

—¿Cómo sabes tú eso?

Estoy a punto de contestarle cuando Nate me interrumpe.

—¡¿Es cierto?! —exclama con enfado, y todos vemos en la mirada de Mitchell los nervios que confirman la verdad.

Sin embargo, antes de que él pueda responder, la profesora Silva aparece en clase y al verla nos sentamos todos al instante. Lo peor es que no viene sola. Detrás de ella aparece Mason con una sonrisa de oreja a oreja.

—Tenemos un nuevo compañero de clase —dice, y algunos empiezan a murmurar cosas que ni comprendo, ni quiero hacerlo. Yo solo puedo mirar a Mason intentando buscar una explicación a las palabras de mi profesora, pero no me mira y creo que lo hace a propósito—. Siéntate donde quieras.

Él asiente como si fuese una persona normal y al pasar a mi lado me guiña un ojo. Algo que también ven Jeremy y Laura.

—¿Qué pasa entre vosotros? —pregunta mi amiga en un susurro.

—Nada —respondo ofendida.

Luego Jeremy me golpea el hombro. Al girarme veo que su primo se ha sentado en la parte más alejada de la clase. Por supuesto, no podía ser de otro modo, la zona de los que no prestan atención.

—Ayer tuvieron reunión —empieza a contarme, vigilando que la profesora no se dé cuenta—. Ha sacado unas notas tan buenas que han aceptado subirle de curso.

Me cruzo de brazos mirando a la pizarra pensando en lo que me acaba de decir Jeremy. No me cuadra en absoluto. ¿Notas buenas Mason Taylor? ¡Pero si ha suspendido! Entonces comprendo que me ha tomado el pelo, que en realidad las clases de biología habían sido una excusa para burlarse de mí.

Si ahora mismo fuese una tetera, estaría pitando de enfado.


*****

¡SE LIÓ! Uisss, uissss...

Por cierto, hoy estamos de estreno, ¿HABÉIS VISTO LA NUEVA PORTADA? Sinceramente me flipa, es que ha plasmado a Reese con el uniforme completamente, ¿qué os parece? ❤❤

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