Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra I

EXTRA I. REVERÉNCIAME Y TE REVERENCIARÉ.


    Bautizado tardíamente como Tae Hyung von Rosewald, adoptó pronto el nombre de la rosa de su majestad el rey Jeon Jung Kook, Sol de la Tierra. Legítimo Emperador de Patangos, que comprende el dominio de influencias a un reino más. Es el favorito del rey que gobierna el Imperio más grande que han podido presenciar los orbes de los hombres. No deben pensar que es desafortunado, aún si las burlas y los maltratos suceden a diario a sus espaldas. Es consciente de ellas, sería imposible no serlo cuando en este reino las palabras hieren aún más que en el extranjero.

    Nació en una tierra que yació mucho más allá de las montañas, los prados, los ríos pedregosos y el mismísimo Tiempo. Fue arrebatado de su familia a una edad muy temprana, y vio morir a sus príncipes, así como los escuchó suplicar por sus vidas en vano.

    Vagó sin rumbo en busca de un escondite con la única compañía de una cuidadora igual de desafortunada. Hasta que ambos fueron capturados por los Perversos de Verx y terminaron en su Mercado de Bestias. Las atrocidades que allí vivieron, son un infierno que se revive en su memoria cuando esta quiere atormentarles con sus pesadillas. Sería tan sencillo decir que el bufón no recuerda su pasado, y que ha entregado su alma al demonio sin sentir culpa alguna. Pero Tae Hyung recuerda todo. Y lo recuerda a diario, al principio como falso consuelo; ahora, con inminente remordimiento.

    No habían pasado ni dos noches en aquella prisión cuando uno de los carceleros intentó sacarle los ojos con un cincel.

    Al forcejear le hirió y dejó una enorme cicatriz en el ojo izquierdo solo porque su embriaguez le hizo pensar que le maldecía. Para su desgracia, el carcelero retrocedió sin medirse hasta tropezar y caer por la ventana de aquel alto edificio. Fue el primer hombre muerto que había visto alguna vez en la vida. Desde entonces, los demás prisioneros comenzaron a murmurar que lo había matado con los ojos, que el carcelero se había vuelto loco al verlos y que por eso se había tirado por la ventana; otros decían que le obligó a saltar por sí mismo gracias a un hechizo proveniente de la maldición de la tierra calaíta que les permitía dominar a los hombres a su alrededor, habilidad que les habrían dado sus ancestros para poder saciarse de carne humana o alguna atrocidad similar.

    Pero lo cierto es que él no había hecho nada de eso.

    Una noche de tumulto, intentaron quemar su rostro, lo que dejó una gran irritación rosácea al estar la herida completamente fresca. Querían incinerarlo por miedo a que les maldijese también.

    Escapó.

    Jung Ho Seok lo encontró. Memoriza este nombre para siempre y no te dejes engañar. Él no es la esperanza para todo el mundo. Al menos para el bufón no lo fue, para él fue condena pues pensó que había encontrado un amigo; pero lo único cierto es que solo había dado con la manipulación. Le usaría desesperadamente para liberar a los demás reinos de todo lo que les hacía mal, Verx.

    Pero al final de todo, no era más que una herramienta para ser usada.

    "Nosotros estaremos contigo. En todo momento. Y cuando hayas destruido a su rey, iremos a rescatarte. Serás el salvador de no solo una nación, sino de todas las naciones. Tae Hyung, eres la joya más preciada que un mundo tan cruel como este puede poseer".

    Maldito mentiroso.

    No tenía por qué aceptar. Era demasiado inocente, entonces. La idea de que nadie más pasara las peripecias por las que él vivió, le alentaron. Y para ser honestos, para un niño solo, las palabras amables de cualquier persona le sabían a bendiciones. Las anhelaba, así como anhelaba el amor que en Calaís le habían arrebatado.

    Y así fue vendido por un par de monedas, todo gracias a que la quemadura había dejado una ligera irritación en la mitad de su cara. Los ojos púrpuras, la cicatriz en el ojo izquierdo mal tratada que había corrugado un poco su piel, agregado a la irritación, le pareció a aquel contrabandista una gran oportunidad para dejar de ser pobre.

    La idea sería regresar al Mercado de Bestias, y allí encontrar "aquello". Por eso Ho Seok le había vendido a ese hombre con la esperanza de que le regresara al Mercado. Pero él no lo hizo. Lo llevó directo al Palacio de Jó, el Castillo Celeste de Su Majestad el Rey Jeon Jung Kook IV, quien había tomado el trono apenas un par de días antes de su llegada a la tierra de los locos y los cobardes en la ausencia de su padre por una campaña. Lo habían nombrado Príncipe Protector, lo que le daba las facultades de actuar como rey en ausencia del infame Jeon III.

    A veces se preguntaba, ¿qué habría pasado de haber llegado al Palacio de Jó cuando aún el padre de Nuestro Señor estaba en el trono?

    Probablemente se habría podrido para siempre en los calabozos. ¿Pero eso quién en este mundo lo sabe?

    Una vez Su Majestad le compró, no lo llevaron a su habitación. Pasó meses encerrado en un tugurio, en donde la única luz que entraba, lo hacía a duras penas a través de tres barrotes de acero purpúreo. Una mañana escuchó ajetreos y vislumbró por la puerta. Había música por todas partes y en su celda habían dejado un gran manjar.

    —Que el Cielo Vacío te bendiga, sabandija —dijo aquel guardia, mientras deslizaba una charola con platillos deliciosos que incluso se desbordaban de la bandeja.

    Fue la primera vez que escuchó de la Ceremonia de Otoño. Una época en la que los hombres abusivos de este pueblo se volvían benevolentes y cuidaban del prójimo. Era su manera de librarse de las calumnias que los demás pueblos recitaban para ellos todos los días, o algo así entendió.

    Al año siguiente, comenzaba a entender sobre los insultos que usaban para él. Y de nuevo escuchaba las Mandolinas. El mismo guardia abría, llegando con sus habituales insultos, pero con una charola de comida aún más grande. Fruta fresca y muchas, muchas golosinas.

    —¡Alegraos, Sabandija!, ¡Un nuevo sol ha ascendido! —Su sonrisa prominente lo inquietó.

    En aquel momento no entendió. ¿Un nuevo sol?

    Al mirar hacia arriba y vislumbrar la luz de aquel cielo tan azul, le pareció que el sol seguía siendo el mismo que aparecía todos los días. Por supuesto no pudo hacer preguntas. Pero cuando lo sacaron a rastras del calabozo y vio la luz del atardecer por primera vez en dos años, entendió que ya no estaría encerrado.

    ¿Querrían matarlo?, ¿se habrían cansado de mantenerlo?

    ¿Cuál sería su destino a partir de entonces?

    Una carroza pasó a su costado. De hermosas ornamentaciones y detalles sublimes. Jamás había visto un artilugio como aquel. Ahí estaba el rey que lo había comprado. Lo vio de espaldas, con el traje de un impoluto blanco resplandeciendo con los primeros rayos de aquella mañana.

    —No, aún no es tiempo. Antes tienes que prepararte.

    TaeHyung tenía doce años en aquel entonces. Y Él tenía tan solo diez. No alcanzaría la mayoría de edad hasta los 14 años, pero Verx necesitaba con urgencia de un Rey. Algunos decían que se había adelantado, y comenzó a entender cómo es que un nuevo Solei asciende al trono de Verx.

    Por medio del asesinato.

    El parricidio por supuesto le supo aterrador. ¿Un hijo que mata a su padre por el trono? Se preguntaba cómo es que algo así estaba permitido, y cómo era posible que se le alabara de tal forma.

    Sin embargo, a pesar de lo que pudo pensar en aquel momento, parecía que aquel ritual no era condenado. Por el contrario, el pueblo verxian veía como una gran bendición que se cumpliera la tradición, pues en antiguas regencias, el príncipe de la corona no había tenido la oportunidad de matar al rey, ya sea porque este había muerto en guerra o porque había sido víctima de alguna enfermedad incurable, como la mayoría de las enfermedades en estos tiempos.

    El día en que el rey anterior murió, había mucho ruido en el castillo. Lo podía sentir gracias a las pisadas que traspasaban su techo. Su nueva cárcel debajo de aquel castillo le decía que todos estaban alterados: El ahora Solei Asteri había sido el primer príncipe desde su abuelo, en poder matar a su padre. Es por eso que desde aquel momento a su reinado le auguraron tan magnánimas victorias que aún a día de hoy le coronan como uno de los mejores reyes que ha tenido el verxian. Oh bueno... No. Esa historia no debe ser contada aún, viajero.

     La primera noche que fue llamado a sus aposentos, sintió mucho miedo. Estaría frente al asesino de padres, ante la persona que le había comprado. Un verxian de cuna noble que había crecido acostumbrado a torturar y asesinar sin siquiera sentir una pizca de remordimiento en su pecho de demonio.

    ¿Le torturaría?, ¿le sometería?, ¿le mataría para después comerse sus ojos en búsqueda de alguna vida eterna o alguna revelación acerca del futuro? No estaba seguro. De lo que sí estaba seguro, era que no se necesitaba ser verxian para despreciar a un calaíta y ahora lo comprendía.

    —¿Sabes leer? preguntó un hombre de mediana edad y elegante porte si bien lo arrastraron dentro del Celeste.

    Cuando llegó al harén, lo hizo seguido de cuatro guardias que no permitían a las muchachas acercarse. Sacaron a todas de los baños y le indicaron desvestirse. Esperó lo peor en aquel entonces. Pensó que se aprovecharían de él de alguna forma, se sentió un animal salvaje encerrado en una maldita jaula. No podría hacer nada en su contra. Estaba perdido.

    Ahora sí que le sacarían los ojos.

    Pero nadie le tocó, ni le torturó más allá de empujones impacientes por su lentitud. Pensó entonces que eso se lo guardarían para "Su Señor".

    Entonces se dio cuenta de que incluso rehuían de su tacto. Algunos volvían la vista hacia los costados pues su rostro les aterraba; su existencia lo hacía. Pensaban que los calaítas estaban extintos. Quizá entonces debió notar que en esta tierra había dos clases de personas, los que se esconderían de él gracias al temor, y los que le atacarían con tal de sacarle los ojos. Los primeros cobardes; los segundos, locos.

     Y pensó que moriría, pensó que aquel rey tan joven le había llamado para burlarse de él, para torturarle, pero no lo había hecho. Si no que, por el contrario, se había sentado en su alfombra y le había indicado hacer lo mismo. Cuando lo tuvo enfrente, notó que el calaíta era mucho más alto que él, en parte por su edad, y en parte por la raza de sus ancestros. El esclavo no hacía más que mirar hacia abajo, temeroso de que sus ojos le ofendieran como parecían ofender a cada verxian con el que había tenido contacto hasta ese día.

    El heredero del cinto extendió la mano.

    Delineó su rostro, pero no se atrevió a tocarle. Entendería más tarde que no le tocaría sin su autorización. No era esa clase de perverso. Lo que sí hizo, fue chasquear los dedos varias veces para llamar su atención. Quería asegurarse de que podía escucharle.

    —Vuestros ojos, calaíta... ¿Sabíais que en los libros, se describe al infierno repleto de llamas tan púrpuras como las gemas bajo nuestro reino? —dijo en castellano. Y para su sorpresa, la rosa pudo comprender todas y cada una de sus palabras, a pesar de que no hablaba su lengua—. Dime, calaíta. ¿Cómo habéis logrado ser merecedor de tal bendición? —exclamó al tiempo en que movía suavemente los dedos cerca de su rostro, como si entornara sus orbes en un intento desenfrenado por memorizarse sus formas y tonalidades.

    —Je ne sais pas. (No lo sé) —exclamó con inmediatez, pues las palabras de Su Majestad eran amables y habían sido de las pocas que había comprendido desde su llegada al Castillo Celeste.

     Entonces bendijo a sus ancestros y a su herencia, a pesar de que había odiado su apellido desde aquel día en que le fue dado. Porque eran esos mismos ojos quienes le habían sacado del calabozo, y eran ellos los que ahora le regalaban minutos más de vida.

     Pero su alivio no duró demasiado cuando Su Majestad dijo:

    —Desde ahora son míos. ¿Lo habéis comprendido? —Cerró los ojos, al punto del llanto. Todas las bendiciones que había formulado desaparecieron en un instante y se vio de nuevo solo en medio de ese caos verxian de cabellos marrones e infantil pero álgido semblante. Le arrancaría los ojos, los sacaría de sus cuencas y no podría hacer nada para evitarlo. Él le tomó de las manos y la rosa saltó de miedo e impotencia. Su tacto rudo al tomar su muñeca y retraerla para sí, enviaron una corriente de dolor. Era hosco y violento en cada uno de sus movimientos. Lo obligó a sentarse a la fuerza y Tae Hyung tembló. Jeon lo miró hipnotizado y depositó entonces una hermosísima daga, cuya empuñadura lucía una divina rosa de plata, así como espinas desplegadas por doquier y le dijo que partir de entonces le pertenecía. Fue gentil con sus palabras en todo momento a partir de entonces y su voz suave e infantil contrastó con la que recordaba cuando aún estaba en la obscuridad de aquel saco de lino o con la manera con la que lo trataba; Lo siguiente que pronunció, fue anunciar con la misma frialdad del arma que ponía ahora a su disposición—: Entregadme vuestros ojos y a cambio yo os entregaré el corazón, Rose Wald.






᯽ 23112023 | Nota de autor:

Justo después de que Jung Kook le dice eso, Tae Hyung hace amago de clavarse la daga en los ojos, porque piensa que el pequeño rey le ha pedido que se saque los ojos literalmente o si no lo mataba jaskja, pero Jung Kook lo detiene para explicarle que sus palabras eran en sentido figurado y tienen una larga y divertida charla sobre que Tae tiene que mejorar su castellano. JSJSKJASK. Obviamente esto hace que a Jk le encante mucho más su nuevo bufón, pues el nivel de inocencia que tenía Tae en ese entonces era algo sumamente exótico para JungKook. Comprendía el castellano de manera muy literal y eso le resultaba gracioso.

Un extra porque el cap aunque ya casi está, no lo he terminado de revisar y me desesperaaaaAaAaa. Les juro que he trabajado en él todo el día de hoy, y siento que falta tan poquito, pero al mismo tiempo no termino. Ya no lo soport0. Ajdkjs. En fin, nos leemos muy pronto.

Love, Sam.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro