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24.

¡ me libere de cometer tal estupidez!

    El viejo Sin caminaba inquieto en medio de la Ceremonia. Sonreía ampliamente ante los gobernadores y los funcionarios, pero lo cierto es que estaba más que nervioso. De pronto sentía que una flecha le atravesaba el pecho, pero cuando corroboraba, seguía con vida.

    Estaba más que aterrado. Pero sobre todo molesto con la gran imprudencia que había cometido. ¿Cuándo había descuidado sus tareas?, ¿en qué momento se había distraído de su deber?

   La idea de huir pasó por su mente de manera fugaz y entonces...

    —¡Que me libre de cometer tal estupidez! —exclamó con orgullo—. Mi Joven Señor. Tengo que ayudar a mi Joven Señor o si no... Maldita sea.

    Paró de caminar solo cuando se encontró con el rostro joven de Kim SeokJin, ese mercader que hacía de todo en la plaza y que había montado su propio gremio de artistas, cristaleros y arquitectos. Comía despreocupadamente carne sostenida por una varita de madera y llevaba una corona de flores que alguna muchacha le había puesto en la cabeza como señal de coquetería.

    —Señor Sin —saludó SeokJin, con su característica sonrisa amplia y rostro vibrante—. ¡Que gusto verlo! ¡Por los ancestros en el infierno, pensé que habíais muerto!

    —¿Por qué pensarías tal cosa, hombre?

    —Escuché que Su Majestad no está en buenos términos contigo —en ese momento, la mueca de enojo en el viejo se ensanchó aún más—. Pero os traigo buenas noticias que podríais llevar a Nuestro Señor y él deberá perdonaros. Estoy muy emocionado y al mismo tiempo aterrado por mostrarle a Su Majestad los avances de las estructuras que hemos estado trabajando para el reino —exclamó con gran orgullo—. Estoy muy seguro de que estará complacido.

    —¿De qué mierdas me estás hablando, Seok Jin?

    —YuGyeom, mi arquitecto más talentoso se está encargando de... eso. La construcción de emergencia... Ya sabes.

    —Seok Jin... —exclamó el viejo Sadayeren con mucha confusión—. Mazhar YuGyeom está desaparecido. ¿No lo has ido a ver a su despacho? Hace tres semanas que no vuelve y los guardias de la Capital lo están buscando como locos desde entonces.

    —¿Qué?, no puede ser, yo mismo lo vi en... —comenzó entonces a hacer cuentas mentales—. ¡No pudo haber pasado tanto tiempo!, ¡os prometo, Sadayeren, que no he vuelto a la bebida, dejé esa vida en el pasado!

    —¡No me interesan tus problemas de alcoholismo, SeokJin! —exclamó el viejo Sin al joven arquitecto. Su semblante yacía enfadadísimo—. ¡Así que sois vosotros quienes estabais traicionando a Nuestro Señor!, ¡menuda forma tan estúpida de morir!, ¡os entregaré ahora mismo a los Perversos!

    —¿Pero de qué habláis, Señor Sin?!, Mis chicos no se mueven si no es con una Orden Real. Serán unos embusteros, y flojos de mierda, pero son leales a la Corona de Amatista —exclamó con total convencimiento—. Además, tengo todos los documentos en forma. Infiernos, ¡¿de qué habláis?!, ¿habéis enloquecido?

    Entonces se vieron a las caras completamente espantados. El viejo Sin le explicó a SeokJin que aquellos conductos no habían sido autorizados, y que cuando fueron a verificar la información con el arquitecto a cargo de la obra, este había desaparecido de su despacho, seguro huyendo del castigo que representaba ir en contra de la voluntad del rey.

    —¿No lo entendéis?; ¡No pudo haber ningún documento porque Nuestro Señor no ha mandado a construir nada en secreto!, ¡ni mucho menos un “conducto de emergencia” para ninguna puta causa!, ¡Mangurrián estúpido!

    —¡¿A quién llamáis mangurrián, viejo decrépito de mierda?! —respondió Seok Jin, ahora sí completamente enojado—. Tengo los documentos de la Orden Real, están en mi despacho, ¡p-podéis venir a comprobarlo por ti mismo, justo ahora si así lo queréis! Me han llegado las cartas, y yo las he repartido entre mis muchachos, como siempre. Cada uno está haciendo sus tareas con disciplina y compromiso, ¿y ahora me dices que habéis acusado a Mazhar YuGyeom de traición?, ¡eso es imposible!

    Lo cierto, era que el joven arquitecto bajo la pupila de Seok Jin, había guiado a sus subordinados para cumplir con la tarea que le fue encargada. Sin embargo, cuando al jovencito le llegó la notificación de la corte de que sería llamado a una audiencia con La Puerta de Obras para reportar el incidente de una “construcción no autorizada”, tuvo miedo de que no le creyesen y lo llevasen ante Su Majestad. Y aun así, no es que pensara en escapar. Solo había cometido un error, ¿no es así?, Seok Jin le perdonaría... Su Majestad lo haría también, ¿no es cierto?

    Aterrado, pensaba entregarse y al menos balbucear algo de su verdad antes de ser alcanzado por la flecha del Arco de Jeon e iba justo a informar todo a su mentor cuando:

    “Pobre muchacho... “ había exclamado Rose si bien lo vio salir a escondidas de su despacho, como una presa temerosa de su cazador, pero resignada a la muerte. “¿Crees que no te queda más que entregarte?”.

“He sido engañado, Señor von Rosewald. Engañado” susurró el joven aprendiz si bien reconocer la máscara, claro, justo después de soltar un respingo por el susto “Su Majestad me escuchará cuando le explique todo”.


    Von Rosewald había estado paseando por el pueblo con el permiso de Su Señor, quien había salido también a resolver unos problemas con el Gobernador de la Provincia de Geniza, en donde se encontraba el Mercado de Bestias.

“Por supuesto” exclamó la rosa con falsa inocencia. “Yo tendría miedo si estuviera en tu lugar”.


    El joven tragó saliva, aumentando el nerviosismo que demostraba en todo su cuerpo. YuGyeom temió por su vida.

“¿P- por qué lo dice, von Rosewald?”

“Nuestro Señor está de muy mal humor por estos meses y ha dicho que solo busca un pretexto para torturar a alguien. Me temo que ni siquiera te escuchará” dijo con falsa bondad. “Es peligroso para ti acercarte ahora...”.


    El rostro del joven cobarde palideció. En el acento horrible de la Bestia de Verx encontraba su desafortunado destino.

“Oh, infiernos... ¿Qué debería hacer ahora?, tú le conoces mejor... ¿en verdad crees que no me escuchará?”.


    Von Rosewald no dijo nada más, sino que solo se quedó impasible en su sitio y soltó un gran suspiro. Luego la máscara le daba la cara de nuevo. De inmediato el chico pensó en su rey y su personalidad. ¿A cuántos más ha perdonado por cometer errores tan estúpidos y al mismo tiempo, tan garrafales? La cortísima lista pasó por la mente del chico al tiempo en que palidecía en su inocencia.

“Huye... y escóndete bien” escuchó decir al bufón. “Cuando el verdadero culpable aparezca, podrás regresar. Y estarás bien”.


    Aunque por supuesto, la intención era que ya no tendría un lugar al cuál regresar.

    Dicen que quien nada debe, nada teme. Pues bien, para un muchacho tan joven como aquel arquitecto las cosas no funcionaban así, por eso es que se había escondido bajo alguna piedra de Verx y había decidido que jamás saldría de nuevo, aterrado por el castigo de su señor y sobre todo, avergonzado de su error. Lo único inconveniente con todo esto era que, sin su testimonio, nadie le creería a los demás involucrados que todo había sido parte de un engaño. Y lo peor, cuando su majestad preguntase a quién responsabilizaban de tal ultraje y no dieran respuesta, sería torturado hasta la muerte, y junto a él, quizá todos sus compañeros del gremio.

    Así fue como decidió que se escondería y no diría más nada. Si aquella no había sido una petición de su rey, entonces nunca pediría avances de la construcción y... podrían enterrar todo el incidente para siempre. ¿No es cierto?; Sus subordinados no trabajarían sin él estando presente y al tercer día la ley les permitía buscar empleo en otros lados... Todos estarían bien... ¿no es así? No fue su culpa, ¿no es así? Ni siquiera tendría que notificar a Seok Jin para eso, todo quedaría entre él y la obscuridad de alguna cueva cerca de las fronteras de Verx.

“Gracias, von Rosewald. Regresaré a disculparme con Nuestro Señor el próximo año, cuando esté de mejor humor. ¿Podríais guardar este secreto por mí?,¿por favor?” suplicó el jovencito.


    Aquel bufón le había aconsejado esconderse después de asentir cordialmente, pues si bien necesitaba los conductos para moverse con facilidad dentro del reino, descubrió pronto que no deseaba asesinar a niños inocentes, así estos obraran tan terriblemente como lo hacían los adultos. Y si bien esos niños, adolescentes y jóvenes también estaban siendo criados para convertirse en Perversos en su adultez, ¿era justo señalarlos como culpables?

    —Iremos a buscar esos malditos documentos en este instante, Seok Jin —exclamó con rabia el viejo Sin—. Porque si no, ambos seremos decapitados por tu estupidez.

    Detrás de una de las tiendas, la quijada presionada de Tae Hyung no le dejaba ni pensar. Entre el Concejero y el Arquitecto ya se habían descubierto el uno al otro. Tenía que actuar rápido. No podía dejar que lo descubriesen, no ahora que el Mercado era suyo. No ahora que por fin podría tener un poco más de voz en ese reino maldito que solo se la había pasado callándolo en todo momento. Cállate, tápate la puta cara, escóndete. Silencio, no me toques, aléjate. La música de la celebración a lo lejos y las risas de Su Majestad lo despertaron del naciente pánico en su pecho.

    Tenía desde este preciso instante hasta que terminara de cambiarse para pensar en algo o el juego había llegado a su fin.

09032023 | Love, Sam.

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