Vacío silencioso, vacío tormentoso. Deseos que se unen con demonios burlosos, me enloquecen me estremecen.

¿Seguir o rendirme? La voz del tormento es más fuerte ¡No sé qué voz seguir!

—Sigue intentándolo —. Me susurran suavemente.

—¡Ve al balcón! —Me gritan muy fuerte.

Me siento desvalida en medio de un mar tan vulnerable y tempestuoso, un mar que no refleja el brillo del cielo celeste, porque los demonios se superponen con sus depravados cuerpos.

Y trato de calmarlos; les cuento algo feliz, del cómo mi abuelo se parecía al arcoíris que ellos no me dejan ver. Los demonios solo me observan con burla, no me tienen compasión, soy un volcán vacío que no tiene expresión.

Me abrazo a mí, trato de recordar mis momentos felices (pero solo vienen a mí como un misil, pensamientos intrusos que no me dejan dormir). ¡Ya aléjense! Sólo quiero sentir el brillo del sol sobre mí.