Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13. Despedida


Giova te observó con un aire enrarecido y no abandonó esa actitud cuando se reunió contigo en la puerta. Comenzaron a andar por las calles desiertas que estaban hundidas en una fina neblina. Estaba más alto y sus rasgos eran un poco más maduros. Tal vez no hubieras notado esos cambios si se hubieran visto asiduamente como antes.

—¿Necesitas algo? —preguntó él, finalmente. Te observaba con cierta reserva. Le conocías esa expresión, pero nunca te la había dirigido a ti.

—Supe que viajarás pronto.

—Sí. Te lo iba a decir hace meses, pero ya no quisiste verme.

Había fruncido el entrecejo, pero había más una congoja contenida que enojo. Los dos se observaron en un silencio sólo interrumpido por el chapoteo del agua de la pileta empedrada.

—¿Por qué lo hiciste?

¿Por qué? Ya ni siquiera recordabas la verdadera razón.

—Fui una tonta... —dijiste al cabo de un rato. En ese momento no recordabas haberte disculpado alguna vez con alguien, pero si a alguien le ibas a conceder esa deferencia, era a él. —Las personas se equivocan a veces ¿sabes?

Giova aún lucía escéptico.

—Esa no es una manera bonita de disculparse.

—Lo lamento —soltaste con un resoplido.

Él te observó directamente a los ojos. Aunque en ese momento esperabas su aceptación, entendiste que habías extrañado su mirada más de lo que te atrevías a admitir.

—¿Sólo así? —repuso él, aún con el entrecejo arrugado—. Ro, no puedes aparecerte un día y esperar que todo se arregle.

—¡Acabo de decirte que...!

—¿Hemos sido amigos cuánto? —te cortó él—. ¿Toda la vida? ¿Y eso no ha valido nada para ti? No puedes desechar y recoger a las personas así, mucho menos a los amigos...

—No me estás...

—Ya perdí la cuenta de las veces que fui a buscarte, ¿y a ti se te ocurre venir un día antes de que me vaya y esperas que yo te diga que todo está bien? El mundo no gira a tu disposición, Ro.

Quisiste replicar. Por un instante quisiste recriminarle pero te frenaste. No eran únicamente palabras liberadas por ira, era también indignación, pesadumbre y decepción. Pues a veces tenemos la capacidad de herir a las personas de manera irreversible. A veces, las disculpas no son suficientes.

Estabas recién empezando a ser consciente de la clase de error que habías cometido. El ceño de Giova temblaba, y ante tu mutismo él sólo se dio la vuelta y se marchó.

Siempre habías asumido que inevitablemente él regresaría a ti, y volverían a retomar su interacción de siempre. Sin embargo, por más insistentes que sean algunos en permanecer en nuestras vidas, las continuas faltas al final siempre terminan por hartar hasta al más perseverante. Tú no podías comprenderlo, porque casi siempre eras la que recibía. No la que daba.

Y se iba al día siguiente.

Aquel día no regresaste a casa. Vagabundeaste hasta llegar al pie de aquel árbol que conservaba tus memorias de infancia. Aquel tiempo en que todo era más sencillo. Y pensaste por largo rato en qué momento todo se había ensombrecido. Si así como habías actuado tan insensatamente, acaso no estarías también cometiendo otros errores sin darte cuenta.

Te despertó una suave sacudida y te paralizaste al ver el semblante serio de Giova.

—¿Qué haces aquí? —inquiriste.

—Te buscan en casa —emitió él, asépticamente—. Estuve a punto de creer que me estabas evitando de nuevo cuando me dijeron que no estabas.

Pareció vacilar por un momento pero finalmente se sentó a tu lado.

—Aún estoy enojado contigo —dijo, luego de liberar un suspiro—. Pero me iré en unas horas. Podemos hacer una tregua y luego seguiré con mi molestia por mi parte.

Pudiste captar entre líneas el mensaje, aquella apertura a la reconciliación. Detrás de aquella mirada aún estaba el niño dócil y tolerante que habías conocido. Recuerdo que agradeciste que él fuera tan diferente de ti. Si la situación hubiera sido a la inversa, tú jamás lo hubieras perdonado. Pero en eso radicaba el lazo que tenían. Él, siempre asequible y tú, siempre agreste.

Aunque al comienzo un tanto titubeante, su conversación luego fue tornándose más amena. Más como antes. Se dedicaron a ponerse al día el uno del otro. Aquella no iba a ser una separación definitiva, pues él te explicó que regresaría durante sus vacaciones. Un alejamiento temporal. Había alegría en su charla, por su reencuentro, y también tristeza, por su pronta separación. Te sorprendiste que sólo en unos momentos ustedes ya estuvieran volviendo a reír, como si no se hubieran distanciado nunca. Debía ser esa conexión que une a los amigos de toda la vida.

Las horas pasaron a una velocidad que pareció innatural y, finalmente, llegó el inevitable momento de la despedida.

Ro, tú siempre habías sido caprichosa en cierta medida. Siempre habías hecho lo que te placía porque pocas cosas se te habían negado en la vida. Y eso contrastaba con Giova, quien siempre reflexionaba antes de tomar una decisión. Y fue por ese impulso arrebatado que a menudo te comandaba que lo besaste. Sin pensar en las consecuencias, en lo que acarrearía en el futuro. Fue sólo un arranque que te sentiste tentada a hacer. Y una conmoción inusitada te inundó cuando percibiste que él te correspondía.

Ambos se despidieron con una confusa indecisión. Como si no entendieran lo que acababa de suceder.

Aquel fue su último encuentro antes de otra larga separación. Y la siguiente vez en la que se encontraran, las circunstancias de los dos iban a ser muy distintas. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro