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Capítulo seis: El entrenamiento

La cacería había sido un fracaso, un ciervo había aparecido, alertando a los adolescentes y tuvimos que huir, porque yo no quería que mataran a un ciervo solo porque fue inoportuno.

Comenzó a llover y todos molestos, nos volvimos a nuestras casas, excepto yo, ya que Valery me invitó a la suya. Le mandé un mensaje a Trek para que me cubriera con mis padres y les dijera que estaba con él en su casa.

—¿Qué estás planeando? ¿Por qué necesitas qué te cubra?

—Tendré una cita con una chica —mentí.

—¡¿En serio?! ¡¿Quién es?! Dime que no es la del equipo de entrenamiento —hizo una pausa—. Ah, hablando sobre eso, ¿supiste sobre la muerte de unos adolescentes? No estoy seguro, pero creo que algunos eran del equipo y las chicas eran porristas, no lo sé.

—¿Cómo murieron?

—Dicen que alguien los asesinó, pero no tienen ninguna pista. Es como si hubiera sido un fantasma —dijo extrañado.

Entonces me di cuenta que no había sido un simple asesinato, había sido Valery y estaba segura que esos adolescentes eran los mismos que iba a cazar anteriormente.

—No creo que haya sido un fantasma, tranquilo.

—¿Y cómo te sientes con lo de tu abuela? Sé que tendrás la cita y serán novias, pero soy tu mejor amigo y siempre me preocuparé por ti.

Lo lamento, Trek, pero eres demasiado bueno para este mundo.

—Estoy bien, pero en cuanto a la chica, no te emociones. Solo es una distracción.

—Entiendo por el momento que estás pasando, también fue difícil cuando papá murió, pero no dejes de ser tú misma, no te vuelvas como Biale, que solo usa a las personas.

—No seré como ella, tranquilo.

—Suerte, linda.

—Descansa.

Al finalizar la llamada, Val me observó.

—¿Por qué los mataste? Eran mi presa y...

—Fue por tu bien, nos habían visto y no quería que nos estorbaran.

Otra vez protegiéndome.

—¿Crees que no me puedo proteger sola? —me acerqué a ella.

—No todo gira en torno a ti, Madison.

—Al menos avísame que asesinarás a alguien.

—No tengo tu número y aunque fuera así, los idiotas de la policía podrían rastrear la llamada o el mensaje.

Fruncí el ceño ante lo qué dijo.

—¿Qué tiene qué ver la policía en mi vida? Ni siquiera investigan el caso como deberían.

—Sabes que esto es mayor que ellos, sabes que podrían rastrear tu celular y meterse al sistema —hizo una pausa—. No eres idiota, pero estás dejándote guiar por lo que ves y por lo que sientes, cuando debes guiarte con la lógica de este mundo, no el tuyo.

—Es complicado... —confesé.

—Lo sé y justamente por eso tu entrenamiento comenzará hoy, así no perderemos tiempo.

Val se dirigió a su habitación y de ella trajo una caja llena de polvo y objetos que realmente desconocía. Apoyó la caja sobre la mesa y comenzó a sacar los objetos.

El único que reconocí fue una navaja mariposa de color dorado. Conocía algunas armas gracias a que mi abuela me traía algunas a escondidas de mi padre y sin duda, la navaja mariposa era mi favorita.

De repente Val sacó un pequeño aparto circular de color plateado, con un botón de color negro, difícil de distinguir en una pelea de cuerpo a cuerpo. Así sacó muchos más objetos.

—Usarás todo esto y te quedarás con aquellas armas que controles bien, así será más fácil la próxima vez que necesites luchar.

—¿Me puedo quedar con la navaja mariposa?

—Claro.

La tomé y la guardé en mi bolsillo trasero.

La pelirroja tomó lo que parecía ser una barra electrizante y me explicó que eso servía para golpear al enemigo, pero que diciendo la palabra KOUSHI, se activaría un gas lacrimógeno que dejaría fuera de combate al oponente.

Tomó un objeto que los humanos usan para fortalecer sus dedos, manos o antebrazos, finger stretcher le dicen. Solté una risita burlona, porque me parecía algo absurdo que ella necesitara eso.

Lo tomé y al colocarlo, inmediatamente un guante comenzó a cubrir toda mi mano.

—Wow, creí que era...

—¿Un objeto inútil de los humanos? Nada es lo que parece, deberías saberlo.

—¿Sabes que sigues siendo irritante? En serio, no eres un dios que lo sabe todo.

Soltó una risa burlona.

—Sé más que tú y con eso puedo molestarte.

—En serio, eres insoportable.

Negó con la cabeza, mientras que en sus labios se formó una sonrisa.

Tomó mi brazo, estiró la manga de la campera de cuero, mientras que con su otra mano, tomó un cuchillo y lo acercó a la palma de mi mano.

—¿Qué vas a hacer?

—¿No es obvio?

Rodé los ojos.

—Estos guantes solo pueden dañarse con el fuego a una temperatura muy alta. Sin embargo, te protegerán de las cosas comunes, como huellas dactilares, heridas y todo eso, tienen una fuerza natural para nosotros, pero extrema para un humano, también para medir tu pulso y si estás en peligro, me enviará una señal pidiendo ayuda, estaré allí de inmediato —alzó la mano con la navaja y bajó el brazo para clavarme el filo, haciendo que un campo de fuerza de color azul protegiera al guante—. ¿Entendiste?

—Sí, mandona.

—No me provoques, linda —tiró de mi brazo, haciendo que estuviéramos más cerca—. Te vez tierna cuando te enojas.

Me parecía curioso que por momentos Valery fuera tan amigable y comprensiva y por otros fuera una engreída y arrogante mujer pelirroja. Tal vez una de sus habilidades era tener dos personalidades y por desgracia yo tenía que conocer ambas.

—Entrenaremos para que sepas manejar los guantes, así sabrás como reaccionar si Biale vuelve a hacerte algo.

—¿Te preocupo? —pregunté y ella cerró los ojos lentamente, al darse cuenta que había expuesto sus intenciones.

—Ni aunque fueras la última mujer en la tierra me preocuparía por ti.

Claro y yo no te odio, idiota.

La noche cayó, tiniendo el cielo de color azul oscuro y una leve luz que nos brindaba la luz, pero que las nubes apagaban.

Ambas habíamos entrenado, a veces yo golpeaba a Val y otras ella a mí, pero curiosamente fue divertido. Ella me molestaba, trataba de provocarme, porque sabía que era impulsiva y que la atacaría de la manera más tonta posible, pero eso me enseñó de lo que ella era capaz.

Val me tomó del brazo y me arrinconó contra su pecho. Con mi brazo libre, quise tomar la navaja mariposa que tenía en mi bolsillo trasero y sin darme cuenta, mi mano se deslizó por el abdomen de la pelirroja.

—Eres atrevida —susurró en mi oído.

Nuestras miradas se cruzaron, ella observaba mi rostro detalladamente, mientras mis dedos no podían dejar de detenerse. Se notaba que su abdomen estaba bien trabajado, aunque lo tocara por encima de la tela de su remera, se sentía duro.

No me sorprendía que tuviera el abdomen marcado, ella siempre entrenó y demostró que le dedica mucho tiempo al combate.

—Me gusta... pero, si buscas tu navaja mariposa, pierdes tu tiempo, te la quité en el primer combate y no te diste cuenta —soltó.

Suspiré molesta.

—¿Y cómo te venceré?

—Sorpréndeme, linda.

De todas las veces que me llamó por el apodo que Trek solía decirme, sentí que esta vez no fue de manera burlona, sino sincera.

Miré hacia la ventana de la cocina y luego hacia el comedor, simulando que alguien estaba cerca y que había oído algo.

—¿Oíste eso? Escuché pisadas o algo así.

Lentamente su brazo dejó de ejercer fuerza sobre mi cuerpo y con el codo golpee la parte baja de su abdomen, en donde estaban los ovarios. Eso la desestabilizó e hizo que cayera al suelo.

Estiré mi mano para ayudarla, Val me tomó de la muñeca y me tiró al suelo junto con ella, para luego terminar riéndonos sobre la situación. Porque no tenía sentido, nadie había vencido a nadie y fue divertido descubrir nuevos movimientos de combate.

—Admito que aunque fue algo básico, pero sirvió.

—¿Conseguí sorprenderte?

—No, ya nada puede sorprenderme, Madison.

Ambas nos levantamos y guardamos los objetos en su lugar, excepto la navaja mariposa y los guantes. Val había insistido en que me los quedara por las dudas.

Me gustaba que mostrara su vulnerabilidad conmigo, porque generalmente cuando cualquier ser vivo hace eso, demuestra que te entrega una parte de sí mismo para que la cuides. Y aunque Valery era irritante, podía ser amigable o al menos soportable.

Me propuso buscar información sobre el oráculo en algunos libros viejos que eran de sus padres, junto algunos papiros antiguos, que solían usar en todos los clanes como una forma de comunicación, ya que es más difícil rastrear un pedazo de papel, que un mensaje de texto.

—¿Qué son estos libros?

—Información sobre nuestra cultura como clan.

—¿Por qué lo tienes? ¿No se supone que eres una experta? —pregunté sospechando que escondía algo.

—Me gusta leer y eso es lo único que tengo.

—¿Por qué no leer libros sobre los humanos? Algunos son interesantes —comenté mientras pasaba las páginas de un viejo libro.

—¿Leer como dos personas tiene sexo entre sí, leer como en algunos libros la maldad está normalizada, leer como las personas tienen el corazón roto, te parece que es interesante? Se nota que los humanos te afectaron —dijo molesta.

—Leer a personas con el corazón roto te hace sentirte menos solo, ¿sabías?

—No todos necesitamos de alguien que nos de placer sexual o emocional.

—A veces el amor es inevitable, puedes huir, pero él siempre te encontrará.

—Mejor cambiemos de tema, me parece innecesario hablar sobre algo que no tiene sentido.

No sabía nada de ella, pero hablar sobre sentimientos o demostrarlos era algo que no le gustaba y siempre que podía, lo evitaba. ¿Pero acaso alguien puede evadir sus sentimientos sin pagar el precio?

Lo intenté en el pasado y el resultado fue desastroso.

Iba a seguir indagando sobre esto, pero cuando creí que tendríamos uno de esos momentos en donde cada quien habla de sus sentimientos, alguien golpeó la puerta.

Solo quería saber sus sentimientos, porque así podría salvar a Trek de ella. Aunque esa tarea sería más difícil de lo que imaginaba.

Oí la voz de Valery hablando con unas personas afuera. Por el tono de su voz tranquilo, imaginé que no habría peligro alguno si me acercaba. Al asomarme en la puerta, me di cuenta que eran sus amigues.

—Hola, Madison —saludó Noah.

—¿Entonces vienen? —preguntó el rubio.

—No, tengo cosas que hacer, Kivo.

—Pues yo creo que es una buena idea —solté.

—Me agradas, chica de Latinoamérica —sonrió Kivo, dejando ver sus pequeños colmillos.

La primera vez tuvimos suerte, pero era necesario cumplir con lo pactado. Podríamos levantar sospechas y eso solo empeoraría la situación.

Val me miró de mala manera y asintió levemente.

—Bien, iremos al mismo lugar que la otra vez.

Ambas nos fuimos junto con les demás. Curiosamente la noche estaba nublada, corría una leve brisa y la luna era casi invisible.

Noah y el rubio se acercaron a mí al ver que no estaba conversando con alguien.

—¿Le dices?

Kivo rodó los ojos.

—Sí, Noah, le diré que Val está loca por ella y obviamente se la come con la mirada.

—Eres un aburrido, ¿cómo no lo ves? Debe ser que hay mucha mierda allí dentro —se burló de él, mientras señalaba su cabeza.

—Cierra la boca, idiota.

—Alto, ¿ustedes me emparejan con Valery? —pregunté haciéndome la tonta.

—Noah, te empareja con Valery, yo solo quiero socializar, pero se vuelve difícil con tanto estorbo.

—¿Estorbo? —ironizó el peli marrón—. Entonces, Mads, te contaré de la vez que este imbécil se involucró con...

—Cállate o diré de quien te enamoraste.

Noah se quedó en silencio, prefirió no decir nada y seguimos hablando de tonterías, hasta que llegamos a una zona cerca de nuestro destino y observamos que había cinco adolescentes.

De la secundaria no eran, porque nunca los había visto, pero se vestían como los humanos y parecían tener sus actitudes.

Es decir, parecían ser los típicos hormonales, y lo sabía porque al parecer ellos habían instalado una carpa bastante grande y se oían demasiados gemidos de dos personas dentro de ella.

Los demás estaban afuera, alrededor de una fogata, contando anécdotas sobre sus ligues o sobre sus experiencias sexuales.

Nos escondimos detrás del arbusto y sentí la mirada de Valery sobre mi. No sabía porqué me miraba, nada malo sucedería y eventualmente debería demostrar de lo que era capaz.

Kivo rebuscó en su bolsillo y de él sacó una granada. Al verlo, me sorprendí y quedé confundida al mismo tiempo. A elles les gustaba poder ver y admirar el sufrimiento de los demás y me declaro culpable, porque también me gustaba. Por eso, no entendía el motivo de la granada en esta situación.

—Formaremos grupos de a dos —susurró el rubio.

—Estaré con Madison —informó la pelirroja.

—Claro, yo estaré con el engreído —se burló Kivo, refiriéndose a Noah.

—Eres un insoportable —susurró molesto.

Los demás amigos de Val comenzaron a decir con quién estarían, en total éramos cinco grupos de dos personas. Kivo explicó que al salir el humo, cada pareja debía secuestrar a un humano y llevarlo lejos de aquí, así estaríamos separados y tendrían mayor dificultad para escapar.

Algo que no estaba entendiendo, era porqué él dijo que había humo, si las granadas explotan. Sin embargo, me gustaba saber que Val había dicho de formar equipo para que nadie me descubriera, si realmente fuera tan cruel como quiere que crea, me habría matado la primera vez que nos vimos en el bosque.

Los adolescentes seguían haciendo ruidos y Kivo aprovechó a quitarle el anillo a la granada y lanzarla en la carpa. El humo comenzó a esparcirse y estábamos esperando a oír los gritos de desesperación, pero nada se oyó.

Salimos de detrás de los arbustos, acercándonos a ellos, pero había tanto humo, que se dificultaba verlos en la oscuridad de la noche.

Val me observó con sigilo y frunció el ceño repentinamente.

—Es una trampa.

Notamos que múltiples figuras se acercaban hacia nosotres y una de ellas, lanzó una cadena y la enredó en el pie de Kivo. Este cayó al suelo y confundido, comenzó a tirar de la cadena para ir en contra del contrincante.

—¡Huye! —ordenó Val.

No quería huir, no era mi estilo y miedo no tenía, pero pronto aquella cacería de humanos se había convertido en una pelea de clanes. Val comenzó a ser atacada por dos chicos que tenían cuchillos y barras de fierros gruesos para golpearle.

Me escondí entre los arbustos, mientras ella les daba golpe tras golpe y cuando los derribaba, ellos se levantaban para seguir la pelea.

Uno de ellos sacó un cuchillo y se lo clavó en el brazo, gozando de los gritos y del dolor de la pelirroja. Fue cuando entendí que debía huir. Comencé a correr por el bosque, dejándolos atrás en una batalla que no era mía, pero me gustaría que fuera así.

Corría y de vez en cuando me escondía tras los gruesos troncos que había a mi alrededor y me aseguraba que nadie me siguiera. Me detuve nuevamente, tratando de recuperar el aire que había perdido y comencé a caminar por un lugar oscuro.

Me preguntaba si Val y los demás estarían bien, porque estaba segura de que esto no estaba planificado, pero entonces oí el crujido de una hoja que no era de mis pies. Alguien más estaba conmigo, miré mis alrededores, buscando alguna cosa inusual, pero al no notarlo, Valery salió de uno de detrás de los arbustos.

Detrás de ella, un chico de cabello negro la tomó por el cuello, ahorcándola. Me observó con una sonrisa victoriosa, levantó su brazo con el cuchillo y se lo clavó en el vientre.

Soltó un grito y él lo gozaba. Aproveché su leve distracción para esconderme tras los arbustos sigilosamente, como mi abuela me había enseñado. Tomé la navaja mariposa que estaba guardada en el bolsillo de mi chaqueta y comencé a caminar lentamente, por detrás de los arbustos.

—Sal de ahí, pequeño conejillo —hizo una pausa—. Me divertiré mucho con ella, pero te aseguro que contigo nos divertiremos aún más.

Observé a Val por un pequeño agujero de ramas y ella pataleaba y trataba de deshacerse de su agarre, pero algo la había debilitado. Podía notar que no tenía muchas fuerzas y sin embargo, noté que un poco de sangre caía de su mano, debido a la herida de su brazo, pronto ya no caía más.

Me resultó extraño, porque no estaba al tanto de las habilidades de Val.

—¿Quieres respuestas? —soltó una pequeña risita.

No respondí.

—Valery Kindom, lesbiana, de edad no identificada, pelirroja, sensual y algunas habilidades como lo son la auto curación, saltar grandes alturas, ser mentirosa y traicionera.

Me quedé en silencio, cuando estaba detrás de él. Sabía que atacarlo por la espalda sería muy cobarde, pero era necesario reconocer mi debilidad y si él había vencido a Val, ¿qué me esperaba a mí? Una muerte segura.

—¿En serio salvarás a alguien que no conoces? Por favor, sabemos que todos eventualmente nos fallan, Valery no será diferente a los demás.

Sí, tal vez tenía razón, no podía confiar en ella, pero la necesitaba para llevar mi plan a cabo.

—Parece que tu novia se fue, hermosa —susurró en su oído.

Presioné fuertemente mi agarre al mango del cuchillo y salté hacia su espalda. Sorprendido, soltó a Valery, clavé la navaja mariposa en su pecho y él me lanzó contra un tronco, en donde oí un fuerte ruido y luego, todo se volvió confuso.

—Val... —susurré, cuando los gritos y ellos se volvieron nulos ante mis sentidos.

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