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Capítulo 3: Lobo feroz

¿Existen los hombres lobo?

¿O un cuento de niños es?

¿Estarán atrapados en un mundo de humanos?

¿O tal vez es al revés?

Ojos dorados, tupido pelaje,

Garras prominentes, dientes colosales

Con juegos macabros alegra su vida

Haciendo de un infierno nuestro viaje.

Día 2: Bosque de Noltred.

El amanecer se abría paso en el bosque, los pequeños rayos solares, danzaban entre las cenizas de lo que alguna vez fue una cabaña. Algunos de estos dorados seres, se tomaron la molestia de despertar a Halley. La niña abrió lentamente sus ojos esmeralda para contemplar el triste panorama que la rodeaba.

La casa hecha polvo, al igual que la señora y los niños que estaban atrapados desde antes. Por alguna razón, el hecho de que estuvieran sepultados y que ni siquiera se hubieran dado cuenta cuando murieron, le daba tranquilidad a Halley, pues al menos podrían al fin descansar en paz. Ahora lo importante era que ella y Ginger volvieran cada una a su respectivo hogar.

Miró hacia un lado buscando un indicio de su compañera. Ginger yacía en el suelo junto a ella, esto fue suficiente para que se tirara sobre la granjera llena de felicidad y alivio, dándole el abrazo más fuerte que su débil cuerpo le permitía. Tan pronto como cayó, la otra despertó como si le hubiesen dado un susto de muerte.

—¡Ginger! ¡Estás viva! ¿Te encuentras bien? Te veo algo pálida. . . —con sus pequeñas manos movía sus cachetes de un lado a otro, revisando sus ojos, sienes, hasta las encías.

—S-si Halley, estoy bien, ya puedes levantarte —dijo incómoda por tanta atención e hizo ademán a levantarse del suelo.

Ambas miraron alrededor, pero no lograron divisar ni el trillo por donde llegaron, el único punto de referencia era aquella casa de cenizas. Se miraron al mismo tiempo, y decidieron tomar un camino aleatorio.

— Um. . .¿Ginger?

— ¿Si, Halley?

— ¿Crees que volvamos a casa? —preguntó poniendo las manos detrás, mientras caminaba un poco más lento.

— No lo sé, es posible que no volvamos. —de nuevo, su carácter frío y realista salió a la luz. Al observar como los ojos de Halley se cristalizaron al instante, tartamudeó unas palabras atropelladamente— ah. . .p-pero no lo sabremos si no lo intentamos. . .¿N-no?

La otra niña asintió, y luego se sumieron en un profundo e incómodo silencio.

Los árboles se hacían más estrechos y escalofriantes, el camino era difícil de seguir, pues las hojas iban cayendo lentas y agraciadas, parecían tener su propio vals al compás del viento. Las chicas se fijaban en cualquier punto de referencia posible: un árbol rasgado, un buhito muerto al pie del camino, un nido en un árbol seco, un buhito muerto al pie del camino. . . .¿Qué?

Eso ya lo habían visto antes, un poco asustadas, tomaron un rumbo diferente, y no pasaron unas horas antes de encontrarse con el árbol rasgado. Volvieron a intentar, y el cadáver del ave volvió a aparecer. . .estaban andando en círculos.

Ya al borde de la desesperación y el llanto, Halley tomó asiento en el suelo sollozando en silencio. Tenía hambre, sed, y extrañaba a su papá. Ginger en cambio conserva su semblante serio, aunque en su interior llamaba desesperadamente por ayuda.

Un arbusto hizo un ruido. Las niñas miraron asustadas en esa dirección, preparándose en silencio para comenzar a correr, pero el ruido no volvió, en cambio, reinaba el sonido de las aves moribundas en las ramas secas.

— Tenías razón, no vamos a volver. —sollozó Halley.

— ¿Volver a dónde exactamente? —esa voz no era la de Ginger, o la de Miltear, no la conocían. Del arbusto contiguo salió una criatura que pudo ser descrita como un monstruo, parecía ser un lobo enorme, con ojos dorados brillantes, que miraba a las chicas con. . .¿diversión?

Aquel ser se les fue acercando poco a poco, hasta que se paró en dos patas, y mostró sus enormes dientes que relucían de blancos.

— ¡Halley! ¡Hay que huir! ¡Corre!

Ella no se hizo esperar, y emprendió la carrera como si su vida dependiese de ello. . .literalmente.

— ¡Qué bien! Jugaremos a las pilladas, si yo gano. . .serás la cena ¡No escaparás! —vociferó la criatura desde una larga distancia.

Esquivaba lo mejor posible los árboles que se colaban en el camino, sin embargo, el lobo fue mucho más rápido, y tomándola del abdomen con la boca, enterró sus colmillos en ella, pero no lo suficiente, sólo para reafirmar su agarre, haciendo que su vestido desgarrado tomara un color sangre; que en otras circunstancias hubiese sido hermoso, y corrió rápidamente hacia su guarida. Un desgarrador grito inundó el bosque haciendo despertar a los animales.

— ¡¡Halley!! —gritó la otra niña, siguiendo al monstruo con todas sus fuerzas.

No tardó en llegar al paradero del rastro escarlata, una colosal cueva yacía frente a ella, se adentró sin pensárselo dos veces, y corrió en la sofocante oscuridad. Pasó unos minutos recorriendo el sitio con las manos en las paredes de la cueva, y cuidando sus pasos, hasta que una pequeña luz de fogata le indicó el camino hacia la bestia. Acercándose con cautela, llegó al paradero de Halley, quien aún se hallaba entre las fauces del animal.

Este la soltó al instante, y se giró hacia la granjera, haciendo que ella palideciera aún más. . .sin embargo, no la atacó, sólo se dio vuelta y continuó en sus asuntos.

— ¡He ganado! ¡He ganado! ¡Pottie! ¡Ven a ver! ¡Celebremos mi victoria con una cena! —aulló el hombre lobo a la oscuridad.

No hubo un sonido de respuesta, y de repente, de las sombras, apareció una pequeña copia del anterior animal, sólo que parecía una cría de pocos meses, no caminaba en dos patas, pero tenía una rapidez similar a su. . .¿Padre tal vez?

— Esa niña está herida, padre —chilló la cría al acercarse a Halley, quien se retorcía de dolor.

— ¡Porque jugamos a las pilladas y gané, Pottie! —el lobo sonrió ampliamente— ¿No quieres cenar?

— ¿Qué cenaremos, exactamente? —espetó el niño lobo.

— Um. . .a la perdedora. . .

— ¡No, padre! ¡No podemos comer humanos! ¡No podemos ser como ellos! —el niño gimoteó como si de un regaño inocente se tratase, su hocico húmedo goteaba y sus cejas estaban mostrando un claro enojo hacia su progenitor— Vamos a curarla. . .por favor.

El lobo miró al suelo por unos momentos, deliberando internamente si hacerle caso a su hijo o no, y, como si se hubiesen comunicado por telepatía, se movió a través de la cueva y regresando a los pocos minutos con unas hojas grandes y azules.

El cachorro sonrió y su cola se movía con emoción, dio unas vueltas hasta que divisó a Ginger, aún escondida entre las sombras. Le dio unos gruñidos y volvió a lo suyo, lo cual desconcertó aún más a la chica.

El animal mayor colocó las hojas sobre la niña herida, que poco a poco fue despertando de su desmayo por la pérdida de sangre, cuál no fue su sorpresa, al ver las heridas desaparecer con mucha lentitud, sumidas en un destello azulado. Halley, al levantar la vista y hallarse frente a tan temible criatura, dio un sonoro grito a lo que el lobo se cubrió las orejas al instante.

— ¡No grites! ¡No grites! ¡Vas a atraerlos! ¡¡Basta!! —rugió el ser, cumpliendo su objetivo y acallando los gritos de la rubia.

— Padre, es que la asustaste —negó con la cabeza el cachorro sintiendo lástima por la niña— ¿Cómo te llamas?

—. . .H-Halley —titubeó al menor, parecía amigable.

— Mucho gusto, Halley, mi nombre es Pottie.

— P-Pero. . .¿Qué sois? ¿Cómo podéis ser tan educados como en el pueblo? —Halley ladeó la cabeza visiblemente confundida.

— Sólo porque no seamos como los demás dejaremos de ser educados. . .

— ¡Y divertidos! —interrumpió el padre de un salto

Halley sonrió y miró alrededor de la cueva, como si la conociese de toda la vida, divisó a Ginger al instante, en un sonoro y alegre llamado, hizo ademán a levantarse para ir con ella, pero en cuanto las hojas dejaron de tocar su herida, esta volvió a aparecer más rápido de lo que se había curado.

— ¡Hey, Halley! ¡Cuidado! —el hombre lobo detuvo a la niña y la volvió a sentar colocando la hoja sobre ella otra vez— esta hoja es de curación temporal, debe cubrirte hasta que te traten.

— ¡Oh! L-lo siento —sonrió apenada y adolorida. Luego de esto se giró en dirección a su compañera y con una mano la saludó y le dijo que se acercase.

Ginger caminó hasta una distancia segura de los lobos, y tomó asiento en silencio. La otra en cambio, se dispuso a saber más de quienes casi la asesinan pero terminaron salvándola.

— Pottie, ¿Por qué viven en esta cueva?

— Es el único lugar seguro de los 7 cazadores, hombres corpulentos que se dedican a cazarnos para vender nuestras pieles. Ya han atrapado a la mayoría de nuestra manada, y sólo quedamos nosotros. . . —dijo con tristeza.

— ¿Y por qué no me devoraron?

— No queremos comer humanos, nos pareceríamos a los 7, se comen nuestra carne y hacen bolsos de lo que sobra.

— ¡Tengo una idea! ¡Vuelvan conmigo! Seguro que mi papá puede hacer que los 7 cazadores vayan a prisión. . .¡y podemos hablar con Dorothy para que se queden en mi casa! ¡Jugaríamos todos los días! —su emoción hace que se exprese con algarabía, entrelazando sus propios dedos y poniéndolos bajo su barbilla.

— Bueno. . .¿Padre? ¿Qué piensas. . .?

—Yo creo que. . .

Y un disparo fuera de la caverna hizo que todo se volviera silencio.


El padre apagó la fogata al instante, y llevó a los tres al fondo de la cueva, mientras los murmullos se oían en la entrada.

¿De aquí vino el grito?. . .

Tuvo que ser. . .

¡Carne fresca muchachos!. . .

¡Más bajo idiota! Que nos puede oír. . .

Esta piel se venderá como pan recién horneado. . .

¡O como un diamante recién sacado de la mina!. . .

Sois todos unos tontos. . .no pierdan tiempo y vamos ya a por la cacería. . .

El animal mayor acarició la cabeza de Pottie, e hizo un gesto de silencio, dejándolos solos al instante y corriendo a la entrada con gruñidos de odio.

Un disparo. . .
gruñidos. . .
dos disparos. . .
carne desgarrada. . .
tres disparos. . .
más gruñidos. . .
cuatro disparos. . .
un grito de hombre y un crujido de huesos. . .
cinco disparos. . .
un aullido de dolor y unas risas. . . . .
seis disparos. . . .

Nada.

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¡Hey Hey! ¡Capítulo nuevo! ¡Al fin!
Espero no les hayan cogido cariño a los lobitos, pequeñas almas :)
Os quiere:
Sally♡

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